Tengo especial predilección por él, me traslada a Venecia y al Puente de los Suspiros. Ya sé que no tiene nada que ver, que no se parece. Pero a mí me gusta y se lo suelo enseñar a todos los que vienen por aquí.
La última vez que estuve en Sidi Fredj encontré otro lugar que no conocía: una mezquita, un lugar de oración, casi de peregrinaje, en la que un imán se dedica a dar consejos a los visitantes. La entrada con un techo de roca encalada, me pareció preciosa; así que tengo que volver.
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