No se me ha olvidado la fecha. Es imposible. Hoy hace justamente un año de aquel martes día 11 de diciembre de 2007, cuando la explosión de un camión bomba desgarró mis esperanzas profesionales y casi acaba con mi vida y la de mis compañeros de trabajo.
No voy a hacer mención expresa a quienes trabajan conmigo, Cuando unos días después describí la experiencia sí que lo hice, pero este blog no había adquirido la trascendencia que ahora tiene. Por eso sólo quiero recordar detalles y agradecer gestos. Recuerdo así que tras abandonar la oficina sólo vi aquella tarde a cuatro compañeros de trabajo y que ninguno de los cuatro sigue en Argelia. Recuerdo que quien me decepcionó en ese momento volvió a hacerlo meses después. Recuerdo la angustia con la que descendí en medio de una polvoreda que no dejaba ver nada, al sótano de mi oficina, esperando recoger un cadáver y sin importarme si estaba poniendo o no en peligro mi vida. Y sobre todo recuerdo el grito desgarrado de pánico, de horror, de los niños del colegio de al lado, que no se apagará en mis oídos mientras viva.
Agradezco muy profundamente, aunque no se lo crean, a quienes supieron recogerme en su casa las 48 horas siguientes, en las que me sentía incapaz de estar solo. Y a la compañera que supo consolarme cuando me derrumbé media hora después del atentado.
Desgraciadamente, el atentado no sólo forma parte de mi pasado sino también de mi presente. He estado de baja médica hasta fecha muy reciente y aún tengo que pasar consulta con el psiquiatra en febrero. Como no quiero que forme también parte de mi futuro, espero acudir hoy al trabajo normalmente. Ayer, día 10, no pudo hacerlo, pero haré todos los esfuerzos necesarios para que este 11 de diciembre de 2008 sea el día normal de trabajo que no fue posible un año antes.
jueves, 11 de diciembre de 2008
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