jueves, 25 de febrero de 2010

Mi cumple del 2010

Muchos ya sabrán que el 27 de febrero es mi cumpleaños, porque lo anuncio cada año, como puede comprobarse buscando entradas más antiguas. Suele explicar que lo celebro como lo niños pequeños y además con ciertas manías. Por ejemplo, que sólo lo celebro el día 27, nada de celebraciones el 26 ó el 28. O que em encanta soplar velas y cantar el cumpleaños feliz, igual que si tuviera cinco o seis años (que tampoco son muchos más...).

Este 27 de febrero de 2010 lo voya celebrar en argelia, pero no en Argel. Me voy lejos, a una ciudad llamada Bou Saada qu es lo más parecido y cercano al paraíso que conozco en Argelia, con su antiguo mercado de camellos para las caravanas de hace un siglo, los grabados rupestres que puedes incluso tocar, las dunas, la cascada en la que bañarte y un hotel como muy pocos en Argelia. Allí, rodeado de los mejores amigos que hacen el esfuerzo de acompañarme en este día, apagaré mis 48 velas.

No sé si tendré cobertura de móvil, pero de lo que estoy seguro es de que no tendré acceso a Internet. Así que este año no merece la pena enviarme mensajes de felicitación, no los voy a poder leer. Quien quiero compartir la tarta, lo que tiene que hacer es venirse a Bou Saada.

martes, 23 de febrero de 2010

Mi Gobierno financia el terrorismo

La versión completa de este texto la publico en el blog “Privado en Argel”, al que sólo pueden acceder los amigos que previamente se han registrado y no me ha quedado duda alguna sobre su identidad.

Para mi vergüenza, he tenido que leer en la prensa argelina cómo se acusa a España de utilizar una doble vara de medir a la hora de actuar contra el terrorismo. Todo ello a cuenta del pago de un dinero a Al Qaeda de El Maghreb para rescatar a unos cooperantes catalanes secuestrados en Mauritania.

Soy consciente de que toco un tema sensible, de que están de por medio los servicios secretos españoles y los argelinos, entre otros. Pero no es mi estilo callarme, menos ahora que puedo dejar de acceso exclusivo para mis amigos y conocidos parte del texto, publicando en abierto un extracto que no me comprometa.

Dicen en Argelia que al pagar un rescate a Al Qaeda se está financiando de hecho al terrorismo, porque ese dinero servirá para matar gente. Indirectamente, el Gobierno español estará financiando el terrorismo en Argelia, que mata a ciudadanos argelinos.

Los terroristas saben ahora que cuando secuestren a alguien con pasaporte español estarán garantizándose un buen botín, como ya ocurrió con el Alakrane. Y es que llueve sobre mojado y la debilidad patética de nuestro gobierno, no sólo nos está llevando a la ruina y a ser el hazmerreír de Europa, sino que nos coloca en una diana. ¿No han pensado, acaso, que de no haber pagado un dinero a los piratas somalíes era posible haberse ahorrado el secuestro de estos voluntarios en Mauritania?

Sé que es muy duro asumir que si secuestran a un familiar tuyo la respuesta del Estado es negarse al chantaje, pero es la única posible, so pena de poner en riesgo al resto de ciudadanos del país. Quienes fueron a Mauritania sabían donde se metían y el riesgo que asumían, como lo sabían quienes se acercaron a pescar a aguas somalíes o yo cuando vine a trabajar a Argelia. Como explicaba antes, cuando emisarios del Gobierno español negocian con Al Qaeda del Maghreb el incumplimiento de leyes internacionales a cambio de liberar a los secuestrados, están poniendo también precio a mi vida. Hoy y ahora sé que corro más peligro en Argelia de ser víctima de un secuestro que hace unos meses. Gracias a mis políticos.

martes, 16 de febrero de 2010

Porno, Chávez y poco más

Contar en casa con un aparato de televisión que funciona (porque hasta ahora lo tenía desconectado… o quemado) tiene sus pegas. La primera de ellas, que me ocupa de momento tanto tiempo que casi no salgo a la calle ni adelanto parte del trabajo en casa. Estoy en la fase previa de aprender a utilizar este trasto; no es que me interese demasiado, pero la única forma que tengo de curiosear por las ondas es aprender a arreglar el estropicio que causo cuando toco un botón incorrecto del mando incorrecto, porque para ver la tele necesito dos mandos a distancia diferentes, sin posibilidad de servirme de los botones de toda la vida. Sonará a cavernícola, pero son cosas que nos ocurren a los pocos que nunca nos hemos interesado por tener un televisor, una cadena estéreo, un DVD, ni nada que se les parezca.

