miércoles, 31 de diciembre de 2008

Diferencias en la Nochevieja

Esto ya se acaba. Me refiero al año.

Yo pasaré la Nochevieja en Bilbao, como casi toda mi vida. Y leugo saldré, creo. Aún no tengo plan, es lo que pasa cuando vives fuera y te desconectas.

Le preguntaba ayer a una amiga argelina cómo se realiza ese cambio de año en Argelia. La tradición de las doce uvas es exclusivamente hispana y del siglo XX. Tampoco en Argelia se estila lo de cenar algo concreto ese dia, como las lentejas italianas. En realidad la tradición argelina es absolutamente francesa (sustituyamos el champagne por Hamoud Boualem y... voilà!) e incluso se vive en muchos hogares a través de las diferentes cadenas galas que emiten via satélite. Es una de las ventajas de compartir huso horario. Lo de salir a la calle, petardos y demás, existe, pero menos. No obstante, tengo la impresión de que este año en Argel será más ruidoso de lo habitual, porque otros años no se vendía en estas fechas material pirotécnicos y este mes de diciembre sí.

A diferencia de nosotros, que empezamos a contar las uvas, de una a doce, cuando en realidad ya se ha iniciado el nuevo año, en buena parte del resto del mundo existe una cuenta atrás hasta cero, coincidente éste último con nuestra primera uva y que marcará el inicio del 2009. Para los meticulosos, eso sí, habrá que tener en cuenta que el último minuto del año tendrá sesenta y un segundos. El centro que se encarga de emitir los seis pitidos que toda la vida hemos escuchado cada hora en punto por la radio emitirá siete en esa ocasión.

Le contaba a otro amigo que ya he hecho mis planes de vida para el 2009. Empezaré con vida sana, comiendo fruta. Siempre lo hago, unas uvitas peladas para empezar y luego otras fermentadas con burbujas, que ayudan a hacer la digestión. Esta vez no hago más propósitos, que se me acaban olvidando. ¿Serán los efectos colaterales de la fermentación esa de la uva?

Y cierro, que tengo cositas que preparar para una noche muy especial... Pero volveré a escribir justo después de la media noche.

martes, 30 de diciembre de 2008

De tren y gas

Anteayer comentaba que llevaba una semana sin salir de Bilbao y me respondió Jon con una propuesta para visitar trenes. No lo dudé. Y ayer, lunes, nos fuimos a Miranda, en el recorrido del mosaico de esa estación:
Alvia de Barcelona de ida y Alvia de Madrid de vuelta, salvo que Jon me corrija. De hecho, omito más detalles porque seguro que me equivoco, pero le dejo la puerta abierta a ampliar el comentario. Yo me conformo con insertar un par de fotografías adicionales: la primera en la estación de Abando Y la segunda en Miranda de Ebro:
Dejando al lado mi excursión ferroviaia, lo más gracioso de mi situación actual es que viniendo de Argelia me he quedado sin gas. Me explico. La calefacción y el agua caliente de mi casa funcionan mediante caldera de gas propano. Tengo seis botellas, para evitar sorpresas, que utilizo de dos en dos. El viernes se agotaron las que estaban en uso y al ir a cambiarlas comprobé horrorizado que las otras cuatro las había dejado hace tiempo vacías. Estando en Argelia, no había considerado necesario mantener tantas bombonas llenas en casa. Y me encontré en pleno invierno sin calefacción y sin agua caliente.

Eso mismo me había ocurrido cinco días antes, cuando llegué a mi casa con una invitada de honor para pasar las vacaciones en Bilbao y la caldera no funcionaba. Pero ahora era una cuestión de despiste, puro y duro. Afortunadamente, el tiempo ha mejorado, porque hace unos días teníamos en Bilbao temperaturas cercanas a los cero grados y ahora ya no baja de los diez. Pero el agua del grifo sigue saliendo tan helada como siempre y no invita precisamente a una ducha relajante. Me ha tocado buscar refugio en casa de mis padres.

Que una botella de gas butano me cueste el doble de mi consumo trimestral de gas y electricidad en Argelia es como para pensárselo a la hora de situar el termostato por encima de los veinte grados. O para idear un sistema de tráfico ilegal de bombonas...

lunes, 29 de diciembre de 2008

Feliz 1430

En enero colgué un comentario dando la bienvenida al año 1429 del calendario musulmán. Entonces comentaba cómo el hecho de que el calendario musulmán sea algo más corto en unos once días que el gregoriano, el nuestro de toda la vida, iba a dar lugar a que a finales del 2008 se repitiera el cambio de año.

El calendario musulmán se inicia con la Hégida de Mahoma, el año 611 (para los musulmanes el año uno, no el cero). Está compuesto por doce meses de 29 ó de 30 días. De carácter lunar, tiene establecido que el vigésimo noveno día es el último del mes o se alarga hasta una trigésima jornada en función de que en el momento del crepúsculo pueda o no verse la luna en el horizonte.

Hay un único mes, el llamado Ramadán, que es internacionalmente conocido, mientras que los nombres de los otros once permanecen ajenos al conocimiento de casi toda la gente. Cuando he preguntado a algunos amigos argelinos por el orden de los meses no me lo han sabido decir de memoria.

Hoy es festivo en Argelia, una festividad religiosa. No por ser el primer día del año, sino por ser precisamente el aniversario de la Hégida, como contaba antes. A quienes rigen su hora por el calendario musulmán, simplemente desearles un feliz año 1430.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Una jaula

Sigo en Bilbao, de Navidades. Ya hace una semana que llegué y no he salido de la ciudad, si exceptuamos la cena en su casa de Alonsotegi con la que Itziar y Jon nos obsequiaron a mi amiga valenciana que pasaba las Navidades en Bilbao y a mí la noche del 23. Bueno, y la visita al caserío de la hermana de Itzi al día siguiente. Así que lo dejaremos en que no he salido del Gran Bilbao en más de una semana. Y eso empieza a agobiarme.

La conexión con el mundo la he establecido por medio del ordenador. Puedo así saber que Bogdan está preocupado por su viaje en Rumanía entre Brasov y Constanza, porque esta pasada noche tuvieron 22 grados bajo cero y una temperatura tan extrema afecta al parecer a las agujas de la vía férrea. Me lo creo, simplemente, no entiendo de trenes.

Me cuenta Maricarmen, antigua compañera de trabajo y siempre amiga, sus últimos problemillas de salud y la alegría con la que vive. Y tengo a Farid deprimido por razones más que suficientes para estarlo y me gustaría darle un abrazo y ayudarle; pero no llego desde aquí más que a enviarle mis palabras, aunque sé por experiencia propia bien reciente que no sirven de gran apoyo.

Ismael me cuenta sus vacaciones de Navidad en Thailandia y se me ponen los dientes largos, larguísimos. Le cuento que no podré ir a visitarle este año y que nos veremos por estas tierras. Casi me pone la pistola en la sien: tengo que ir, sí o sí. Pero no tengo fechas.

Los amigos del blog me escriben. Hay gente como Lola de la que hace tiempo que no sabía nada y cuya correspondencia recibo con gran ilusión. Aún no me ha escrito Maya, por la que siento una especial debilidad; pero soy yo quien le debe e-mail desde hace mucho tiempo, quizás porque he seguido buscando que me enviara uno de esos mensajes profundos que sólo ella sabe escribir. Y recibo noticias de Luz, de Diana, de Nesrine y de otros que no nombro.

Sigo en Bilbao y creo que necesito escaparme ya. O yo también empezaré a soñar con los vampiros de una amiga.

¿Será verdad?

Pensaba contar hoy cómo al parecer el Consulado de España en Argel no había completado su cupo de visados de entrada en territorio Schengen del año 2008 y que la instrucción era conceder este domingo todos los visados que se solicitaran. Pero son pocos los argelinos que leen el blog y la inocentada no iba a dar el resultado que de este tipo de bromas se espera obtener.

Así que me haré eco de otra noticia que parece cierta y que pone muy difícil en un futuro trabajar con un banco español en Argelia. Y es que las autoridades argelinas han decidido que durante el año 2009 las entidades bancarias deben aumentar su capital hasta un mínimo de 100 millones de euros, el cuádruplo de la cantidad actual. Y, peor aún, porque nos afectará de lleno, las sucursales de bancos extranjeros y los establecimientos financieros ven su capital mínimo multiplicarse por siete, al pasar de 5 a 35 millones de euros.

Ójala fuera el Día de los Inocentes en Argelia, pero se celebra el uno de abril, como en casi todo el mundo. Los periódicos argelinos tienen la costumbres de incluir alguna mentira en sus páginas, asi que ese dñia hay que tomarse las novedades con precaución.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Mon sapin de Noël

Ya tengo cámara de fotos. He estado dos meses sin ella, tiempo durante el que no he podido fotografiar algunos de los momentos vividos, como mi mudanza, el nuevo apartamento de Argel, un fin de semana en Salamanca, otro de museos por Madrid, el viaje a Tinduf… Son momentos y situaciones que se me han ido sin ser inmortalizadas. Este blog ha sido uno de los que han pagado las consecuencias de no tener cámara de fotos, al quedarse todo ese tiempo sin imágenes.

He sacado unas fotografías del árbol de Navidad de mi casa de Bilbao. Me he limitado al árbol porque el resto de la vivienda no lo veo yo muy presentable. Quienes han pasado últimamente por casa lo entienden de sobra.
Como puede observarse en la foto, la base del árbol es un recipiente de bronce que en su día compré en Argelia y que tengo colocado todo el año a la entrada de casa. Tenía otro mucho más grande que tuve que malvender el año 2001, porque me resultaba muy costoso su traslado a la península cuando dejé en aquella ocasión Argelia. Salvé algunos bienes, como ese recipiente o el plato que en el ángulo superior izquierdo de la primera fotografía se ve colgado en la pared.

Argel, hace una década

- No te preocupes, que se arregla fácil, me dijo Mounia, que trataba como siempre de buscar el lado práctico y positivo de la situación.
- Si es que con la cerradura estropeada no podemos abrir ni cerrar la puerta de entrada. Y no tiene arreglo, mírala, hay que poner una nueva.
- Bueno, yo ahora le llamo a mi padre para que venga. Le pilla al lado, hoy iba a estar aquí, en la Embajada.
- En fin, a ver qué te dice.

Espero a que Mounia termine de hablar por teléfono, en una conversación mitad en francés y mitad en árabe. Creo haber entendido que su padre no está en casa.

- ¿Qué?
- Mi madre le pasa el recado cuando vaya a comer para que se pase por aquí. ¿Lo ves?, ya está.

Se me queda mirando, como para aportar un plus de seguridad a sus palabras. Es uno de sus gestos mecánicos, que funciona. Sabe que su mirada es natural y que aporta sinceridad. No se maquilla, le gusta ir con la cara lavada, un rasgo de su personalidad, de la misma forma que no porta velo. No le gusta coquetear, a diferencia de su compañera Yasmina, pero sabe mantener una mirada dulce y sincera. Sé que me habla de verdad, que no me miente. Y fue esa sinceridad y buen carácter el rasgo que me decidió a contratarla un mes antes.

Por aquel entonces estaba buscando secretaria. Necesitaba a alguien con carácter, inteligencia y poca experiencia. Tenía que crear mi equipo y la gente con experiencia está en general mal acostumbrada. Entrevisté a mucha gente, casi todas chicas jóvenes. Una de ellas, casi por compromiso, era Mounia. Me habló de ella el coger del Agegado de Defensa de la Embajada de España; era la hija de un empleado de la Embajada que hacía chapuzas diversas en la residencia del Embajador. Había acabado la carrera y buscaba colocación. Acepté entrevistarla casi por compromiso. Y resulté una entrevista desastrosa, para vergüenza de la propia Mounia. Se presentó acompañada de su padre y del coger de Defensa. Cuando le invité a pasar al despacho para hablar, pasaon los tres sin dudarlo un instante. Y cada vez que me dirigía a Mounia para preguntarle algo era su padre el que tomaba la iniciativa y respondía. Aquello era kafkiano. Yo veía en los ojos de Mounia el horror ante la situación, pero decidió llevarlo dignamente. La persona que yo necesitaba era alguien que en esos momentos se hubiese levantado para decir

- Lo siento, la entrevista es para mí; si no os importa, prefiero que me esperéis fuera.

