lunes, 31 de agosto de 2009

Taiwán

Hace unos meses me compré una mesa de ordenador. Me costó unos cuarenta euros, con el transporte hasta casa incluido. Se trata de una mesa de pésima calidad, aunque con buena apariencia. El típico producto chino.

Mi mesa cuenta con dos cajones, el primero de ellos con cerradura. Nunca hasta ahora los he utilizado, hasta que buscando cosas perdidas por casa me he dado cuenta de que se trata de uno de los escondites elegidos por m i empleada de hogar para guardar las cosas que ve sueltas por casa. Estoy ya acostumbrado a que me llene las bolsas de viaje con todo tipo de objetos que va recogiendo, bolsas vacías, botes de insecticidas, monedas, papeles, el cargador del móvil, los cables del ordenador, tarjetas de visita,… Lo malo es que lo hace de la misma forma que si lo estuviera tirado a la basura, todo junto y sin ningún miramiento. Ahora he recuperado el cargador del móvil para la batería del coche, el cable de conexión de la cámara de fotos, algunos bolígrafos, un pendrive, los auriculares con micrófono para conexión a Skype y unas gafas en los cajones de la mesa del ordenador.

Me he fijado en la cerradura del cajón y he estado tentado de probarla. Sin embargo, como salta a la vista su procedencia “made in China”, he tomado mis precauciones y lo he hecho con el cajón abierto. Y, efectivamente, ha abierto pero no ha vuelto a cerrar. La cerradura se ha quedado bloqueada en posición abierta. Como he sido precavido y el cajón está abierto, me bastará con desmontar por dentro la cerradura.

A todo lo de mala calidad se le llama en Argelia “taiwán”. La gente lo sabe e inexplicablemente siguen comprando cosas chinas. No sólo compran bombillas que se funden a los tres días, interruptores que se cortocircuitan, ropa que se deshilacha, sartenes con el mango que se despega, vasos de té con la pintura que desaparece. Les permiten construir edificios, carreteras, líneas férreas, a sabiendas de que es lo que en castellano se llama “pan para hoy y hambre para mañana”, porque a la larga, cuando esas infraestructuras fallen, tendrán que gastar dos veces por querer ahorrarse cuatro perras la primera vez.

domingo, 30 de agosto de 2009

Cena policial

El martes pasado quedé con unos amigos a cenar en casa de uno de ellos algo más tarde de las ocho. Ninguno era argelino, porque toda la gente del país come a la puesta del sol, sobre las siete y media, de modo que media hora más tarde difícilmente van a quedar para cenar. Tampoco yo debería hacerlo, porque había merendado en cantidad y esa cena nada más llegar al país era simplemente gula. Uno de mis amigos, que debía recogerme en la Place Audin a las ocho menos cuarto, me pidió que estuviera allí algo antes.

Como mi intención era sacar alguna fotografía del centro de Argel sin circulación, nada mejor que hacerlo en esa plaza unos pocos minutos antes. Y cuando desde todas las mezquitas empezaron a berrear el aviso de que ya se puede comer, llegaba yo a la plaza. No había nadie, sólo un furgón de policía vacío, pero que me impedía tomar la vista completa de la calle; tenía que sacar dos fotos diferentes, una del final de la calle y otra hacia la parte alta. Empecé por ésta, con la Grande Poste al fondo.
Nada más tomar la fotografía sentí que alguien se acercaba a mi espalda. Era un policía que había salido del furgón estacionado en la misma plaza. Comenzó a hablarme en árabe y le respondí que no entendía. Entonces me dijo que le acompañara al furgón policial. Al llegar, abrió la puerta y dentro se encontraba otro compañero suyo, comiendo. Me hizo entrar y me insistió en que tomara una sopa de color rojo, que tenía que probar esa sopa argelina. Yo, que no como verduras y que aborrezco el tomate, no sabía cómo salir de aquella situación y opté por decir la verdad, que las verduras y yo hemos llegado a un pacto de no agresión.

El otro policía me ofreció un burek, que es una especie de rollito de primavera, pero relleno, en general, de carne picada o de espinacas y queso. Sin embargo éste estaba relleno de patata, con algo de carne y un gusto muy fuerte a limón. Es obvio, por los detalles ofrecidos, que me lo comí. No obstante, no les pareció suficiente y me ofrecieron un guiso de patatas con carne y pepino relleno (no es pepino, igual es calabacín pequeño, pero es que no sé cómo se llama; ya he explicado que las verduras y yo mantenemos las distancias). Sin darme tiempo a comer todo aquello, me ofrecieron pasteles, un refresco local que a mí me sabe a manzanas podridas, café y no sé cuántas cosas más.

Los policías notaron mi agobio, que se debía más al hecho de que los cubiertos también eran compartidos y el plato escasamente higiénico que a sentirme ya lleno. Pero me dijeron que si quería me podía marchar cuando quisiera, que no me iban a obligar a comer, que sólo me ofrecían compartir lo suyo. Estuvimos departiendo un rato mientras yo me acordaba de todos los ancestros de mi amigo el impuntual, que se presentó casi quince minutos más tarde, cuando ya había conseguido salir del furgón sin tener que beber a morro de la botella del refresco de manzanas podridas.

sábado, 29 de agosto de 2009

Conducir por no comer

Empiezo con la foto prometida: la del avión de Air Algérie en el aeropuerto de Barajas.

En la fotografía no se aprecia muy bien, pero estaban introduciendo el equipaje en la bodega y la verdad es que no era demasiado, paar lo que suele ocurrir con el vuelo de Air Algérie que sale de Barcelona. Además, el comandante del vuelo estuvo bastante enérgico para evitar que los pasajeros entraran al avión con enormes bolsos, como suele ocurrir, obligando a cargar en la bodega aquello que no cabía en los compartimentos de equipaje de mano. A ver si cunde el ejemplo.

Por lo demás, el mes de Ramadán está plagado de anécdotas. Cambian los ritmos, las costumbres y las reacciones de la gente. Existe mucha más violencia en las calles y se asiste a múltiples peleas. Ayer mismo, sin ir más lejos, a las siete de la tarde y en una de las callejuelas de la baja Casbah de Argel, asistí a una pelea de gran violencia, en la que uno de los contendientes parecía literalmente muerto. Su cuerpo fue arrastrado por los vecinos para ser socorrido y desconozco el desenlace final, porque los que allí estábamos nos buscamos la vía de escape para que no nos salpicara la situación.

Hay una parte de la población que según pasan las horas del día se va encrespando y busca cualquier excusa para armar una bronca, mantener una pelea. En el recorrido del martes del aeropuerto a mi oficina fui también testigo de tres discusiones de tráfico que entre otras circunstancias carecerían de importancia, pero en las que se notaba un clima de violencia irrespirable. En una de ellas, simplemente por no facilitar un camión a una furgoneta el cambio de carril, el conductor de este último vehículo estuvo haciéndole señas durante un buen rato al camionero de que le iba a cortar el cuello.

A propósito del tráfico, debería señalar que hay ciertas horas del día en las que la circulación de vehículos es mucho mayor de la habitual. Y es que uno de los pasatiempos favoritos de los argelinos es conducir. Los que habitualmente se pasan horas y horas en la calle, sujetando los muros con una taza de café en al mano, se encuentran durante todo este mes con la cafetería cerrada y el estómago vacío, Si se meten en casa, además de ser invitados de mala manera por las féminas del hogar a no molestar en la cocina, sienten que el olor de la comida que se está preparando activa los jugos gástricos y produce mayor sensación de hambre. ¿Solución? Conducir bien lejos y pasarse un buen rato en la carretera, hasta la hora de regresar a casa. La disculpa suele ser ir a comprar unos pasteles especialmente ricos que casualmente venden en la otra punta de la ciudad, cuando no en otra localidad diferente.

El caso es que me he quedado sin contar mi primera anécdota del Ramadán 2009.

viernes, 28 de agosto de 2009

Aste Nagusia 2009

Contra toda lógica, me pasé prácticamente todas las fiestas de Bilbao en mi ciudad. Y saqué algunas fotografías que hoy quiero publicar, aunque nada tengan que ver con Argelia. Pero creo que no sólo leen el blog mis amigos de toda la vida, muchos de ellos bilbainos, sino gente que nunca ha estado en el Aste Nagusia.

Para mí, el momento más importante de cada día es el de los fuegos artificiales, a las diez y media de la noche.
Luego, lo que más público congrega es el espacio de las llamadas txoznas , que son las casetas de los grupos que animan las fiestas. Una imagen del ambiente de madrugada en una de ellas, junto al Puente del Arenal, puede permitir hacerse una idea de las miles de personas que se concentran de madrugada por las calles.
A parte de estas dos actividades, y de los toros que personalmente no me gustan, el otro plato fuerte son los espectáculos musicales. Y, como este blog lo siguen muchos nuevos amigos desde Mexico, nada mejor que una fotografía de un mariachi mexicano en la pérgola del parque de Doña Casilda.
Nada que ver con el ocio en Argel. Pero es que son culturas muy diferentes.

