sábado, 31 de octubre de 2009

Escribanos

Durante una temporada de mi vida trabajé en la ciudad argelina de Skikda, en un proyecto relacionado con la terminal de gas GNL (o LNG en inglés). Yo llevaba el departamento administrativo y financiero de mi empresa, que si en una obra ya da de por sí mucho trabajo, cuando se trata de actuar como una filial supone un trabajo ímprobo si no cuentas con ayuda. En mi caso éramos dos expatriados, con la ayuda de una única persona local.

Una de las cosas más complicadas era la contratación de personal. Llegaba un encargado, o el jefe de obra, diciendo que necesitaba para el día siguiente tres obreros, dos soldadores y un gruísta y a ver quién era el guapo que conseguía contratar a esa gente de un día para el otro en un país en el que la gente no tenía teléfono en casa. La única solución era contar con una buena base de demandantes de empleo y tener a algunos de ellos localizados. Nunca pensé que el efecto boca-oído fuera tan real en Argelia, pero fue hablar de contratar personal, sin poner ningún anuncio ni nada y empezar a recibir cartas por centenares cada día.

De entre esa infinidad de solicitudes de empleo, muchas eran de aspirantes a ser obrero no especializado. Eran cartas con muchas faltas de ortografía y algunas muy llamativas, del tipo de las que ponen a veces los que piden dinero por la calle, que piensa uno que lo hacen adrede para reforzar la idea de ser una persona sin recursos, ni siquiera literarios. Así, por ejemplo, soltero no era célibataire, sino “silibatair”. Llamaba también la atención que la redacción fuera la misma, como si existiera ya un manual del aspirante a obrero del que copiar el texto de la solicitud. A fuerza de abrir cartas y clasificarlas, pronto me di cuenta de que también la letra coincidía en las cartas que contenían idéntica redacción y ortografía. Y es que había gente que vivía de rellenar solicitudes de empleo en francés para gente que no conocía el idioma.

La existencia de la profesión de escribano no me extrañó. Antes había vivido en Annaba y en la calle de al lado de la de los zapateros remendones que contaba hace unos días se colocaban esos escribanos, gente que sabía escribir en francés y en árabe y que se ganaba la vida haciendo escritos para ciudadanos menos letrados. En muchas administraciones públicas exigían, además, presentar siempre una “demanda manuscrita”, que era una forma de dar trabajo a esa gente frente a las fotocopiadoras, las impresoras y los ordenadores. Lo mejor, es todas formas, era acudir al Ayuntamiento al servicio de legalizaciones, que en Argelia es gratuita, frente al negocio de la administración pública española, que te cobra por un servicio destinado a entregar el documento legalizado a la misma administración pública. Allí había gente que se presentaba con su partida de nacimiento, o su carnet de conducir… y una hoja de bloc en la que habían copiado a mano los datos de ese documento, para que les legalizaran la copia. Es verdad que encontrar una fotocopiadora resultaba difícil, pero nunca antes había pensado que una cosa así se podía hacer.

viernes, 30 de octubre de 2009

Democrática y popular

El otro día, en un ambiente distendido, estuve discutiendo un poco de sociedad y política con una persona de Argelia. A su afirmación de que hay una voluntad de que las cosas vayan cambiando, pero que eso requiere tiempo, le respondí que no lo veo, que la prueba la tiene en el momento en el que se celebran elecciones presidenciales al gente vota mayoritariamente por la continuidad de un régimen que no tiene ni voluntad democrática ni deseos de cambio social. Y que, por encima del pucherazo y del fraude que pueda haber en el recuento, la realidad es que la inmensa mayoría de la gente vota por esa opción, o con su abstención hace que resulte abrumadoramente mayoritaria.

Mi interlocutor me dijo algo con lo que estoy muy de acuerdo: que si la apertura a la democracia significa repetir la experiencia de hace veinte años, con un partido islamista que consigue ganar adeptos basado en el voto de la mayoría ignorante y en promesas de repartir la riqueza entre los pobres, cuando lo que detrás hay es un estado islámico totalitario y fanático que suprime cualquier libertad alejada de su credo religioso, que en esa tesitura prefiere quedarse con lo que ahora tenemos.

Esto mismo lo he dicho y lo he escrito aquí más de una vez. El régimen argelino actual puede que sea el mejor de los posibles para este país en estos momentos. La democracia occidental no es un valor universal, hay mucha gente que no ha alcanzado a sentir como propios esos valores y en sociedades como la argelina carece de sentido. La Argelia actual es caudillista, la población busca y necesita un líder en el que confiar y no un sistema de partidos que plantean dos modelos diferentes entre los que optar periódicamente.

Cuando leo lo de “República Democrática y Popular de Argelia” pienso siempre en la paradoja de que ninguno de los Estados que se definen como democráticos lo es. Y no hay pueblo más sometido a la tiranía de sus dirigentes que el de esas naciones bajo el título de populares. La verdad es que en la actualidad Argelia se podría quitar esos apellidos, porque su sistema ha evolucionado hacia una cierta libertad desde la independencia y el gobierno de partido único, el FLN aún en el poder.

jueves, 29 de octubre de 2009

Gatos


Cuento con toda una colección de fotos de gatos callejeros de Argel. Los hay preciosos, de todo tipo de pelajes. Se queda uno mirándolos por la calle y siente hasta envidia, para mí que nada sana, de no ser gato.

Quitando la India, donde hay templos dedicados a la divinidad encarnada en el mono, en la rata o en algún otro animal, que implica un edificio lleno de esa raza del animal en cuestión, con monjes que cuidan de ellos, en ningún otro país había visto parques exclusivos para gatos.

Lo que parece que escasea son las clínicas ginecológicas, las maternidades para felinas en estado de buena esperanza, porque encontrarse con los primeros síntomas de parto y tener que apañárselas en la calle, como esta pobre gata, debe resultar duro. Por eso he dicho que la envidia es de ser gato, no gata…

Las dos cosas que más me fascinan de los gatos de Argel es lo confiados que se muestran y lo hermosos que están.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Inaccesible

Después de escribir hace unos días que mi intención era hacer que el blog sólo resultara accesible a los amigos que previamente se han inscrito, dejé unos días para que quienes quisieran seguir leyéndolo pudieran registrarse. Supuse que una semana era tiempo suficiente, así que llegado el lunes comprobé que había veinticinco lectores registrados, que los que validé todos menos uno, inscrito como anónimo. Intenté modificar un comentario y hacer que su contenido fuera de lectura exclusiva para los usuarios registrados, pero lo único que conseguí fue que todo el blog resultara inaccesible para todos, excepto quienes previamente habían validado una invitación. En fin, un sistema técnicamente muy complicado, del que no sabía salir. Así que ensayo fallido, marcha atrás y a seguir experimentando.

Sí, he escrito bien lo de seguir experimentando, porque voy a seguir haciendo pruebas; lo que quiero es que algunos contenidos sean exclusivos, pero no todo el blog. Y la única solución que en estos momentos veo es mediante un blog paralelo al que lleve un link que solicita primero una clave. Una complicación que no me convence.

El castigo por mi error ha sido recibir un aluvión de correos electrónicos, pidiéndome que les incluya como lectores. No he podido responder a casi nadie, el tema me ha desbordado. La respuesta la doy aquí: creo que el primer paso es inscribirse en el blog como seguidor y que luego se responda afirmativamente cuando llegue una solicitud de ser incluido como amigo. Finalmente, de esa lista de “amigos” puedo seleccionar a quienes permito ver el blog. Eso es lo que al menos creo haber entendido. Pero, francamente, ahora no tengo tiempo para hacer experimentos.

martes, 27 de octubre de 2009

La cena del fútbol

Contaba que el pasado viernes jugamos un partido de fútbol España-Argelia, contra el equipo de veteranos del club más importante del fútbol argelino, el Mouloudia Club d’Alger, MCA. Se trata de la versión argelina del Real Madrid, el equipo del régimen, que siempre ha contado con todos los favores financieros necesarios para que nunca le falte dinero, de cara a conseguir a golpe de talonario lo que no sabe hacer mediante el trabajo con el fútbol base. Antes contaba con los mejores jugadores del país y decir jugador del Mouloudia significaba casi decir jugador de la selección. En esa época de hegemonía absoluta del MCA jugaban nuestros contrincantes del viernes, que llegaron a ganar una Copa de África de clubes. Ahora se reúnen de vez en cuando para verse y recordar viejos tiempos. Y para jugar partidos como el del otro día contra nosotros.

Me habían insistido tanto en que tras el partido nos invitarían a un mechoui, que ya no sabía lo que pensar. Mechoui significa literalmente asado. Y de la misma forma que cuando le invito a alguien “a un asado” se entiende en castellano que se trata de carne asada, en Argelia se entiende que la invitación es a un cordero asado. Para mí no había muchas dudas, tendríamos un cordero asado de cena, pero tenía miedo a equivocarme y hacer el ridículo, así que a todo el que me preguntaba lo dejaba con la duda en el cuerpo.

El equipo contrario tenía más ganas que nosotros de empezar a degustar ese cordero, porque el segundo tiempo del partido duró bastante menos que el primero. Yo creo que le debieron de decir al árbitro que la comida ya estaba preparada y no se lo pensó dos veces para dar por terminado el encuentro. Estuvimos un rato en la banda, descansando, mientras el equipo argelino se cambiaba de ropa en sus vestuarios. Entonces vinieron a meternos prisa, que ya era hora de que también nosotros nos cambiáramos e hiciéramos uso del hammam (el baño turco) del que tan orgullosos estaban. Lo cierto es que como curiosidad lo del hammam está bien, es una experiencia diferente, pero yo agradezco más una ducha tradicional, sin tener que echarme cubos de agua por encima.

Una vez duchados y cambiados de ropa, nos llevaron por las calles de Dar el Beïda hasta una casa muy elegante, de estilo turco tradicional. El patio de entrada ya dejaba entrever que se trataba de una mansión de estilo turco, con sus arcos de medio punto. Allí nos encontramos a un montón de gente, sentados pacientemente en una sala, esperando nuestra llegada. Al hacerlo se fueron levantando disimuladamente y las mujeres acabaron desapareciendo de la estancia. Cuando cinco minutos después nos condujeron a un patio para disfruta de la comida allí no quedaba ni una sola mujer. Lo que sí había era un grandioso banquete con cuatro corderos asados.

El mechoui tradicional es un cordero que se asa entero, rellenándolo de especias y dejándolo tostar mientras gira alrededor de un fuego, como los pollos asados. Lo único que se le echa para que no se queme es agua de vez en cuando. Luego, se coloca en el centro de una mesa, con los comensales alrededor, que van arrancando trozos de él con la mano. Y escribo bien la mano, en singular, porque sólo se usa la derecha para este menester.

Nuestro banquete incluía además un arroz bastante rico y buena cantidad de cuscús con pasas y leche fermentada o miel. Y para finalizar té y pastas de almendra, de las que se comen en las bodas.

La experiencia fue realmente única, pero yo al menos me sentí extremadamente abrumado con tal despliegue de amabilidad. Y es que el pueblo argelino es así, lo da todo.

lunes, 26 de octubre de 2009

Viernes = Festivo

Más de un viernes he ido a trabajar a la oficina para quitarme trabajo pendiente, leer con tranquilidad la prensa semanal, o navegar por Internet en busca de noticias y webs sobre temas relacionados con mi trabajo. Todo ello sin la presión del día a día, sabiendo que si me quiero recrear en una noticia puedo hacerlo sin mayor cargo de conciencia. Supongo que a mucha gente le resultará raro eso de ir al trabajo en festivo y hacerlo con gusto, cuando no eres el dueño de la empresa. Pero ya he comentado más de una vez que mi trabajo me gusta y me encanta descubrir en él cosas nuevas.