Pero Mounia no era así. Y no me servía para el puesto. Sin embargo, las necesidades de personal de la empresa crecieron y necesitaba un buen empleado que ofreciera sensatez, honestidad y mucha mano izquierda. Así que unos días más tarde le llamé por teléfono:

- Buenas tarde. ¿Mounia, por favor?
- Sí, soy yo.
- Hola, mira. Soy José Antonio. Estuviste el otro día en mi oficina para trabajar con nosotros.
- Sí, gracias por llamar. Ya siento que…
- Sí, perdona, no hace falta que te disculpes. Te puedes imaginar que no te avisé porque decidí no contratar a tu padre, que fue al que entrevisté.
- Lo siento mucho.
- Sí, ya lo sé. Pero te quería decir que en unos días tengo que contratar a otra persona y quería saber si puedes venir mañana a las nueve de la mañana a hablar conmigo. Pero esta vez sola. Creo que tu perfil sí encaja en lo que estoy buscando.
- Muchísimas gracias, ahí estaré.

Ahora, cumpliendo con su papel de persona apaciguadora y eficiente, estaba buscando solución para arreglar la cerradura de la puerta de entrada a la finca. Pocos minutos después llegaba el padre de Mounia, un sujeto enjuto y nervioso, acompañado de un jovencito que rápidamente se hizo cargo del asunto y demostró ser muy habilidoso.

Pasan los años. Lo hacen demasiado deprisa. Y sin casi darnos cuenta hasta cambiamos de siglo. Aquella experiencia de crear y administrar una empresa de capital español en Argelia queda muy lejos en mis recuerdos. He regresado a Argelia, a la Oficina Comercial española. Las cosas han cambiado mucho, los expatriados de la Oficina Comercial ya no disponemos de vivienda custodiada en el edificio llamado Echo Bravo, de El Biar, de modo que acabo de pagar el alquiler de un apartamento en el barrio de Ben Aknún. Pero para entrar a vivir en una vivienda de Argel hay que realizar muchas reparaciones básicas. En mi oficina sigue trabajando Fernando, que me ofrece los datos de un fontanero:

- Es Hakim, pero tú le tienes que conocer, Doñoro.

Fernando siempre me llama Doñoro. Creo que no sabe que no me gusta, pero no lo voy a cambiar.

- No, no sé quién es.
- Trabajaba con Smail en la Embajada.
- ¿Es el barbudo que estaba aquí el otro día?
- Sí, exactamente.

Y acabé llamándole a Hakim, que hace todo tipo de reparaciones y resulta de confianza, pese a que su larga barba de hermano musulmán y aspecto descuidado no le ayuden demasiado. Me está cambiando el bombín de la puerta de entrada de casa. Me sorprende que sea capaz de pasar de la fontanería a la cerrajería con tanta facilidad. Y se lo digo.

- Vaya, sabes de todo. Fontanería, carpintería, cerrajería.
- Esto lo aprendí antes que la fontanería. Ya te cambié una vez una cerradura.
- ¿A mí?
- Sí, yo te conozco. Vivías en El Biar, al lado de la Embajada de España. Y yo cambié la cerradura de tu portal. Vine con Smail.
- ¿El padre de Mounia?
- Sí, su hija trabajaba contigo.
- Claro, me acuerdo. Pero no te recuerdo a ti.
- Yo era muy joven, no portaba barba.
- ¿Y qué es de Mounia, la hija de Smail?
- No sé.

La respuesta es un poco evasiva, se nota que no quiere hablar de mujeres.

- ¿Y su padre, Smail?
- Está paralítico. Se cayó por el hueco de un ascensor. Ahora vive en silla de ruedas.
- Entonces su hija le estará cuidando, ¿no?
- No, la hija se casó y tiene algún hijo. Pero yo no sé.

viernes, 26 de diciembre de 2008

¡Qué gran amiga!

No sabía lo que escribir hoy. Y empecé a pedir consejos a amigos y conocidos. Los que han estado conmigo me han ido contando anécdotas sucedidas en Argelia, que van a ofrecer material suficiente para algún comentario navideño de los prometidos. Otros me han pedido que tratara algún que otro tema de denuncia, cosa que también haré. Y más interesante me pareció la solicitud de saber si el llamado "boxing day" de los británicos se celebra en Argelia.

La pregunta me pilló descolocado. He intentado saber algo más de esa celebración anglosajona, que me contaban que se refiere al día en el que hay que tirar a las basuras las cajas de los regalos, pero parece que en realidad significa la fecha elegida para entregar los aguinaldos navideños. Y la respuesta es muy sencilla: en Argelia existe otra festividad religiosa para ese menester: el Mouloud (pronunciado “mulud”).

Al final ha sido la actualidad la que me ha obligado a cambiar los planes.

Comenté hace unos días cómo iban a ser mis Navidades. Y creo que es de justicia añadir algo. Lo hago, además, aprovechándome de que la persona en cuestión no va a leerlo en unos días, porque estas cosas suelen dar apuro.

Recibí a una amiga en Navidades. Nos conocimos gracias al blog, pero sobre todo gracias a otros amigos comunes e intimamos por circunstancias personales parecidas. Desde el principio me pareció ser alguien que merecía mucho lo pena. A veces me equivoco, pero esta vez no fue así.

Hace unas semanas me pidió pasar las Navidades en Bilbao con mi familia. Puede parecer raro, pero tenemos confianza para eso y mucho más y ya antes era yo mismo quien se lo había ofrecido. Sus circunstancias anímicas y su disposición de días libres cambiaron en las fechas posteriores y sus Navidades en Bilbao se han acabado convirtiendo, para mi pesar, en poco más de cuatro, aunque intensos, días.

Yo he intentado tratarla como hago con mis mejores amigos, queriéndola como si fuéramos hermanos, aunque supongo que he resultado demasiado empalagoso para una persona que gusta de ser independiente. Mis ansiedades recibieron el justo varapalo al segundo día, que confío en haberlo dejado en una simple anécdota.

Con el transcurrir de los dias se produjo algo que yo no esperaba: lo que nació como mi apoyo a una amiga en un momento de necesidad se convertía en la práctica en una lección magistral de un centenar de horas, impartida por ella, de cómo se comportan los grandes amigos. Y si ya tenía un lugar en mi corazón, ha conquistado sin excepción alguna el de todos mis amigos y familiares con su forma de ser. Y el mío se ha hecho más grande, si cabe.

Mi pobre amiga ha vivido las primeras horas de mi paso atrás en mi recuperación de la depresión por la que pasé los últimos meses. Aún es pronto para evaluar si es algo pasajero, de dos o tres días, o tocará pedir consulta con el médico. Yo creo que ha sido su presencia la que me ha mantenido unas jornadas a flote y que la inminencia de la partida hizo aflorar el mal en Nochebuena, reconvertida en madrugada de insomnio y angustia. Todo eso pese a que el cariño de la profunda amistad que me ha mostrado ha sido afortunadamente sustituido, nada más irse de Bilbao en la tarde de ayer, por otro tipo de cariño, el del amor, que ha venido a tratar de rescatarme.

Y en esas estoy en este día de San Esteban, en el que creo que lo mejor era dedicar este post a alguien que se lo ha ganado de largo en sólo cuatro días.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Una de bombillas

En Navidad las cadenas de televisión suelen modificar sus plantillas de programación para ofrecer emisiones de carácter más familiar.

Yo tengo que hacer lo mismo, olvidarme de depresiones, ansiedades, terroristas y déspotas varios. Voy a tratar de ofrecer una versión escrita de esas imágenes tituladas “onlyinalgeria” que circulan por la red. Son las anécdotas de cada día en Argelia, esas cosas que sorprenden al recién llegado, que las cuenta como si viniera de presenciar un acontecimiento único, le escuchas con una sonrisa en los labios y cuando termina su relato simplemente le dices, acompañado de una palmada en la espalda, “Bienvenue en Algérie”.

Creo que todos los expatriados que vivimos en Argelia hemos pasado por ese proceso en sus dos vertientes y podríamos escribir libros enteros de anécdotas argelinas.

Abro el fuego con una historia muy tontorrona, de luces y bombillas.

Cuando vine a vivir a mi nueva casa en el centro de Argel comprobé que las lámparas no estaban a la altura debida. No es que estuvieran colocadas muy bajas, es que eran más feas que pegar a un padre. La palma se la llevaba la lámpara del techo de mi dormitorio, un modelo Versalles, monumental, con infinidad de diamantes colgando de forma irregular, porque había perdido la mitad de ellos con el paso de las décadas… y de plástico. El complemento perfecto para la cama con dosel dorado y el cuadro en la pared de la cascada con iluminación que se encuentra uno en casi todas las casas argelinas. ¿Sería yo capaz de conciliar el sueño delante de esa maravillosa lámpara de araña versallesca? La respuesta es afirmativa, porque duermo con antifaz y porque en Argelia acaba uno curado de espanto, nunca mejor dicho.

Al cabo de tres días sustituí la lámpara maravillosa, que no quiso ni Adalino, por una de Ikea, también de plástico pero menos estridente. Todo ello para disgusto del propietario de mi casa, quizás porque le tocara en una tómbola de cuando en España lo que salía como premio era una muñeca Chochona. A Slimane le tocó una lámpara recién llegada de Versalles, digo yo.

El siguiente cambio lo ejecuté en la luz de la pared del baño, que recordaba a las de vigilia de hospitales y trenes. Posiblemente se debía a que los años no perdonan y el plástico se había tornado amarillento, casi negruzco, extraña mezcla del efecto de la exposición prolongada al calor de la bombilla y la suciedad. Le pedí al fontanero que me comprara e instalara algo que estuviera bien. Supo hacerlo de forma muy elegante, con un interruptor del que antes no disponía y un empalme algo chapucero de dos trozos de canal de conducción eléctrica que disimuló arrancándole dos ramas al árbol de Navidad y colocándolas allí. Y ahí siguen, que desde que visité el Museo Guggenheim no me atrevo a tocar este tipo de cosas por si llevan derechos de autor.

En defensa de mi fontanero-artista he de decir que resulta entrañable. Le conocí hace unos años, como cuento en otro comentario que he escrito, titulado “Argel, hace una década”, que aún no he publicado.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

FELIZ NAVIDAD

Esta es mi felicitación de Navidad para todos los amigos del blog.

Recuerdo especialmente a los que me han contado sus sufrimientos y los malos momentos por los que estaban pasando. No voy a dar nombres ni pistas sobre situaciones concretas, ellos (aunque hay más de ellas), lo saben y me basta.

Me quiero acordar de quienes están obligados a pasar la Nochebuena fuera de casa, la mayoría en Argelia. Algunos vendrán en unos pocos días, otros tendrán que quedarse más tiempo, por necesidades de trabajo. A mí se me haría insoportable, así que junto a la felicitación navideña va mi reconocimiento.

Y a todos los que me leen interesados por Argelia, o por mi vida, bien como amigos de siempre o enganchados en un determinado momento a lo que desde aquí cuento.

martes, 23 de diciembre de 2008

Mi familia en Navidad

Llega la Navidad. Estoy escribiendo en Argel, poco antes de salir en avión hacia España. Pero lo colgaré una vez en casa, el día 23.

Para mí, la Navidad es un tiempo muy especial. Hay mucha gente que la odia, bien porque le trae recuerdos de quienes ya no están, bien porque ha despojado a su vida del valor religioso de la celebración y lo que le queda es un aspecto comercial contra el que se rebela. Yo la vivo igual que cuando era un niño. Es evidente que he cambiado. Mi familia también lo ha hecho; hemos pasado por momentos mejores y peores; pero la Navidad permanece de alguna forma en nuestro corazón.