San Agustín

Hoy, 28 de agosto, se celebra la festividad de San Agustín. Se trata del argelino más universal, el más conocido y mejor representante de la cultura y el conimiento que nunca ha tenido este país. Sin embargo, pasa casi desapercibido y poca gente conoce en Argelia que hoy es el aniversario de su muerte.

San Agustín nació en la ciudad argelina de Souk Ahras el año 354, llamada entonces Tagaste, cuando el país era parte del Imperio Romano, la provincia de Numidia. Destacó como literato, poeta, orador y filósofo. En Milán se convirtió al cristianismo y de regreso a Tagaste repartió todos sus bienes entre los pobres y vivió como asceta. Las necesidades de sacerdotes y posteriormente de oblispo le llevaron a ser nombrado, contra su voluntad, Obispo de Hipona, la actual ciudad argelina de Annaba.

Durante 35 años estuvo al frente de la diócesis, alcanzando gran renombre por su magisterio. En esa época puede considerarse que hizo de Hipona, cuyo nombre oficial era Hippo Regius, el centro de la cultura universal. San Agustín es uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia.

El 28 de agosto del año 430 murió durante la invasión de la ciudad por los vándalos. Sus restos se hallan en la ciudad italiana de Pavia, excepto un hueso, creo recordar que el cúbito, que se encuentra en Annaba, en la basílica que lleva su nombre, en lo alto de la colina que preside los restos de la ciudad romana.

jueves, 27 de agosto de 2009

Al rico atún

Uno de mis divertimentos favoritos es disfrazarme. Ya sé que es algo propio de los niños pequeños, pero yo nunca he dicho que lo haya dejado ya de ser.

En Argel lo hago, me refiero al hecho de disfrazarme o pasar por lo que no soy, siempre que puedo. Ya he publicado mis fotos vendiendo aceitunas en un mercado, sirviendo té a la menta en el sur, o vestido de bombero. Y por ahí está otra en la que me pongo literalmente a hacer el oso. También las tengo vestido como los tuareg y tocando un instrumento del desierto, bailando en un grupo de danzas negras, vestido de novio, con el traje de mozabita y hasta con ropa interior de leopardo para noches de fantasía.

Hoy cuelgo un par de ellas. En la primera luzco un traje de hadj (se pronuncia algo así como “hatch", con la hache aspirada), de peregrino que ha estado en La Meca. Es el regalo de un amigo argelino al que le trajeron la ropa realmente de los Lugares Santos del Islam. Se trata de un regalazo, algo que de verdad me hizo mucha ilusión y que en la foto luzco con orgullo. La imagen, por cierto, está recortada, porque en el original salen más personas que posiblemente no querrían ver su imagen divulgada.

La siguiente fotografía está tomada en la localidad de Bouharoun, en un puesto de venta de pescado. No podía dejar pasar la ocasión de vender un poco a atún a los que se acercaban al mercado, así que me tocó trabajar con el cuchillo en la mano.

miércoles, 26 de agosto de 2009

De regreso

Ayer regresé a Argel. Lo hice desde Madrid y en un avión de Air Algérie. Saqué como prueba de ello una foto del avión en Barajas,`pero hasta que no encuentre el cable de conexión de la cámara con el ordenador no la podré publicar.

Mantenía yo la duda de si me darían de comer en el avión. Air Algérie lo hace habitualmente, pero curándome en salud decidí incluir en el equipaje de mano algo de embutido, que tampoco está mal contrarrestar un ayuno forzoso con un pack de chorizo precortado.

Ya me veía sacando el envase y comiéndome el choricito cuando llegaron las azafatas para darnos de comer. Perdón, para echarnos de comer. Porque el menú consistía en un muslo de pollo, o quizás de codorniz, cocido y frío, un pepinillo, un trocito de hojaldre, un queso en porciones, un panecillo y un pastelillo, por llamarlo de alguna forma. Aún así, dejé mi chorizo precortado para mejor ocasión y me castigué con el menú de Air Algérie. Mi vecina de asiento se echó mano del bolsillo cuando empezaron a distribuir la comida y sacó un libro de bolsillo, de poco más de cinco centímetros de alto. Era un ejemplar de textos del Coran. Supongo que no estaría completo, porque poca lectura cabía en tan poco espacio. Y también supongo que eran textos para meditar, porque en todo el tiempo que estuve comiendo y bebiendo no despegó la cabeza de la misma página del libro.

Las azafatas estaban especialmente vagas. Pese a que los que comimos fuimos algo así como la mitad del pasaje, la encargada de recoger la comida se tomó el trabajo con tanta calma, mirando al tendido entre bandeja y bandeja, resoplando y dejando caer en dos ocasiones una bandeja al suelo, que casi llega el avión cuando aún no había terminado. Creo que fue la primera vez que en el avión no nos dieron la tarjeta que hay que entregar cumplimentada en el control de pasaportes de entrada al país.

Una vez en tierra y recogido el equpaje, se me acercó una persona a preguntarme si quería un taxi. Negocié un precio de mil dinares y salimos hacia el aparcamiento del aeropuerto. Entonces me explicó dónde tenía estacionado el coche y me señaló que fuera hasta allí por mi cuenta. Así lo hice, montamos y me preguntó si tengo carnet de conducir. Se trataba de uno de los llamados "clandestin", falsos taxistas, sin licencia, que en el aeropuerto están muy perseguidos por los taxistas legales, que desean cobrar tarifas mucho más altas y persiguen la competencia desleal.

Me vi saliendo del aeropuerto al volante de un taxi clandestino, con mi taxista saliendo a pie por otro lugar. Ya en la carretera, se me montó como copiloto y me señaló que siguiera conduciendo durante un rato. Definitivamente, no había dudas: estaba en Argel.

martes, 25 de agosto de 2009

El patio

He tenido la infeliz ocurrencia de asomarme al patio de mi casa. No lo había hecho nunca. Mi casa da toda ella hacia la terraza, excepto una habitación que da a un patio, común con el edificio colindante. Me había asomado varias veces, pero nunca se me había ocurrido mirar hacia abajo y fijarme en la mitad del patio que corresponde al otro edificio.

No sé por qué tuvo que ocurrírseme tan infeliz idea. Yo, que nunca utilizo palabras malsonantes, ahora no puedo dejar de cantar la misma canción.

El patio de mi casa
es particular.
Está lleno de mierda
como los demás.

Agáchate
y vuélvete a agachar,
que las ratas el culo
te lo morderán.


La pregunta no es cómo estoy así de ordinario, sino que cómo es posible que en un país que tiene medios suficientes para no vivir como miserables haya gente tan guarra.

lunes, 24 de agosto de 2009

Hipocresía

Una conversación auténtica, aunque extractada, mantenida en junio con unos jóvenes de mi edificio que cuidan el aparcamiento en la calle. Interviene más de uno, pero lo simplifico y ejemplarizo en uno solo.
- Hola, Jose, ¿qué tal?
- Hola, juya. Poco trabajo hoy, ¿no?
- Va bien. ¿Nos invitas a una botella de whisky?
- Os invité el otro día a Coca Cola. Ya sabes, has visto muchas veces que no bebo alcohol, que bebo Coca Cola.
- Sé que tú tienes whisky, vino, de todo. Vi las cajas aquí abajo cuando viniste (se refería a la mudanza).
- Bah, pero es eso es pecado, juya. También tenía zumo de naranja, Hamoud Boualem (una gaseosa local), leche, Coca, Pepsi. Muchas cosas.
- Ja, ja. ¿Te has bebido mucho whisky?
- Que yo no bebo whisky. No me gusta. Era para una fiesta.
- No nos has invitado a ninguna fiesta. Eres judío. ¿Cuándo nos invitas?
- ¿En mi casa?
- Sí, con whisky, JB, vodka, cerveza…
- Eso es pecado. Escucha. Yo soy cristiano y hacer que tú cometas un pecado es pecado para mí. Por eso, yo me puedo beber el alcohol, pero no te puedo dejar beber, porque eres musulmán.

Mi razonamiento les ha podido. Están confundidos y hablan entre ellos en árabe. Se ponen finalmente de acuerdo y vuelven a la carga.