Hace dos o tres semanas fui un viernes por obligación, más que por devoción. El trabajo que tenía pendiente no era absolutamente motivador, sino de auxiliar administrativo. Lo de rellenar casillas en un formulario se me da fatal, me pongo nervioso y acabo tardando el doble, porque me cargo todos los formatos preestablecidos, así que no me quedó más remedio que echarle horas, aunque fuera viernes.

Durante esa jornada de castigo recibí un buen número de llamadas telefónicas, pese a ser viernes. Incluso una del Ministerio, en Madrid, diciéndome que ya sabían que era festivo, pero que habían llamado para probar. Me hizo gracia, porque seguro que si pruebo yo a llamarles el domingo no encuentro a nadie en su despacho. Pero, en fin, son cosas que a mi me pasan de vez en cuando, pero a los que están trabajando con empresas privadas les pasan todos los viernes. La venganza, por supuesto, es llamarle al jefe en España el domingo, para devolverle la llamada del viernes.

A media mañana recibí una llamada de alguien que me explicaba que había enviado un correo electrónico tres días antes y no había recibido respuesta. Le respondí que no me sonaba de nada el tema que me estaba contando y que lo llevaría otra persona, pero que no podía confirmarle si efectivamente su mensaje nos llegó. El señor en cuestión se contrarió:

- Pero quiero saber cuándo se me va a responder.
- Mire, primero vamos a confirmar que ha llegado. Con los datos que me ha dado no veo nada pendiente en el programa que gestiona las respuestas. Si le parece tomo nota para que lo miren en secretaría el próximo día.
- ¿Y no lo pueden mirar ahora? Me dijeron que mandara un correo y es lo que he hecho. Es urgente y lo que ahora quiero saber es si me van a responder.
- No, ahora no puedo.
- ¿Por qué?
- Porque no hay nadie. Le he cogido el teléfono desde mi despacho, pero no tengo acceso al registro de la oficina.
- ¡Vaya cómo funciona la administración! Si me atiende desde un despacho equivocado es un problema de ustedes.
- No, más bien es un problema suyo, por llamar el viernes. El domingo le atenderán.
- ¡Voy a venir el domingo a trabajar para hablar con ustedes!
- Yo he venido el viernes y estoy hablando con usted.
- El domingo no trabajo.
- Y nosotros no trabajamos el viernes.
- ¿Cómo dice?
- Que en Argelia seguimos la jornada laboral del país, que es de domingo a jueves. Hoy es festivo. Le he atendido la llamada, he buscado si estaba pendiente y me he ofrecido a tomarle nota. Más no puedo hacer.
- Ah, no lo sabía.

Cosas como ésta pasan con gente que en teoría quiere trabajar con Argelia y no se informa primero de las cosas básicas del país. Porque es básico saber cuando es festivo y cuando no en un país. Ora cosa es el que llama sin darse cuenta del día de la semana en el que estamos, que le puede ocurrir a cualquiera.

Lo de la hora de diferencia ya se ha terminado… hasta la próxima primavera. En Argelia se mantiene a lo largo de todo el año el horario GMT+1, el mismo que en invierno en España, excepto Canarias. Como durante seis meses tenemos una hora menos que en Madrid, no son pocos los que llaman cuando para ellos ya son las nueve de la mañana y en Argel aún son las ocho.

Lo publico hoy porque seguro que más de uno ha llegado pronto al trabajo al olvidarse de cambiar la hora del reloj. Claro que en esto ocurre como con las vueltas en las tiendas, que el tendero casi siempre se equivoca a su favor. Seguro que son muchos más los que se olvidan de cambiar el reloj cuando se adelanta y lo que hacen es llegar tarde el lunes posterior al cambio de la primavera.

domingo, 25 de octubre de 2009

Policías en triciclo

Todos hemos oído hablar de la Policía Montada del Canadá, que marca orgullosa el paso de sus caballos. Frente a eso, de vez en cuanto se oyen noticias de tal o cual país en el que hay policías que patrullan en bici o en patines, que lo hacen a pie y desnudos en una playa nudista, que van provistos de extraños instrumentos y un sinfín de peculiaridades.

En Argelia no son excesivamente originales y lo más sorprendente que he encontrado en ese campo ha sido que la policía viaja en triciclo. Es algo nuevo, de hace unos meses. Todos sabemos con qué criterios se realizan en Argelia las compras públicas y en esta ocasión el favorecido había alcanzado un acuerdo de precio con un fabricante italiano que ha dotado a los policías de triciclos.

La foto la he tomado, evidentemente, cuando no había ningún policía montado encima. Los lectores habrán deparado en el hecho de que no se ve la matrícula. No es que yo la haya censurado, es que no la lleva. La foto no está manipulada.

El triciclo está bien de presencia, aunque yo lo encuentro ligeramente ridículo.

sábado, 24 de octubre de 2009

Paliza, pero menos

Hace año y medio me encargué de organizar un partido de fútbol contra el equipo de los abogados de Argel, que iba a tomar parte en el mundial de abogados a celebrar en España. Lo conté con detalle aquí. Lo mejor fue tener la oportunidad de hacer algo diferente y jugar en un estadio de verdad, el del USMA de Argel, en Bologhine, un partido que se nos hizo larguísimo.

No fueron pocos los que posteriormente me insistieron en que tratara de organizar algo parecido. Lo intenté un par de veces y acabé descartando la idea por la dificultad en poner a todos de acuerdo y, sobre todo, porque tampoco estaba yo anímicamente para muchos trotes. Los comentarios sobre que si había unos cuantos chupones, que si éramos muchos o pocos, que si campo grande o de fútbol-sala me superaban. Pero según me he ido recuperando desde septiembre me han entrado ganas de asumir iniciativas. Y me embarqué a la búsqueda de un equipo argelino contra el que organizar un partido.

La ocasión me surgió hace unos pocos días. Estaba invitado en casa de un amigo, Youcef, a una cena exclusiva de varones, catorce para ser exactos, en la que el tema de conversación fue única y exclusivamente el fútbol. Y es que la familia de Youcef ha vivido siempre para el fútbol, su tío fue un grandísimo jugador, considerado por muchos el mejor de la historia del fútbol argelino, dirigen una asociación de atención a ex futbolistas y resulta difícil conseguir que el balón no surja en la conversación de más de un minuto. Así que aproveché el momento para pedir ayuda en mi búsqueda de un equipo contra el que enfrentarse. Dicho y hecho, en tres días teníamos contrario. Sofiane, el cuñado de Youcef, que había prometido encargarse de todo, me llamó para darme los detalles:

- Ya está arreglado, vais a jugar contra el equipo de veteranos del Mouloudia de Argel.
- Pero son muy buenos para nosotros.
- ¿No tenéis un equipo?
- Sí, pero todavía no hemos jugado nunca.
- Bueno, son gente mayor, de más de cincuenta años. Pero, atención, muy buenos, ¿eh? Quedaron campeones de África con el Mouloudia. Una vez jugaron contra el Real Madrid. Y casi todos han jugado con el equipo nacional (la selección).

Ahí me salió la vena chula, que para eso soy de Bilbao y no voy a dejar que me asusten con su currículo deportivo. Y le respondí:

- Entonces, diles que ahora van a jugar contra la selección de España, que somos campeones de Europa. Tendremos que entrenar antes, ¿qué tal si el partido lo celebramos el 13 de noviembre?
- No, vais a jugar este viernes en Bab Ezzouar.
- ¿Este viernes? Si no tenemos ni el uniforme.
- ¿No? Uhm… ¿Cuántos sois?
- Seremos unos dieciséis, más o menos.
- En fin, del equipamiento me encargo yo. Es un regalo.
- Muchas gracias, Sofiane.
- No hay problema, no hay problema. Tenéis que entrenaros esta semana, que son los jugadores del Mouloudia campeones de África. Se lo dices a tus compañeros.

La conversación continuó con un reparto de flores, sobre la calidad de la selección española y lo bien que lo está haciendo el equipo nacional argelino, casi clasificado para la final de la Copa del Mundo en Sudáfrica. Luego entramos en los detalles del partido. Quedaron en recogernos el viernes a las tres y cuarto de la tarde en el Hotel Mercure para llevarnos al estadio de Protección Civil de Bab Ezzouar. Me aseguró que el campo estaba muy bien y que contaríamos con buenas instalaciones, nuevas, que incluyen un hammam para después del partido. Y acabó con una invitación muy de agradecer:

- El partido empezará a las cuatro y cuando acabemos, a las seis, os invitamos a un mechoui de cordero, al lado del estadio.

Yo no sé muchas veces cómo tomarme las invitaciones en Argelia. Hay gente que promete mucho y luego se queda en nada. Y otros que te superan con su atención y amabilidad. Youcef y Sofiane son de estos últimos, así que di por supuesto que tendríamos una camiseta para jugar y un cordero asado para cenar, aunque me guardé muy mucho de prometer a quienes conmigo iban a jugar que dispondríamos de todo ello. Hasta el último momento les fui diciendo que igual todo se quedaba en un peto prestado y unas brochetas de cordero.

No lo he contado todavía, pero la realidad es que el balón y yo no nos entendemos demasiado bien. No sé jugar al fútbol, no sé detener una pelota, no sé chutar, no sé nada; y mi forma física tampoco me permite hacer de perro de presa marcando a un contrario. No organizo el partido para poder jugar, sino por lo mismo que hago tantas otras cosas, por ayudar a mejorar la calidad de vida de los expatriados y sentirnos un poco más a gusto en Argel. Como no tengo sentido del ridículo, no me importa corretear por el campo unos minutos y ganarme por unanimidad el premio al peor jugador del partido; es más, me divierte participar de un sarao de este tipo. Ya me ha tocado jugar al mus sin tener ni idea de las señas, para desesperación del compañero de juego, como para que me acobarde vestirme de corto. Y si hay que hacer un poco de teatro en el suelo, fingiendo una lesión, se hace.

Volviendo a la narración de los preparativos, a partir de la invitación formal al partido el problema estribaba en encontrar gente suficiente para formar un equipo… y que se lo tomaran en serio. Y eso no salió del todo bien. La intención era contar con 18 jugadores, incluidos algunos que, como yo, no saben darle al balón, pero que tuvieran ilusión por formar parte del grupo y compartir una tarde gastronómico-deportiva. Pero en el momento de iniciar el partido éramos ocho más una acompañante que por nada del mundo se prestó a ser la novena jugadora. Los argelinos se mostraron encantados con nuestra escasez de medios humanos, porque así pudieron incluir en el partido a cuatro amigos y familiares que no forman parte de la antigua plantilla del Mouloudia de Argel. Posteriormente, con el partido empezado, llegaron dos jugadores más de los nuestros, para poder hacer cambios. Eso sí, los cambios eran entre españoles, porque los argelinos sobre el terreno no se dejaban sustituir. A uno de ellos le obligué a ser cambiado y al poco rato el que hacía las veces de nuestro portero, que hacía y deshacía a su antojo, lo hizo regresar al terreno y pasamos a jugar con doce.

El resultado final fue una digna derrota por cuatro goles a dos. Y un reto para tomarnos la revancha el día 13 de noviembre, en tres semanas, con tiempo para sustituir a los ocho que no se presentaron al partido por otros y para estar un poco más en forma.