Este año va a ser un poco diferente. Casi siempre lo es. Recuerdo que hace dos años yo acababa de instalarme en mi nueva casa del barrio de Iturrigorri y mi padre había viajado a Badajoz para atender a mi tía, que iba a ser operada de varices. La operación se complicó y acabamos pasando las Navidades en ausencia de mi padre, así que yo me quedé todos los días haciendo compañía a mi madre.

El año pasado yo acababa de sufrir el atentado de Argel y ya estaba afectado psíquicamente; necesitaba aislarme de vez en cuando e intenté pasar el menor número de días en la casa familiar. Como mi hermano pequeño, Borja, se acababa de independizar, mis padres pasaron casi todos los días solos y los hijos aparecíamos de visita.

Estas Navidades de 2008-2009 vamos a tener a un ausente. Mi hermano Ignacio acaba de salir al extranjero para realizar su función de sacerdote con gentes que también están lejos de sus casas, en una misión internacional de paz. Su silla permanecerá vacía.

A cambio, mi tía Victoria, para mí “tita Viti”, va a compartir las Navidades con nosotros. Es la hermana mayor de mi padre, soltera, que ha pasado largas temporadas con nosotros en Bilbao. Es mi madrina. Y como hoy es su onomástica, el santo, y cumple años el día 24 de diciembre, mañana, desde aquí aprovecho para felicitarla.

No me olvido de que tenemos una invitada especial. Nos hicimos amigos, cómo no, por este blog. Es una persona muy especial, tan vital como apasionada. Compartimos algún que otro mal y eso nos ayuda mutuamente a sacarnos a flote en los malos momentos. Ha pasado por circunstancias complicadas y la Navidad se le caía encima. En su balanza vital pesaba más, hasta hace unos días, el recuerdo de lo que fue que la ilusión de lo que será. Y necesitaba algo muy diferente. Según me dijo en su momento, prefería vivirlas donde ni le recordaran que es Navidad. Yo le ofrecí dos opciones, quedarse en mi casa de Argel, evidentemente en mi ausencia, o venirse a Bilbao para formar parte de unas Navidades vividas de manera muy diferente. Y ha aceptado esta segunda opción.

Para mí la Navidad tiene un valor religioso. Para un cristiano el hecho fundamental de la vida de Jesucristo no es su nacimiento, sino su muerte y resurrección. Pero en una fe sencilla, desprovista de explicaciones teológicas, que Dios se haga hombre y esté en la tierra en forma de recién nacido es motivo de inmenso júbilo. Es ver que el Creador, Todopoderoso, inalcanzable, está humildemente ahí, en una familia como la nuestra. En Argel suele ser motivo de discusión como los musulmanes, que repetidamente dicen que hablar de un hijo de Dios es un pecado y una ofensa, porque Dios es espíritu y no carne. Yo no he conseguido nunca que me escuchen más allá de este punto, para explicarles lo que es la Inmaculada Concepción y la virginidad de María.

A esta amiga que está compartiendo unos días de nuestra Navidad ya le advertí que no le ofrecía unas “navidades laicas”, sino en el seno de una familia cristiana. Y tampoco corre el riesgo de que la quiera convertir de su ateísmo, porque la fe es un don de Dios, no mío. Yo la quiero simplemente como es y en mi familia le vamos a dar lo que gratuitamente hemos recibido, amor.

Muchas veces he oído hablar de sentar a un pobre en tu mesa de Navidad, para compartir lo que muestras en exceso, consumo, gasto, despilfarro. Como nosotros queremos poner amor, me llena de satisfacción sentar en la mesa de Navidad a quien lo necesita.

Es tradición desear a todo el mundo Feliz Navidad con un discurso bastante cursi. Yo he querido que el mío lo fuera presentando a mi familia y un sentido de la Navidad en desuso. Pero es sincero, como casi siempre.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Air Algérie, mejor usa tus alas

Tengo una amiga muy divertida, a la que he conocido gracias a este blog, que me suele contar algunas de sus aventuras en Argelia con una gracia muy especial. La vez que más me he podido reír con sus comentarios fue cuando me narró su visita al baño en un avión de Air Algérie, dentro de una conversación sobre la mala calidad de los servicios de la compañía publica argelina de transporte aéreo. Yo defendía la posición opuesta, que los aviones que emplean ahora para los vuelos internacionales son bastante dignos y que al menos tienen la atención de servir gratuitamente comida y bebida a los pasajeros, a diferencia de Iberia.

El otro día viajé a Tinduf y mi experiencia con Air Algérie ha sido absolutamente desastrosa. Era la segunda vez que me decidía a viajar en vuelos nacionales y la primera experiencia, ahora hace justamente un año, fue difícil de olvidar. Tras varias horas de espera en el aeropuerto, el vuelo a Ghardaia fue cancelado por una huelga del personal de mantenimiento. La tensión de aquella situación me produjo una bajada de tensión fortísima y quien me acompañaba me metió solo en un taxi de madrugada camino de vuelta a mi casa. Unos días después tuvimos que cancelar nuevamente el viaje tras el atentado de Al Qaeda. Y, como el viaje estaba gafado, mejor hubiese sido no realizarlo finalmente al cabo de un mes, porque me dejó heridas muy profundas en el corazón.

Esta vez fui a comprar el billete para Tinduf a la Place Audin. Había una cola delante de mí de unas treinta personas. Han instalado un sistema de números, como en las pescaderías, y por lo menos se puede uno permitir una escapada por los alrededores, porque pese a tener a cinco personas atendiendo este tipo de cosas van siempre muy despacio en Argelia. Hora y media después llegó mi turno. Me dijeron que resultaba imposible venderme billete para aquella misma noche, porque el vuelo se cierra casi 24 horas antes; que había plazas, pero sólo podían venderme una plaza en lista de espera. Acepté el riesgo, me realizaron la gestión y me dijeron que me llamarían desde caja para pagar el importe (uno 250 euros). Es caro, pero por carretera se tardan varios días.

Pasaba el tiempo y a mí no me llamaba nadie. Reclamé un par de veces y como si oyeran llover. Pregunté si podía pasar a pagar por la tarde, porque tenía otras cosas que hacer, pero me dijeron que de llamarme y no presentarme mi billete quedaba anulado. Mientras tanto, otros clientes atendidos más tarde que yo eran llamados a la caja a pagar. Me acabé enfadando y pedí el libro de reclamaciones.

Al cabo de otro buen rato el responsable de la agencia me pidió que me acercara para explicarme que por un error mi billete no había sido emitido. La persona que me había atendido había incluso acabado su turno de trabajo y no encontraban explicación a lo sucedido. Yo llevaba ya más de tres horas en la agencia y tratando de no enfadarme más allá de lo necesario para que me hiciera algún caso. A partir de ahí todo fue muy rápido, me realizaron unan nueva reserva, me convocaron a la caja, pagué y recibí mi billete electrónico.

A la noche fui al aeropuerto y allí me enviaban de facturación a la oficina y de la oficina a facturación. El problema era que mi código de reserva no aparecía en los ordenadores. Al final se descubrió que había sido anulado por Air Algérie por un error de duplicidad. Se quedaron con el código antiguo y me mandaron de nuevo a facturación. Y allí conseguí a toda velocidad ser el último en pasar a la sala de embarque.

Una vez en Tinduf caí en la cuenta de que no tenía el número de reserva del vuelo de vuelta. Y no conseguí que me hicieran esa gestión en los dos días siguientes, porque yo estaba en los campamentos de refugiados saharauis (aunque me paseé el segundo día por la ciudad de Tinduf, cosa que no pueden hacer la mayoría de los españoles que acuden a los campamentos) y allí no existe oficina de Air Algérie.

Llegado el momento del regreso, mi reserva y mi nombre parecían no existir. Los responsables del Polisario se portaron fenomenalmente conmigo e incluso en el último momento hubo un compromiso de alto nivel para que yo embarcara sin billete y solucionarlo posteriormente. Con el embarque ya cerrado desde buen rato antes, me dieron una tarjeta de embarque y me hicieron pasar con todo el equipaje sin facturar; la propia policía rellenó mi ficha e hice directamente cola para acceder a la pista.

Una vez en argel tuve que acudir a Air Algérie a conseguir el código de la compra para asignarle el viaje realizado sin billete. Por más que se lo expliqué, no llegaron a entender el objetivo de mi visita. Y tras mucho rato de asegurar que no existía ningún billete emitido a mi nombre, lo acabaron localizando. Y eso fue, sin duda lo mejor. La empelada me explicó que ese era mi billete, que yo ya había utilizado la ida a Tinduf, pero que todavía no había regresado. Le respondí que simplemente se había quedo la plaza pendiente de asignar a mi vuelo y me respondió algo así como:
- No, señor. Ud todavía no ha regresado de Tinduf.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Encuesta sobre Tinduf

Hace poco conseguí bajar a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf. No he contado nada de mi experiencia, lo he dejado aparcado para Navidades. Pero llevo dándole vueltas a una idea en la cabeza y quiero plantearla en forma de encuesta.

He visto que tengo posibilidades personales de actuar para mejorar la situación personal de algunos refugiados saharauis. Comentar en este blog algunas necesidades concretas, algunas actuaciones que es necesario emprender, puede ayudar a hacerlo. Mi duda es si moralmente es correcto hacerlo.

Parte de una premisa clara: no me interesan para nada las cuestiones políticas. No defiendo ni defenderé la ocupación marroquí del Sahara Occidental, la lucha armada del Frente Polisario ni la actuación como parte del estado argelino. En esta película no conozco aún al bueno, por mucho que los dirigentes polisarios con los que he tratado se hayan comportado conmigo de forma extraordinaria.

Mi único interés son las personas que viven en los campamentos de refugiados y mi intención a corto plazo es hacerles llegar equipamiento y material para tratamientos odontológicos. Pero, ¿debería utilizar las posibilidades del blog para ofrecerles una mejor ayuda? ¿O debo limitarme a tratar sobre Argel y Argelia, que para algo es el título del blog?

He decidido abrir una encuesta para conocer la opinión de mis amigos lectores. Es anónima y aclaro que he desactivado cualquier forma de conocer el origen de las respuestas. El sistema genera una cookie en el ordenador del emisor, para evitar que se pueda votar más de una vez, pero yo no tengo acceso a esa información.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Confidencias

Esto del blog da mucho juego. Cuando rebasé el ámbito de los amigos y conocidos me entro el vértigo de una nueva dimensión que no estaba muy convencido de querer asumir. Al final ha podido más mi impresión de que estoy ayudando a ver positivamente la vida de un expatriado en Argelia y sirvo de apoyo a personas que empiezan a investigar por Internet cómo puede ser la vida que les espera si finalmente se cumple la amenaza de sus jefes de enviarles a este país con tan mala prensa. Ya no me asusto cuando alguien me para por la calle o en una reunión me pregunta si yo soy “el del blog”. Pero últimamente veo que estoy entrando en una nueva dimensión, la de ver que para algunos argelinos resulta interesante que escriba o deje de escribir determinadas cosas. No me puedo quejar de que me cuenten cosas, de que me lleguen confidencias, porque soy un fanático del conocimiento, me gusta saber y aprender; pero resulto demasiado rebelde como para dejarme utilizar voluntariamente.

Voy a poner un ejemplo. Hace unos cuantos días me contaron que el Presidente de Argelia había preparado con sumo cuidado una visita a Orán con motivo de la reunión extraordinaria de la OPEP. Se había detectado un movimiento de personalidades argelinas contrarias a que el Presidente Buteflika opte a una nueva reelección tras hacerlo posible las nuevas modificaciones introducidas en la Constitución. Ha habido ofrecimientos a algunos periódicos de artículos de opinión que atacaban dos aspectos: la escasa credibilidad democrática de la alteración de las reglas de juego y el estado de salud del propio Buteflika, que no podría ejercer realmente de Presidente. Según continuaba el relato recibido, los dos argumentos sacan realmente de sus casillas a Abdelasís Buteflika. Para él resulta evidente que lo menos democrático y parcial era una ley que al único que le prohibía presentarse era justamente a él y considera que ahora es el pueblo el que tiene la posibilidad de elegirle si le considera el más adecuado. Lo tiene tan claro que la consigna de sus asesores sería no entrar al trapo de la contra argumentación y esperar a que algún posible candidato lo exponga durante la campaña electoral para acusarle precisamente de antidemócrata.