- Yo bebo cerveza.
- Muy mal, para tí es pecado. La próxima vez me la das para que me la beba yo. Será una cerveza halal y así no hay pecado.
- Yo no soy musulmán, yo bebo, yo estoy con mujeres, yo… todo.
- Vaya, pensaba que eras musulmán. Entonces es diferente.
- ¿Nos invitas? No somos musulmanes.
- Voy a hacer una fiesta de fin del verano, el 30 ó el 31 de agosto. Habrá alcohol, cerveza, whisky, ron y otras bebidas.
- ¿Y mujeres? ¿Españolas?
- Ah, no, prefiero las argelinas. Pero eso es tarea vuestra. Vosotros ponéis las chicas; sí, mejor argelinas.
- Bien. Unas morenas, ¿te gustan las morenas?
- Claro.
- Pero ese día es Ramadán. No puede ser.
- Vaya, las chicas son musulmanas, ¿verdad? Bueno, para ellas prepararé té a la menta.
- Que no puede ser, es Ramadán.
- Y backalawa, kabdelús. Para vosotros cerveza.
- No entiendes, no se bebe en Ramadán.
- Bah, pero beberemos a escondidas. Si no venden alcohol, ya consigo yo las bebidas.
- Pero yo no puedo beber alcohol en Ramadán.
- ¿Por qué?
- Porque es Ramadán. Es el mes sagrado, hay que respetar.
- Pero eso es para los musulmanes, juya.
- Claro.
- Yo no voy a invitar a musulmanes. Sólo a mis amigos y a vosotros, que no sois musulmanes.
- Ah, no. Ramadán es diferente.
- ¿Por qué?
- Es diferente. Es un mes especial.
- ¿Haces el Ramadán?
- Claro.
- Entonces eres musulmán. Lo siento, no hay alcohol para ti.

Agur, Marijaia, agur

Llegué a Bilbao el domingo 16, porque al día siguiente tenía consulta médica. Aunque en teoría debía regresar el martes, en mi cabeza estaba pedir el fin del tratamiento y que me dieran un informe definitivo, lo que posiblemente retrasaría unos días mi vuelta a Argel. Sin embargo, para mi sorpresa me encontré con un cambio de médico, mucho más competente, al menos en apariencia, que el anterior, y de tratamiento; ello ha requerido mi permanencia en Bilbao, para controlar las reacciones y los efectos secundarios. Dentro de un rato tengo la última cita.

El caso es que por algo tan insignificante me he pasado toda la Semana Grande de Bilbao en la ciudad. Ni que lo hubiera hecho adrede. Lo cierto es que los primeros días me hizo hasta ilusión, pero tenía verdaderas ganas de haber estado desde ayer domingo trabajando y no lo he podido hacer.

El emblema de la Semana Grande de Bilbao, Aste Nagusia, se llama Marijaia. En lugar de despedirme yo de ella, como estaba previsto, se despidió ella de mí anoche. Quizás hasta el año que viene, no lo sé, aunque mis estancias en Bilbao son cortas y espaciadas.

Ayer dije agur (adiós en euskera, la lengua vasca) a Marijaia y mañana diré marhaba a Argel.

domingo, 23 de agosto de 2009

Infraestructuras

Viviendo cada día en Argelia da la impresión de que no cambia. El Ramadán que comenzó ayer poco se diferencia del que viví hace dos años: las mismas críticas al alza der lso precios, la misma vida en las calles, las mismas reacciones. Es cierto que culturalmente Argelia no evoluciona demasiado, no lo hace al ritmo del resto del mundo, pero sí que se nota la evolución en cuanto a la dotación de infraestructuras públicas.

Ya es factible circular por carretera entre Argel y Orán sin tener que dedicarle toda una jornada a un trayecto de unos 400 kilómetros. Las nueve horas de antaño se han convertido en seis y prometen reducirse a cuatro y media en cuanto se termine algún tramo inconcluso de autopista. Hacia el este también está mejorando la comunicación con Bordj Bou Arreridj y Sétif, que evitará la terrible nacional 5 y sus continuos accidentes mortales.

La crisis de la construcción en España coincide con un boom en Argel. Al primer plan de construcción de un millón de viviendas se le sumará el próximo quinquenio un segundo de otro millón. Casi todo es vivienda de baja calidad, donde las constructoras chinas tienen una ventaja comparativa importante, pero también existe la llamada vivienda libre, sin contar la construcción de cuarteles, escuelas, hospitales, campos de fútbol (una empresa española ha ganado precisamente la licitación del de Tizi Ouzou) y otros establecimientos públicos. Hay tres megaproyectos públicos de edificación, emblemáticos, a punto de lanzarse: la nueva ciudad de Hassi Messaoud, la mezquita de Argel y el Palacio de Congresos de Club de Pins. Mucha gente habla de un cuarto, la Marina de Argel, junto al Hotel Hilton, sobre el que personalmente tengo muchas dudas, porque además entra en el campo de los proyectos privados, igual que algún centro comercial y varios hoteles, que tienen la peculiaridad de su disparidad geográfica.

Pero no todo es edificación. Es muy ambicioso el plan de carreteras y autopistas para vertebrar unas comunicaciones interiores modernas, se van a construir o modernizar muchos kilómetros de vía férrea, se va a construir un nuevo puerto marítimo, el metro de Argel va a ser ampliado,… Son muchos proyectos, mucho dinero invertido, que no sólo veo como algo que deberían saber aprovechar las empresas españolas, porque eso forma parte de mi trabajo en Argelia, sino también como una realidad que los argelinos disfrutarán algún día.

sábado, 22 de agosto de 2009

Con fondo verde

Como ya hice el año pasado por estas fechas, he cambiado el diseño del blog para ofrecer un fondo de color verde, el color del Islam. El motivo es el comienzo del mes más sagrado para los musulmanes, mayoritarios en Argelia, el mes de Ramadán.

Durante los próximos 29 días muchos de mis amigos argelinos no probarán alimento alguno desde que salga el sol hasta que se ponga. El momento más importante del día es precisamente ese, el del anochecer, porque la ruptura del ayuno es todo un rito, que se celebra en familia, con una cena especial.

Algunos lectores de mi blog pensarán que estoy en contra del Ramadán. Nada más lejos de la realidad, lo respeto como opción personal de manifestación religiosa de quienes creen en Alá. Sólo me he manifestado en contra de que se me intente forzar a celebrar yo también el Ramadán, que si se me ve comiendo se quiera considerar como una provocación, o que mi vida debe modificarse en estas fechas.

Yo deseo que este mes de purificación lo sea de verdad para mucha gente, que encuentren su espíritu renovado en la fe y que les sirva para avanzar en la vida cotidiana. Mi pequeña aportación es ese fondo verde para recordar cada día a los lectores que estamos en un tiempo muy especial.

Ramadán mubarak a mis hermanos musulmanes.

viernes, 21 de agosto de 2009

Ramadanes

Empieza el Ramadán, un mes entero durante el que los musulmanes ni comen ni beben (ni siquiera agua) durante las horas de luz solar.

Yo pensaba estar en Argel desde el comienzo y me veo en Bilbao. Es curioso, hoy viernes es el día grande de las fiestas bilbainas, la Semana Grande o Aste Nagusia. Y tampcoo se come o bebe... durante el día, porque la juerga se prolonga hasta el amanecer y al día siguiente toca descansar y dormir para reengancharse a la tarde.

Me parece que para el cuerpo es incluso más sana la dieta de Ramadán que la de las fiestas de Bilbao.

jueves, 20 de agosto de 2009

El goterón

Hay una situación muy simple y muy tonta que me produce especial repugnancia en Argel.

La capital argelina es una ciudad al borde del mar Mediterráneo, el que da nombre a su clima. Llueve mucho en invierno, debido al mismo efecto que hace que la costa cantábrica española sea muy húmeda. Las nubes descargan el agua al encontrarse ante las montañas de la meseta argelina, de modo que la franja costera, de unos cien kilómetros de anchura, puede ser considerada zona de alta pluviosidad. Sin embargo, en verano las muchas horas de sol hacen que en el desierto del Sahara se formen altísimas temperaturas que a su vez crean una corriente de aire que impide esa entrada de las nubes. Por eso, entre mayo y septiembre es rarísimo que caiga en Argel una sola gota de agua. Así me lo han explicado y me parece bastante creíble, porque el efecto sí he comprobado que se da.

Las temperaturas medias de treinta y muchos grados son en general asumibles, aunque poco llevaderos por la humedad inherente al carácter costero de la ciudad. El desarrollo económico ha llevado, como en el sur de España, a que todo aquel que se lo puede permitir se compre su aparato de aire acondicionado, el climatizador.

Casi todas las oficinas cuentan con aire acondicionado, lo que a su vez incrementa el efecto invernadero y calienta más aún la temperatura en las calles. Pero hay otro efecto más que llevo francamente mal.

Los aparatos de aire acondicionado suelen contar con un motor, o un compresor, no lo sé muy bien, pero que es un dispositivo que a la vez que enfría condensa agua. En todos los sitios civilizados sale de él un tubo por el que se expulsa el agua hacia una tubería de evacuación.

Mi calificativo de “civilizados” deja en evidencia lo que voy a explicar. En Argel hay muchos aparatos que simplemente evacuan el agua por donde buenamente quiera salir; o con el tiempo la canalización se ha aturado y el efecto es el mismo que si no existiera.

Va uno por la calle y,¡zas!, goterón de agua.