No he narrado el partido, porque es lo de menos. Más interesante resulta contar que la historia no se acabó ahí, porque nos habían hablado de un mechoui…

viernes, 23 de octubre de 2009

Sin clase

Está complicado el acceso a la cultura en Argel. Me había decidido por fin a dedicar un tiempo a mejorar mi nivel de francés, matriculándome en el Centro Cultural francés. Cuando fui a hacerlo, el último día, me dijeron que ya se había completado todo, que volviera el domingo. La realidad era que los que hacen las matrículas se habían marchado antes de tiempo y se prefirieron completar grupos después del fin de semana, el domingo. Como en mi oficina los domingos son laborables, no pude matricularme y tendré que esperar al año próximo.

jueves, 22 de octubre de 2009

Vaya panda

Tenía escrita una entrada al blog que no he publicado. Era sobre la recepción del día 12 de octubre en la residencia del Embajador de España en Argel, a la que fui invitado. No hay como dar galones a alguien que no tiene dos dedos de frente; así, un chofer al servicio de la Embajada española se creyó general en jefe y me envió de muy malos modos, sin ninguna educación arriba y abajo en una calle, en medio de un tremendo atasco que entre la policía local y él se habían encargado de organizar. Cuando llegué a la recepción me preguntaron si era yo el que había tenido un “incidente”, por lo que es de suponer que me utilizó además como disculpa para su incompetencia.

Todo lo anterior lo escribí con pelos y señales, porque además me sentó bastante mal la falta de educación que destilaba todo el asunto. Pero luego pensé que en una comunidad tan pequeña como la de los españoles de Argel, en la que el personal al servicio de la administración es parte importante, mi comentario iba a perjudicarme. Así que lo dejé en la nevera y decidí esperar unos días. Hasta que ya me he decidido a no publicarlo.

Han sido diez días sin escribir nada nuevo, dejando que día tras día fueran publicándose entradas que ya tenía escritas previamente en previsión de situaciones como esta. Pero el asunto me ha hecho reflexionar…

Yo no escribo para los españoles que viven en Argel. Ellos ya saben cómo es el país, viven diariamente las mismas anécdotas que yo y no van a descubrir nada nuevo en el blog. Entiendo y agradezco que lo lean los que se consideran mis amigos, a los que sí les interesará saber lo que hago, lo que pienso. Pero, ¿a quién no es amigo mío qué le importa lo que hago cada día? ¿Puro voyeurismo? Porque sé que si contara aquí con detalle a mis amigos lo que pienso del trato recibido el 12 de octubre, alguno lo leería y criticaría para flagelarse. O para intentar flagelarme, que de todo ahí.

Hay gente de la colonia española que está en Argel que no quiere verse mencionada en el blog para evitar que les perjudique en sus relaciones con otros compatriotas que también viven en Argel. Y es que hay quien se aburre mucho y no tiene nada mejor que hacer que ponerse a curiosear en los detalles de mi vida colgados en la red. Que no me molesta que lo hagan, pero me digo a mí mismo que, si no les gusta, lo que tienen que hacer es algo tan sencillo como no leerlo. Y dejarme en paz.

Lo que más me molesta de toda esta historia es mi pérdida de libertad. No puedo contar aquí lo que he hecho hoy después del trabajo, con quién cené anoche o quién me ha invitado a cenar hoy. Porque sé que si lo cuento alguno puede huir de mí como si fuera un apestado.

Me he alegrado mucho al ver las estadísticas de entradas en el blog y comprobar que últimamente las visitas desde México o Argentina son más numerosas que las visitas desde Argelia. Incluso los lectores mexicanos agregados superan ya a los de Argelia.

He visto que tengo la opción de hacer que sólo los seguidores registrados puedan acceder a todo o parte de lo que escribo. Por eso he creado un registro de seguidores en el lateral derecho del blog y es posible que desde ahora algunos textos no sean de libre acceso. Sé que molestará a quien prefiere leer en el anonimato, pero también es una medida de protección. No quiero seguir escribiendo bajo presión.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Oficios perdidos

Paseando por las calles de Argel me tropiezo con estampas de mi niñez, que resultan entrañables, recuperadas de un tiempo que forma parte de mi memoria y que ya no puedo revivir en el entorno en el que me crié.

Una de mis favoritas es la de los zapateros remendones. De pequeño me encantaba acompañar a mi madre a llevar calzado a un zapatero que situaba su pequeño taller en un portal de calle del Perro, del Casco viejo de Bilbao. Muchos pequeños talleres, de zapateros, joyeros, modistas, relojeros, sombrereros, se situaban dentro de los portales de ese barrio recoleto que seguro que todos conocen. Los pequeñísimos establecimientos dentro de los portales fueron desapareciendo y ahora sólo recuerdo que persista uno, en la calle que, escribo de memoria, creo que se llama Belosticalle.

La desaparición de estas tiendas no siempre se ha debido al fin del negocio. Un buen ejemplo es el puesto de turrones de Iváñez en la calle Correo, un clásico de la Navidad bilbaína, que ahora goza de un establecimiento permanente y mucho más amplio.

Los zapateros remendones sí que han desaparecido. Aquél de la calle del Perro se jubiló y en mi familia empezamos a acudir a otro, también dentro de un portal, junto al café Bilbao que hace esquina en una entrada de la Plaza Nueva. Se trataba de un señor sordomudo. Me fascinaba comprobar que era capaz de leer en los labios de las gentes lo que querían que se hiciera con sus zapatos. Había aprendido a oír con sus ojos y a ganarse la vida con un oficio, sobreponiéndose a todas las dificultades que le había deparado la vida. Me causaba admiración y no me perdía ni una ocasión de acompañar a mis padres cuando les oía decirle que a tales zapatos había que echarles medias suelas. El zapatero era capaz de leer en los labios términos para mí desconocidos, como phillips y tafilete, que tenían que ver con las suelas del calzado.

Llegaron los zapatos por treinta o cuarenta euros y la clientela se extinguió. Arreglar un zapato podía llevar mucho tiempo y al final siempre sería un zapato remendado, mientras que por poco más de dinero se conseguía alcanzar el lujo de estrenar zapatos. El consumismo está reñido con la reparación y parece que lo que hay que hacer con un zapato usado es tirarlo para comprar uno nuevo.

Todo eso viene a mi memoria cuando veo en Argelia a los zapateros remendones. Me chocó hace unos años en Annaba ver que se situaban a lo largo de una calle, trabajando a la intemperie, mientras algunas personas se acercaban para que les remendaran zapatos que en alguna ocasión creo que ni un mendigo usaría en España. Sólo lo había visto antes en la India, pero la situación de ambos países no tenía ni tiene nada que ver. En Annaba jamás me encontré a alguien durmiendo en la calle (ahora la cosa ha cambiado, desgraciadamente), mientras que en la India hay millones de personas que han hecho de un trozo de acera su hogar. Por eso, la calle de los zapateros era simplemente una calle especializada en un oficio.

En Argel se ha producido una curiosa mutación, que no se si ha afectado a otras ciudades, porque es en Argel donde vivo. Y es que de un tiempo a esta parte han desaparecido esos zapateros remendones de toda la vida y les han sustituido otras personas jóvenes, de raza negra, que tienen toda la pinta de vivir en unas condiciones más precarias que las de sus predecesores. La verdad es que no me gusta el aspecto de marginalidad que eso aporta al oficio. Tendré que acostumbrarme.

lunes, 19 de octubre de 2009

Pata negra

Me desespero en Argel cada vez que veo tirar cosas por las ventanillas de los coches o desde las ventanas de las casas. Y generalmente no me corto, digo lo que pienso en ese momento, para ver si sirve de escarmiento para el guarro de turno. Supongo que mis posibilidades de éxito son nulas, pero sí que confío en que cada vez haya más gente que me imite y que afee su conducta a los incívicos y marranos.

Me consta que entre mis amigos argelinos la inmensa mayoría comparte mi desagrado ante esas actitudes. Sin embargo, algunos de ellos caen en la misma falta, aunque no en casos tan flagrantes como el de dejar caer desde tu vivienda la bolsa de basura a la calle. También he comprobado que el virus afecta a expatriados que reconocen que en España nunca lo harían.

Dándole vueltas al tema, he llegado a una conclusión que explicaré al final. Porque antes quiero exponer siete situaciones, siete anécdotas. Que son siete casos reales.

Anécdota número 1:
Un cliente está tomándose un café en una cafetería. Pocos minutos después se va, dejando su consumición a medias. El camarero toma el vaso con medio café y vierte su contenido en un recipiente mantenido al calor, que contiene el café con leche ya preparado. Por si quedan dudas, al cabo de un rato otro cliente pide un café con leche y se lo sirven de ahí.

Anécdota número 2:
Un vecino sale a su terraza en pantalón corto. Al cabo de un rato, sudoroso, toma una prenda de las que están tendidas para secarse y con ella se seca el sudor del cuerpo y las piernas. Luego la deja otra vez a secar al sol, con el resto de la colada. En la misma terraza está una chica joven, probablemente su hija, que no dice nada.

Anécdota número 3:
La mujer de la limpieza se apresta a limpiar el cuarto de baño. Toma la escobilla del váter y la pasa a modo de esponja con mango por todos los sanitarios.

Anécdota número 4:
Estoy esperando en la daira (el ayuntamiento) de una ciudad a que me reciba el alcalde. Lo hago acompañado de un conocido suyo, taxista, que va vestido con una gandora (como una chilaba pero sin gorro) y chanclas. En la sala de espera veo con horror como no deja de hurgarse en los pies, entre los dedos y llega a hacer pelotillas con la suciedad que saca. Aparece el alcalde y, como si tal cosa, se dan la mano, además de cuatro besos.

Anécdota número 5:
Un bebé deja caer su chupete al suelo, en una zona bastante sucia. La madre lo recoge y ve que tan sucio como está no se lo puede dar a su hijo. Entonces, se lo mete en su boca, lo chupa, se lo saca y se lo da al niño.

Anécdota número 6:
En un restaurante tienen en la parte trasera un recipiente grande con el caldo para la paella, especialidad de la casa. Llegan unos gatos y beben de él. El dueño lo ve, los ahuyenta y cambia el caldero de sitio. Al cabo de un rato empieza a preparar la paella y utiliza sin ningún escrúpulo el caldo del que sabe que bebieron los gatos.

Anécdota número 7:
Estoy invitado a comer en una casa. A la hora del postre, una tarta de cumpleaños, aparecen los dos perros de raza pastor alemán guardianes de la casa. La dueña comparte cariñosamente con ambos animales su ración de tarta, un trocito para cada perro y otro para ella, todos chupando de la misma cucharilla de postre. Uno de los pastores alemanes se acerca a mí y para la dueña resulta extraño que no quiera darle un trocito de mi ración.

Quien haya supuesto que son siete situaciones vividas en Argel, se equivoca parcialmente. Las cuatro primeras son argelinas, sí, pero las tres últimas han sucedido en España.

Al final, la diferencia está en que esas actitudes son más raras en España que en Argelia, porque entre nosotros está peor visto, hay una mayor presión social para evitar esa tendencia a la guarrería que me parece que existe en ambos lugares.

Lo mío no es distinguir fenotipos de genotipos, ni falta que hace. Yo creo que el cerdo de dos patas nace. Pero nace lechón, para convertirse en todo un señor puerco si la sociedad no le educa para no revolcarse en su porquería.

domingo, 18 de octubre de 2009

Me sucedió en Facebook

En mi perfil de Facebook tengo como foto de presentación una tomada en el pequeño zoo de Tlemcen, al oeste del país, en la que salgo con una cría de camello de raza mehri, que son los blancos y esbeltos, los más apreciados por los tuareg. La puse hace meses en el lugar de otra tomada en Nueva York delante del toro de Wall Street. En esta última uno de los cuernos del toro asomaba por detrás de mi cabeza y recibí más de una broma de mis amigos al respecto.