Sobre la salud de Buteflika, él se considera capacitado y me aseguraban que los rumores sobre su estado de salud actual son falsos, aunque ha pasado por momentos delicados. Y como única forma de rebatir el bulo de su enfermedad terminal se había decidido que participe en los próximos meses en actos públicos muy bien preparados y en los que quede de manifiesto su buen estado físico. El primero de ellos era en Orán estos días pasados y me comentaban que se estaba sometiendo a una preparación específica y que finalmente ese día en el que me lo contaban había recibido el visto bueno definitivo.

La historia no tiene nada de secreto. Quien me lo cuenta, además, no sabe castellano, luego no puede leer el blog; aunque me pide que lo publique. Mi único compromiso era que antes de la reunión de la OPEP me haría eco de los preparativos de la visita de Buteflika. Y lo cumplí al pie de la letra, publicando unas horas antes un post sobre los preparativos… en la ciudad, que no en el estado físico del Presidente.

En mi casa no tengo conectada la televisión y tenía ganas de saber si esa presentación de Buteflika en plena forma y saludando con fuerza a todos, como si se tratara de Rocky camino del cuadrilátero, había sido real. Así que quedé el miéroles a cenar en un sitio para mí nuevo, del centro de Argel. Y muy barato, porque pagué seis euros por una ensalada, un pollo relleno y un filete empanado de pescado, además de la bebida. Pero a lo que iba, que se ha mostrado, efectivamente, como una persona sana y enérgica.

Otra petición argelina de que tratara un tema en el blog tiene relación con una solicitud de visado. Lo gracioso del caso es que no se trata del Consulado de España, sino del de un país hispano parlante. Otras dos están relacionadas con dos empresas españolas y su actividad en Argelia.

Anteayer por la noche, como compensación, recibí una llamada desde Francia de Hamid, que ha dejado varios comentados en este blog. Hemos mantenido estos días pasados una divergencia sobre diferentes aspectos religiosos y quería asegurarse de que no me molestaba mantener opiniones diferentes. Hemos seguido polemizando sobre si eran o no árabes quienes entraron en el año 711 en España. Yo entraré dentro de unas horas y or avión..

viernes, 19 de diciembre de 2008

A pedir de boca

Hay días en los que casi todo sale bien. Y este jueves lo podría enmarcar.

La primera buena noticia fue la reparación del ascensor. Ya me había acostumbrado a subir los ocho pisos, 158 escalones, andando. Pero proporciona una gran alegría llegar al portal cargado de compras y comprobar que, como en Europa, como en las películas americanas, basta con apretar un simple botón y aparece una caja enorme que te eleva hasta tu planta. Lo que es la modernidad. En mi caso, que tengo tan mala cabeza que rara es la mañana que no me toca subir de nuevo a mi casa porque me he olvidado algo importante, representa el no va más de un inmueble argelino: tener ascensor y que funcione.

Estoy escribiendo en clave de humor, pero lo cierto es que he tenido mucha suerte con mi edificio. Somos unos cincuenta vecinos, porque mi vivienda es grande pero en pisos inferiores equivale a dos y hasta tres viviendas diferentes. Mientras que las comunidades de vecinos rara vez funcionan en Argel, en mi vecindario se ha constituido una asociación de conservación del edificio, denominada El Amel, a la que algunos vecinos dedican parte de su tiempo libre. Y lo mejor de todo es que funciona.

El segundo notición es que ha dejado de llover. Recupero así mis vistas sobre la bahía de Argel. También ahora se puede pisar en el suelo sin medio a que de entre las baldosas surja un chorro de barro que lo salpique todo. Y la falta de lluvia significa el fin de mi gotera, porque mi casa sí que es tan particular que cuando llueve se moja como el patio de las demás (quien no entienda la última frase es que no conoce la canción; lo digo sobre todo para los lectores no españoles).

Tercer motivo de alegría: tengo teléfono en casa. Después de casi un mes y cuando menos me lo esperaba. Yo no me creía que fueron a reparármelo un jueves y que además funcionara. Pero así ha sido. Igual es que estaban esperando que funcionara el ascensor para no tener que subir unas cuantas veces a pie los ocho pisos.

Con todo, la mayor alegría fue tener en mis manos el billete de avión a Madrid para irme a pasar las vacaciones en casa. Desde Madrid proseguiré viaje en autobús a Bilbao, porque no me fío de los retrasos que pudieran darse y es mejor no llevar la continuación cerrada. Van a ser unas Navidades diferentes, pero tan entrañables como siempre.

Comerciantes

Hacer negocio en Argelia no resulta fácil para el que no es argelino. El extranjero que se cree más listo que los indígenas del país y que piensa que ha descubierto un filón en el que hacerse millonario, se acaba dando casi siempre el tortazo.

He visto a iluminados convencidos de que iban a conseguir introducir en Argelia carritos de la compra para supermercados, máquinas recreativas, tarjetas de regalo, productos congelados y hasta féretros. El error lo cometían al mirar a Argelia con ojos europeos, sin intentar empaparse de la mentalidad local. En todos los casos sus productos resultaban inviables. Por poner algunos ejemplos, los carros de la compra tienen muy poco mercado porque el argelino prefiere comprar en supermercados que ofrezca una imagen de bazar, de mercado más tradicional en el que espera que no le cobren en exceso, mientras que el resto es un lujo que se paga. Por esta y otras causas hay muy hipermercados y, en cualquier caso, en un supermercado que funcione bien los pasillos serán lo suficientemente estrechos que permitan pasar a una persona, pero no con un carro de la compra.

En mi caso, por motivos fundamentalmente profesionales, me sucede lo contrario: estoy tan inmerso en la realidad de Argelia que ni planteo tratar de localizar en el mercado unas figuras de Belén para mis adornos navideños, una salsa preparada para mi plato de pasta, una bolsa para el pan de tamaño “normal” o una hucha de cerdito. Hace unos días recibí visita de España, que me ayudó a organizarme en mi nueva casa. Mi visitante tenía la firme intención de hacerme comprar cajas grandes de plástico para almacenamiento. Para mí era evidente que eso no tiene apenas mercado en Argelia, porque ofrece a los ojos de la mayoría de la población el mismo servicio que una caja de cartón, que se consigue gratis. Pero tuve que realizar la demostración sobre el terreno de que de haberlas tenían que ser muy caras.

Los argelinos tienen en general el espíritu fenicio del comercio. Los márgenes comerciales son en general muy estrechos, debido a la gran competencia existente. Además, los alquileres de los locales son muy elevados y el beneficio resultante a fin de mes francamente escaso, tras infinidad de horas de apertura y varios miembros de la familia atendiendo el negocio. Además, el valor del género inmovilizado supone generalmente un capital bastante importante. Ese espíritu comercial está mucho más desarrollado entre los de origen bereber, Es de sobra conocido que los mozabitas se dedican al negocio de bazares y ferreterías, mientras que los kabiles (o cabiles, no sé realmente cómo escribirlo) copan casi todos los puestos en la hostelería. Incluso los emigrados al extranjero siguen esta pauta de conducta, que se puede comprobar si se le pregunta a cualquier argelino que trabaje en España en el sector de la hostelería si es o no de la Cabilia.

jueves, 18 de diciembre de 2008

La henna

Supongo que casi todo el mundo sabe lo que es la henna o alheña, un colorante rojizo que se extrae de una planta y que se usa para teñirse o hacerse tatuajes no permanentes.

En Argelia el uso de la henna está muy extendido. Las mujeres se tiñen manos y pies cuando hay alguna celebración familiar, especialmente en el mundo rural. No resulta excesivamente cara, pero como son las capas más pobres de la sociedad las que más lo utilizan, se `puede afirmar que los que lucen henna han realizado en general un importante esfuerzo económico para estar a la altura de la celebración.

A mí nunca me ha gustado la henna, me da la sensación de suciedad. Y, con esos antecedentes, he ido a caer en la trampa más horrorosa.

Hace un par de semanas viajé a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, en el borde de la frontera argelina con Marruecos y Mauritania. Hubo una joven saharaui a la que caí especialmente bien. Yo no conozco las costumbres de los saharauis y hasta qué punto es normal que te muestren afecto tocándote, acercando el cuerpo como podría ocurrir en una cultura centroamericana, por ejemplo. Es algo que en Argelia no se hace, pero yo desconozco las muestras de afectividad que se dan en otros pueblos y hasta qué punto es de mala educación rechazarlas. Así que opté por dejarme querer, nunca mejor dicho.

Hay cariños que dejan huella. El mío lleva forma de henna. Total, pensé, en diez días se quita; e incluso antes, si me froto bien. Y es verdad, la henna se quita en unos pocos días de la piel, ¡pero no de las uñas!

Aunque tuve la precaución de no dejarme decorar la mano derecha, levo dos semanas luciendo unas uñas pintadas en la mano izquierda. He probado con todo tipo de jabones, lejía y quitamanchas. Me trajeron quitaesmaltes para las uñas desde España, sin ningún resultado. Lo único que ha funcionado ha sido la lima, raspando las uñas y arrancando una capara de ellas. He conseguido que casi desaparezca de la uña del dedo gordo y que pierda tonalidad en las otras cuatro.

Alguna que yo me sé se estará riendo y pensando que me lo tengo bien merecido por hacer manitas...

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Les étourderies d’un distrait

El comentario sobre Orán, publicado hoy, lo escribí hace unos días, en la madrugada del domingo al lunes. Aquella tarde de domingo me dio el enésimo bajón, uno de los que más tiempo me han durado. Estuve a punto de salirme de misa de seis, me encontraba histérico e incapaz de concentrarme en lo que estaba haciendo. A la salida me fui a mi casa y me puse a escribir. Y, entre otras cosas, redacté tres comentarios para el blog. Luego me acerqué al cibercafé para tratar de encontrar una víctima que soportara mi estado. Necesitaba simplemente hablar, contar cosas, sentirme acompañado durante unas horas. Afortunadamente la encontré y la pobre soportó mi estado durante varias horas. A ver cuándo soy capaz de agradecérselo como se merece.

No he vuelto a leer lo que escribí en ese estado, que son los comentarios publicados los tres primeros días de esta semana, porque sé que si lo hago no me atrevo a colgarlo. Pero ese ser complicado, con ataques de ansiedad y no demasiado correcto también soy yo y me tengo que aceptar para lo bueno y para lo malo. Así que me autorizo a mí mismo a actuar, a escribir y difundir. Lo que he hecho, una vez pasada la crisis, ha sido escribir adicionalmente otros comentarios, uno ayer contando la anécdota de la gotera y éste de hoy en el que aún no sé lo que voy a contar.

La gotera, por cierto, igual que llegó parecía haberse ido, pero me ha vuelto a visitar en la madrugada. Había quedado la huella en el techo de una enorme burbuja reventada, pero nada más. Como seguía lloviendo, tomé la precaución de dejar la cama separada de la pared para no volver a despertarme con una ducha fría sobre mi rostro, si se repitiera la gotera. Y he acertado, porque de madrugada se ha desprendido una parte el lucido del techo. En fin, que además de la ducha se me brinda hasta la pastilla de jabón.

Tengo ya en la cabeza la proximidad de mi viaje para pasar las Navidades en mi casa, en Bilbao. Hasta hace bien poco pensé en viajar sólo con equipaje de mano y evitar así la larga espera de recogida de equipajes de Barajas, que las dos últimas veces me han hecho perder la conexión de autobús. Pero es imposible. Tengo que llevarme ropa de abrigo, que abulta mucho. También quiero llevar algunas cosillas típicas, como los pasteles árabes, muy apropiados para las Navidades. Tengo la “cesta de Navidad” de la oficina, que es un paquete de dátiles de medio kilo. Ayer compré un paquetón enorme de especias, para cumplir con un encargo. Y todavía estoy pensando si añadir algunas cosas más para los regalos de Reyes, aunque habré regresado antes de esa fecha a Argel. Al final acabaré facturando la maleta y tendré suerte si consigo que me entre todo en ella.

