La semana pasada estuve en el desierto argelino, en Gharda�a. La gente de aqu� suele hablar de ?bajar al sur? para referirse a las visitas a esa parte del pa�s. En realidad Gharda�a no est� en el sur, es m�s bien el norte del interior de Argelia, a unos 500 kil�metros del mar. Sin embargo, como casi todo el pa�s, es zona des�rtica.
Los habitantes de la zona de Gharda�a, llamada valle del M?Zab, son denominados mozabitas. Son gentes muy diferentes a las del resto de Argelia, extraordinariamente trabajadores y con una gran conciencia de pertenecer a un grupo social. Casi todos dedican buena parte de su tiempo libre a actividades de voluntariado para su localidad, dentro de los principios religiosos, muy estrictos, que rigen su vida. Los mozabitas forman parte de los que hist�ricamente se llaman ibaditas. Yo no soy musulm�n y apenas estoy enterado de las diferencias entre ellos, de modo que me resulta dif�cil dar una explicaci�n. Desde fuera se observa que hay unos principios religiosos que marcan toda su vida, que desde ni�os acuden todos a escuelas por la tarde para aprender en profundidad su interpretaci�n del Cor�n y las normas de convivencia de su comunidad. Las mujeres no salen pr�cticamente de casa y las que o hacen, para lo estrictamente necesario, van completamente arropadas y envueltas en una especie de capa blanca que �nicamente deja ver uno de sus ojos.
En la foto que adjunto se puede ver c�mo �nicamente se ven hombres en el mercado, excepto a una mujer, sentada, cubierta con el ropaje tradicional.
Este viaje a Gharda�a estaba realmente maldito. Lo tuve que anular en dos ocasiones anteriores, la primera por una huelga de �ltima hora de Air Alg�rie, con un estado de nerviosismo general en el aeropuerto que me provoc� una ca�da de tensi�n de la que a�n conservo secuelas, y la segunda por el atentado de Al Qaeda del 11 de diciembre pasado. Aunque a la tercera ha sido la vencida y s� que he podido ir, las circunstancias personales que durante la estancia me han acaecido, de las que a�n no soy plenamente consciente y que en este blog, por respeto, no puedo contar, hacen que me arrepienta profundamente de haberlo realizado y ahora lo considere como uno de los m�s desgraciados de mi vida. Sin embargo, no es culpa de los mozabitas.
Ma�ana intentar� contar alguna an�cdota acaecida.
Jos� Antonio
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