Un día recibí en Facebook un mensaje de un asiático para mí desconocido, que me decía “I love your dog”. Pensé que se había equivocado, que quiso escribir “blog” en lugar de dog, porque no tengo perro. Eso, o que “dog” signifique en inglés algo más que perro, con todas las acepciones que en los dos idiomas tiene el término.

Así que le pregunté a qué se refería. Y el perro que tanto le gustaba era mi cría de camello. Además, me insistía en que le añadiera como amigo. Comprobé que había llegado hasta mí porque tenemos un amigo en común que está trabajando en su país.

Estuve pensando si crearle un perfil en Facebook al camello, ponerle de nombre Toby o Rintintín y que se hicieran amigos. O decirle que estaba en un error. Al final pensé que el pobre no se merecía esa decepción, que si le gustan los perros le diría que mi camello ladra muy bien y todos felices como amigos. Porque lo siguiente sería explicar que el norte de Argelia es como el Levante español, que si quieres ver un camello tienes que ir al desierto, que no circulan por las calles, como tampoco lo hacen los toros por las avenidas de España con la gente vestida de torero, salvo que te vayas a los Sanfermines de Pamplona.

Al final le validé como amigo. Me queda por saber si se considera amigo mío o de mi camello. Perdón, de mi perro.

sábado, 17 de octubre de 2009

Más perros y gatos

En Argelia también les dan un cierto miedo los perros. Como a mí. Es una mezcla de miedo y repulsión, que se está perdiendo. Tendrá su origen, supongo, en la sura (versículo) del Corán que declara que el cerdo y el perro son animales impuros. Probablemente Mahoma lo escribió con la finalidad de que no se comiera a los perros y a los cerdos, que verdaderamente eran en aquella época vehículo transmisor de enfermedades. Pero los musulmanes otorgan a su libro sagrado un carácter atemporal en el que yo no creo y se niegan no ya sólo a considerar lo obsoleto de muchos de los dictados que edifican su fe, sino incluso una lectura revisionista de los textos sagrados. Mal lo tiene el perro para ser admitido en la sociedad argelina.

Como sé que ningún perro de cuatro patas me está leyendo, voy a añadir que en realidad es una suerte que haya tan pocos perros en Argelia, vista la proliferación de cerdos de dos patas. Si caminar por las calles de muchas ciudades españolas es un ejercicio de habilidad por culpa de los restos dejados por perros que defecan y dueños que no recogen, no quiero ni imaginar lo que sucedería en una ciudad tan sucia como Argel, en la que la inmundicia se acumula en las vías públicas. Y que conste que tampoco comparto nuestro sistema de la recogida posterior con un papel, porque siempre se deja la calle sucia. Y, si no, que los dueños de los perros dejen a sus mascotas hacer sus necesidades en el salón de casa y que luego lo recojan con un papel, a ver si el salón queda o no limpio.

A cambio de ese rechazo argelino a los cánidos, los gatos son comúnmente muy bien aceptados. Los felinos lo deben saber, porque hay un sexto sentido que les dice que pueden estar tranquilos, que nadie se va a meter con ellos. Un gato callejero bilbaino sale corriendo si te acercas; y lo hace así incluso de pequeño, como si su madre le hubiese aleccionado: de esos bichos de dos patas no te fíes; si son amarillos te comen por gusto, si son negros te pueden comer por necesidad, pero si son blancos te torturan por maldad, que es mucho peor. Los gatos argelinos se mueven lo justo en la acera para dejarte pasar, si ésta es estrecha; porque si es ancha esperan que seas tú el que te desplaces. Es la adaptación perfecta al medio. Yo me siento acomplejado cuando me doy cuenta de que después de varios años en Argelia todavía estoy aprendiendo estas cosas y un simple minino de cuatro meses se lo sabe como el abc, que en francés se dice como el “b-a, ba”.

viernes, 16 de octubre de 2009

El oso

El pensamiento de uno que va por la vida haciendo el oso.

Salta a la vista que el oso lo hace mejor que yo. Incluso muerto, por culpa de quienes sin escrúpulos quisieron comercializar con su piel.

El próximo que quiera tener una piel de oso en su casa, que se abstenga de intentarlo y que me llame, que ya voy yo a hacer el oso a los pies de su cama. Pero que deje a los animales vivir en paz. Ellos no coleccionan cabezas humanas.

Lo digo también para que quienes visitan Argelia se nieguen a comprar alacranes y animales disecados. Y que conste que yo he estado tentado hace unos meses de comprarme una gacela del desierto disecada.

jueves, 15 de octubre de 2009

Cats vs Dogs (2)

Cats and dogs son perros y gatos en inglés. El título obedece a mi reflexión sobre la cantidad de frases hechas que cambian de forma según el idioma. Nosotros siempre diríamos “perros y gatos” y nunca “gatos y perros”. Lo mismo ocurre con lo de blanco y negro, que jamás diríamos a alguien que hemos sacado una foto en negro y blanco, como se dice en otros idiomas. Y eso, que ocurre con frases hechas, sucede en casi todos los ámbitos culturales. Su conocimiento es uno de los aspectos que más enriquece a las personas cuando viven lejos. Quienes han podido pasar una parte de su vida en China o en la India aprenden cosas que en nuestra civilización tenemos olvidadas. Y eso nos sucede también en Argelia, por mucho que se encuentre a cuatrocientos kilómetros de la costa alicantina.

El otro día intenté traducir un chiste al francés para contárselo a unos argelinos. Y comprendí lo difícil que resulta entender una cultura ajena a la tuya cuando ni siquiera puedes conseguir que alguien se ría de lo mismo que tú, que llegue a entender qué te ha hecho gracia en una historia concreta.

El chiste en cuestión dice que un vecino llama a la puerta de la casa de otro para comunicarle una mala noticia.

- Buenos días. Quería decirle que lo lamento mucho, pero mi gato ha matado a matado a su perro.
- ¿Que su gato ha matado a mi perro? Ja, ja. Imposible. Ya será al revés. Mi perro es doberman.
- Sí, pero mi gato es neumático.

Ahí se da cuenta uno de lo difícil que resulta a veces la relación intercultural y de lo mucho que nos queda por aprender.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Cats vs Dogs (1)

Desde pequeño he sido más de gato que de perro. Sé que por regla general no ocurre así, pero los gatos no me daban miedo y los perros sí. Incluso los pequeños, esos que puestos pelear sabes que llevas todas las de ganar, los llamados “perro de patada”, pero que cuando se lanzan a ladrar lo hacen en un tono desagradable y que a mí me asustaba.

Los dueños de los perros no suelen entender que prefieras evitar un acercamiento con su mascota. Lo de “si no muerde” lo he oído infinidad de veces. En una ocasión hubo un propietario de perro, uno de esos grandes, empeñado en subir conmigo en el ascensor. Le dije que no, que se esperara la siguiente viaje.

- Cabemos los dos.
- Los dos sí, pero los tres, no.
- Sí, sí. Es para cuatro personas, cabemos los tres.
- No somos tres personas, sino dos personas y su perro. No quiero entrar en un ascensor con un perro.
- Es muy cariñoso.
- Yo no necesito que me quiera. Me da miedo.
- Pero si no muerde.
- Él no. Pero yo, sí.

Y así puse término a la discusión.

Más divertida es la anécdota del primer pueblo al que mi hermano fue destinado como cura. Estuvimos invitados en casa de un matrimonio bastante original, con dos perrazos enormes, que formaban parte de la familia. Al principio del banquete estuvieron correteando por los jardines, pero al llegar los postres les dejaron entrar al salón. Aquello, con dos perrazos de caza, parecía una escena sacada de una estampa de cacería y yo me sentí más solidario que nunca en mi vida con las liebres. Me extrañó que la dueña de la casa se partiera para ella el trozo más grande de tarta, pero pronto descubrí el motivo: era ración para tres. Los animales se acercaron a ella y comieron su ración de forma equitativa; con la misma cucharilla, la dueña iba dando un trozo para un perro, otro trozo para el segundo perro y otro trozo para ella. Y así sucesivamente. A mí se me subió lo que ya había comido a la garganta y se me quitaron las ganas de comer tarta, dándole vueltas a la posibilidad de que en la preparación de los platos también hubiese habido tres bocas a dar su opinión sobre el punto correcto de cocción y de sal. Después, se me acercaron los perros con intención de chuparme. Yo estaba muerto de asco, hacía gestos para que se alejaran y la señora de la casa sólo acertó a decir:

- Si no muerden, sólo te quieren lamer.

Aquello ya era demasiado. Me olvidé de las buenas formas, de que mi hermano era el cura del pueblo, de que estaba en su casa, y le espeté.

- Señora, ¿qué le parece si yo ahora me levanto y comienzo a lamerle a Ud? No le voy a comer nada, sólo le voy a lamer.

No dije nada sobre que yo me había limpiado los dientes y supongo que sus perros no, aunque tampoco pondría la mano en el fuego sobre el no uso compartido del cepillo de dientes; en cualquier caso, mis lamidos iban a resultar mucho más higiénicos que los de sus mascotas.

Mi grosería dio resultado. El dueño de la casa, que al parecer no tenía muchas ganas de ver cómo lamía a su esposa delante de sus narices (no lo iba a hacer, de cualquier forma, que uno es lo suficientemente escrupuloso para no colocar su lengua en según qué sitios), sacó los perros de la habitación.

En Argelia nunca me ha sucedido una cosa así. Los argelinos no suelen tener perro (aunque es algo que empieza a cambiar) y sólo he tratado con unos pocos españoles que lo tuvieran. Recuerdo un Agregado Militar cuya perra, Raisa, era un miembro más de la familia y comía marisco, bebía alcohol y compartía noches de borrachera con la colonia española. Un día invité al Coronel, una excelente persona, a comer a mi casa. Vino con Raisa. Yo acababa de traer de España salmón ahumado, sucedáneo de caviar, panecillos de canapé, mantequilla y algunas cosas más. Todo un lujo en aquellos años. Me presenté a la mesa con una bandeja preciosa y el Coronel, con toda la naturalidad del mundo, se sirvió para él y para Raisa. Yo no podía creerlo, la perra se estaba comiendo mis canapés de salmón y caviar. Y es que no era comida para dos, sino para tres.

Aquel Agregado Militar, con el que aún mantengo contacto y buena amistad, se fue y su sustituto también tuvo perro, aunque heredado de la casa a la que se fue a vivir. El nombre de la mascota no era nada original: Perro. Se hicieron grandes amigos y el nuevo Coronel lo pasó muy mal cuando un día se lo robaron al lado mismo de su casa.

En aquella época tuve en mi trabajo cambio de jefe y el nuevo que vino era propietario de un perro llamado Rothko, como el pintor. Aún era un cachorro y me cogió mucho cariño. Lo malo es que en sus juegos no entendía muy bien que yo no era una perrita con la que practicar ciertos comportamientos. De todas formas, creo que yo era el compañero de juegos favorito de Rothko, que lo quería mantener en secreto; cada vez que me veía y comprobaba que nadie más nos veía, se volvía loco de alegría y se me presentaba con algún objeto para jugar a intentar quitárselo.

Conozco a muy pocos argelinos que tengan perro y los que lo tienen no suelen sacarlo mucho de paseo. Todavía estoy esperando a que Lilia me presente a Fifi, por ejemplo. En cambio, sé de bastantes argelinos que tienen uno o más gatos en casa. No me atrevo a decir que sean dueños de los gatos porque los felinos argelinos son en eso como los hispanos: el gato es libre e independiente y hace tranquilamente su vida en la casa, se acerca cuando le apetece a él y se aleja cuando quiere estar solo. Es más bien el gato el que tiene un humano.