Ayer por la tarde me dediqué, al salir del trabajo, a comprar los encargos recibidos. No es agradable patear el centro de Argel bajo la lluvia, porque la mitad de los adoquines escupen agua cuando los pisas, pero no me quedaba otro remedio. Y aún me faltan un par de cosas.

Me da algo de vergüenza comentar la anécdota del día. Cuando salía de mi oficina se presentó allí el Embajador de España. Es un gesto impresionante por su parte, muy de agradecer y digno de una personalidad de su talla. Y para mí supone un gran honor y un recordatorio de la responsabilidad y la importancia de mi trabajo. Por buscar una similitud, es como si al empleado de una sucursal bancaria se le presenta el Director General en persona, o al pequeño despacho de un funcionario acude el mismísimo ministro. Y lo hizo a la hora a la que los demás ya pensábamos en el fin de nuestra jornada laboral. El caso es que no le reconocí y me limité a ofrecer un mecánico buenas tardes. Creo que ni le estreché la mano. Supondrá que soy un maleducado, porque tan malos fisonomistas como yo son difíciles de encontrar.

Me parece que es un gran detalle por parte del Embajador de España el de desplazarse a nuestra oficina. En el mes que llevo reincorporado al trabajo es además la segunda vez que lo hace. La primera yo no lo conocía y pensé que se trataba de un empresario español cuando entró en mi despacho, pero ayer ya no tenía disculpa.

Francamente, en mi vida he tenido despistes mucho más graves que ése de ayer. Hace ya bastantes años solía bromear con mi madre a darle un tirón del bolso, cosa a la que ella jamás encontró la gracia. Una vez me encontré con mi madre por la calle, le quise gastar la misma broma… y en su gesto de horror descubrí demasiado tarde que aquella pobre señora, víctima aterrada de la delincuencia juvenil de la época, no era quien yo pensaba. Creo que alguien que no reconoce ni a su propia madre puede merecer el título de mal fisonomista.

El despiste de ayer me marcó para el resto de la jornada. Pensaba acercarme a conocer un negocio que acaba de abrir en el centro de Argel y que pertenece a una franquicia española, andaluza para más señas. Lo descubrí por causalidad hace unos días, cuando estaban a punto de abrir la tienda. Dudé si entrar para recabar información y una de las personas que estaba dentro se me quedó mirando. Tuve la sensación de que me conocía, pero yo no fui capaz de identificarle y opté por continuar mi camino. Ayer pasé de nuevo por delante, como había previsto, pero no hice ademán de entrar; con equivocarme de Embajador ya había tenido bastante. Acudiré otro día, porque es un tema que rompe muchos de mis esquemas.

Limpieza en Orán

La hermana pobre de Argel parece que se quiere vestir de largo.

La ciudad más española de Argelia es Orán. Fue plaza española desde su conquista bajo la regencia del Cardenal Cisneros. Lo seguía siendo cuando los britanicos ocuparon Gibraltar y posteriormente se consideró la posibilidad de realizar un intercambio de plazas, que fracasó. Es la ciudad que atrajo a buena parte de la emigración forzada balear tras la Guerra Civil española y allí acabaron sus días algunos de los españoles que inicialmente se estblecieron en la Francia metropolitana y acabaron optando por una ciudad con un sistema de vida más hispano.

Orán es también la ciudad argelina mejor conectada con España, gracias al ferry. Es donde más productos españoles puede encontrarse. Allí surgió la tarta de garbanzos, similar a la tarta de arroz pero salada, que las españolas vendían por las calles recién hechas al grito de "calentita", y que ha pasado con ese nombre "galentita", aunque tiene varias variantes, al léxico popular argelino.

En Orán y sus alrededores se llevan a cabo algunas de las obras más importantes del país, que cuentan en muchos casos con participación empresarial española. En orán siguen trabajando españoles de Restauradores sin Fronteras para tratar de recuperar una arte de la historia viva de la ciudad.

En Orán hay mucha gente que entiende el español, porque su cercanía a la costa española les ha permitido siempre ver las diferentes cadenas de nuestra televisión con una simple antena convencional.

Pero en Orán el nivel de degradación urbana y de suciedad alcanza niveles que en algunso barrios son casi propias de la India. Es curiosamente en su Zona Indutrial de Es Senia dónde más cubos de basura y diferentes productos de limpieza puede encontrarse de todo el país.

Un acontenimiento político está consiguiendo limpiar a marchas forzadas la cara de la ciudad.

La actual caída del precio del barril de petróleo tiene muy preocupados a los países productores de hidrocarburos, entre ellos Argelia. Con el berril por encima de los 100 dólares, Argelia se ha permitido reirse de la ineficiencia y destinar buena parte de los ingresos de la fiscalida petrolera a la constitución de fondos a la manera del célebre grupo kuwaití KIA. Los últimos Presupuestos Generales del Estado, los del 2009, han sido calculados a partir de un precio de referencia del petróleo de 37 dólares el barril y un volumen de exportaciones que no va a cumplirse por las restricciones autoimpuestas a la oferta de los países del cártel. Por primera vez en mucho tiempo el Estado se plantea la posibilidad de tener que hacer uso de las enormes reservas que ha ido acumulando en los años de precios disparatados.

En idéntica situación se encuentran los demás productores, que han visto cómo estos días se franqueaba en sentido descendente la barrera de los 40 dólares el barril. Por eso se ha convocado una reunión de urgencia que tendrá lugar a partir de hoy en Orán, con la presencia de representantes ejecutivos de todos los países socios de la OPEP y de otros cuatro productores más, incluido Rusia, el mayor productor.

Argelia se ha tomado la reunión de Orán con muchísimo interés. Al acto inauguración asistirá el Presidented e la República, Buteflika, que está aprovechando para inaugurar infraestructuras y obras diversas por la región oranesa. Y todo ello ha supuesto un importante lavado de cara para una ciudad muy necesitada.

La pena es que la limpieza sólo ha llegado a los lugares que son objeto de concentración de las diferentes actividades, como el recorrido entre los hoteles Royal y Sheraton, pero ya es un paso.

martes, 16 de diciembre de 2008

La gotera

Tengo una gotera en el techo de mi dormitorio. Debo estar muy mal de la cabeza, porque me hace ilusión, es como sentirme protagonista de una de esas películas en las que tienen cubos colcados por todas partes para recoger el agua que va manando por el techo.

La he descubierto de madrugada, cuando ha empezado a caerme agua encima de la cara. La solución ha sido mover la cama de sitio... y seguir durmiendo.

Si me llega a pillar un día antes, que estaba fatal de ánimo, no sé cómo me lo habría tomado. Pero acababa de superar algo más de 24 horas fatales y estaba eufórico. Me ha faltado sólo encontrar un orinal de esos de porcelana para colocarlo allí mismo, recogiendo el goteo de agua, para sentirme Oliver Twist en su orfanato.

De todas formas, lo que está ocurriendo en Argel estas úlimas semanas creo que no es normal. Pienso que es lo mismo que cuando en España caen unos copos de nieve, que no estamos preparados para ello y todo se bloquea, mientras que en el norte de Europa la vida transcurre con normalidad a varios grados bajo cero y saliendo de casa con una pala para retirar la nieve. Aquí llueve habitualmente, pero el mal tiempo es un suceso extraordinario. La semana pasado hubo ya once muertos por las lluvias, según la prensa. El ascensor de mi casa lleva tres semanas parado porque se ha inundado la fosa y la sala del motor. Y como todo el mundo recurre al vehículo para sus traslados, hoy he tardado hora y cuarto en llegar a la oficina.

Pero no todo es malo con este tiempo. En los montes de Djurjura, al fondo en el horizonte, se ve que ha nevado bastante y eso garantiza que hay agua en la meseta argelina, la llamada alta planicie; posiblemente tendremos una buena cosecha de trigo el año próximo. En el plano personal he estrenado esta mañana mi gorro y mis guantes para la nieve, muy de agradecer con este frío.

Nuestro primer aniversario

El 16 de diciembre de 2007, hoy hace un año, me encontraba en mi casa de Bilbao, tratando de recuperarme psicológicamente tras el atentado de Al Qaeda. Llevaba tiempo dándole vueltas en la cabeza a la posibilidad de escribir un blog que sirviera de contacto con los amigos. Y ahora se añadía un objetivo adicional, evitar que la única información que se recibe de Argelia sea la de atentados de terroristas islámicos. Dentro de mis posibilidades, tenía que mostrar al mundo una realidad muy desconocida; que cuando a alguien le propusieran irse a trabajar a Argelia y empezara a indagar sobre el país encontrara algo más que integrismo, que viera que es un lugar como tantos otros que ofrece una experiencia difícil de encontrar en el resto del mundo, contaminado por las prácticas turísticas. Así surgió la idea de escribir un blog titulado “Vivir en Argel”, que el verano pasado tuve que reconvertir en “Vivir en Argelia”.

Soy una persona muy desordenada, nada metódico. Y mantener un blog requiere escribir cada día unas líneas y hacerlo de forma sistemática. Con altibajos, he superado la prueba. Menos costoso me resultaba asumir que para dar una imagen de sinceridad debía desnudar mis sensaciones, mis sentimientos, mi entorno. Y así lo hice desde el principio. Me ha generado algunos problemas con personas que no han entendido mi proceder cuando les tocaba de refilón. Por eso, desde hace unos meses omito muchos datos de la vida diaria para no nombrar a nadie que se pueda sentir molesto por mi exceso de verborrea.

Nunca pensé que llegaría a tantos desconocidos que me escriben cada día. He acabado teniendo un consultorio de temas sentimentales y laborales, de dudas empresariales, de proyectos de inversión y hasta de planes turísticos. Cada persona que me ha escrito es un mundo. Igual podía tratarse del trabajador desesperado al que ofrecen un empleo, la mujer cuyo novio hace tiempo que no da señales de vida o el empresario al que un argelino ha propuesto asociarse, por dar tres ejemplos reales pero no los más representativos. Creo que a todos les he dedicado el tiempo suficiente para dar una respuesta calurosa y personal. Me preocupaba que se sintieran arropados si en algún momento iban a poner un pie en Argelia, o ya estaban instalándose. Creo que para un nuevo expatriado los que ya estamos aquí constituimos un poco su familia y a todos he tratado con esa familiaridad que yo también desearía recibir tantas veces.

Me gusta conocer a la gente que me lee. Mi intención era escribir sólo para los amigos y aún pretendo convertir en amigos a quienes sólo me conocen por este medio. Gracias a todos los que de alguna forma se han presentado como lectores y me han enviado en algún momento unas líneas al respecto. Llevo escritos, con este, 387 comentarios en el blog. Más de uno por día. Y espero que la actualidad me permita seguir publicando al mismo ritmo, una vez superado el primer aniversario juntos.

El blog me ha ayudado a expresarme libremente como soy, a veces a desenmascarar falsos amigos y siempre a encontrarme con gente maravillosa que hace que merezca la pena esta aventura. Posiblemente son más de mil los mensajes que me han escrito por haber leído el blog, contándome, como decía, historias personales, pidiendo consejo, dando simplemente las gracias por escribir cada día, o apoyándome en los momentos de decaimiento. He estado unos meses de baja médica y al regreso he asumido que no va a ser mi trabajo lo que me haga sentirme realizado en Argelia. Sólo gracias al blog como me encuentro con personas que han venido en Misión Comercial Directa oficial sin yo saberlo y me piden vernos para cenar y poder comentarles cómo funciona su sector. O me hablan de una próxima reunión de empresarios con un Ministro argelino y me consultan sobre el interés del evento para decidir si asisten o no. Ahora me tomo estas situaciones con más filosofía, porque se han convertido sencillamente en una actividad extralaboral, lo que me permite hablar de ello con libertad.