Aclaro que escribo este mensaje el 8 de febrero, cuando llevo 48 horas de televisión...

Creo que cuento con unas dos mil y pico cadenas de televisión diferentes, aunque más de la mitad están encriptadas, no se pueden sintonizar. En Argelia tengo siempre una curiosidad sociológica por conocer la forma de actuar y de pensar de la gente, de modo que ya estaba más o menos informado de los gustos televisivos de los argelinos. La diferencia es que ahora estoy investigando sobre el terreno, con el mando en mi mano. Y he descubierto infinidad de curiosidades. La más llamativa, que casi la mitad de las cadenas son de contenido para adultos, eufemismo para denominar a la pornografía, que lo único que ofrecen es anuncios para llamar a números de teléfono, supongo que de tarificación especial. Como la emisión vía satélite no entiende de fronteras, los anuncios se ofrecen en diferentes idiomas, incluido el árabe. Son muy pocos, de todas formas, los que indican específicamente a qué número deben llamar los pornoadictos argelinos. En masculino, en cualquier caso, porque ninguno de los escasísimos anuncios destinados a la clientela femenina incluía referencias a Argelia ni a cualquier otro país del Maghreb.

Más allá de que las chicas que aparecen en estas cadenas sean en general jóvenes y guapas (el maquillaje hace milagros), mostrando generosamente no sólo sus pechos, caderas, muslos y nalgas, sino sugiriendo penetraciones sexuales y felaciones, me ha parecido patético el aspecto mercantil de todo eso y aburridísimas las emisiones. ¿Puede haber gente enganchada a ver anuncios eróticos y con tan poco sentido común como para llamar a los números que se le indica? Supongo que sí, porque de otra forma no subsistirían esas emisiones. Y no creo que sean muchos los espectadores con mi curiosidad sociológica de adivinar nacionalidades, reconocer mismos anuncios en diferentes cadenas y números de teléfono idénticos en diferentes anuncios. Y, aún así, al cabo de un par de horas acaba uno harto de no encontrar en su televisor nada decente para ver (pocas veces mejor aplicado el término, por cierto).

En realidad la otra mitad de las cadenas que se sintonizan no se dedica a esta actividad, afortunadamente. Hay mayoría de Alemania, Rusia y Sudeste asiático, que nada tiene que ver con los gustos de Argelia. Lo que más ven los argelinos es Al Yasira, en sus varios canales, las cadenas francesas y alguna cadena polaca, sobre todo una llamada Viva, que emite videoclips musicales y que causa furor entre la gente joven. El antenista que me instaló las parabólicas me indicó que me había “flasheado” las cadenas francesas. No sé lo que significa el término, pero debe ser algo así como que había desencriptado algunas cadenas que en principio son de pago. Supongo que esa es al razón por la que sintonizo 31 cadenas “normales” en francés y sólo 12 en castellano. De todas formas, en cuanto se me pase la mencionada curiosidad sociológica, me da la impresión de que el televisor se va a pasar muchos días apagado.

Una de las cosas más divertidas que me he encontrado en mi navegación televisiva ha sido la tele del gorila Chávez. Supongo que lo encuentro divertido porque no soy venezolano y no tengo que soportar su dictadura, que hace que valore las virtudes democráticas argelinas como un bien casi divino. Esta cadena emite sus discursos en directo y hasta en diferido. Explica las maravillas de su gobierno, que ha mejorado la calidad de vida de los venezolanos y hasta sale en pantalla un supuesto experto manifestando que en Venezuela lo más importante es que ahora se goza de libertad y de democracia socialista como en ningún otro lugar. Se le ve a Chávez paseando por Caracas y decidiendo qué edificios y negocios hay que expropiar para acabar con los reductos capitalistas y especuladores. Lo triste es que si una parte de la población venezolano está siguiendo a semejante individuo será porque detrás habrá una larga historia de corruptos y sinvergüenzas que durante un tiempo habrán gobernado el país preocupándose sólo de su bolsillo.