Cada vez que me ocurre se me eriza el cabello y un escalofrío me recorre el cuerpo. Empiezo por considerar que en cada molécula de esa gota hay algo más que dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, me imagino la posibilidad de que haber recibido la micción de un gato desde las alturas, de que haya escupido por la ventana un vecino, de que otro haya acabado de escurrir el orinal… Como muchas veces la gota ha golpeado antes en el alero de una ventana o se ha pulverizado por la acción del viento, lo que se percibe sobre el cogote es una “lluvia” más fina. Y como no hay nubes en el cielo, el estremecimiento es el mismo.

Lo que cuento es una impresión muy personal, que nunca he comentado con otras personas, así que no sé si a todo el mundo le sucede lo mismo que a mí. Igual alguien se anima a reconocer idéntica sensación de asco en esas circunstancias, o me dice abiertamente que me tengo que mirar este perfil paranoico.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Ideas económicas

Los responsables de la política económica argelina se cubren de gloria cada dos por tres. Todavía no se han enterado de que la llamada economía planificada, socialista, ha fracasado y siguen intentando resolver por los métodos que aprendieron en la escuela marxista los problemas de la economía de mercado.

Cada año se aprueban en Argelia dos leyes de Presupuestos Generales del Estado, a ordinaria antes de comienzo del ejercicio y la complementaria hacia el mes de julio. Ésta segunda no sufre un trámite previo parlamentario, que de todas formas en Argelia sería un simple paripé, sino que el Gobierno decide legislar sin contar con nadie y los cambios inclusos a nivel de lo que para nosotros sería una ley orgánica se conocen cuando se publica su entrada en vigor, incluso sin normas de desarrollo. Por sorprendente que pueda parecer, en Argelia ocurre a veces algo peor: que se anuncia una ley, se empieza a aplicar de facto y no se conocen sus detalles porque aún no se ha publicado en el BOE del país, llamado JORA.

Este año la Ley Complementaria de Presupuestos ha traído infinidad de novedades de las de echarse las manos a la cabeza. Cito varios, a modo de ejemplo y sin ser riguroso en la explicación:
- Se ha decidido que los bancos no pueden conceder préstamos personales, excepto los préstamos inmobiliarios.
- Se ha prohibido toda inversión extranjera que no vaya acompañada de un socio local con al menos el 51% del capital.
- Se ha establecido un impuesto del 5% en las recargas de teléfonos móviles.
- Se obliga a que todas las importaciones pasen por la apertura de un crédito documentario, un documento internacional de garantía bancaria en las transacciones comerciales.

Son medidas que en casi todos los casos se han establecido para lograr un objetivo que se podría catalogar de positivo para la economía del país, pero incompatibles con la economía de mercado. Así, se quiere evitar que las economías familiares se sigan endeudando en exceso para la compra de automóviles y lo que se hace es prohibir los préstamos personales. Evidentemente, surgirán empresas de leasing y otras formas de compra a plazos. Se considera que las compañías de telefonía ganan en exceso y no se regula un sistema de competencia más perfecta, sino un impuesto adicional para las empresas que entraron en el mercado con una regulación fiscal que ahora se les modifica. Y como nadie sabía al publicarse la ley cómo debía tratarse este nuevo impuesto, las compañías telefónicas subieron el precio de las recargas en un 5%, hasta que el Gobierno les ha dicho que de eso nada, que el impuesto no es repercutible a los clientes.

Lo cierto es que uno mira a su país y se encuentra con que tampoco nuestros dirigentes van mucho más allá. Cada vez que leo las decisiones que se toman para afrontar la crisis tengo la impresión de que se quedaron en primero de la carrera de Económicas. Han oído hablar de Keynes, le han leído y se creen que en el siglo XXI la economía funciona como hace ochenta años. No es malo ser un pardillo, no lo critico; lo malo es cuando esta panda de ingenuos te gobierna.

Van por el mundo hablando de coches ecológicos y eléctricos y dejan sin financiación el plan de renovación de la flota, hasta que la crisis que negaban con vehemencia se hace tan evidente que toca rectificar y crear un nuevo plan con un año de retraso.
Han oído decir que para salir de la crisis se proponía en su momento contratar a los parados para abrir zanjas, sin más, de modo que se mantuviera la actividad económica y un nivel de consumo. Es una buena idea, sin duda. Pero se olvidan de dos detalles: que la desconfianza global hacia la crisis hace de por sí que se reduzca el consumo, que se ahorre más “por si las moscas”; y que el plan que proponen supone simplemente que los ayuntamientos puedan emprender más obras ya previstas para el futuro y a cambio de incrementar la deuda pública, de modo que al no reducir en igual cuantía los gastos corrientes (o aumentar los ingresos), el resultado es un deterioro de las cuentas del Estado, perjudicando el sector de la inversión extranjera y la sensación de crisis, con lo que se retrae todavía más el consumo

Lo último que leí es la puesta en marcha de un plan anticrisis, para que los parados cobren una renta de casi 500 euros al mes. El objetivo social es ofrecer bienestar, medios económicos, a quienes carecen de recursos, aunque el objetivo económico es que los parados mantengan una capacidad adquisitiva suficiente que no retraiga aún más al actividad económica por la caída del consumo. Es de manual de introducción a la macroeconomía, pero en un mundo idealizado.

M ha sorprendido y decepcionado que no sean capaces nuestros dirigentes de innovar, de encontrar nuevos instrumentos, que garanticen que la ayuda va a ser destinada al consumo. Además, me suena a fuego de artificio, a las típicas medidas que tomaba el anterior Consejero de Vivienda del Gobierno Vasco, que se pasaba la vida vendiendo humo.

Voy a ofrecerles una idea, por si la quieren desarrollar.

Lleguen a un acuerdo con una o más entidades bancarias para emitir unas tarjetas de crédito solidario, con un saldo semanal de 120 euros, del que haya que consumir por lo menos 100. Y establezcan algunas partidas o conceptos de gasto estancos, de consumo obligado: alimentación, higiene y sanidad, transporte, vestido, vivienda y ocio. Por ejemplo, por un importe de doce euros para cada uno, dejando el resto a la libre elección de cada uno, salvo en los casos en los que se soliste expresamente utilizar mayor cantidad el dinero para otro fin, como puede ser el alquiler de la vivienda. A su vez, negocio con establecimientos comerciales que ofrezcan un trato especial a los portadores de esta tarjeta de solidaridad social, como podría ser el menú del día por cuatro euros, corte de pelo por dos euros, o entrada de cine a tres euros.

No lo voy a dar hecho, Piensen, innoven. Con algo así conseguirán además reactivar algo el sector bancario, que contará con unos clientes de baja capacidad adquisitiva, pero seguros, porque el que paga es el Estado, de modo que los niveles de impagados mejorarán en los casos en los que se aplica a pagar una hipoteca, por ejemplo.

No sé si he escrito un montón de tonterías. Estoy en el aeropuerto de Frankfurt, sin haber dormido en toda la noche, porque tengo cita con el médico el lunes, en Bilbao. Para cuando publique este texto habrán pasado ya varios días y ya sabré lo que me cuentan los galenos. Me apetecía escribir algo así, aunque no sea la única entrada que colgaré en el mismo día.

Fotos de una playa

Hoy publico dos fotografías tomadas en una playa cercana a Argel. Creo que explican suficientemente las reticencias para ir a una playa. Y también por qué los argelinos que se lo pueden permitir intentar pasar sus vacaciones en la costa tunecina o, mejor aún, en la española.

Seguro que sin emplear palabras respondo en parte a quienes me dicen que el verano debe ser estupendo en Argel, tan cerca de la playa.
Las fotos son de una playa pública y de acceso libre, al este de la capital, Hay otras en las que existe un servicio de mantenimiento y de alquiler de espacio para tumbarse, generalmente de forma ilegal, como lo de los que cobran por aparcar en la calle, pero el grado de suciedad suele ser menor. También hay playas de acceso restringido, para uso exclusivo de determinadas personas, como residentes en un complejo de verano, militares, altos cargos, etc. En estas al menos suelen limpiar cada día, aunque si recibieran una inspección de sanidad a media tarde creo que en cualquier país europeo las cerrarían todas inmediatamente por insalubridad.

martes, 18 de agosto de 2009

GMT+1

He leído en la prensa argelina la noticia del surgimiento de un grupo de presión para conseguir que la hora oficial del país se modifique durante el mes de Ramadán. Consistiría en retrasar los relojes, para que cuando en Madrid sean las ocho de la tarde y en Canarias (o ahora en Argelia) las siete, en los hogares argelinos fueran las seis. Al anochecer antes podrían también romper antes el ayuno.

He de aclarar que en Argelia no existe cambio de la hora oficial en verano o invierno, de modo que todo el año se aplica el GMT+1: hora de Madrid en invierno y hora de Canarias en verano.

Lo que más me ha llamado la atención de la noticia es que se utilice como excusa, como argumento dialéctico, como arma de convicción, que de esa forma se hará más liviano el ayuno a los ancianos y a los enfermos.