Este blog es, sinceramente, de lo mejor que me ha pasado en mi vida, quizás por su valor de suceso inesperado. Y es suficiente para que merezca la pena VIVIR EN ARGELIA.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Poner teléfono en casa

Cualquier gestión administrativa, por nimia que parezca, se convierte en una odisea en Argelia. Cualquier argelino podría contar mil y una anécdotas de esas que cuando se sufren dan la impresión de estar viviendo una ficción.

Yo intenté una muy sencilla: instalar en mi casa acceso a Internet. Para ello lo primero era contar con una línea telefónica. En la vivienda existía ya una, que el propietario de mi casa me explico que había cortado.

El teléfono fijo es de nuevo en Argelia un monopolio del Estado desde que hace unos días arrojó la toalla el titular de la segunda licencia, Lacom, instalado en el momento de mayor brillantez de las compañías tecnológicas. Así que acudí a las oficinas en La Grande Poste de la mejor compañía de telefonía de Argelia y me exigieron aportar copia del contrato de alquiler de la vivienda. Conseguirlo me supuso un desembolso de 70 euros, porque el contrato sólo se puede hacer ante notario (es una forma de hablar). Pero tampoco fueron suficientes, porque se me aclaró que tenía que proporcionar fotocopias legalizadas. Sí pude al menos convencerles, aún no sé cómo, de que soy residente en el país, porque de lo contrario me vería obligado a pagar mediante una cuenta en dinares CEDAC, que son aquéllos procedentes de la conversión de divisas al tipo oficial.

Al final convencí a mi propietario para que reactivara a su nombre la antigua línea telefónica, haciéndome yo cargo de las facturas pendientes de pago. Cuando lo hizo tuve que convencerle de que el aparato telefónico pertenecía a la casa, porque en Argelia lo dan con la línea de teléfono. Y cuando me trae el teléfono, comprobamos la línea, y resulta que la conexión está mal hecha y mi número de teléfono no llega hasta mi casa. A cambio, tengo la línea de alguien a quien se la han cortado por falta de pago.

Ahora estoy a la espera de que Algérie Telecom subsane el error para poder solicitar el alta en el servicio de acceso a Internet. De momento parece que vinieron ayer a mi casa y como yo no estaba y mi propietario, que se había ofrecido a estar presente, no había llegado, lo dejaron para otra ocasión. Ya veremos cuántas nuevas barreras me toca franquear.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Nueva Virgen

Una de las atracciones turísticas de Argel, que cualquier argelino le recomienda incluir en su programa al visitante, es la basílica católica de Notre Dame d’Afrique, que solemos traducir por Nuestra Señora de África. Personalmente pienso que la traducción más correcta sería Santuario de la Virgen de África, porque el uso de “Notre Dame” en francés equivale a “Santa Maria” en italiano, a “Mare de Deu” en catalán o a “Andra Mari” en euskera. Pero, nunca mejor dicho, doctores tiene la Iglesia, porque además para gran cantidad de argelinos, ajenos lógicamente a la cultura religiosa cristiana, seguirá siendo “Madame d’Afrique”.

No es Notre Dame d’Afrique la catedral de Argel, como algunas personas creen. La Catedral, llamada del Sagrado Corazón, es el edificio, para mi gusto horroroso, en forma de central nuclear que se sitúa tras la gasolinera de la parte alta de la calle Didouche Mourad. Sin embargo, que la próxima ordenación del nuevo obispo de Constantina tenga lugar en Nuestra Señora de África es una prueba más del extraordinario valor simbólico de la basílica construida en lo alto de lo que se llamó Saint Eugène y hoy Bologhine, en honor del refundador el año 960 de la antigua ciudad romana de Icosium, en una zona de islotes (de ahí el nombre árabe de Al Jasair para la ciudad de Argel) desaparecidos por la construcción de un dique que los une en lo que hoy se llama el Almirantazgo, con el trabajo de 30.000 esclavos. Pero creo que eso es ya otra historia para contar algún día.

Tampoco voy a narrar la historia de la construcción inicial de la basílica hace poco más de cien años, en los mismos tiempos de las apariciones marianas de Lourdes. Los Padres Blancos tienen muy bien organizada la visita, con una hoja explicativa, y no soy nadie para destripar su labor. Quería referirme a las obras de reparación que se llevan a cabo, dentro de la austeridad que exige la escasez de recursos económicos. Y como en Argelia nunca se puede dar por seguro lo que en otros lugares resulta obvio, acaban surgiendo impedimentos donde menos se espera. El último que me han contado tiene que ver con las vidrieras, que han tenido que ser enviadas a Francia para su reparación tras el accidente sufrido por el artista que las restauraba. Y, mientras tanto, todas las ventanas lucen unos tablones que en otro país chirriarían a la vista, pero que en Argel sólo se depara en ellos si se le advierte del hecho al visitante que lleva un cierto tiempo en el país y ha desarrollado una mirada selectiva de la realidad.

Es posible que el hecho más vistoso de todas las obras de reparación sea la sustitución de la imagen de la Virgen sobre la bóveda de la nave principal de la iglesia, construida en cerámica y deteriorada por tantos años a la intemperie, por una nueva de piedra construida en Francia. La recepción y bendición de la nueva imagen tuvo lugar el pasado día 3 de diciembre, mientras que la instalación, como un regalo navideño, finalizó el 6, festividad de San Nicolás y día en el que en algunos países se celebra el equivalente a los Reyes Magos.

Las paredes de la basílica seguirán luciendo los frescos pintados hace ya unos cuantos años por mi buen amigo Salvador, que ahora se dedica a la enseñanza en su México natal. Sí que se han retirado mucho de los exvotos, que rebasaban las posibilidades de mostrar tantas expresiones de gratitud. Y permanecerá escrito ese texto que ha rebasado las fronteras de Argelia: Notre Dame d’Afrique, priez pour nous et pour les musulmans (Virgen de África, ruega por nosotros y por los musulmanes).

sábado, 13 de diciembre de 2008

La cultura de la matanza

Tras la reciente Aid el Kebir, la fiesta del cordero de los musulmanes, estaba tentado de escribir sobre mis sentimientos al respecto. Pero he decidido no hacerlo.

No me gusta la muerte como espectáculo, como divertimento o como afirmación del acervo social o religioso. Pero he valorado que si entro en detalles se podría entender que estoy criticando a musulmanes, judíos, hinduistas y animistas varios. O que me olvido de la matanza del cerdo y de la tauromaquia. Tampoco quiero pasar por enemigo de los amantes de la caza o de la pesca submarina.

Me limitaré a manifestar que no he comido cordero.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Una de espías

Las fiestas están muy mal distribuidas a lo largo del año en Argelia. Ya sé cada año que la fiesta del cordero pone casi fin al calendario religioso y que veinte días después se celebrará el año nuevo, que en este caso hará el 1430. Y, si no llevo mal la cuenta, el día décimo de ese primer mes vuelve a ser festivo.

Anteayer regresábamos al trabajo tras ese mix de Puente de la Constitución español con Aid el Kebir argelino. En mi caso concreto no fue posible el reencuentro con la actividad laboral por un problemilla de salud, dejando mi semana laboral efectiva en un único, simple y ridículo día.

Pese a estar enfermo, puedo enmarcar el 10 de diciembre como la fecha en la que recuperé el móvil robado. No puedo dar muchas pistas sobre el desarrollo de la trama, casi de película de espías, porque me he comprometido a no desvelar los pormenores. Ha funcionado la idea que me dio un amigo de ofrecer un rescate por su devolución y he tenido la fortuna de saber hacer llegar la noticia a las personas adecuadas. Resulta curioso que el robo se produjera en un locutorio de acceso a Internet y la devolución en otro situado a escasos trescientos metros del primero, cuando el móvil ha viajado bastantes kilómetros. Ahora lo que tengo que hacer es una copia de seguridad de la agenda, para no quedarme sin el listado completo de contactos si me ocurriera de nuevo un percance del mismo tipo.

Aproveché estos días de descanso para testar los accesos al blog. En verano eliminé los controles que había establecido para conocer quiénes se conectaban y desde dónde. Ahora he aprovechado las jornadas de menor consumo de Internet, en las que además voluntariamente he guardado silencio durante un par de días, para insertar una aplicación que cualquier puede consultar, en la que se indica cuántos ordenadores diferentes y desde qué países se conectan en un intervalo de 24 horas. Y he visto que a la mayoría, afortunadamente, los conozco, porque me han escrito correos privados. Conocer a quien se encuentra al otro lado me ofrece tranquilidad para seguir escribiendo fundamentalmente tal y como mis amigos quieren que les cuente Argelia. El “vete a saber quién lee luego esto” suele cohibirme al redactar. De todas formas, ya hace tiempo que no lo cuento todo en el blog.

He rechazado también la inserción de un anónimo, precisamente porque su anonimato no me parecía correcto. No resultaba grosero ni ofensivo, pero incluía unas afirmaciones de carácter político y otras de contenido socio-religioso que creo que exigen la valentía de aparecer firmadas con el nombre de su autor. Yo no tengo por qué hacerme responsable, como moderador de mi propio blog, de afirmaciones que no comparto.

También el puente ha resultado ser un buen momento para conocer mejor mi barrio. Nada que ver con mis maravillosos vecinos de Ben Aknún, desgraciadamente. Dentro del inmueble el trato es agradable. Existe incluso una asociación constituida para la salvaguarda de mi inmueble, que se mantiene bien cuidado pese a convivir en él cincuenta familias. Todavía no conozco los motivos por los que el ascensor lleva más de dos semanas estropeado, pero una vez completada mi mudanza casi me da igual…

jueves, 11 de diciembre de 2008

Vive la Navidad

Resulta difícil sentirse la proximidad de la Navidad en Argel para los que la relacionamos con el frío. Mucho de ello podrían contar los amigos que me leen desde el hemisferio sur, fundamentalmente en Sudamérica, que estarán hartos de ver en el cine un tipo de Navidad totalmente ajeno a su costumbre. En Argelia además, no aparece el efecto consumista, las luces en las calles y los abetos y pinos adornados.

Me encanta vivir la Navidad. Me gusta instalar un Belén, colocar el árbol, adornarlo todo con guirnaldas, visitar puestos de artículos navideños, pasear por las tardes bajo la iluminación especial del Casco Viejo de mi Bilbao natal. Todos los años sigo visitando el Belén del Banco de Vizcaya, hoy BBVA y tomo de la cesta un par de caramelos, porque por edad ya no puedo esperar a que me los den como cuando era pequeño. Disfruto escuchando y cantando villancicos y durante muchos años he podido actuar con el Orfeón San Antón en diferentes lugares ofreciendo conciertos navideños.

Todo cambia estando en Argel. Es cierto que nunca en toda mi vida he pasado la Navidad alejado de mi familia, pero cuando uno llega a casa como el anuncio del turrón El Almendro, apenas para la cena de Nochebuena, el choque frontal con un clima navideño que lleva semanas instalado en el ambiente deja la sensación de estar perdiéndose algo muy bonito.

Por eso, en mi casa de Argel me monto yo mismo mi Adviento, me preparo para la llegada de la Navidad. Ya tengo todos los adornos colocados. Me han ayudado, o más bien me lo han colocado, porque yo no he hecho casi nada, pero ya se respira ambiente navideño en mi casa de Telemly. Sólo de puertas para adentro, eso es cierto, porque los alrededores no tienen nada que ver con las postales de abetos o de montañas nevadas. Yo veo el mar Mediterráneo desde una atalaya de unos sesenta metros de altura y a una distancia de unos cuatrocientos metros, además de los tejados de otros edificios del centro de Argel, Diciembre es un mes que requiere casi todos los días del uso de la calefacción en Argel, pero raramente baja la temperatura de los diez grados centígrados. En cambio, cuando llueve, la ausencia en los alrededores de edificaciones de la altura de mi apartamento hace que me sienta más en alta mar, con las gotas de lluvia golpeando en todas las direcciones, que en una ciudad. Y no sé cómo encuadrar todo eso en la imagen que desde niño me he ido creando de lo que es la Navidad.