Hace unos años los argelinos no contaban más que con una cadena local de televisión, a la que irónicamente llamaban “la única”. Por aquel entonces prácticamente todo el mundo contaba ya con una antena parabólica para acceder a las cadenas extranjeras, principalmente las francesas. El “afrancesamiento” cultural ha perdido importancia en las últimas dos décadas, debido a que la arabización de la educación ha llevado a que cada vez sean menos los que se expresan fluidamente en francés y que la islamización social ha considerado moralmente más correctas las cadenas procedentes de países árabes. Es curioso cómo durante el Ramadán se considera casi pecaminoso acceder a las cadenas occidentales, algo que no he acabado de entender. De todas formas, la oferta televisiva local se ha incrementado de una a cuatro. En los últimos meses las emisiones de la televisión argelina se tiñen de guiños al fútbol, una fórmula perfecta para tener a los argelinos pegados a la pantalla, aprovechando que el furor nacionalista se disfraza ahora de “defensa” de la selección nacional.

martes, 9 de febrero de 2010

Redada en casa

Me sucedió la pasada noche. Estaba en casa cuando oí ruidos en la escalera, de gente que subía y bajaba conversando. En un momento determinado oí el ruido de forzar la puerta del registro de contadores de mi planta. Me asomé a la mirilla y vi que fuera había un montón de policías, escudriñando cada rincón del edificio. Unos minutos después, ya era medianoche, llamaron a mi puerta. Siempre queda la posibilidad de hacerse el muerto, de “aquí no hay nadie”, pero no sirve lo del allanamiento de morada y la orden de registro. Desde hace muchos años existe en Argelia el estado de urgencia nacional, nunca derogado, que da libertad a las fuerzas de seguridad del Estado para actuar por encima del respeto a las libertades individuales. Creo que si llego a ver que se trataba de la Gendarmería o de las fuerzas antiterroristas habría llamado a las autoridades españolas para saber cómo actuar, pero eran policías, que se identificaron además como tales al preguntar quién era, y abrí sin más. Al indicarles que no entendía el árabe por ser español me trataron con una corrección excelente, mostrándose incluso cariñosos (uno se dedicó a acariciarme un brazo, supuestamente para que estuviera tranquilo). Me preguntaron si yo había llamado al 17 (equivalente al 112 de España), una excusa como otra cualquiera para no dar explicaciones, y se despidieron. Entre ellos había varios policías no uniformados, que siguieron su búsqueda por el edificio. Cuatro estuvieron un rato subidos a la terraza del edificio e iluminando cada rincón de las terrazas de mis vecinos, supongo que buscando algo o a alguien. No me extrañaría que fuera un tema de drogas.
Lo que más me ha sorprendido ha sido la reacción de mis vecinos. Esto pasa en España y los balcones estarían llenos de curiosos, tratando de seguir la acción de la policía, que había desplegado cuatro coches delante del portal y unos quince agentes en las inmediaciones de la entrada. Sin embargo, yo era el único de todo el edificio que estaba asomado. Más aún, no sólo de mi edificio; en ninguna terraza de ninguna vivienda de entre las muchas que se ven desde mi terraza había nadie asomado. No sé si esa actitud se debe a miedo o a una norma que desconozco. Cuando saqué mi cámara de fotos para tomar algunas instantáneas de la calle, algunos de los policías empezaron a hacerme señas y decirme algo en árabe que no comprendí, pero que imagino que significaba que mis fotos no les hacían mucha gracia.
Ahora confío en que no haya un asesino escondido en el edificio, o dejaré este género costumbrista, estilo Varela, para pasarme al de misterio, tipo Ágata Christie. Lo que no quiero es ser yo la víctima, que el papel de fiambre está mal visto en un país musulmán.

domingo, 7 de febrero de 2010

La parabólica

Después de dos años, siete meses y trece días en Argelia, por fin cuento en casa con antena parabólica para ver la televisión. En realidad tenía casi todos los ingredientes, televisor y parabólicas, pero como no soy nada teleadicto, ni me había preocupado de que el sistema funcionara.

Quienes han leído el blog recordarán lo que me sucedió hace unos meses con el televisor. La mujer de la limpieza, muy espabilada ella, no tuvo mejor ocurrencia que quedarse a dormir en mi casa cuando yo estaba fuera, encender una vela, colocarla encima del televisor y dormirse. Quien no lo leyó en su momento, puede buscarlo bajo el título “Pero qué tonta”, si no recuerdo mal.

