martes, 9 de diciembre de 2008

Adiós cordera

Escribo para todo el mundo, como siempre, pero muy especialmente para ti, que me has pedido que te dedicara un post sin decir tu nombre.

El título está tomado de una obra de Leopoldo Alas, que formaba como Clarín. Es un cuento que yo recomendaría leer a todos los estudiantes de lengua española. Clarín describe la vida de unas gentes muy humildes en un prado del norte de España en el siglo XIX. El título de la obra es el grito de despedida de dos niños gemelos de su vaca, Cordera, su único sustento económico, camino del matadero en un tren que la conduce al interior de Castilla. El adiós es también el de uno de esos niños, ya adulto, camino de una guerra.

Mi mensaje no es tan trágico como el de esa familia que ve pasar el progreso, el telégrafo, el tren, como una maldición que sólo agrava sus penurias y que arranca a cada miembro de la familia de su tierra. Lo mío es simplemente un "hasta dentro de unos días". Porque mientras mis vecinos sacrificaban ayer sus corderos su sacrificaba en la despedida un trocito de felicidad.

Los días de descanso en la actividad habitual, lo sabes, me sientan fatal. Mi dependencia de compañía, saber que tengo ahí al lado a alguien, no ha desaparecido. Pero, en días pasados, mientras todo el mundo acudía al mercado a seleccionar su cordero del Aid, yo tenía a mi cordera, que aseguraba mi sustento moral.

En otros mensajes te he ido dejando guiños, para que sepas que estás siempre presente. Pero ahora necesitarás algo más. No serán posiblemente suficientes las llamadas, los correos, que sustituyen en nuestros tiempos al telégrafo de Clarín, porque hay una distancia física que nos duele. Si te ayuda, imprime simplemente este post y guárdalo contigo.

El tren que se llevó a Cordera a tierras de Castilla y luego a Pinín a la guerra carlista podría muy bien ser ese avión que me lleva a cumplir con la obligación de vivir en Argelia. Pero sólo serán diez días, si tú quieres.

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