En una segunda parte explicaré, por cierto, el significado del título.

martes, 13 de octubre de 2009

La camisa del hombre feliz

He contado estos días pasados que me encontraba feliz, contento. Y no se debe a que me haya tocado dinero en la lotería, a que sea rico, que disponga de una gran mansión en Argel, que tenga personal de servicio todos los días de la semana, que ahora cuente con un coche último modelo y con aire acondicionado, un contrato laboral que me permita viajar contiuamente a España, que no tenga una hipoteca que pagar... Nada de eso se cumple. Pero no por eso dejo de sentirme feliz.

Me he descubierto a mí mismo cantando y silbando en el trabajo, cosa que hace años que no hacía. Quienes conocen de primera mano cuál ha sido mi situación laboral y quiénes han pretendido en su momento echarme a los leones y dejar caer sobre mí su frustración perosnal, simplemente pr intentar hacer el bien, lo entenderán. Para el resto, supongo que basta con lo que ya he contado, con saber que mi estado de ánimo está mejor y supongo que puede ser síntoma de curación.

Contaba en el muro de Facebook de un amigo que la felicidad no está en las cosas materiales, que le recordaba el cuento de la camisa del hombre feliz, que casi todos hemos leído de pequeños en los lbros de texto. Y me han pedido que lo cuente.

Estas cosas tienen derecho de autor. Y se trata de nada menos que de León Tolstoi. No podía permitirme el destrozar una historia de Tolstoi y hacerlo además sin nombrar la fuente. Así que me he ido a su texto, para copiarlo literalmente, en su versión castellana.

Dice así:

En las lejanas tierras del norte, hace mucho tiempo, vivió un zar que enfermó gravemente. Reunió a los mejores médicos de todo el imperio, que le aplicaron todos los remedios que conocían y otros nuevos que inventaron sobre la marcha, pero lejos de mejorar, el estado del zar parecía cada vez peor.

Le hicieron tomar baños calientes y fríos, ingirió jarabes de eucalipto, menta y plantas exóticas traídas en caravanas de lejanos países. Le aplicaron ungüentos y bálsamos con los ingredientes más insólitos, pero la salud del zar no mejoraba. Tan desesperado estaba el hombre que prometió la mitad de lo que poseía a quien fuera capaz de curarle.

El anuncio se propagó rápidamente, pues las pertenencias del gobernante eran cuantiosas, y llegaron médicos, magos y curanderos de todas partes del globo para intentar devolver la salud al zar. Sin embargo fue un trovador quien pronunció:
—Yo sé el remedio: la única medicina para vuestros males, Señor. Sólo hay que buscar a un hombre feliz: vestir su camisa es la cura a vuestra enfermedad.

Partieron emisarios del zar hacia todos los confines de la Tierra, pero encontrar a un hombre feliz no era tarea fácil: aquel que tenía salud echaba en falta el dinero, quien lo poseía, carecía de amor. Y quien lo tenía se quejaba de los hijos.

Pero una tarde, los soldados del zar pasaron junto a una pequeña choza en la que un hombre descansaba sentado junto a la lumbre de la chimenea:

—¡Qué bella es la vida!, Con el trabajo realizado, una salud de hierro y afectuosos amigos y familiares, ¿qué más podría pedir?

Al enterarse en palacio de que por fin habían encontrado un hombre feliz, se extendió la alegría. El hijo mayor del zar ordenó inmediatamente:

—Traed prestamente la camisa de ese hombre. ¡Ofrecedle a cambio lo que pida!

En medio de una gran algarabía, comenzaron los preparativos para celebrar la inminente recuperación del gobernante.

Grande era la impaciencia de la gente por ver volver a los emisarios con la camisa que curaría a su gobernante, pero cuando por fin llegaron, traían las manos vacías:

— ¿Dónde está la camisa del hombre feliz? ¡Es necesario que la vista mi padre!

— Señor —contestaron apenados los mensajeros—, el hombre feliz no tiene camisa.

No creo que llegue al nivel del hombre feliz, porque la menos camisa sí que tengo.

lunes, 12 de octubre de 2009

A grito limpio

La llamada a la oración desde las mezquitas es algo que llama la atención al español que viene por primera vez a Argelia.

Yo no entiendo que en pleno siglo XXI siga haciéndose de esa forma, despertando a todo el mundo de madrugada, en lugar de ofrecer un servicio de aviso por mensaje al móvil al que se suscriba quien quiera. La religión, cualquier religión, tiene mucho de tradición y debe ser tan difícil como convencer a los curas de que instalen en su altar una terminal de ordenador con pantalla gigante para los fieles y un monitor para ellos y no tener que estar pasando hojas para adelante y para atrás en el misal; o que la misa principal sea única en toda la Iglesia y por videoconferencia. Pongo estos dos ejemplos para que se entienda que todos los cultos son reacios a la innovación, pese a que desde fuera se van sus ventajas.

A mí no me molesta, en general, la llamada a la oración desde la mezquita en horas nocturnas. Tengo un sueño bastante profundo y es difícil que me entere. Cuando lo hago, cuento con otras dos ventajas: tengo un buen despertar y lo hago casi siempre de bastante buen humor; y el imán, el almuédano, muecín o como se llame, de la mezquita más cercana a mi casa, que es la de Telemly, canta estupendamente bien. Y, la verdad, me gusta. Creo que se podría ganar la vida como saetero.

domingo, 11 de octubre de 2009

Noche de fútbol

Esta tarde toca locura colectiva. A las 19h15 comienza en la ciudad de Blida, cerca de Argel, el partido de fútbol internacional entre las selecciones de Argelia y Ruanda.

Se trata de un partido de clasificación para la Copa del Mundo de fútbol que se celebra el año próximo en Sudáfrica, donde es muy probable que la selección argelina consiga estar presente. Se trata de un hito importante con el que muy pocos contaban, pero una selección con un inmenso potencial que siempre ha acabado fallando ante sus divisiones internas y un equipo muchas veces elegido a dedo en base a cualidades no estrictamente deportivas, se merece estar presente en esa cita.

La historia de la presencia de Argelia en los mundiales de fútbol es muy curiosa, porque empieza en España y termina contra España. Lo cuento.

Su primera presencia en la fase final de un Campeonato Mundial de fútbol fue en España'82, en el grupo que se jugaba en Asturias. Su participación ha asado a los anales de la historia por varios hechos, aunque lo que se recuerda no siempe coincide con al realidad. Los argelinos cuentan que Alemania y Austria se pusieron de acuerdo para echar a Argelia y eso es algo que no resulta estrictamente cierto.

En aquel torneo, Argelia jugó contra Alemania, Austria y Chile. En su primer partido sorprendió al mundo ganándole muy justamente a la selección de Alemania, entonces Alemania occidental, por 2 a 1. Un jugador llamado Belloumi y sobre todo otro llamado Madjer, nacieron aquel día para el estrellato mundial. Con ese resultado, Argelia debería haber tenido todo hecho, porque el potencial alemán era impresionante. De hecho, llegaron hasta la final, que perdieron contra Italia en un partido que se recuerda más por los saltos de alegría en el palco del presidente italiano Sandro Pertini, que por la calidad del fútbol mediocre de una selección italiana que sólo jugó un partido en condiciones en todo el mundial: aquél en el que venció a la gran favorita, la selección brasileña de Zico, Sócrates y compañía que para mí ha practicado el mejor fútbol de la historia.

Volviendo a la participación de Argelia en aquel torneo, contar que perdieron en el segundo partido contra Austria, practicando un fútbol muy alejado del de unos días antes. Y ahí se les fue la mitad de las posibilidades de continuar en el torneo, premio reservado para los dos mejores del grupo. La otra mitad la regalaron en el tercer partido, contra Chile. Iban ganado por 3 a 0, lo que les garantizaba el pase a la siguiente fase. Pero se acabaron relajando, encajaron dos goles y con eso acababan el torneo con dos victorias, un derrota y el mismo número de goles a favor que en contra. Tanto Alemania como Austria presentaron esa misma estadística de dos victorias y una derrota... pero con más goles a favor que en contra. Y así los argelinos se quedaron fuera.

Mucho se habló en su momento acerca de la falta de deportividad de esa victoria mínima de Alemania sobre Austria en la última jornada, más que sospechosa y en opinión de todo el mundo amañada. Alemania consiguió su gol casi al principio del partido y a partir de ahí nadie hizo nada, dando por buena la derrota mínima los austriacos y la victoria mínima los alemanes. En Argelia se ha dicho siempre que alemanes y austriacos se pusieron de acuerdo para echarles, aunque la verdad es que se echaron ellos solos con esos dos goles encajados en la segunda parte del partido contra Chile. Pero es como echar al culpa al árbitro por un error, por muy gordo que sea, en lugar de reconocer que no se ha sido capaz de ganar por encima de los errores arbítrales. Lo que sí cambió desde entonces es que los partidos de la última jornada se juegan siempre a la misma hora.

Aquella selección argelina contaba con jugadores extraordinarios, como el ya citado Madjer. Y se clasificó para la siguiente fase mundial del Campeonato del Mundo, que tuvo lugar en México, recordado en todo el mundo por ser el del gol de tramposo de Maradona contra Inglaterra, que ni siquiera ante la evidencia de las imágenes de las cámaras tuve posteriormente la hombría de reconocerse un tramposo y siempre ha hablado de "la mano de Dios". Tres minutos más tarde consiguió otro gol antológico, aunque con la defensa inglesa ya descolocada, porque se habían lanzado al ataque para tratar de sobreponerse a ese gol obtenido con la mano. Los colombianos recuerdan el torneo como el que no pudieron llegar a organizar. Y los mexicanos se acuerdan del anuncio de una malagueña, la chica Chiquitibum (los que no sean mexicanos ni sabrán a quién me refiero). Pero, volviendo a la selección argelina, en aquella ocasión le tocó compartir grupo con Irlanda del Norte, Brasil... y España.

En el partido contra los norirlandeses empataron, mientras que España perdía con Brasil, gol de Sócrates (los españoles recordarán que el árbitro no dio validez a un gol desde fuera del área que boto dentro de la portería, pero son lances del juego). La segunda jornada trajo la derrota de Argelia contra Brasil y la victoria de España sobre Irlanda del Norte. De esa forma, España y Argelia se jugaban en el último partido el pase a la segunda fase.

En aquel partido la selección española jugó bien y a placer, anticipando su impresionante victoria en octavos de final contra la selección que se había convertido en favorita del torneo, Dinamarca. El resultado contra Argelia fue de 3 a 0, con un gol de Calderé en la primera parte y dos más en la segunda que no recuerdo. Un empate habría sido suficiente para que ambas selecciones pasaran a la segunda fase, pero no hubo apaño.

Fue el principio del fin para aquella selección de Argelia, que volvió con la frustración adicional de saber que el honor africano lo había salvado Marruecos con el primer puesto de su grupo.

Nunca más la selección argelina se ha clasificado para una fase mundial de Campeonato del Mundo. Hace ahora un año ocupaba su peor clasificación de la historia en el ranking de la FIFA, por debajo del puesto 100. Desde entonces, el cambio ha sido radical y el sueño es posible.

La verdad es que hoy no se decide nada, porque la clasificación ha de obtenerse en Egipto el 14 de noviembre. Pero Argelia se prepara para vivir una noche de fiesta.

Mis coordenadas

En Argel, cuando la gente quiere saber dónde vivo no me pregunta en francés por mi "adresse", sino por mis "coordonnées". Así que me lo he tomado muy en serio y he descubierto las coordenadas de mi casa de Argel: (36.77165,3.05371).

