viernes, 31 de octubre de 2008

Con vistas

Ya cambié de piso en Argel. Todavía no sé muy bien si he hecho bien, si merecía la pena.

Contaba el otro día que tenía tres posibilidades de nueva vivienda y al final me he acabado quedando con el más grande de los tres finalistas, el piso que me ofrecía cuatro habitaciones y una terraza que rodea la casa en un octavo piso con vistas alucinantes al mar desde una talaya por encima de la Universidad Central. Estpy muy contento con la nueva ubicación de mi casa. El propietario es además un caballero agradable y nos hemos caído mutuamente muy bien, lo que facilita mucho la relacion. Tenemos una comida familiar, un cuscús, pendiente.

La jornada final de la operación búsqueda de piso resultó excepcional. Conseguí la casa que prefería, el propio casero me facilitó el cambio en negro. Acudí al notario el mismo día y resultó fácil convencerle de que yo no tengo que presentar ningún "original de l'extrait de naissance", que en castellano se define como copia legalizada de la partida de nacimiento. En un par de horas el contrato estaba incluso firmado.

Como no todo puede ser alegría, me esperaba un difícil día de mudanza...

em ofrecia

jueves, 30 de octubre de 2008

Dinero negro

La gente que va a venir a trabajar a Argelia me pregunta muchas veces por el dinero, desde qué divisas se utilizan para pagar hasta con qué banco es mejor trabajar. Estas dos preguntas son muy fáciles de responder (se utilizan sólo dinares, moneda no convertible, y lo mejor es no trabajar con ningún banco), pero hay muchas otras que requieren más explicaciones.

Lo primero es conocer el dinero que se puede necesitar. Si no es la empresa la que paga el alojamiento o se lo proporciona, deben considerar que casi siempre se verán obligados a adelantar un año entero de alquiler. Además, si la vivienda está amueblada es fácil que se exijan hasta dos mensualidades de fianza. Y, en cualquier caso, la agencia inmobiliaria reclamará también el pago de una mensualidad. Todo eso es, evidentemente, mucho dinero. En ocasiones el propietario preferirá cobrar en euros y mediante una transferencia recibida en Europa, pero lo habitual es pagar en Argelia. Lo más fácil, es traerse el dinero en euros y cambiarlo a dinares argelinos en el mercado negro. No se gana mucho en el cambio, menos del 25%, porque el oficial está a 96 dinares el euro y el negro a 118, pero además se evitan engorros burocráticos para cambiar, salvo que se opte por un cambio aún peor en un hotel.

Hay quien piensa que en Argelia tirará de tarjeta de crédito, sacará dinero del cajero o solicitará un giro internacional. El pago con tarjeta se limita a poquísimos sitios, hoteles, restaurantes de lujo y algunas tiendas de artículos de lujo. Cajeros hay pocos, pero lo que se obtiene en ellos son dinares contra los euros de la cuenta, lo que sumado a la comisión bancaria hace que el negocio resulte poco interesante. Aunque sí lo es más que la transferencia internacional, que supone todo un desafío a la lógica y ofrece la emoción que sólo los jugadores de lotería conocen de vivir la incertidumbre sobre los días, quizás semanas, en algún caso meses, que puede tardar en llegar sin que nadie sea capaz de dar una explicación convincente de dónde está el dinero.

Una vez asumido que es mejor venir con dinero en efectivo, hay que recordar que en España existe legalmente una cantidad máxima que se puede sacar libremente como viajero. Creo que son 5.000 euros, pero no estoy seguro. Yo no me saltaría la ley ni aconsejo hacerlo.

Luego, en Argelia, el problema es cómo y dónde guardar el dinero. Yo mismo he sido víctima de robo en mi domicilio por parte de la mujer de la limpieza, pero ha habido más gente robada por el sistema de descolgarse por la ventana, en el lugar de trabajo o por negligencia de una compañera de apartamento. Lo que yo he hecho es comprarme una caja de caudales, esconderla y tener la llave a buen recaudo.