Hasta donde yo sé, el ayuno del Ramadán es exclusivo para musulmanes desde los 18 hasta los 60 años, excluyendo a enfermos, mujeres embarazadas, en período de lactancia o durante los días de la regla, viajeros y aquellos que por sus circunstancias personales se vean condicionados a no seguir el ayuno. Es una norma que aplica el sentido común. Si se siguiera al pie de la letra, un musulmán del Circulo Polar Ártico, donde ahora están con el sol de medianoche, moriría de inanición.

Al poner como excusa que el seguimiento del ayuno durante el mes de Ramadán sea más liviano para estas personas, lo que se está intentando en la práctica es obligarles socialmente a cumplir con un precepto que no les incumbe o a sentirse socialmente marcados si osaran comer en esas fechas.

lunes, 17 de agosto de 2009

Misa católica

La Iglesia católica de Argel ha decidido aprovechar el cambio del descanso de fin de semana en Argelia, que pasa a ser de jueves y viernes a viernes y sábado, para acabar con una peculiaridad que la diferenciaba del resto del mundo cristiano.

Lo normal es que la misa dominical se celebre en todo el mundo el domingo y que a partir del mediodía del sábado exista la llamada misa de víspera, valedera para el precepto dominical. Como en Argelia se trabajaba ambos días, se había decidido que la celebración eucarística principal de la misa dominical tuviera lugar el viernes, aunque celebrando en algunos templos misa el domingo. Más aún, la parroquia de Hydra celebraba misa de víspera el jueves por la tarde.

Yo, que voy a misa los domingos, he huido siempre de esa rareza y me he “abonado” a la misa de seis de la tarde del domingo en la Casa Diocesana. Pero voy a tener que cambiar mis hábitos (no aquéllos que se dice que no hacen al monje, sino la costumbre, que en este caso si que compartirán casi todos los monjes), porque a partir de este fin de semana ya no habrá misa dominical el viernes y la celebración principal se traslada al sábado a partir de las seis de la tarde. Supongo que ésta se convertirá a partir de ahora en mi cita semanal, porque si quiero oír misa el domingo habré de hacerlo a las seis y cuarto en la parroquia de la llamada “placette” de Hydra, donde ya he contado alguna vez que el párroco me exaspera.

domingo, 16 de agosto de 2009

Entre alergia y alegría

Jugar con las letras tiene su encanto. Y entre los juegos más divertidos se encuentran los palíndromos y los anagramas.

Se llama palíndromo a la frase que puede leerse igual de izquierda a derecha que de derecha a izquierda; hacia delante o hacia atrás. El más conocido es el de “dábale arroz a la zorra el abad”, pero creo que es más apropiado para Argelia el otro que dice “Adán no cede con Eva y Yavé no cede con nada”.

Los anagramas son palabras formadas por las mismas letras colocadas en diferente posición. Por ejemplo, cosa, saco, ocas, asco, caos y caso.

Hay ciudades argelinas que dan bastante juego para los anagramas. Con Argel se obtiene regla; con Orán, orna; de Annaba, una banana, que es más grande que la simple pasita que se saca de Tipasa. Y así podríamos seguir.

Uno de los nombres de países que da más juego para los anagramas es precisamente Argelia. Así, que haya encontrado, tenemos legaría, alegría, alergia, galería, regalía, regíala, aligaré, riégala, aligera y ágriale.

Mañana tengo médico, pero no son anagramas suyos ni miedo ni comedia, sino comedí y mecido. Y espero regresar en dos días curado, no hecho un cuadro. Dejo así hoy Argelia entre alergia y alegría, para que los lectores puedan encontrar nuevos anagramas.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Viejos fantasmas

Hace año y media yo era otra persona. Más alegre, más feliz, más confiado, más volcado en mi trabajo, en Argelia, en la gente. Había llegado con ilusión y quería contagiarla. El único pero, la única piedra en mi camino personal, eran mis ataques de ansiedad y una bajada de tensión. En cualquier caso, nada que no pudiera controlar.

Hace veinte meses y un día desapareció el encantamiento, por el efecto de una bomba en mi lugar de trabajo. Viví primero una fase de pánico a nuevos atentados, que creo ya superada. Pero fui cayendo poco a poco en un terrible estado de depresión, ayudado por gente sin escrúpulos que quiso hacer de mí el objeto en el que descargar sus inutilidades. Aún así, seguí en el trabajo hasta que ya en julio del año pasado cada día suponía el disgusto de descubrir que aún seguía vivo. Dejé todo y estuve varios meses de baja. A Argel sólo vine en contadas ocasiones. Primero, engañado por una superior que por teléfono me aseguró que la curación está en el trabajo, que volviera y s encargaría de mí. Cuando lo hice, me despachó en pocos minutos al saber que unos días más tarde tenía cita médica y no iba a forzar el alta. Segundo, porque me vencía el alquiler del piso y tuve que regresar para intentar renovarlo, luego para simplemente ampliarlo dos meses, seguidamente para buscar nueva vivienda y al final para realizar una durísima mudanza.

Llevo ya casi nueve meses de alta, aunque con controles médicos periódicos. Toda mi antigua ilusión en el trabajo ha desaparecido. Es difícil sentirse motivado cuando sabes que tu superior no aprecia tu labor y prefiere mantenerte al margen. Tampoco yo me he metido en una labor de formación que me gusta, pero estaba muy reciente la enorme decepción de la ingratitud de una de las personas por las que más había luchado en mi vida y no podía permitirme otro revés.

En los meses de abril a julio del 2008 se me fueron acumulando papeles y asuntos a medio hacer en casa. Y cuando me dieron la baja médica todo se quedó como estaba. Posteriormente llegó la mudanza y tuvo que ser un amigo argelino el que metió muchas de mis cosas en cajas. Los que me subieron todo a mi casa lo mezclaron sin mayores miramientos y tuve la fortuna de encontrar sitio suficiente en mi nuevo hogar para que todo cupiera sin más, ahí, mezclado.

Este próximo tengo que viajar a la cita periódica con mi médico y he estado buscando un billete de avión abierto Madrid-Argel que compré a finales de agosto del año pasado, para utilizarlo antes de que caducara. No sé si estaba en la mochila que me robaron hace unos meses o entre el montón de cosas que llevo un año sin revisar, al que mi empleada de hogar ha ido sumando las cosas que iba encontrando por casa. Intenté meterme varias veces a seleccionar todo aquello y acabé renunciando. Todavía me afecta, así que es mejor comprar un nuevo billete y que mi salud mental no se resienta.

Sin embargo, ayer sucedió algo inesperado. No sé cuáles fueron las circunstancias, pero mi coche fue interceptado como sospechoso de algo por la policía cuando lo conducía un amigo por las calles de Argel. Éste me llamó alterado desde la comisaría, pidiéndome que me presentara con todos los papeles que sobre mi vehículo tenga en mi casa, además de los que ya se encontraban en la guantera del coche, porque el error que en su día cometieron en tráfico confundiendo algo así como la “U” con la “V” en el número de bastidor hacía a mi coche sospechoso de algo muy malo.

Yo sé que cuando llevé el vehículo al mecánico a comienzos del verano pasado vacié todo lo que llevaba en el maletero y lo subí a casa. Es parte de mi montaña de objetos sin mirar. O lo era, porque me ha tocado revisar por la noche qué puedo llegar a tener que sirva para calmar la curiosidad del policía.

Al revisar todas aquellas cosas han salido apuntes sobre alguna nota sectorial que estaba preparando, tarjetas de visita, anotaciones de ferias, llaves, bolígrafos, mecheros, facturas, mensajes de correo electrónico, datos de viajes, etc. Cada papel, cada detalle, lleva una historia detrás. Me trasladan al estado de ánimo en aquel momento, a unas ilusiones desaparecidas, alguna desilusión así reaparecida, unas personas que ya no están. A lo que pudo ser y ya nunca lo será.

No he sido capaz de mirarlo todo. Porque me ha podido la melancolía, la tristeza, el llanto. Estoy ante una noche en blanco, esperando a que acabe de amanecer. Más tarde colgaré esto en el blog.

¿Por qué será a veces tan difícil la vida? ¿Es que este túnel no tiene salida? Tengo la impresión de que cada vez que pongo a los demás por delante, que mi olvido de mí por los otros, la vida me lo devuelve con una bofetada.

Jamón

Se me ha derrumbado un mito. Años en Argelia, creyendo que había cosas imposibles, que el integrismo social siempre sería más fuerte que el derecho a la libertad individual, para que de repente todo salte por los aires en mi interior.

Sucedió el domingo por la noche. Había acudido al supermercado Belkheyar, en el número 71 de Chemin Macklay, una calle de Val d’Hydra, para comprar agua, refrescos, leche y yogures. Por desviación profesional me fijé con detenimiento en productos que no forman parte de mi cesta de la compra. Lo hago siempre, buscando novedades de diseño, de presentación en el lineal, presencias intermitentes, falsificaciones, o simplemente comparando precios.