También me siguen faltando los villancicos, pero resulta difícil encontrarlos en el mercado local; y sin Internet en casa no me los puedo descargar.

Aquel 11 de Diciembre

No se me ha olvidado la fecha. Es imposible. Hoy hace justamente un año de aquel martes día 11 de diciembre de 2007, cuando la explosión de un camión bomba desgarró mis esperanzas profesionales y casi acaba con mi vida y la de mis compañeros de trabajo.

No voy a hacer mención expresa a quienes trabajan conmigo, Cuando unos días después describí la experiencia sí que lo hice, pero este blog no había adquirido la trascendencia que ahora tiene. Por eso sólo quiero recordar detalles y agradecer gestos. Recuerdo así que tras abandonar la oficina sólo vi aquella tarde a cuatro compañeros de trabajo y que ninguno de los cuatro sigue en Argelia. Recuerdo que quien me decepcionó en ese momento volvió a hacerlo meses después. Recuerdo la angustia con la que descendí en medio de una polvoreda que no dejaba ver nada, al sótano de mi oficina, esperando recoger un cadáver y sin importarme si estaba poniendo o no en peligro mi vida. Y sobre todo recuerdo el grito desgarrado de pánico, de horror, de los niños del colegio de al lado, que no se apagará en mis oídos mientras viva.

Agradezco muy profundamente, aunque no se lo crean, a quienes supieron recogerme en su casa las 48 horas siguientes, en las que me sentía incapaz de estar solo. Y a la compañera que supo consolarme cuando me derrumbé media hora después del atentado.

Desgraciadamente, el atentado no sólo forma parte de mi pasado sino también de mi presente. He estado de baja médica hasta fecha muy reciente y aún tengo que pasar consulta con el psiquiatra en febrero. Como no quiero que forme también parte de mi futuro, espero acudir hoy al trabajo normalmente. Ayer, día 10, no pudo hacerlo, pero haré todos los esfuerzos necesarios para que este 11 de diciembre de 2008 sea el día normal de trabajo que no fue posible un año antes.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Difama, que algo queda

El que da título al comentario es un refrán que me enseñaron en mi casa desde que era bien pequeño. Hay otro similar, más largo y en forma de pareado, que dice “cría buena fama y échate a dormir, que como la cojas mala ya te puedes morir”. Y en eso pensaba al ponerme a escribir el comentario de hoy.

No me voy a referir a quienes se han llegado a creer en mi entorno que he actuado de chivato, porque quien conociéndome se haya creído tamaña falsedad no merece ser considerado un amigo. El comentario de hoy guarda relación con lo que me sucedió en los últimos días de estancia en mi anterior vivienda, en el barrio de Ben Aknún.

Según me han explicado, el guardián del parking de mi residencia propagó el rumor de que yo trabajo en la Embajada de España y tengo acceso a conceder visados denominados Schengen, de entrada al espacio común europeo. Más aún, el rumor continuaba asegurando que tenía establecido el cobro ilegal de 5.000 euros por cada visado que concedía de manera ilegal. Y finalizaba explicando que hice una excepción con una argelina que ahora residía ya en España, que me pagó con favores sexuales.

Yo supe de ello cuando me vino una persona preguntando por una rebaja en su visado. Lógicamente, yo no entendía nada. Y no podía dar crédito a lo que estaba oyendo. Cuando acudí al guardián me negó todo. Sin embargo, otros conocidos suyos me vinieron posteriormente con el mismo cuento e incluso me temo que ni se creyeron que no trabajo en el Consulado de España.

Para quien esté muy alejado de este mundo de visados y embajadas, debo explicar que la oficina en la que yo trabajo nada tiene que ver con Asuntos Exteriores, sino con Industria. Es como si cuando esos niveles de corrupción ocurrían en España se acudiese a un amigo que trabaja en el Ministerio de Educación para que le quiten una multa de tráfico del Ministerio de Interior. Ni siquiera estoy en la misma zona de la ciudad, ni conozco al personal del Consulado, salvo excepciones, ni el mecanismo de trabajo que tienen. Y ningún español en su sano juicio se presta a falsificar un dossier para emitir un visado.

A raíz de mi experiencia tengo más razones para no creerme las historias de compra de visados. Hay espabilados que hacen creer a algunos incautos que les van a conseguir ilegalmente un visado y lo único que hacen es lo que en España sería la función de una gestoría. El pobre estafado paga así una suma exagerada a un intermediario por algo que se ha conseguido de forma legal.

El último caso que me han contado ha sido en los campamentos de refugiados de Tinduf, donde muchos de los saharauis que allí viven desean establecerse en España, además de muchos niños que han superado ya los trece años y desean seguir viendo cada verano a las familias españolas que les han albergado en años anteriores. Uno me contó cómo había entregado una gran suma de dinero a alguien que le aseguró que consigue introducir a algunas personas en los listados de visados a conceder por diferentes causas. Y que tras haber pagado se encontró con que le habían estafado y que su visado no había sido gestionado.

En toda mi larga estancia en Argel, entre 1998 y 2001 más el último año y media, sólo he solicitado dos veces que se le conceda un visado de entrada en España a un ciudadano argelino. Y en ambos casos fue por razones de trabajo. Gracias al blog, o por su culpa, he recibido varias peticiones de españoles que solicitaban mi intermediación para conseguir que un amigo, un novio, un pariente argelino obtuviera un visado. Siempre respondo lo mismo, que puedo hacer menos que ellos, porque ni siquiera puedo invitarles, al no ser residente en España sino en Argelia. Y que sólo conozco el procedimiento de oídas.

Supongo que, aunque he cambiado de vivienda en Argelia y las personas a las que hicieron llegar la falsedad sobre mi actividad no saben dónde vivo ahora, de vez en cuando me encontraré con alguien solicitando un descuento para su visado. Es el precio de la calumnia ajena. Y sé que alguien siempre se quedará con la duda sobre si es o no cierto. Claro que cuando me pregunto cómo podría demostrar la falsedad de la difamación de tener realmente algún acceso a la concesión de visados, también caigo en la cuenta de la otra difamación que comentaba al principio, que más de uno se ha creído.

martes, 9 de diciembre de 2008

Adiós cordera

Escribo para todo el mundo, como siempre, pero muy especialmente para ti, que me has pedido que te dedicara un post sin decir tu nombre.

El título está tomado de una obra de Leopoldo Alas, que formaba como Clarín. Es un cuento que yo recomendaría leer a todos los estudiantes de lengua española. Clarín describe la vida de unas gentes muy humildes en un prado del norte de España en el siglo XIX. El título de la obra es el grito de despedida de dos niños gemelos de su vaca, Cordera, su único sustento económico, camino del matadero en un tren que la conduce al interior de Castilla. El adiós es también el de uno de esos niños, ya adulto, camino de una guerra.

Mi mensaje no es tan trágico como el de esa familia que ve pasar el progreso, el telégrafo, el tren, como una maldición que sólo agrava sus penurias y que arranca a cada miembro de la familia de su tierra. Lo mío es simplemente un "hasta dentro de unos días". Porque mientras mis vecinos sacrificaban ayer sus corderos su sacrificaba en la despedida un trocito de felicidad.

Los días de descanso en la actividad habitual, lo sabes, me sientan fatal. Mi dependencia de compañía, saber que tengo ahí al lado a alguien, no ha desaparecido. Pero, en días pasados, mientras todo el mundo acudía al mercado a seleccionar su cordero del Aid, yo tenía a mi cordera, que aseguraba mi sustento moral.

En otros mensajes te he ido dejando guiños, para que sepas que estás siempre presente. Pero ahora necesitarás algo más. No serán posiblemente suficientes las llamadas, los correos, que sustituyen en nuestros tiempos al telégrafo de Clarín, porque hay una distancia física que nos duele. Si te ayuda, imprime simplemente este post y guárdalo contigo.

El tren que se llevó a Cordera a tierras de Castilla y luego a Pinín a la guerra carlista podría muy bien ser ese avión que me lleva a cumplir con la obligación de vivir en Argelia. Pero sólo serán diez días, si tú quieres.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Aid el Adha

Hoy se celebra en Argelia la llamada Aid el Adha, la fiesta del sacrificio, que comúnmente se llama Aid el Kebir, la fiesta mayor, y que solemos traducir por la fiesta del cordero. En realidad lo que se sacrifican no son corderos, sino ovejas y carneros de un tamaño más que respetable.

Casi todas las familias adquieren un cordero vivo y lo sacrifican en la mañana de este día. Este año cada animal costaba entre 20.000 y 30.000 dinares (de 200 a 300 euros), dependiendo del tamaño.

En diciembre del año pasado, nada más comenzar este blog, escribí sobre esta celebración. No me voy a repetir. Creo que entonces la festividad se celebró los días 19 y 20, porque funciona de acuerdo con el calendario musulmán y se adelanta unos once días cada año, de modo que me pilló en España, en vacaciones adelantadas tras el atentado de Al Qaeda, y me evité el espectáculo.

Este año cuento con una atalaya un tanto especial para observar un espectáculo que personalmente encuentro muy desagradable. Como mi piso es más elevado que el resto de los edificios del barrio, puedo observar ahora mismo como en más de una veintena de azoteas y terrazas de los alrededores están procediendo al sacrificio. No es muy diferente de una de las ya creo que desaparecidas matanzas de cerdo, con la diferencia de que el cordero no opone resistencia hasta que siente que le clavan el cuchillo. Y aún entonces, lo más sobrecogedor es comprobar que el animal fallece asfixiado, puesto que por la tráquea abierta expele aire caliente a la vez que por la arteria seccionada derrama la sangre. Una vez fallecido el animal, limpian la sangre del lugar y proceden a pelarlo. Posteriormente lo abren y extraen las vísceras, que generalmente es la parte que primero se consume.

Los días previos al Aid es muy habitual ve a gente paseando a sus corderos, bien para llevarlos a pastar a algún jardín, los menos, o para guardarlos en casa hasta la mañana de hoy. En mi propia escalera comprobé anoche cómo lo que parecía una bolsa desparramada de conguitos era el excremento dejado por el cordero de un vecino. Otra comprobación empírica ha sido que el título de la película “El silencio de los corderos” no era más que eso, un título, porque algunos de los de mi barrio han ayudado a que apenas pegara ojo las dos últimas noches. Para rematarlo, a primera hora de la mañana de este lunes las mezquitas han puesto en marcha sus altavoces con plegarias que supongo relativas a la fiesta. Y no han parado hasta cerca de las diez.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Eso son amigos

Hace unos días, en la noche del viernes al sábado, me robaron el móvil español. Aunque resulte difícil de entender, resultó un golpe psicológico muy fuerte. Por una parte, significaba la pérdida de una buena cantidad de números de teléfono y de mensajes irrecuperables. Tendré que escuchar un montón de veces consejos sobre cómo evitar perder los números o poner más atención frente a los robos, por más que la mayoría sepa que me molesta escuchar ese tipo de comentarios. Por otra, era una decepción más, una nueva demostración de que no se puede creer a ciegas en el ser humano. Me ha pasado ya tantas veces que creo que sería incapaz de hacer un cálculo aproximado. A quienes me digan que debería actuar con más picardía, ser menos confiado, creo que me bastaría en muchas casos por recordarles cómo muchas de nuestras amistades se iniciaron precisamente porque confié allí donde otros jamás lo harían.

Durante la semana yo estaba triste porque acababa de descubrir que un favor que le había hecho recientemente a un amigo sirvió, sin yo saberlo, para cumplir no ya un fin ilícito, sino un objetivo horroroso. Todavía no puedo quitarme de la mente que pude haber actuado de otra forma. Y supongo que eso hizo que el robo me afectara mucho más.

