domingo, 7 de marzo de 2010

Mi fiesta

Este texto lo escribí hace ya una semana. Lo publuico con algún que otro recorte. Lo que he respetado absolutamente es el texto original completo que publico en el blog privado.

El pasado fin de semana era mi cumpleaños y lo quería celebrar de una forma muy especial. Pensé en hacerlo en un lugar casi paradisíaco, Bou Saada. Allí existe un hotel que posiblemente ofrece la mejor relación calidad-precio de todos los del país; la ciudad aún destila el olor de un pasado glorioso como puerta de entrada al desierto, con uno de los mercados de camellos más conocidos del Sahara; las casas son construcciones típicas y por sus calles circulan mujeres completamente cubiertas, excepto un ojo; en sus alrededores se sitúa una zawia (creo que pronuncia así) digna de visitar, una cascada de aguas del desierto, grabados rupestres y dunas por las que deslizarse; la cocina de Bou Saada es muy conocida y un nuevo restaurante ofrece la posibilidad de degustar los platos tradicionales de la ciudad en un marco excepcional.

Desde la primera vez que visité Bou Saada la consideré la gran desconocida dentro del país, un lugar que se escapa a los circuitos turísticos, pese a tenerlo todo, incluida una cercanía a la capital, Argel, que permite disfrutar de una excursión de fin de semana.

Siempre que había escuchado de la boca de amigos y conocidos decir que iban a pasar el fin de año en el desierto (escribiré sobre esto en mi próximo post), mi mente se trasladaba a la idea de hacer lo mismo en un cumpleaños que no tuviera que trabajar y tampoco me cupiera la posibilidad de ir a casa. Este año se daban todas las circunstancias y no iba a desaprovechar la oportunidad.

Celebro siempre mi cumpleaños como un niño pequeño y para mí el 27 de febrero es una jornada muy especial. Esta año me han decepcionado algunas ausencias, aunque, a cambio, he de decir que las presencias, algunas venidas desde muy lejos, han compensado con creces esa decepción.

En el capítulo de regalos, he recibido una brújula, una cartera, una fuente de cerámica, un kimono, un libro y una piruleta, ordenados por orden alfabético. Además, al volver a casa me ha encontrado con que la asistenta me ha regalado una baldosa con una estampa antigua de la Casbah de Argel. Yo ya me he regalado unos cuantos recuerdos de Bou Saada y me compraré esta semana otras cosas.

Por cierto, muchas gracias a quienes me han felicitado tanto en el blog como en Facebook, o por teléfono. Unas cuantas de las llamadas recibidas me hicieron especial ilusión.

La versión completa de este comentario se encuentra en el blog Privado en Argel.

1 comentario:

rafa dijo...

fue mi llamada la de la ilusion???