Tengo una gotera en el techo de mi dormitorio. Debo estar muy mal de la cabeza, porque me hace ilusión, es como sentirme protagonista de una de esas películas en las que tienen cubos colcados por todas partes para recoger el agua que va manando por el techo.
La he descubierto de madrugada, cuando ha empezado a caerme agua encima de la cara. La solución ha sido mover la cama de sitio... y seguir durmiendo.
Si me llega a pillar un día antes, que estaba fatal de ánimo, no sé cómo me lo habría tomado. Pero acababa de superar algo más de 24 horas fatales y estaba eufórico. Me ha faltado sólo encontrar un orinal de esos de porcelana para colocarlo allí mismo, recogiendo el goteo de agua, para sentirme Oliver Twist en su orfanato.
De todas formas, lo que está ocurriendo en Argel estas úlimas semanas creo que no es normal. Pienso que es lo mismo que cuando en España caen unos copos de nieve, que no estamos preparados para ello y todo se bloquea, mientras que en el norte de Europa la vida transcurre con normalidad a varios grados bajo cero y saliendo de casa con una pala para retirar la nieve. Aquí llueve habitualmente, pero el mal tiempo es un suceso extraordinario. La semana pasado hubo ya once muertos por las lluvias, según la prensa. El ascensor de mi casa lleva tres semanas parado porque se ha inundado la fosa y la sala del motor. Y como todo el mundo recurre al vehículo para sus traslados, hoy he tardado hora y cuarto en llegar a la oficina.
Pero no todo es malo con este tiempo. En los montes de Djurjura, al fondo en el horizonte, se ve que ha nevado bastante y eso garantiza que hay agua en la meseta argelina, la llamada alta planicie; posiblemente tendremos una buena cosecha de trigo el año próximo. En el plano personal he estrenado esta mañana mi gorro y mis guantes para la nieve, muy de agradecer con este frío.
martes, 16 de diciembre de 2008
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1 comentario:
No te preocupes por las goteras del techo, las que hay que cuidar son las del cerebro que son muy difíciles de reparar.
José luis
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