Periódicamente se encuentran en los supermercados de mejor calidad de Argel productos que han entrado ilegalmente en el mercado. Se sabe porque no cumplen las normas de etiquetaje, no aparece el nombre del importador o distribuidor y su precio es muy elevado en comparación con lo que cuestan en un supermercado europeo. Dicen las malas lenguas que son artículos que entran a partir de la franquicia diplomática de un país europeo (y no es España, de eso doy fe), que luego se revende.

Estos días los supermercados están llenos de varios tipos de ensaladas de atún de marca Carrefour, a un precio de 290 dinares. Se ofrecen básicamente cuatro tipos de ensalada, con surimi, pasta, verduras y una cuarta que no recuerdo.

Mirando con detalle la referencia de producción, el lote, el contenido, cosas que la gente no suele mirar, caí en la cuenta de que había un envase diferente a los demás. Era una ensalada… con trozos de jamón.

Estuve tentado de comprarla, sólo para poder decir que he comprado “legalmente” jamón en Argelia, pero me pareció injusto privarle de ese gusto a otra persona que compre realmente la ensalada para comérsela. En cualquier caso, la emoción sentida es indescriptible. Aquello parecía la estantería de un país normal. Todavía, cuando lo recuerdo, se me saltan las lágrimas. Y así no puedo ver el teclado para seguir escribiendo.

martes, 11 de agosto de 2009

Bañador femenino

El pasado viernes estuve comiendo en Ali Bab, el restaurante de la playa de Chenoua. Desde el comedor se veía a la gente bañándose en la playa y me llamó la atención la presencia de algún grupo de mujeres que se bañaban vestidas con ropajes de andar por la calle, no de ir a la playa.

Les tomé alguna fotografía. Y no fui el único.

De esta foto he seleccionado un encuadre que no tiene desperdicio.

Arriba a la derecha podemos ver a una mujer bañándose con toda la ropa puesta, incluido un pañuelo azul en la cabeza. En el centro de la imagen hay una mujer joven que sale del agua con un bebé en brazos y con un vestido ligero de playa, que no se ha quitado para entrar en el agua. Le sigue su hija con un bañador rojo.

En la parte baja de la fotografía se acumula el trabajo. Vemos a una chica joven con unos pantalones vaqueros y una camiseta de tirantes, perfectamente normal para ir por la calle, pero que se introduce así vestida en el agua. Detrás de ella cruzan, paseando por la orilla, dos niñas, la mayor de ellas con la cabeza y el cuello completamente cubiertos por un pañuelo negro. Detrás, permanece sentada una mujer que igualmente lleva el velo puesto.

En otra parte de la playa nadan cuatro mujeres, también vestidas.

Es curioso el comprobar que no se ponen bañador para que los hombres no les vean así y lo que consiguen es el efecto contrario. Porque una mujer en bañador pasa desapercibida en la playa, es lo normal y natural. Bañarse de esa forma es lo que llama la atención, hasta el punto de que te saquen fotografías. Y media playa pendiente en este caso de comprobar qué ocurre con sus vestidos cuando salen del agua.

Y que nadie piense que las que se bañan con una prenda adecuada, bañador o biquini, son menos musulmanas. Es una cuestión social e intelectual; de sentido común, no religiosa.

Ya escribí sobre este tema hace un año. Quien quiera refrescarse la memoria no tiene más que hacer un click aquí.

lunes, 10 de agosto de 2009

La víspera

Mañana es once y martes. Para la mayoría de la gente, una fecha más. Para mí, desde el atentado del 11 de diciembre de 2007, no.

Lo vivido en los dos o tres minutos siguientes al atentado está ahí y creo que permanecerá siempre muy vivo en mi memoria cada vez que algo me recuerde las circunstancias del atentado. La sensación de que en ese momento iban a entrar a darnos el tiro de gracia, de que estábamos a punto de que ser asesinados; los gritos desgarradores, de pánico, de los niños del colegio de al lado; la sensación cuando bajé al sótano de mi oficina de que me iba a encontrar simplemente el cadáver de una compañera. Todo eso permanece en la memoria y en el corazón. Y en ciertas circunstancias renace.

Quien no leyó en su día mi relato del atentado puede acceder a él pulsando aquí.

La guasa

Menos mal que tengo sentido del humor incluso en los peores momentos, porque lso estropicios que me ha hecho mi mujer de la limpieza han dado lugar a un verdadero pitorreo entre mis amigos y lectores del blog.

No hace falta que redireccione aquí a los lectores hacia mis comentarios anteriores sobre la materia, porque algunos de ellos son bien recientes. Basta con leer un poco hacia atrás para comprobar cómo me he quedado sin televisor, sin cortinas, sin alfombrilla, sin tapete, sin mesa... Eso sin contar el día que me dejó literalmente en la calle.

Lo último que he recibido es un dibujo muy trabajado de cómo debió ocurrir el incidente del televisor.

Lo dicho, que encima hasta a mí me hace gracia.

domingo, 9 de agosto de 2009

Con gas

Esta es la tercera vez que redacto este comentario. Pensaba escribir algo corto y me está llevando al final más tiempo que si se tratara de mis memorias. Pero no voy a continuar por el campo de las comparaciones, que así es como he tenido que olvidar mis dos primeras versiones del comentario.

La primera vez escribí que me gusta más la coca que a Evo Morales. Y como escribo sin guión previo, más allá de la idea que tenga en la cabeza, me sentí agudo e ingenioso para continuar por la senda política. Pero es que al final aquello no era hablar de Argelia, sino de la inmensa fortuna personal, me refiero a la económica, claro, del rey de Marruecos

La segunda vez decidí reescribirlo y decir que me gustaba más la cola que a determinado personaje público de esos para los que salir del armario implica un plus de publicidad, pero cuando terminé de escribir caí en la cuenta de que luego iba a recibir críticas por homófobo, lo cual es falso. Pero es como cuando te acusan de racista por decir que un negro es negro.

Y, al final, yo lo que quería expresar es que todos mis conocidos saben que tengo especial predilección por los refrescos de cola, especialmente de marca Coca Cola. Y que me he hecho un gran consumidor de su gama sin azúcar. Lo que ya sabe menos gente es que a esa bebida sin azúcar, a veces sin cafeína (aunque en Argelia no se comercializa la que combina ambas cualidades), le suelo quitar el gas. He encontrado diferentes maneras de hacerlo, algunas muy efectivas. Tengo especial predilección por las botellas más grandes, porque permiten beber mayor cantidad y porque es más sencillo eliminar el gas.

He escuchado varias veces la misma pregunta. Si le quito el azúcar, la cafeína y el gas, ¿qué me queda? La respuesta es evidente: el gusto.

Últimamente me he aficionado en Argel a otra bebida que implica aparentemente una incoherencia total. Me refiero al agua mineral con gas. Sin embargo, tiene su explicación. Y es que de agua puedo beberme un litro, dos a lo sumo, que pierden gran parte del gas en la garganta, refrescando y quitando más la sed. En cambio, del refresco de cola me bebo más del doble y además de esas burbujas de agradable gusto en la garganta hay otras que se acumulan en el estómago y que acabarían produciéndome efectos indeseados.

sábado, 8 de agosto de 2009

Fin de semana

Hoy es el último sábado laborable de Argelia.

Hasta ahora, la semana laboral en Argelia era de sábado a miércoles, con las jornadas de descanso de jueves y viernes. No obstante, la banca, los seguros y algunas empresas extranjeras tenían establecido el fin de semana laboral en viernes y sábado.

El gobierno argelino ha decidido atender a las presiones de las diferentes organizaciones empresariales y sustituir el sábado por el jueves como día laborable. Esto se hace a partir del viernes 14 de agosto, de modo que se está ante un curioso fin de semana de tres días, del 13 al 15.

Como yo ya trabajaba de domingo a jueves, no me va a afectar más allá de que ahora también los jueves tardaré media hora en llegar a mi oficina. No sé si a medio plazo las empresas extranjeras y las legaciones diplomáticas adoptaremos la semana laboral internacional. El tiempo lo dirá.

viernes, 7 de agosto de 2009

La Madrague

Uno de los sitios favoritos de los expatriados de Argel es La Madrague.

Se trata de un puerto al oeste de Argel, entre Ain Benian y Club de Pins, que en realidad se llama Yamila, escrito Djamila en grafía francesa. Pero es por el nombre de La Madrague, el que tenía en la época colonial, por el que el sigue conociendo todo el mundo.

Lo mejor que tiene este lugar es la cocina. Es adonde se acude para comer gambas. El sitio preferido de los extranjeros es un restaurante llamado Le Saveur, situado en el extreño oriental, junto al espigón del puerto.

Para muchos es donde mejores gambas se comen, aunque yo creo que ha bajado mucho de la calidad en lso últimos diez años, que ya no es lo que era. Por eso prefiero un pequeño restaurante de Tamantefoust. Lo que de verdad hacen estupendamente bien, su especialidad, es la pescadilla picante.

