Supongo que casi todo el mundo sabe lo que es la henna o alheña, un colorante rojizo que se extrae de una planta y que se usa para teñirse o hacerse tatuajes no permanentes.
En Argelia el uso de la henna está muy extendido. Las mujeres se tiñen manos y pies cuando hay alguna celebración familiar, especialmente en el mundo rural. No resulta excesivamente cara, pero como son las capas más pobres de la sociedad las que más lo utilizan, se `puede afirmar que los que lucen henna han realizado en general un importante esfuerzo económico para estar a la altura de la celebración.
A mí nunca me ha gustado la henna, me da la sensación de suciedad. Y, con esos antecedentes, he ido a caer en la trampa más horrorosa.
Hace un par de semanas viajé a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, en el borde de la frontera argelina con Marruecos y Mauritania. Hubo una joven saharaui a la que caí especialmente bien. Yo no conozco las costumbres de los saharauis y hasta qué punto es normal que te muestren afecto tocándote, acercando el cuerpo como podría ocurrir en una cultura centroamericana, por ejemplo. Es algo que en Argelia no se hace, pero yo desconozco las muestras de afectividad que se dan en otros pueblos y hasta qué punto es de mala educación rechazarlas. Así que opté por dejarme querer, nunca mejor dicho.
Hay cariños que dejan huella. El mío lleva forma de henna. Total, pensé, en diez días se quita; e incluso antes, si me froto bien. Y es verdad, la henna se quita en unos pocos días de la piel, ¡pero no de las uñas!
Aunque tuve la precaución de no dejarme decorar la mano derecha, levo dos semanas luciendo unas uñas pintadas en la mano izquierda. He probado con todo tipo de jabones, lejía y quitamanchas. Me trajeron quitaesmaltes para las uñas desde España, sin ningún resultado. Lo único que ha funcionado ha sido la lima, raspando las uñas y arrancando una capara de ellas. He conseguido que casi desaparezca de la uña del dedo gordo y que pierda tonalidad en las otras cuatro.
Alguna que yo me sé se estará riendo y pensando que me lo tengo bien merecido por hacer manitas...
jueves, 18 de diciembre de 2008
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4 comentarios:
Hola..jajajaj, la proxima vez las manos en el bolsillo...una sugerencia loca ...el liquido que pones los pinceles no se el nombre pero puede ser util , en tenerife lo conocen como agua rax .. a lo mejor es toxico...
Supongo José Antonio, que ese dejarse querer, no iría más allá de los pinceles, ya sabes, el exceso de calor lleva a cometer locuras, recuerda lo de Puerto Urraco, Extremadura en pleno mes de Agosto. Jijijijiji
Saludos.
Gracias, Mónica.
Sí, se llama aguarrás. Aquí le llaman trementina, que además es su nombre técnico (ser Analista de Mercado obliga a saber de casi todo) y es un disolvente de pinturas. ero el problema es que la henna impregna las células muertas, de modo que es una especie de pigmento celular. Un tatuaje, vamos. Y no se quita con nada, es la propia uña la que adquiere la tonalidad.
Lo único que cabe hacer es aprender para la próxima vez, que me deje hacer cosas raras sólo donde no se vea. Porque las uñas de los pies, que también tengo ahora "pintadas" no me suponen ningún problema.
Hola, "anónimo". Qué mala idea, cómo te ríes de mi merecida desgracia.
No, el dejarme querer se limitó por supuesto a la henna, a unos perfumes y a alguna cosilla más. No hubo pienceles, un saharaui no puede permitirse ese lujo; la henna me la extendieron con las manos. Pero tampoco me fui de turismo sexual por el Sahara.
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