La pregunta ingenua, pero lógica, es ¿y si abro una cuenta bancaria? Lo que ya he contado antes de lo que puede llegar a tardar una transferencia puede ayudar a imaginar la aventura de abrir una cuenta y sobre todo de utilizarla. Todos conocemos o hemos sufrido historias de ir al banco y que no tengan dinero, que no funcione la máquina de contar, el ordenador o que se ha agotado el impreso de reintegro. Yo he sido obligado en una ocasión a rellenar un impreso explicando el uso que iba a dar a mi dinero. Pero quizás lo más increíble es que te rechacen el cheque de tu propia cuenta aduciendo que la firma, estampada delante del propio empleado, es falsa porque no coincide con la que se conserva en la ficha de firmas, que obviamente no te enseña para que no la copies y falsifiques.

Hay gente que, después de contarle todo lo anterior me escribe para decirme que ha ido a su banco, que puede ser el Santander, el Sabadell o la Caixa, y que tienen una representación en Argelia. Al principio respondía con detalle, pero con el tiempo he entendido que si a una persona le ayudo explicándole cómo desenvolverse en Argelia y lo que pretende es contrastar informaciones, puede seguir buscando en los otros medios que tiene a su alcance. Así que suelo responder algo así como “¿y tienen oficina en Argelia? ¡qué bien!”.

Cuando la duda del que pregunta tiene mayor carga moral y duda sobre la conveniencia de acudir al mercado negro, yo sólo puedo decirle hasta qué punto se hace. Suelo pensar que hay que parafrasear el proverbio chino de que lo importante no es que el gato sea blanco o negro, sino si sabe cazar ratones. Porque al final no importa si el dinero es blanco o negro, sino si sirve para vivir, que es para lo que nació el dinero.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Elecciones USA

Me han preguntado dos personas sobre las elecciones norteamericanas. Y voy a dar mi opinión desde una óptica un poco diferente a la habitual. Escribo nada más llegar desde Nueva York, aunque publicaré el texto dentro de una o dos semanas.

Como observador, cuando he estado en Estados Unidos he comprobado que los votantes del Partido Republicano se hayan escondidos, a la defensiva. La política del presidente Bush ha sido muy mala, perseverando en los errores. En su guerra de Irak lleva más de tres mil norteamericanos muertos, más que en los atentados del 11 de septiembre. Lo sorprendente es que no se haya iniciado un procedimiento de destitución, toda vez que las pruebas de haber mentido para que el Congreso aprobara la “intervención” en Irak son evidentes.

Los dos grandes partidos eligen a sus candidatos en elecciones internas previas. De entre quienes se presentaban, curiosamente los electores de ambos han escogido a los candidatos más alejados de los órganos internos de poder. Resulta muy llamativo en el caso republicano, porque el único precedente moderno fue la elección de Ronald Reagan en 1980 y aún así tuvo que pactar que el candidato a vicepresidente fuera Bush padre. Las influencias en el campo demócrata van más por familias y sensibilidades que por grupos económicos, pero Obama ha tenido muy difícil superar la red tejida por los Clinton.

La política americana tiene muy poco que ver con la dicotomía izquierda-derecha que se estila en Europa. Los electos no están sujetos a disciplina de partido y tanto congresistas como senadores votan en función de los intereses de sus representados. Y en cada estado de la Unión existen circunstancias muy diferentes y sensibilidades diferentes en temas esenciales, de los que en Europa sirven para colocar la etiqueta política. La Internacional Socialista, la Internacional Conservadora y la Internacional Liberal no cuentan para los grandes partidos norteamericanos.

La elección de presidente es indirecta, heredada de un sistema arcaico, de cuando las comunicaciones resultaban complicadas. Entonces cada Estado celebraba unas elecciones para elegir representantes que deberían acudir a Washington a votar por un candidato. Y todavía se hace así, de modo que lo importante es hacerse con más representantes ese día, no con más votos totales. Este año hay pocas dudas de que en voto total ganará Obama, pero Mc Cain conserva la esperanza de vencer por escaso margen en algunos Estados y obtener así una mayoría de delegados.