Creo que ahora podré recibir visitas provistas de GPS sin necesidad de más explicaciones. Y como lo he publicado aquí, tendré cuidado en no convertirme en personaje importante, para no recibir visitas desagradables, por tierra o por aire. De todas formas, sólo ofrezco el dato con cinco decimales, para que no se descubra dónde queda exactamente mi dormitorio.

Me imagino a más de uno curioseando en Google Earth dónde queda exactamente mi apartamento.

sábado, 10 de octubre de 2009

Facilidad de búsqueda

Que no se me olvide dar un aviso a los seguidores del blog.

He actualizado el diseño incorporando dos novedades, ambas en el lado derecho de la página.

He creado una sección titulada "Buscar Entradas Antiguas". Supongo que así será más fácil que el lector localice los comentarios antiguos sin necesidad de escribirme y esperar que yo se los encuentre. Google realiza una búsqueda dentro del blog y ofrece inmediatamente los resultados. Así, quien quiera saber cuáles son los mejores restaurantes, qué he escrito sobre tal o cual tema, accede a esa sección y se descarga los comentarios que le interesan.

La otra novedad es la inclusión de un registro de seguidores del blog. Supongo que a alguno le hará ilusión verse registrado.

Un beso y una flor

El otro día me llamó una valenciana por teléfono. Me dijo que estaba en Argel, que nos habíamos conocido por el blog y que por qué no me acercaba a cenar al Hotel Mercure con ella y otros españoles a los que había conocido anteriormente. Mi sorpresa, por cierto, era que se conociesen entre sí, algo que me parece estupendo porque para entrar en el mundo argelino de la construcción es fundamental saber sumar voluntades y conocimientos.

Soy reticente a este tipo de actos. No siempre tiene uno ganas de enseñar la ciudad al recién llegado o de que le diseccionen a cuenta de tal o cual entrada del blog. Hace meses no hacía ascos a ninguna cena, porque era una forma de estar al tanto de lo que se mueve en el mundo económico argelino y podía pasarme horas, horas nocturnas, dando consejos sobre diversos temas y así quitarme también un poco la sensación de estar siendo profesionalmente dssprovechado. En esta ocasión no se trataba de recién llegados, el blog no era el eje central de la conversación y la parte argelina allí presente no era la típica que sólo vende humo. También he de reconocer que acudía con un cierto temor a no saber identificar correctamente a quienes me esperaban, porque llevo una temporada de despistes muy sonados.

La cena fue muy agradable. También es verdad que me pillaba en un momento personal muy bueno, en el que me identifico con mis funciones en Argelia y me siento feliz. Eso ayuda, sin duda, a transmitir buenas vibraciones.

Al final d ela velada le ofrecí a Blanca una rosa. Una rosa roja, como merecen las mujeres como Blanca. El fotógrafo inmortalizó el momento, con bastante de pose por mi parte, todo sea dicho de paso. Prometí colgar la foto en el blog y lo hago ahora.

Nos veremos de nuevo dentro de unas pocas semanas. Eso espero.

viernes, 9 de octubre de 2009

Foto en Oslo

Hace un par de años se desplegó una intensa campaña en Argelia para hacer del presidente del país, Abdelaziz Bouteflika, candidato al Premio Nobel de la Paz. Me parecía casi un chiste de mal gusto, aunque hay precedentes de tiranos y dictadores que han recibido el galardón más desprestigiado de entre todos los premios Nobel. Pero una persona con antecedentes como dignatario de un país que ha apoyado el terrorismo internacional que ha alojado bases de la ETA en su territorio, que ha permitido que el Frente Polisario mantenga durante muchos años a marroquís detenidos sin entregarlos a la Cruz Roja Internacional, que organiza un festival mundial de la juventud e invita como representante colombiano a las juventudes de las FARC, que en el plano nacional mantiene el estatus quo que todos conocemos, no puede ofrecer como baza de su labor pacificadora el haber mediado en su calidad de presidente de turno de la OUA en un conflicto entre dos países del cuerno de África (una gran labor, dicho sea de paso).

Pero estas gentes de la Academia han demostrado que sí que podían llegar más bajo y han premiado al presidente de los Estados Unidos. Sí. El gendarme del mundo es el príncipe de la paz. Me ahorro más comentarios.

El pasado mes de junio estuve dos días en Oslo y saqué una fotografía del lugar en el que se efectúa la entrega del premio. Pero, por si se equivocaban, saqué otra más desde esa misma plaza, que pude captar de manera muy oportuna. Era la de un perro intentando morder a quien le acariciaba. Está tomada, repito, desde la salida del edificio en el que se entrega el Nobel.

Hoy me tocaba publicar una de las dos fotografías. Y mi premio se lo ha ganado de calle el perro. Que no es negro, que conste, porque la culpa no es del premiado, sino de quien rebaja un galardón a la altura de la caricatura.
No sé si he escrito algo inadecuado, pero estoy profundamente avergonzado de algunos representantes del género humano.

Integristas islámicos

Una de las cosas que me suele maravillar de Argel es comprobar la cantidad de hombres que circulan por las calles a las cuatro de la mañana, que han salido de sus casas para rezar en la mezquita.

Sé que es algo que escapa a la comprensión de la mayoría de los occidentales, que es difícil de entender y que se me va a malinterpretar. También sé que los argelinos en general sí lo entienden aunque no lo compartan, pero que han dado por perdida la batalla de conseguir que el resto del mundo entienda la idiosincrasia de la fe islámica.

Ver a ese montón de gente por la calle a las cuatro de la mañana, hombres que se han levantado sólo para rezar y que regresan a sus casas para seguir durmiendo y levantarse de nuevo un par de horas más tarde para el siguiente rezo es para muchos occidentales una pérdida de tiempo. Luego, durante el día, no rendirán en sus trabajos. Además, son los mismos que obligan a sus mujeres a ir con la cara completamente cubierta.

Es difícil entender que no es exactamente así.

La gran mayoría de estos hombres son integristas islámicos, lo cual no quiere decir violentos, sino partidarios de que los principios del Islam rijan todos los actos de su vida. Suelen ser gente bastante respetuosa. No son nunca los que acosan a las mujeres por las calles. Al contrario, casi todas las tiendas de lencería en las que compran las mujeres están regidas por algún “barbudo”, porque las mujeres saben que es un vendedor respetuoso, no un pervertido como los que pululan por las calles.

Un integrista lo es obviamente en su casa. Quienes así piensan buscan casarse con una pareja que sea de su misma opinión. Y viven muy intensamente la fe en el hogar. La mujer no va generalmente tapada por miedo a lo que le diga su marido, sino porque es algo conforme a lo que ella cree. De la misma forma, el hombre no se queda a rezar en casa, que es perfectamente válido, sino que acude hasta la mezquita para participar con otros creyentes de una fe común.

Sólo viéndolo con una gran apertura de mente se llega a entender, sin necesidad obviamente de compartirlo. Es igual que los ultraortodoxos judíos, las comunidades amish o los santones de la India. Su problema es que el mundo islámico en general no evoluciona con el tiempo, se niega a adaptar sus usos a la modernidad y quedan en muchas capas residuos que en pleno siglo XXI son inaceptables. Nadie defiende actualmente el regreso de la Inquisición o las guerras de religión en el mundo cristiano, pero no hay una voz en el mundo islámico que pueda actualizar los preceptos, las oraciones o el ayuno, por poner ejemplos evidentes. Si se hiciera, estas personas serían vistas como unos pacíficos ortodoxos que viven para su fe sin hacer daño a nadie. Pero ahora el mundo las ve como elementos peligrosos, capaces de clavarte un cuchillo por la espalda o poner una bomba. En realidad el único problema radica en que están crecidos por una legislación que les ampara y la costumbre les hace creer realmente que si te ven comiendo en Ramadán o bebiendo una cerveza por la calle estás atacando a sus principios. Si tuvieran la conciencia de constituir una minoría respetada, pero minoría, creo que todo marcharía perfectamente.

Tengo la impresión de que no me he sabido explicar demasiado bien. Y como no salga algún musulmán en mi defensa me van a crucificar, si se me permita una broma de carácter religioso, pero con el mayor de los respetos.

jueves, 8 de octubre de 2009

Un día sin cuscús

No voy a hablar del cuscús, es que he transformado la frase “más largo que un día sin pan” por la de un día sin cuscús, para que tuviera un toque más local. Pero, bien pensado, no debería haberlo hecho, porque dejar a un argelino todo un día sin comer pan debe ser peor que un castigo divino. En cualquier restaurante, sea elegante, medio, cutre, muy cutre o de los de entrar con traje de neopreno, lo que nunca falta es el pan. Uno pide un simple trozo de pollo y advierte que no quiere pan, que está a régimen, y al cabo de un minuto les da a los camareros tanta pena verlo ahí, pobre comensal sin pan, que le cortan a rodajas una barra enterita y se la ponen en la mesa. Y si se la come antes de tiempo, porque encima el pan argelino está riquísimo y lo de “pan con pan, comida de tontos” como que da igual (de ahí vendrá la tercera frase echa del post, “dame pan y llámame tonto”), aparecen con otra barra cortadita. Y luego no se cobra, porque el pan es gratis.

En España ocurría eso hace años, pero está desapareciendo. Primero, porque el pan que se reparte desde los obradores está medio elaborado, en media cocción y con todo tipo de aditivos; el despacho de venta de pan lo que hace luego es calentarlo para que tenga apariencia de rico y recién hecho, pero al cabo de dos horas no se lo puedes dar ni a un perro callejero, porque te muerde. Segundo, porque se ha convertido en artículo de lujo, que vale quince veces su precio de Argelia. Y va uno a un restaurante y el pan no se presenta en un cesto, sino en un platillo no más grande que el de la taza de café, en el que el pan cabe y sobra. Llega el camarero con una cesta y unas pinzas y coloca cuidadosamente esa especie de canapé de sólo pan delante del comensal, que no se atreve ni a empezarlo porque si viene luego algo de salsa y se le ocurre untar, aquello no da para mucho. Y tercero, porque el panecillo puede salir, y nunca mejor dicho, por la torta de un pan.

Explicado el título en dos párrafos, lo que yo quería contar es que esta semana se me está haciendo eterna. Es culpa mía, porque la anterior trabajé los siete días. Encima, tengo la costumbre de ir a misa el domingo y en esta ocasión lo hice el sábado al mediodía, porque sabía que el domingo la carga de trabajo iba a resultar agobiante. Así me enteré de que tampoco los dirigentes de la Iglesia local se aclaran con el nuevo fin de semana y han vuelto a cambiar las horas de las misas para dejar la celebración principal los viernes por la mañana, como estaba al principio. El cambio más importante es que la misa a la que acudía yo, los domingos a las seis de la tarde, pasa a celebrarse hora y media más tarde, a las siete y media.

Con el ajetreo del trabajo y el no saber en qué día vivo me ha ocurrido otra cosa: que se me ha olvidado tomar la medicación del psiquiatra. No he seguido una rutina de comidas y me temo que de los últimos seis días la he tomado sólo dos. Yo me siento igual, la verdad, porque tampoco antes me notaba diferente. Mi factor de curación es laboral y eso no va en pastillas. Lo que sí he sufrido son dos crisis de ansiedad en las que me he puesto borde con unas cuantas personas.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Un judío de Argelia

Como se ha destapado en España un caso de corrupción que afecta al PP y aparece por ahí el nombre Alejandro Agag, cuento una pequeña historia.

Voy a dar unas pistas. Primera, que el apellido Agag no es de origen español. Otra más, el nombre completo del yerno de Aznar es Alejandro Tarik. Su hermano mayor se llama Rachid. Creo que estos tres datos bastan para suponer lo que voy a contar: su origen argelino por parte de padre.