En cualquier caso, no está mal dar un poco de envidia a los lectores que no están en Argelia, mostrando un plato de langostinos.
Por cierto, que hoy, penúltimo viernes antes del comienzo del Ramadán, estará a tope.

jueves, 6 de agosto de 2009

La yegua de Atila

Mi empleada de hogar viene únicamente a mi casa los jueves. Afortunadamente, porque con ese único día por semana le basta para hacer la limpieza; y de acudir más a menudo creo que a estas horas no me quedaría ya nada en buen estado.

He esperado a verle este jueves por la mañana para contar aquí sus últimas hazañas.

Efectivamente, hoy se me ha presentado incluso antes de lo habitual, hacia las ocho menos cuarto de la mañana. Suponía que iba a ser así y había bloqueado la puerta de entrada dando sólo media vuelta a la cerradura. He acertado, porque se ha visto obligada a llamar al timbre y para cuando ha entrado yo ya me había puesto al menos los pantalones.

Su relato de los hechos, que conté aquí hace un par de días, es que le avisaron el jueves de hace dos semanas que iban a reparar la terraza y que nos cobraban la reparación a los nueve vecinos de la bajante estropeada. Que pagó mi parte con el dinero de la caja y que comenzaron las reparaciones. Como sabía que el sábado yo no estaría, porque iniciaba mis vacaciones en Polonia, y que la reparación provocaría goteras en el techo, como así fue, se vino el sábado a cuidar mi apartamento. Estando allí, cortaron la luz por falta de pago de una factura de unas semanas antes, que yo no había recibido. Le llamó al propietario y éste solucionó el tema en 24 horas.

He de reconocer que conseguir que en un solo día te vuelvan a dar la luz tiene mérito. O buenos contactos, claro.

Sigo con el relato de mi empleada. Llegada la noche, decidió permanecer en mi casa y encendió una vela. La puso sobre el televisor y se durmió. Lo que le despertó fue un incendio. Lamentablemente, en lugar de quemarle viva a ella, lo que el fuego hizo fue quemar mi televisor y llenar la casa de hollín y de humo. Lo de “lamentablemente” no me lo ha dicho ella, lo pongo yo en tono jocoso, que tampoco la quiero quemar, pese a que ha hecho bastantes más méritos para ello que Juana de Arco.

Según me ha contado, ha tapó el televisor con la funda de la almohada porque quemado está muy feo. Obviamente, le he preguntado que para qué quiero yo en casa un televisor quemado y es que la parecer ya ha hablado con alguien para ver si tiene solución y repararlo. Ya veremos, dicho en todas las acepciones del verbo ver.

Luego le he indicado que tenga cuidado cuando abre las ventanas que dan a la terraza, porque he visto dos agujeros en las cortinas del salón (sí, las que enseñé en una foto el 18 de marzo, en otro post que se puede leer pulsando aquí). Y dice que no se deben a que se quedaran pilladas por la puerta, sino que se quemaron con la plancha, por un descuido. Otro más, porque planchando sin usar la tabla me quemó parte de la mesa. Esta tía es un crack, voy a escribir sus memorias y me haré rico como guionista de cine.

Cuando ya me iba al trabajo, ha visto que el cuadro del que me rompió el otro día el cristal (fue un accidente, uno más, porque dejó la casa en corriente un día de mucho viento y el cuadro salió por los aires) estaba en una repisa, sin colocar aún en la pared. Se ha ofrecido a hacerlo ella, a poner un clavo nuevo en la pared. Y he saltado como un resorte desde la puerta de la calle:

- No, déjalo. Ni toques el martillo, que prefiero seguir teniendo paredes. Venga, que tengas un buen día y, por favor, no me quemes el resto de la casa.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Del pulgar y el culito

Jornada muy intensa la de ayer. La víspera había sufrido por la mañana un pequeño problema de salud y luego me había visto afectado moralmente por lo ocurrido con el televisor, que he contado en el comentario anterior. Dormí mal y ayer martes me desperté pronto. Decidí tomarme una ducha antes de nada, para comenzar la jornada bien fresco. Pero al ir a meterme en la bañera me encontré con el cadáver de una cucaracha de tamaño argelino, esto es, como una croqueta pero con patas. O mejor, como el dedo pulgar.

No estaba mi ánimo a las seis y media de la mañana como para ponerme a desinfectar la bañera, así que, como ya me había duchado justo antes de acostarme, sustituí el baño por un lavado a la vieja usanza. Para completar el comienzo de la jornada, se me rompió el toallero al ir a secarme la boca tras limpiarme los dientes. Una pérdida de difícil reparación, porque es de un modelo antiquísimo que hace juego con los sanitarios.

Durante la jornada fui madurando la idea de que tenía que poner freno a tanto desastre. Y nada más salir del trabajo me consagré a resolver los asuntos pendientes. Lo primero, arreglar los pantalones nuevos que me he comprado en Polonia, que me están largos de pata. Puede parecer una tontería, que estando en Bilbao me soluciona mi madre, pero en Argelia tengo que buscarme la vida. Puedo encontrarme con que intenten aprovecharse de que soy extranjero, que me dejen un pata más larga que la otra, que me pierdan los pantalones, que parezca que me lo han hecho bien y al día siguiente descubra que sólo dieron tres puntadas a cada pata. Todo eso y mucho más es posible, y hasta probable, en Argelia, de modo que enfrascarse en la tarea de mandar arreglar los pantalones exige una disposición a la batalla que quien no ha vivido en Argelia es difícil que llegue a entender. El caso es que tuve determinación, pasé por cinco sitios diferentes y acabé entrando en uno que me dio buenas vibraciones. Yo le llamo intuición masculino, para regocijo de mis amigas, que no creen que eso exista. Pero existe, porque di con un lugar en el que por dos euros y medio y en poco más de una hora me tomaron los bajos de ambos pares de pantalones y me los arreglaron. Además, un trabajo aparentemente muy bien hecho. En uno de ellos incluso se han preocupado de hacerme un dobladillo como el que traía el pantalón de origen, que creo que se llama de doble pespunte. O algo así, que lo mío no es la costura.

Con el primer problema arreglado, me lancé a resolver el segundo. Hablé con mi propietario para encontrar una solución a la rotura del toallero. Quedamos en que comprara yo uno nuevo y que él me lo instalará el próximo sábado por le módico precio de un tequila. Que ya serán cuatro o cinco, porque lo conozco. Así que tras visitar varias tiendas de la calle Meissonier me decidí por un modelo importado de España. Aproveché para comprar una nueva alfombrilla para el dormitorio, que sustituya a la que la mujer de la limpieza dejó volar estúpidamente. En esta ocasión me permití un capricho, una nepalí que salió por doce euros.

El siguiente capricho fue comprar un melón por la zona antigua de la ciudad. La fruta es en general bastante cara en Argelia, pero la de producción local suele tener unos precios muy razonables si se sabe buscar en el sitio adecuado. Como se supone que eso es mi trabajo, mal estaríamos si no supiera localizar los precios más baratos del mercado. Así que por menos de un euro me llevé un hermosísimo melón a casa.

Para completar la tarde, me atreví a dejarme cortar el pelo. Tengo muchos reparos a hacerlo en Argelia, que me pongan por el cuello una toalla mugrienta, que me corten con unas tijeras y un peine que… en fin, no doy detalles, que sí que me he cortado el pelo y no quiero estar rascándome la cabeza una semana.

Cuando acabó conmigo, dicho en el mejor de los sentidos, el peluquero sacó la brocha de afeitar, la untó bien untada en un bote de polvos de talco y me la restregó por todo el cuello y la cara, hasta hacer de mí casi un clon de Papá Noel. El caso es que le di doscientos dinares para que se quedara con el cambio y me fui tan feliz a casa. Con un cierto complejo de culito andante de niño pequeño, por los polvos de talco, pero tan feliz y pasando página de todas las desventuras.

Se que me he extendido más de lo que en este mes de agosto pretendía. Y que además dejo la impresión de estar magnificando un par de cuestiones francamente banales. Pero es que estas son básicamente las pequeñas glorias y miserias del día a día en Argelia.

martes, 4 de agosto de 2009

¡Qué tooonta!

Al regresar a mi casa de Argel de mis mini-vacaciones polacas me encontré con que todo seguía aparentemente como antes. Sólo me llamó la atención que la mujer de la limpieza me había cubierto el televisor con una tela.

En las siguientes horas observé más cosas que me llamaron la atención. Uno de los frigoríficos olía a pescado. En el cubo de ropa sucia había sábanas, pese a que yo las había cambiado y lavado la víspera de irme. El techo del salón presentaba unas manchas negras que antes no estaban.

Al sacar del frigorífico el pollo relleno, para prepararlo con la salsa que me había traído del viaje, me decidí a investigar el olor a pescado. Procedía del congelador, donde guardo, entre otros pescados congelados, Sanpedro (parecido al rodaballo), pulpo, bacalao y ralla. Esta última había sufrido un evidente proceso de descongelación. Vi que de todos los helados que tenía guardados sólo quedaba uno y con esa misma evidencia de ruptura de la cadena del frío. Las dos bolsas grandes con más de un centenar de cubitos de hielo cada una también habían desaparecido.