Donde yo he estado, Nueva York y Massachussets, la victoria de Obama será abrumadora. La comunidad de raza negra lo ha asumido como uno de los suyos y está ilusionada con las elecciones. No importa que Obama sea tan blanco por parte de madre como negro por parte de padre, puesto que la mayoría de la comunidad negra tiene algún antepasado de raza blanca. Hay muchos nuevos inscritos para votar (el que no se inscribe expresamente con carácter previo no tiene derecho de sufragio) y en el campo demócrata se ha hecho un gran esfuerzo para que se acuda a votar en masa. A cundido el rumor de que Mc Cain está gravemente enfermo y la candidata a la vicepresidencia no ha demostrado precisamente talla de estadista. Pero no he percibido cuál es la situación en el resto del país. Mi percepción, en cualquier caso, es de una victoria holgada del candidato del partido demócrata.

La mayoría de los argelinos prefiere la victoria de Obama, aunque mi impresión es que para Argelia es mejor una victoria de Mc Cain. El equipo republicano ofrece menos dudas en política internacional, se encuentra menos comprometido con los grupos de presión judíos y su estilo liberal debería calmar la tensión internacional. Para España, en cambio, creo que es mucho mejor que venza Obama. Y como no soy argelino sino español, se puede deducir quien prefiero que gane.

La factura

En Europa nos hemos acostumbrado hasta tal punto a que el acceso a los servicios sea tan sencillo como disponer de dinero para pagarlos, que la vida diaria en Argelia se nos convierte en una lucha permanente, un desgaste psicológico muy difícil de sobrellevar.

Ahora llego a mi casa de Argel y al dar al interruptor me alegra comprobar que la luz se enciende… cuando efectivamente hay luz. Y antes de enjabonarme las manos abro el grifo para comprobar que luego podré limpiármelas. Si llamo a alguien y no contesta al teléfono no doy por hecho que no está, puede que la llamada no le haya llegado. Y si alguien me promete enviarme un correo electrónico desde su casa lo hará con la coletilla “inshallah”, si Dios quiere, porque no siempre quiere en Argelia.

Hago un aparte (que otros llaman un inciso, pero yo creo que no es exactamente lo mismo) para señalar que mientras escribía esto se ha cortado durante unos segundos la luz en mi casa de Argel. No creo que sea un castigo divino por la ironía del párrafo anterior, sino más bien un fallo más que achacar a Sonelgaz, la compañía pública suministradora en régimen de monopolio de hecho, y hasta poquísimo de derecho, de gas y electricidad.

Conseguir dar de alta una línea telefónica en Argelia es casi tan difícil como darla de baja en España. Lo mismo ocurre con la electricidad, el agua y el gas. Más fácil resulta conseguir una conexión a Internet, televisión de pago (mayoritariamente pirateada y permite ver gratis todas las llamadas taquillas, que en teoría son opciones de compra adicional) o una línea de móvil.

Una vez conseguido el servicio, el siguiente reto es conservarlo, porque la falta de pago, o el pago pero que por error no se contabilice, implica el corte del servicio o suministro. No suele ser un problema de coste excesivo, excepto para quienes se quedan colgados del teléfono como si tuvieran tarifa plana y olvidan que llamar a casa es una llamada intercontinental. A modo de ejemplo, el recibo de luz y gas llega conjuntamente cada tres meses y yo pago algo más de mil dinares en invierno, que uso la calefacción. Adjunto una foto de mi último recibo.

Domiciliar una factura tiene sus complicaciones. Lo primero que se necesita es una cuenta bancaria, con los problemas que eso acarrea. Y hay que estar pendiente de que en las fechas habituales la factura se pague, porque si por uno de los mil posibles errores que pueden ocurrir durante la gestión la factura no figura como pagada… ¡corte seguro!

Otra posibilidad suele ser acudir a una Oficina de Correos, llamada La Poste o la PTT, y pagar el recibo. Nuevamente se corre el riesgo de que la empresa que facilita el servicio no se dé por enterada dentro del plazo marcado para el pago y… ¡corte seguro!

Lo mejor es acudir con el recibo, el dinero para los cambios y mucha paciencia a la oficina de cobros de la empresa correspondiente, hacer las colas en las diferentes ventanillas que corresponda y liquidar la deuda.