El padre de Alejandro Agag se llama Jeff Agag y es argelino de nacimiento, algo que las autoridades argelinas jamás reconocerán... porque es judío. Por eso, la independencia del país supuso también la salida de un joven con una clara visión para los negocios, que había llegado a ser director general de la Banque National d'Algérie. Consiguió nacionalidad belga, se casó con una cordobesa, se fue a vivir a París y luego de regreso a Madrid con sus cuatro hijos. La esposa, madre de Alejandro Agag, fue la primera que entró en política, antes que su hijo, como concejal de Majadahonda, el muncipio en el que se sitúa al parecer el epicentro de la trama de corrupción.

Jeff Agag siguió trabajando en el mundo de las finanzas y la intermediación, con personajes como Briatore. De ahí la relación de su hijo con Fernando Alonso y el italiano ahora defenestrado de la Fórmula 1.

La relación de Alejandro Agag con Argelia no termina ahí, ni mucho menos. Es lo que da el olfato para los negocios. En Argelia hay gas, dinero, suelo público, obras y comercio de Estado, como todos saben.

Índice de Desarrollo Humano

La ONU publica una clasificación de calidad de vida en los diferentes países, que se llama Índice de Desarrollo Humano, el IDH. O el HDI, según el idioma desde el que se trascriban las siglas.

Argelia suele ocupar el puesto 100, aproximadamente. No voy a entrar en detalles porque quien quiera saber algo más no tiene más que buscarlo y leerse el informe completo, los conceptos que considera, etc. Mis consideraciones van por otro lado.

Mi primera reflexión ha sido con respecto al puesto ocupado. Que se sitúe muy por detrás de todos los países europeos es algo lógico, que no sorprende. Es la realidad que uno constata día a día cuando compara la situación argelina con la del llamado primer mundo. Pero también es cierto que dentro del continente africano Argelia ocupa un lugar de cabeza, creo recordar que el séptimo. Y eso es algo que olvidamos muy fácilmente. Estamos en África, un continente subdesarrollado por razones históricas, climáticas y culturales. Y, dentro de esta realidad geográfica en la que nos encontramos, Argelia es de lo mejor. En un mundo globalizado como en el que vivimos no se puede plantear el desarrollo de un país sin el de sus vecinos. Creo que el único caso un poco diferente es Israel y todos sabemos a qué precio. Un desarrollo unilateral no se beneficia de las ventajas del comercio, algo que todo el mundo tiene claro desde Adam Smith; los movimientos migratorios son lógicos e imparables, a la búsqueda de un empleo, pero también de una calidad de vida en su globalidad, no sólo de acceso a los recursos educativos y sanitarios.

Los dirigentes de la Unión Europea lo entendieron así hace muchos años y han ido poniendo en marcha planes para mejorar el nivel de desarrollo de las naciones vecinas. España se ha beneficiado de muchos fondos europeos porque el resto de Europa no puede avanzar si no lo hace también España. Lo mismo ha sucedido con la ampliación comunitaria hacia los países del Este, incluyendo a las economías de Bulgaria y Rumania, que estaban, y aún están, lejos de ofrecer a sus ciudadanos la calidad de vida del resto de los europeos.

Argelia y el resto del Maghreb es beneficiaria del plan MEDA, de ayuda a los países de la cuenca sur del Mediterráneo, pero no ha puesto a su vez en marcha un plan de mejora de la calidad de vida de sus vecinos del sur. Y Argelia no puede avanzar si no lo hacen Malí, Níger, Chad o Mauritania

Otra cuestión que me ha llamado la atención del informe es que plantea para Argelia dos problemas básicos de carácter político: la dictadura y el terrorismo. Muchos argelinos no reconocen que la forma de Gobierno que actualmente tienen no es democrática, pero se debe a que tampoco han vivido en un régimen democrático que les permita realizar una comparación. Y como los dirigentes o van a mostrar, obviamente, ningún interés en revertir la situación, el asunto tiene muy difícil solución. En cuanto al terrorismo, sólo puedo decir que exactamente lo mismo se dice en el informe sobre el caso de España. Y nadie se plantea no viajar a determinados lugares de España por si es víctima de un atentado.

martes, 6 de octubre de 2009

Otra de pájaros

Cuento una anécdota de hace meses. Durante la pasada campaña electoral para la reelección del Presidente Buteflika instalaron junto a la Grande Poste, al comienzo de la calle Larbi Ben M’Hidi, un mercado de flores, plantas y algunos pájaros, bajo unas carpas con el lema “Los amigos de las plantas votan por Buteflika”. Una excelente idea, una más del equipo de campaña que dirigía el Ministro de Recursos Hídricos, el señor Sellal, que también ha sabido rodearse en su Ministerio de un equipo de trabajo que ha realizado una labor digna de elogio. La política argelina es muy opaca y las decisiones se toman en base a criterios que se escapan a mi conocimiento, pero creo que Sellal es uno de los personajes públicos llamados a ocupar un cargo de más alta notoriedad en el futuro.

En el mercado de plantas sobre el que escribía antes de desviarme por derroteros políticos me encontré con un puesto que vendía pájaros. Y en una jaula tenían una pareja encantadora; me dijeron que se llaman en francés inseparables y no sé si corresponde a lo que en castellano se llama tórtolos, porque mis conocimientos zoológicos son muy limitados. Dicen las malas lenguas que entiendo un poco más de pajarracas en particular (supongo que de tamaño más grande, como las grullas) que de pájaros en general, pero tampoco es cierto. Por seguir con el lenguaje de doble sentido, mi conocimiento del mundo de la pluma se limita a la historia que ya he contado de Fausto. El caso es que aquellos dos pájaros, de vivos colores y un poco más grandes que un canario o un jilguero, se movían al unísono, formando una pareja de baile espectacular, con una coreografía única. Cada dos por tres se hacía carantoñas, algo sorprendente teniendo en cuenta que pasan juntos las 24 horas del día. Me detuve un minuto a contemplarlos, lo mismo que hizo otro viandante. Finalmente pregunté:
- ¿Cómo se llaman?
- Son inseparables.
- ¿Y el nombre técnico, lo sabe?
- No, se les llama inseparables. Siempre están juntos y dicen que si a uno le pasa algo el otro se muere de pena.
- Ah, ¿y cuánto cuestan?
- 8.000 dinares (casi 80 euros).
Me pareció un poco caro. Si me llega a decir que son 30 euros la pareja los compro en ese momento, pero se salía de mi presupuesto. Aún así, insistí por si tenía la posibilidad de un pequeño descuento:
- ¿La jaula está incluida?
- No, sólo los inseparables.
- Y si los compro con la jaula, ¿cuánto me cuesta?
- Esta jaula no se vende.
En esos momentos intervino el otro viandante, que había permanecido en silencio, escuchando. Y fue una pena que abriera la boca para soltar la memez del día.
- 8.000 dinares la pareja… ¿Y uno solo? ¿4.000?
No lo preguntaba en broma, no era un chiste. Realmente quería saber si se podía comprar uno solo. Le miré y me quedé con ganas de decirle.
- Ya sé qué parte no ha entendido de la palabra “inseparables”, la partícula “in”, ¿verdad?
Pero simplemente le dije:
- No, uno vale 8.000. El otro es de regalo. Están de promoción electoral.
Y dirigiéndome al vendedor de los pájaros, que se había quedado sin palabras, continué:
- Él también va a votar por Buteflika.

lunes, 5 de octubre de 2009

Cosas de casa

Hace ya un mes que concedí una tregua a los bichos en mi casa. He dejado de fumigar cada dos días la casa antes de ir a trabajar, de rociar una vez por semana todas las entradas con polvos anti-cucaracha y de pulverizar por las noches las habitaciones con spray mata mosquitos un rato antes de acostarme.

De momento la tregua funciona. Ni una cucaracha, ni una hormiga. Ha aparecido alguna que otra mosca y esta última semana un par de mosquitos. De todas formas, voy a seguir empleando los polvos insecticidas de manera preventiva, al menos una vez al mes.

Donde no hay tregua es de puertas de casa para afuera. El rellano de mi escalera es lo más parecido al de un edificio en construcción, con sacos de escombros y una capa de polvo diaria que no limpian. Estoy cada vez más harto de pasar el escobón por la puerta y sacar una buena palada diaria de restos de cemento. Puedo entender los martillazos en la pared que linda con mi apartamento a partir de las ocho de la mañana, pero no que sea yo quien luego se coma los escombros. El sábado por la mañana estaba cantando feliz y contento en casa cuando me llamaron a la puerta. Me temí que fuera algún vecino molesto por la música en vivo, pero se trataba de los obreros de la vivienda de al lado, que tenían sed y me pedían agua. Así que aproveché la ocasión para decirles que eso no puede continuar así. Me prometieron limpiar, pero sé que se refieren a quitar los escombros que me impiden incluso abrir del todo la puerta de casa; fregar correctamente y quitar todo el polvo del ceemnto son ya palabras mayores.

domingo, 4 de octubre de 2009

Los barcos de la bahía

Es difícil pensar en la preciosa bahía de Argel sin que venga a la mente la imagen de un gran número de barcos anclados y esperando para entrar en el puerto. He llegado a contar más de cuarenta, sin que nadie pusiera remedio al coste económico que representa para cualquier armador el tener un barco anclado durante ocho o diez días porque el puerto de destino está colapsado.

Se dijo que se privatizaba la gestión para que una empresa de un país árabe llevara a cabo una administración profesional de los recursos; también que el puerto iba a trabajar las 24 horas del día y todos los días de la semana. Pero nada se dijo de los servicios de aduana, que no trabajan más que ciertas horas; de las oficinas administrativas que no abren más que algunos días; de empleados contrarios a la privatización que bloquean la actividad; y de una larga lista de actitudes contrarias al sentido común que deberían cortarse de raíz. Sin embargo, lo que se ha hecho ha sido tomar medidas para que el número de barcos que atracan sea menor, para reducir la demanda en lugar de para aumentar la oferta.

Desde este uno de octubre sólo pueden descargarse en el puerto de Argel mercancías que vayan dentro de contenedores normalizados (de veinte pies y de cuarenta). Así se han suprimido todos los graneles, el material de construcción y los vehículos. Son los importadores de estos últimos, los concesionarios en Argelia de las marcas extranjeras de coches, los que han actuado como lobby para tratar de revertir la situación, al menos en lo que respecta a sus importaciones de vehículos por medio de car ferry o roll on - roll off. Son los principales anunciantes de la prensa escrita, después de las empresas del Estado y eso implica en cualquier país una posición de fuerza para conseguir modificar la línea editorial del periódico. Y, así, casi toda la prensa escrita se ha puesto al servicio de la asociación de importadores para conseguir que la medida no se llevara a cabo. Tengo que reconocer que no sé a ciencia cierta si han conseguido su objetivo, porque no he tenido tiempo de hojear ni un solo periódico en más de una semana, pero tengo la impresión de que no les ha funcionado.

En la medianoche del primer día de octubre conté los barcos de la bahía de Argel. Una tarea complicada, por la ligera niebla que no permite vislumbrar con nitidez las luces en el horizonte. Pero mi cuenta se detuvo en veinte. Un día más tarde repetí la operación. Y sólo pude contar hasta dieciséis. Dieciséis barcos es lo nunca visto, la menor cifra de barcos anclados desde que me trasladé hace once meses a vivir a este atalaya sobre el mar.

sábado, 3 de octubre de 2009

Periquitos

Sucedió hace muchos años, en la década de los setenta del siglo pasado. Yo era aún un niño, pero lo recuerdo perfectamente. Era domingo y nos disponíamos a tomar el segundo plato. Mi madre, de pie frente a la ventana para servir los canelones al horno que había preparado, se dio cuenta de que entre las macetas del balcón había un pájaro de colores llamativos. Nos acercamos todos y comprobamos que se trataba de un periquito azul. Mi padre salió a la terraza y recordó sus dotes de cazador adolescente, porque en un abrir y cejar de ojos el periquito se hallaba en su mano.