Sé que para la mayoría mi reacción es exagerada e inexplicable. Afortunadamente, no para todos. De entre toda la gente con la que me escribo de alguna forma de un modo habitual, hay cinco que me han contado que padecen, como yo, de episodios o crisis de ansiedad. Y coinciden casi con el grupo de amigos que han sabido entenderme y reaccionar. Me llegó rapidísimamente una primera ayuda en forma de dos llamadas con contenido y con soluciones de un Amigo, así, con mayúsculas, desde tierras vascas. Y otra amiga me fue regalando mensajes de texto que en el fondo lo que vienen a decir es “sabes que me tienes aquí”. Desde tierras extremeñas me llegó otro mensaje muy cariñoso. E incluso una llamada y posterior mensaje desde Francia. U otra llamada generada en Argel pero encargada directamente desde Madrid.

Lo que el jueves era una simple posibilidad, bajar a los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf, se convirtió el sábado en un emergencia sanitaria. Y así, con la ayuda de Lourdes y de un montón de saharauis que se portaron de forma excepcional conmigo, pude hacer realidad mi viaje. Y al ver sobre el lugar las condiciones en las que viven esas gentes tuve que cambiar el chip. Me tenía que mostrar alegre y feliz, porque era lo único que les podía aportar en ese momento. Pero de esto trataré otro día.

jueves, 4 de diciembre de 2008

También de 12 a 18

Voy a tratar de cumplir lo prometido. Como el título de ayer daba lugar a pensar que me refería al tamaño del miembro viril en Argelia, según lo escribía pensé que es algo que más de una vez me han preguntado y de lo que nunca he escrito aquí.

La verdad es que no sólo me lo han preguntado las mujeres, también algunos hombres. Yo creo que según van descubriendo que respondo a todo o casi todo se atreven a introducirse en terrenos más pantanosos y con preguntas mucho más indiscretas de la que estoy tratando ahora. Una española me decía el otro día que me habré fijado en el tamaño del pene de los argelinos cuando voy a un gimnasio o a una sauna. Craso error. Primero, yo no me fijo y creo que la mayoría de los hombres tampoco, de la misma forma que no nos fijamos por la calle en cómo van vestidos otros hombres. Y segundo, los hombres nunca se desnudan delante de otros hombres en Argelia, a diferencia de las mujeres, que se suelen desnudar en el hamman. Por eso, sí que he visto muchos hombres en calzoncillos, pero nunca se me ha ocurrido imaginar el tamaño de lo que la prenda esconde.

Pero puedo responder a la pregunta. Tengo la desviación profesional de preguntarlo todo y de curiosear mucho más allá de lo que se atreven a hacerlo la mayoría de las gentes. Y lo cierto es que cuando pregunto a las mujeres argelinas sobre algún asunto relacionado con la sexualidad me responden con bastante sinceridad y madurez, mientras que esa misma pregunta se la planteo a un varón la respuesta es la típica de un adolescente presuntuoso, acompañada generalmente de una risa floja. De todas formas, las mujeres están acostumbradas a acudir a su ginecólogo como fuente de información e incluso de formación, mientras los hombres se limitan a conversar entre ellos mientras sujetan las paredes.

Por eso, sé que si preguntaba a los hombres me iba a salir la misma respuesta que el chiste del argentino que rellenaba una ficha policial y en la casilla de sexo respondió “enorme, ché”. Y mis informadoras han sido casi siempre mujeres.

Tengo que aclarar aquí que el objeto de mi curiosidad eran los preservativos y es exclusivamente en ese campo en el que me he informado. El sector de la parafarmacia es importante en mi trabajo y uno de los que más requieren conocer usos y costumbres locales.

Según mis expertas, los argelinos están mejor dotados que los españoles. Al parecer los que hacen elevar el tamaño medio del pene son las gentes del sur del país, lo que comento sin ánimo de promover el turismo sexual femenino al desierto para compartir una experiencia con los tuaregs y los targuis.

Mi conocimiento va lógicamente mucho más allá de estos detalles más o menos jocosos, pero yo me lo tomo con bastante profesionalidad. Para un exportador español de preservativos es un dato importante, como lo es saber que debido a que en muchas relaciones sexuales se evita la penetración vaginal pero se recurre al sexo oral, el consumo de preservativos de sabores es muy superior al de España, según me cuentan, porque son temas de los que personalmente no entiendo nada fuera del trabajo. Puedo contar como anécdota que a una farmacéutica con la que estaba hablando del tema le pregunté cuál era el sabor más demandado, si se prefiere fresa ácida, menta, eucaliptos, se me quedó mirando y me dijo asustada que no eran chicles y que a nadie se le ocurre comprar un sabor que lleve por error a mascarlos durante su empleo, que los sabores se buscan relacionados con la fruta y no con la goma de mascar.

Como puede desprenderse de mi relato, cuando me siento a gusto en Argelia me dedico a seguir aprendiendo después del trabajo y a veces me lo paso francamente bien. Y, contra lo que se piensa fuera, con la gente se puede hablar de todo cuando se hace con educación y respeto, de la misma forma que supongo que este post de hoy no resulta molesto para nadie, quitando la celosa esposa de algún que otro tuareg.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Repugnante

Hoy no pensaba volver a escribir. Tengo ya preparado el texto X de mañana y lo que necesito es descansar, después de unos dáis agotadores en Tinduf, experiencia que describiré en próximas jornadas. Mientras tanto, se acerca la llamada "Fiesta del Cordero", Aid el Adha, y unos días libres que nos van a servir a muchos para gozar de la compañía de quienes se animan a venir a vernos.

Pero también se acerca la fecha del primer aniversario del atentado de Al Qaeda. Faltan ocho días, no lo puedo olvidar.

Por si acaso, otros criminales se dedican en mi pueblo, en mi tierra vasca, a recordarme lo fácil que es asesinar y acabar con un ser humano cuando se es una alimaña indeseable y sin escrúpulos. Por eso unas líneas con mi más absoluto desprecio para quienes han asesinado en Azpeitia a Ignacio Uría, uno de los dueños de la constructora Altuna.

No pretendo que el mensaje llegue a los asesinos, porque la sola posibilidad de que lo que escribo pudiera servir para entretener a uno de esos monstruos me resulta suficientemente desagradable. Escribo simplemente para mi, como una forma expresar mis sentimientos ante la rememoración de cualquier atentado.

El tamaño no importa

Me contaba hace poco un periodista que en el mundo occidental se está imponiendo una forma de hacer periodismo escrito que copia el formato televisivo de despertar el morbo del público. Y que el mejor recurso es siempre recurrir al erotismo, real o fingido. Este último consiste en jugar con el equívoco y el doble sentido. En la prensa por Internet se ha comprobado que en esos casos el artículo es leído con más interés e incluso impreso más veces para su lectura sosegada.

En Argelia existe un modelo muy antiguo de jugar al titular ingenioso e inteligente, al estilo de los tabloides británicos. El periódico del régimen, El Moudjahid, vivero de casi todos los periodistas en activo, es maestro en este arte.

Mi título de hoy procede de mi reflexión antes de ponerme a escribir. No puedo contar novedades, porque tengo que escribir el texto un par de días antes de su publicación, pero basta con unas pocas líneas para que ningún amigo piense que he vuelto a las andadas y me comienzo a flaquear. Nada de eso. Y para demostrarlo basta con un texto cortito, no hace falta aburrir.

Claro que ahora he dejado a alguna persona con la miel en los labios, dicho sin segundo ni tercer sentido. Bueno, a ver si mañana escribo de penes y cumplo con las expectativas despertadas entre las lectoras.

martes, 2 de diciembre de 2008

Estereotipos

- ¿Dónde? ¿En Nigeria?
- No, Argelia. Estoy trabajando en Argel, la capital.
- Vaya, ¿Y qué tal es aquello? Muy peligro, ¿no? Y todo desierto.
- Bueno, lo peor es que hace mucho calor, apenas llueve; ya sabes como es el desierto.
- Sí, claro, ya me habían dicho por uno que estuvo allí. ¿Y la gente? ¿Os mezcláis?
- Uf, para nada, ¡quita, quita! Mira, las mujeres no lo sé, porque van completamente tapadas, pero los hombres blanden cuchillos a lomos de sus camellos para cortar el cuello a los extranjeros.
- Sí, sí, vete con cuidado.

Esta conversación, inventada y llevada al esperpento, podría ocurrirme un millón de veces. Estoy seguro de que mis interlocutores me creerían más que con la que en realidad suele acontecer:
- Estoy trabajando en Argel.
- Vaya, ¿Y qué tal es aquello? Muy peligro, ¿no? Y todo desierto.
- No, Argel es la costa mediterránea, parecida a Alicante, aunque llueve un poco más.
- ¿Lluvia? ¿En el desierto?
- No, el desierto está más cerca de Almería que de Argel. Lo que pasa es que Argelia como país es muy extenso y la zona del gas y el petróleo sí que es desértica.
- Sí, claro, ya me habían dicho por uno que estuvo allí. ¿Y la gente? ¿Os mezcláis?
- ¿Mezclarnos? Vivo allí, mis vecinos y mis amigos son argelinos.
- Qué miedo, a ver si alguno se baja del camello y te raja.
- Tú si que estás buen camello, como no vaya al zoo… La gente que ves por la calle es normal, como tú o como yo.
- Hombres, ¿verdad? No verás ni una mujer por la calle, ¿o van con velo?
- En Argel y de día, salen como todo el mundo Dependiendo de qué barrio, visten de forma más o menos occidental. Y la mujer trabaja fuera de casa. Hay mujeres policía, conductora de autobús o taxista, aunque son minoría.
- Ya te habrás ligado a alguna, ¿eh? Aunque ahí te obligan a casarte, vete con cuidado.

A partir de ese punto la conversación puede derivar en cualquier dirección.

Creo que me hartaré de explicar que Argelia está a poco más de doscientos kilómetros de la costa española; que una ciudad como Orán fue plaza española incluso cuando los británicos ya estaban en Gibraltar y se planteó realizar un intercambio; que las Baleares están tan cerca de la costa argelina como de la península; que, en definitiva, a los ojos de algunos países somos demasiado parecidos y compartimos buena parte de los defectos.

Argel es una capital mediterránea y hay por las calles los mismos camellos que toros por las calles de España fuera de las fiestas de san Fermín. Y el integrista con el cuchillo por las calles de Argel causaría la misma impresión que el torero con el estoque por las de Madrid. Personalmente he visto más mujeres con la cara cubierta en Londres que en Argel.

La mayor diferencia se da en la religión como referente social, como civilización para algunos autores, aunque no me gusta el término. En España existe un referente social católico, que hace que comúnmente se acepte una escala de valores que van más allá del hecho religioso y de la fe de cada uno. Por poner un ejemplo muy tonto, todo el mundo habla de las próximas vacaciones de Navidad y no de las vacaciones de invierno. Éste referente social es el que desde el poder político se quiere transformar en otro que llaman laicismo y en la lucha por imponer un referente se encuentra la controversia alrededor de una asignatura escolar llamada “educación para la ciudadanía”. En Argelia el referente social es el Islam y su influencia va mucho más allá de las creencias personales. Salirse del camino significa muchas veces perder las referencias éticas, quedar al margen de toda la familia y saber que se es la vergüenza de todos ellos. El sistema se alimenta de esa forma a sí mismo. Por eso, pese a la cercanía geográfica, existe una distancia cultural difícil de sobrepasar cuando se quiere entablar una buena amistad. Pero pasar del diálogo de civilizaciones al amor de civilizaciones puede ser mucho pedir.

sábado, 29 de noviembre de 2008

Sin mi móvil

Estoy sin móvil español... y muy, muy triste. Era el teléfono en el que recibía mensajes de familiares y amigos que sabían que los leo aunque no pueda contestar. Ahora no podré ni leerlos. Ni tampoco avisarles, porque con el teléfono se fueron sus números.

Prefiero no dar detalles del robo, no deseo esuchar consejos del tipo que "hay que tener más cuidado". Soy demasiado confiado, ya lo sé, en esto y en todo; pero la culpa SIEMPRE es del ladrón y no de la víctima.

Es posible que en unos días no conteste al correo, no me quiero conectar. No quiero pisar un cibercafé. Por eso tampoco podré validar comentarios. Además, no me voy a quedar en Argel.

Gracias por entenderlo.