


No es habitual que en Argelia se permita el acceso a la mezquita a los no musulmanes. No existe tradici�n tur�stica, como en otros pa�ses, por lo que no se plantea que alguien desee entrar a visitar, no a rezar. Al final es algo potestativo de cada im�n y si se insiste se consigue el permiso en los lugares de mayor inter�s tur�stico, como la Casbah de Argel, Ghardaia, Tlemcen, El Oued o Bou Saada. Con permiso pude entrar con mis acompa�antes en el recinto de un morabito, una especie de monasterio musulm�n, en las afueras de Bou Saada, donde existe un mausoleo para honrar la memoria de un hombre de bien. En cambio, para poder visitar la mezquita no recurrimos a solicitar permiso, sino a actuar con el m�ximo respeto.
Para quien no haya estado nunca dentro de una mezquita, indicar que los hombres y las mujeres nunca est�n juntos, para lo que muchas cuentas con un espacio separado y exclusivo para las fieles que acuden a la oraci�n, que suelen ser muy pocas, ya que tradicionalmente las mujeres rezan juntas dentro del hogar. El suelo suele estar lleno de alfombras, hasta el punto de que en algunas mezquitas existen varias capas de alfombras en el suelo. Hay gente que acude simplemente a meditar, a descansar, apoy�ndose en una columna. Otro aspecto que suele llamar la atenci�n del visitante es que no es extra�o que alg�n gato se pasee por una mezquita, porque suelen tener franqueada la entrada. Quienes acuden a rezar se sit�an mirando hacia La Meca. En los momentos en los que hay alguien dirigiendo la oraci�n todos siguen el mismo ritmo y los mismos movimientos de inclinaci�n, arrodill�ndose o poni�ndose de pie al un�sono, pero quienes acuden fuera de los momentos de oraci�n act�an individualmente.


Personalmente he estado en muchas otras mezquitas, a alguna de las cuales he accedido como cualquier otro fiel Puedo contar como an�cdota que cuando fui a la mezquita de La Roca, en Jerusalem, existe una entrada para los musulmanes que acuden a rezar y otra para los turistas. Yo me dirig�a hacia esta �ltima cuando me indicaron que mi entrada era la otra. No lo dud� y pude disfrutar de una visita mucho m�s completa, tocando la piedra negra que tanto valor simb�lico tiene para todos los musulmanes. Algo parecido me ocurri� en la ciudad de Karbala, en Irak, en una mezquita santa de la rama chi� del Islam, en la Hassan II de Casablanca, o en algunas otras incluso de Argelia.
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