Lo primero fue buscarle comida, agua y una jaula. Ésta última fue improvisada con una caja de cartón y muchos agujeros para que respirara y tuviera luz, hasta que al día siguiente pudimos comprar una en una pajarería. Darle de beber fue también sencillo, pero no recuerdo cómo hicimos para que comiera. El pobre animal estaba muy asustado y el que le capturaran le había salvado probablemente la vida. Mi hermano Nacho y yo pensamos rápidamente qué nombre ponerle y tiramos de calendario. Era 3 de octubre y en mi agenda de bolsillo estaba escrito el nombre de San Fausto.

De esa forma, Fausto, un periquito de plumaje azul, pasó a formar parte de nuestra familia. Estaba muy bien educado y en pocos días nos conocía y podía estar incluso fuera de la jaula sin mayores problemas. Le gustaba además esperar el momento en el que mi padre venía del trabajo para comer. Lo hacía posado sobre respaldo de su silla y cuando le veía aparecer por la puerta esperaba a que los demás le diéramos un beso de bienvenida y luego se subía a su hombro.

No sólo en Argelia se realizan matrimonios de conveniencia. En el mundo de los pájaros en cautividad es moneda de uso común. Por eso, un día decidimos escuchar el pasaje bíblico que dice que no es bueno que el hombre esté solo y se lo aplicamos a Fausto. No era bueno que el periquito estuviera solo y había que poner remedio a aquello. Así que un domingo fuimos al mercado de pájaros de la Plaza Nueva de Bilbao y estuvimos eligiendo la mejor esposa para el miembro de la familia que se había quedado en la jaula esperando. Después de mucho debatir y preguntar, porque no es sencillo determinar el sexo de los periquitos, al menos para un humano, compramos una periquita de color blanco, que las primeras semanas se las tuvo tiesas a Fausto, hasta entonces muy feliz en su jaula sin una hembra que le dijera lo que tenía que hacer y sin que nadie le tocara su comida. Pero finalmente se vio que el sex appeal familiar también incluía a nuestro Fausto y la periquita se rindió ante sus encantos. Fruto de aquella rendición vino una descendencia de cuatro pajaritos, que se malogró en un desgraciado accidente que es mejor no recordar. Con ello también se estropeó la armonía familiar y Fausto y la señora de Fausto dejaron de hablarse; o de darse el pico, para ser más exactos, porque lo que es hablar no lo hicieron jamás, al menos en nuestra presencia. Poco después, ella decidió irse de la jaula conyugal, empujó con el pico el comedero hasta extraerlo de su sitio y por el hueco se marchó, dejando a Fausto triste en su nuevo papel de separado.

Poco después, ante el embarazo de mi madre y comentarios sobre la peligrosidad que supone para una embarazada las enfermedades que contagian los pájaros, mi madre decidió regalar a Fausto. Ni que decir tiene que eso supuso una lloreda para mi hermano y para mí, que no pudo compensar el inminente nacimiento de mi hermano Borja. Su onomástica, por cierto, la de San Francisco de Borja, coincide con San fausto en el 3 de octubre,

Cuento todo esto porque estoy escribiendo en la noche de San Fausto y porque siempre me acuerdo de nuestra historia familiar con el periquito cuando veo a los argelinos sacar a pasear el pajarito. No escribo en sentido figurado, sino de pájaros de verdad, de los que sacan a la calle los días festivos con su jaula y todo. En la capital, Argel, no se estila mucho, pero en el resto del país es algo muy curioso y que yo encuentro entrañable. Lo que pasa es que mi punto de vista no es imparcial, gracias a Fausto.

Una gripe menor

Lo que he tenido (en pasado, porque ya estoy casi bien) tengo tiene que ser gripe A/H1N1. Porcina, para que nos entendamos. En Argelia me he puesto varias veces enfermo del estómago, he estado de baja por depresión, he sufrido ataques de ansiedad, me ha afectado la alergia, he tenido una pequeña hernia discal, he sufrido un esguince con escayola… Pero mis únicos episodios de fiebre han sido por comer verduras que me sientan mal, siempre engañado por algún amigo que se creía que lo mío es un capricho y que si me las hacen comer de manera disimulada, sin yo saberlo, las aceptaré, hasta que tras un par de días con fiebre y vómitos me han confesado su trastada. Fuera de eso, una delicada salud de hierro. Por eso, creo que la cepa del virus tiene que ser muy fuerte para que me haya afectado y obligado a tomar una pastilla contra el dolor de cabeza. Pero se va a aguantar la gripe guarrindonga ésta, porque he permanecido al pie del cañón. Bastante he sufrido sin poder ejercer mi profesión durante meses, con lo que me gusta, como para desaprovechar la ocasión, ahora que me dejan. Lo malo es que con el dolor de cabeza y el aturdimiento que va asociado no me entero demasiado de lo que estoy haciendo. He detectado un par de meteduras de pata, lo que significa que habrá unas cuantas más que descubriré cuando recupere la lucidez.

En Argelia hay mucha gente con síntomas de gripe. Se dice que bastantes de los argelinos que han regresado al final del mes de Ramadán de los llamados “Lugares Santos” de La Meca lo han hecho con fiebre y malestar general, lo que ha incrementado extraordinariamente la propagación de la epidemia. Pero son habladurías, no puedo saber si hay algo cierto en el asunto. Mientras, el Ministerio de Sanidad no dice “este enfermedad es mía”, porque tampoco los enfermos se atreven a comunicar su enfermedad. Y lo comprendo y comparto, porque me imagino a mí mismo llevado a un hospital a la zona de aislamiento; con sábanas escasamente limpias en una habitación compartida con otros tres, porque el número de enfermos es considerable y no permitirá exquisiteces. Así, me veré compartiendo el baño con personas que cada vez que van a él lo encharcan todo con su manía de usar la botellita de agua; tomando un desayuno que incluya café del barato, el mezclado con garbanzos tostados, y leche de la de bolsa de veinte céntimos; una comida a base de chorba y arroz; los compañeros de “celda de aislamiento” fumando en la habitación pese a estar prohibido, oliendo a perros muertos porque no habrán pasado por la ducha en una temporada y tirando de móvil para preguntar cincuenta veces cómo va la salud, el trabajo, el dinero, la familia, la mujer, los hijos, para volver a preguntar por la salud, el trabajo, el dinero…; el viernes sesión de mezquita, sí o sí, pero se tomarían a broma que reclame un sacerdote para la misa del domingo y, lo peor, algún que otro intento de sacarme sangre e inyectarme vete a saber qué. Todo eso pasa por mi cabeza cuando y muy mal tengo que estar para acudir al médico.

El miércoles por la noche me llamó un amigo argelino al móvil. Y me contó que estaba en la cama, con síntomas de gripe. No era el único enfermo en su casa y tampoco es el único caso entre mis amigos y conocidos, así que me imagino que se podrá hablar técnicamente de una epidemia. De todas formas, los casos que conozco no presentan más que síntomas leves, los de una gripe menor. Y eso es bueno, porque va a ayudar a inmunizar a la población sin necesidad de recurrir a la vacuna.

viernes, 2 de octubre de 2009

Justicia

Para casi todos mis vecinos soy “Jose”, con una pronunciación perfecta de la jota. He conseguido no ser el extranjero, el “gueuri” (algo así como el guiri), o el español, sino un vecino con nombre propio, Jose. Es fruto de los ratos en los que he compartido conversación con mis vecinos, hablando de fútbol, de mujeres, de religión, de las leyes de inmigración europeas y de otro sinfín de temas. Con lo mal que me sienta que en el trabajo me llamen por mi apellido, es muy de agradecer la deferencia de mis vecinos.

La gente del centro de Argel es muy particular. Por mi forma de ser, estaba encantado con mi anterior vecindario de Ben Aknoun y los echo mucho de menos. Creo que sería incluso más feliz en el barrio de Bab el Oued, si no fuera por las malas condiciones higiénicas y de calidad de vida del entorno. En cambio, en Argel-centro cada uno va a lo suyo y trata de aprovecharse de los demás. Y existe mayor delincuencia, como ocurre en casi todas las grandes ciudades del mundo.

He contado en alguna ocasión que hay unos jóvenes que supuestamente vigilan los vehículos en mi calle y que funcionan como una mafia. Debo pagar diez euros al mes por tener el derecho a aparcar, si encuentro sitio, o bien olvidarme de ese “abono mensual” y darles un euro cada vez que aparco. Si no pago, mi coche sufre accidentes o la rotura de lunas, cosa que ya me ha pasado. Hay veces que no están ni cuando llego ni cuando me voy, pero en algún momento detectan mi coche y es mejor que cuando les vea les pague las deudas. Y así, hace poco me encontré con dos de ellos en la calle y me reclamaron una deuda acumulada de tres noches, que sin embargo yo ya había pagado a un tercero, no presente. Entonces, se pusieron a hablar entre ellos en árabe y entendí que el susodicho estaba en la cárcel. Pregunté para saber más del asunto, conocer los motivos, saber cómo funciona en la práctica el sistema judicial… en fin, mi lógica curiosidad. Y les sorprendió que yo hubiese comprendido el objeto de su conversación. Al final me contaron que el joven en cuestión se había pelado con otro, con el que ya antes había tenido problemas; sólo que esta vez lo hizo con un cuchillo con la mala suerte de que la puñalada resultó mortal. Me imagino que algo de culpa tendría en el asunto el sistema sanitario, porque he visto atender a heridos en carretera y hacer exactamente lo contrario de lo que indica cualquier manual de primeros auxilios. También me imagino que el asunto no sería reciente, porque las investigaciones judiciales, que se llaman encuestas, por cierto, resultan kafkianas y si estaba ya en a cárcel es que habían completado esa “encuesta”.

El que me contó la historia, que es el primo del agresor y presidiario, me dijo que el asunto era muy grave y que había decidido intervenir y pagar para conseguir la libertad. Y que había tenido que entregarle cinco mil euros al procurador de la República, que es el equivalente del fiscal o abogado del Estado, para que la causa quedara en un accidente con negligencia en la vista que se iba a celebrar tres días más tarde.

A mí me cuesta creer esas cosas. Estoy harto de escuchar historias de compra de visados para España y sé que es mentira, que nadie del Consulado de España se involucra en un asunto de esos. Puedo explicarle a un argelino que ningún empleado público español se arriesga a perder su sueldo por unos pocos miles de euros que le podrían dar a cambio de un visado, si aún tuvieran capacidad de concederlos, que muy pocos la tienen. Pero hay espabilados, argelinos, que hacen de intermediarios con gente que se cree el bulo, le cobran el dinero y le realizan la gestión que cualquiera puede hacer. Y si le dan el visado acaba creyendo que ha sido por enchufe. Por todo esto, tampoco me creo mucho lo de mi vecino el aparcacoches, aunque hay una diferencia abismal: en el Consulado de España no existe corrupción y en la judicatura sí.

Al cabo de tres noches me encontré con el ex presidiario en la calle. Estaba absolutamente demacrado, con el pelo cortado muy corto y una considerable pérdida de peso.

Las conclusiones sobre el funcionamiento de la justicia se las dejo a los lectores; yo me limito a una un poco más jocosa: si quiero adelgazar no tengo más que comprarme un cuchillo y utilizarlo, pero la cura de adelgazamiento sale por cinco mil euros.