Me temí que la mujer de la limpieza hubiese desconectado el enchufe para limpiar el frigorífico y que de haberlo dejado todo el día así las cosas estuviesen estropeadas. Y, como no podía arriesgarme a comerme el pollo en mal estado, llamé a mi empleada de hogar.

Me contó que me habían cortado la luz y que avisó a mi propietario para que lo solucionara; que ella había retirado del congelador las cosas que se habían descongelado y estropeado, como el pan; que lo demás tenía buena pinta y lo había dejado. Yo trataba de saber si el resto de los alimentos se habían descongelado y me las debía comer inmediatamente o si simplemente fue el inicio d ela desongelación de los cubitos lo que había estropeado el pan, sin más, pero la mujer me respondía con miedo e insistía en detallar lo mucho que había hecho. Cuando ya me despedía me preguntó si solo era eso lo que yo quería saber y le dije que sí, Entonces me explicó que como unos días antes había surgido una gotera en el piso y temía que en mi ausencia se estropeara algo, que se había quedado a dormir en casa. A partir de ahí se embarulló en la explicación, diciéndome algo así como que había visto la tele con una vela. Yo tenía mi mente puesta en adivinar si había dormido en el salón, si había dormido en mi cama y por eso había cambiado las sábanas, o si las había cambiado para dormir ella y ahora estaba yo durmiendo en las sábanas que ella utilizó. Entonces me repitió su última frase: que había encendido una vela en el salón y la había colocado encima de televisor. Ahí le corté para decirle que eso es peligroso. Y cortó la comunicación.

Al llegar a casa levanté la tela que cubría el televisor. No era una tela, sino la funda de la almohada. Debajo me esperaba lo que muestro en las siguientes fotografías.

Lo peor de todo es que no lo hace voluntariamente o porque no sabe, sino por una cuestión de inutilidad. Al que no sabe le puedes enseñar y aprende, pero hay un refrán que dice que "de donde no hay no se puede sacar". Una vez le vi colocar la ropa junto a la calefacción y le dije que no lo hiciera, que la podia quemar; al cabo de dos semanas me quemó de esa forma la alfombrilla del baño, que em siguió colocando allí, quemada y con un agujero, como si no pasara nada. En otra ocasión le vi colocar la alfombra en la barandilla de la terraza y le advertí que era peligroso, que tengo una aspiradora; al cabo de unas semanas me desaparece la alfombrilla del dormitorio, que dice que se le ha caído por la ventana y al bajar a buscarla alguien la había robado. No es que yo sea clarividente, es que son cuestiones de sentido común, algo de lo que evidentemente carece.

En cualquier otro lugar del mundo prescindiría de sus servicios. Pero, en Argelia, ¿a quién contrato en su lugar? Es lo que hay.

Luz en el puerto

Cada vez que me ausento unos días de Argel, al regreso me pongo a buscar alguna pequeña sorpresa, alguna novedad, que me depare la ciudad. En esta última ocasión, que me he ausentado unos pocos días a finales de julio para viajar a Polonia, la sorpresa me la ha dado la vista del puerto.

Han iluminado de color azul el dique del puerto que protege la terminal de feries. Y la imagen es bonita por la noche.

De todas formas, me gustaría que el puerto fuera visitable, fuera accesible. Especialmente la zona militar, que incluye el lugar en el que nació la primera ciudad romana, llamada Icosium; el fuerte creado por los españoles en los tiempos de la conquista de Orán; el dique de unión de los islotes de la costa que mandó construir Barbarroja; y algunos edificios más, todos ellos cerrados al público.

Pero me ha hecho ilusión que le pongan luz al dique del puerto.

No ha sido la única sorpresa. He sufrido dentro de casa otra mucho menos agradable, que intentaré contar dentro de unas horas.

lunes, 3 de agosto de 2009

Gripe porcina

Desde que empezó la alerta mundial por la gripe del virus A/H1N1, llamada gripe porcina, he estado tentado de escribir sobre la actitud popular y política en Argelia al respecto. Me hacía gracia inicialmente escuchar a gente que me aprecia y me decía que era algo que afectaba sólo a los no musulmanes, por culpa de que comen cerdo, que lo que debería hacer es convertirme para no morirme de gripe. Echar al culpa al hecho de comer carne de cerdo era muy habitual hace unos meses y creo que todavía está en la mente de una buena parte de la población. En un momento determinado me enseñaron un mapa de evolución de la enfermedad para demostrar cómo en el mundo de confesión musulmana, desde Marruecos hasta Paquistaní, no se había producido ningún caso, excepto en tierras de Israel.

Supongo que la actitud no fue exclusiva de Argelia, porque leí en su momento que en Egipto aprovecharon las circunstancias para matar la cabaña porcina de la comunidad cristiana copta.

En el aeropuerto de Argel se paseaba hace tres o cuatro meses una doctora vestida con una bata blanca y repartiendo unos folletos del Ministerio de Sanidad local, de pésima calidad de impresión, en los que facilitaba un número de teléfono al que debía llamar el viajero procedente de un país afectado por la “gripe humana de origen porcino” si notaba en los días siguientes síntomas febriles.

Con los primeros casos reconocidos y surgidos en Argelia la actitud ha cambiado ligeramente. Ahora se ha editado un impreso publicitario de buena calidad que ha eliminado la palabra “porcina”. El ministerio llamado de la salud, la población y la reforma hospitalaria sigue insistiendo en que el país está preparado para detectar los casos en frontera y para actuar contra la gripe. Debe ser el único.

En el aeropuerto de Argel han colocado un dispositivo de acceso adicional. Tras atravesar el control policial y el de aduana para escanear el equipaje de mano, hay que pasar delante de dos cámaras térmicas manejadas por doctores en medicina. Las tienen establecidas a una temperatura de 35,9 grados. Si al paso del pasajero se supera esta temperatura en la visión de su rostro se le hace pasar de nuevo. Y si nuevamente se sospecha que tiene fiebre se actúa.

La cámara térmica no detecta la gripe, evidentemente, solo una temperatura superior a la normal.

domingo, 2 de agosto de 2009

Pas de problème

Estampa repetida. Un compatriota con poca experiencia en Argelia que me asegura que ha dado con la persona perfecta en el país, que está bien posicionada, que conoce a ministros y a gente muy importante y que con él no habrá ningún problema. Sirve de poco mostrar mi desconfianza y es mejor observar la escena al cabo de un tiempo, cuando se descubre que sí hay problemas, muchos problemas, y que aquella persona tan importante vivía del cuento.

Se juntan en la historia dos matices. El primero, la cultura argelina de solucionar todo gracias al círculo de favores entre amigos, que es verdad que funciona. Y muchas veces es lo único que funciona. Pero de eso a creerse que todo el mundo que se te presenta como director general dirige algo; que todo el que entra en Club de Pins es alguien importante; que todos los que nos presentan como antiguos ministros o embajadores pintan algo en el panorama argelino... va un mundo. Raro es el argelino que no cuenta con una buena lista de amigos que aparentan ser muy influyentes, dispuestos a recibir al extranjero que va a acabar dejándose el pellejo y el dinero en Argelia. Y como lo advierto y no sirve de nada, me conformo con ir sumando víctimas a la lista.

El segundo matiz es más divertido. Es lo de recibir como respuesta el que "no hay problema". Y creérselo.

Cuando en Argelia nos dicen “pas de problème” o “makesh musquela”, que ambos significan literalmente no hay problema, no quiere en realidad decir que no hay problemas, sino todo lo contrario: hay un problema, se reconoce que lo hay, pero el interlocutor manifiesta su deseo o intención de que se solucione satisfactoriamente. Es lo que en castellano en realidad traduciríamos por “no te preocupes”.

Si de verdad no hay ningún problema lo que dicen es “il n’y a aucun problème”. Aunque tampoco me fiaría demasiado.

sábado, 1 de agosto de 2009

Al trapo

Mi mujer de la limpieza le tiene declarada la guerra al paño de cocina, al tradicional trapo de secar la loza.

El primer día que vino me encontré con que los dos que en ese momento tenía en uso los había utilizado para limpiar las persianas de madera y los había tirado a la basura, hechos un asco. Puse el grito en el cielo, obviamente.

Desde entonces me los cuida mejor, sólo un poco mejor. Ha entendido que esos trapos de un hilo como el de las mejores toallas y decorados con motivos relacionados con cocina merecen un mejor uso, que de vez en cuando se lavan y se reutilizan. Pero no ha aprendido a colgarlos. Cuentan con una etiqueta que sirve precisamente para eso, para que estén colgados. Ella me ha agujereado uno de ellos y lo pincha igual que las piezas de carne en la carnicería. Y, obviamente, cada vez el agujero se hace más grande.

Antes me tomaba la molestia de explicar las cosas y me llevaba algún que otro disgusto. Ahora me lo tomo por las buenas y me digo “qué bien, ya tengo algo diferente para contar en el blog”.