El caso es que mi empleada doméstica, pese al impresionante boquete en el televisor y el interior que parecía el producto de una fisión nuclear, me aseguró que eso “se reparaba”, con toda la cara del mundo. Le respondí que era cosa suya el repararlo y desde entonces me fue dando largas frente a la evidencia de que aquello no tenía solución. Primero fue que el ascensor estaba estropeado para bajar el ascensor, luego que llegó el Ramadán, después que tenía que venir con alguien que le ayudara… Me acabé enfadando y le dije que si para determinada fecha el televisor no estaba reparado que no volviera a mi casa. Un día hice efectiva la amenaza y el comuniqué que era su última jornada de trabajo, puesto que no había arreglado el televisor, que seguía instalado en el salón como monumento a las fallas, para hilaridad de mis visitas, que difícilmente podían evitar la carcajada, pese a mi cara de pocos amigos, ante el espectáculo de un televisor quemado con una vela.

No he contado que la mujer de la limpieza me fue “sugerida” por el propietario de mi casa, que tenía especial interés en que la contratara. Él es un señor de más de sesenta años, casado, y ella una chica joven de veintitantos. Me insistió en que la conocía bien, que era una buena chica, bastante liberal y tolerante en sus costumbres. Según su definición, casi cristiana, una forma de dar a entender el poco apego a las tradiciones del Islam, pero que a mí me saca de quicio, porque cuando lo dicen dan a entender que los no musulmanes somos poco menos que unos depravados. Me pidió, eso sí, que no dijese a nadie que él me la había recomendado. Me consta que se ven habitualmente, que lo que le cuento al propietario llega a oídos de la mujer de la limpieza; y viceversa. A partir de ahí, cada cual puede sacar sus conclusiones sobre el grado de intimidad de su relación de amistad. Yo hace tiempo que saqué las mías. Siempre he supuesto que venir un día a la semana a mi casa, hecho que siempre se puede comprobar, es una buena excusa para faltar alguna vez más de su domicilio familiar. Por eso, cuando le dije que era su último día de trabajo me imaginaba que iba a suceder lo que realmente sucedió: le llamó al propietario, hablaron en lengua kabil y antes de que se fuera me telefoneó mi propietario para decirme que él se ocupaba. Yo insistí, esa chica no entraba más en mi casa hasta que no tuviera la tele arreglada. Y él me reconoció que el televisor no tenía solución, pero que en dos días me traería uno nuevo. Dicho y hecho, el fin de semana siguiente pudo venir a trabajar la mujer de la limpieza como si nada, porque el propietario me había traído un nuevo televisor de 55 centímetros (en Argelia no se miden los televisores en pulgadas, como incomprensiblemente se hace en España). Y ellos podrán seguir jugando en secreto su partida de mus, si es que es la afición al juego lo que les une.

Volviendo a mi nuevo televisor, ha permanecido varios meses metido en su caja, sin abrir, hasta que me he decidido a hacerlo funcionar; o me han llevado de la oreja (la expresión no es mía) para que instalara de una vez por todas la televisión en casa. Después de llamar infinidad de veces a un técnico, de visitar a un vendedor de demoduladores, que me exigía la compra previa para enviarme el técnico a casa (igual pensaba que soy nuevo en Argelia, para caer en semejante trampa), de ir a ver a otro que primero me dijo que sí, luego que no, y acabó dándome el teléfono de un técnico, parece que di con una persona eficiente, que se presenta cinco minutos antes de la hora convenida y que trabaja incluso de noche. No es que sea muy espabilado, pero tampoco se trata de pedirle peras al olmo y, desde luego, de su trabajo entiende infinitamente más que yo, que es lo importante.

De las dos parabólicas que existían en mi casa he conseguido que funcione una. Para la segunda me ha tocado ir haciendo compras puntuales hasta que en la práctica la he comprado entera. Se trataba de conectarse a un satélite que debe llamarse algo así como Blue Bird. Al principio era lo que llaman la cabeza de la parabólica lo que no funcionaba; luego, un aparato de conexión; después, la propia parabólica que al parecer estaba demasiada oxidada; para cambiarla había que cambiar también el pie sobre el que se sustenta; al final, el cable que también estaba perforado. En definitiva, parabólica completa.

Ahora, mis visitantes que no estén especialmente interesados en mantener conversación conmigo tendrán la posibilidad de sugerir que encienda la tele y así dejar de escucharme. Es mi "parabóbica".