Mi última factura de Sonelgaz, que es la que se ve en la imagen, tiene fecha de 9 de agosto e indica como fecha límite de pago el día 10. Todo muy precipitado, pero posible, si no fuera porque en realidad la factura me llegó el 12. Aún así, no me han cortado el suministro de gas y electricidad, al menos de momento.

Un corte en el suministro de luz, gas o agua tiene sus complicaciones. Además de pagar la factura más una tarifa adicional por reenganche (incluso si el corte en el suministro se debe a un error de la compañía) hay que estar en el domicilio en el momento en el que aparezcan los operarios a reestablecer el suministro. No se puede saber a ciencia cierta el día ni la hora a la que aparecerán, pero si el pobre ciudadano se encuentra ausente tienen orden de evitar que al reestablecer el suministro se produzca un accidente porque se haya dejado una espita de gas abierta, un grifo sin cerrar o un cable eléctrico atado a la mecedora de la suegra. Así que toca volver a acercarse a la compañía suministradora para volver a pagar el nuevo desplazamiento de los operarios.

Dado que la mayoría de los expatriados viven solos y dentro de la jornada laboral no se hallan en su domicilio, olvidarse de pagar el recibo de la luz puede significar pasarse una temporada a dos velas.

martes, 28 de octubre de 2008

Libertad y propiedad

Recibí en mi cuenta de correo electrónico un mensaje de alguien que reclamaba que se publicara el comentario que había dejado escrito en un post anterior y fundamentaba su derecho a ver el comentario publicado en el principio de la libertad de expresión.

La situación me ha sorprendido. No me ha molestado, porque conozco a quien protestaba, le tengo un gran cariño y sé que en caliente a veces sus formas chirrían y parecen ocultar un gran corazón. Ha sido simplemente sorpresa por ese alegato. Yo creo en la libertad de expresión y no por ello pretendo que los medios de comunicación sean un cauce abierto a la libre publicación de mis ideas. Si yo envío un comunicado al medio de prensa más libre del mundo tengo que considerar que sólo lo publicarán si lo consideran de interés.

No he censurado nunca los comentarios colgados por los lectores del blog. He validado la publicación de todos menos de cuatro, uno por tratarse de simple publicidad de una página de contenido pornográfico, otro porque difundía información errónea y los otros dos porque no me convenía que se publicaran ciertos detalles y le pedí a quien los había escrito su permiso para retirarlos. Pero dispongo de capacidad de censura y sin duda me voy a servir de ella llegado el momento. Porque aceptar la publicación de comentarios ajenos es mi derecho, no mi deber.

Para ejercer la libertad individual de expresión no es necesario recurrir a dejar comentarios en este blog, sino que el cauce lógico es abrir un blog y escribir en él lo que libremente se desee. Este es mi blog personal y en él escribo lo que yo deseo, manifestando mi visión de la vida, de las gentes y de las cosas. Es simplemente mi verdad. Y permito a mis amigos y desconocidos comunicarse conmigo por medio de la inserción de comentarios. Pero a quien desee hacerme daño simplemente le cerraré mi puerta.

Seguiré tratando de ofrecer una visión de Argelia más allá de las noticias que generalmente se publican de atentados y de fanáticos islámicos. Seguiré contando cómo vivo en Argel día a día, cómo me levanto, cómo me muevo entre el tráfico de la ciudad, realizo mi trabajo y disfruto del ocio, todo ello con sus momentos buenos y malos. Seguiré narrando situaciones paralelas de la vida, porque vivir en Argel es parte de vivir en este planeta. Y seguiré explicando cómo me siento, porque abrirme sin tapujos, rompiendo el lógico pudor a la privacidad de lo estrictamente personal ayuda a mostrar que lo que cuento puede estar equivocado, pero es sincero.

lunes, 27 de octubre de 2008

La bendición de los niños

Ayer por la tarde volvían del colegio tres niños de mi escalera y me llamó la atención observar que un vecino les seguía tocándoles la cabeza como muestra de cariño. Es algo que he visto hacer muchas veces, particularmente a los más piadosos y generalmente hacia bebés, a modo de bendición acompañando el gesto de unas palabras, para manifestar el cariño hacia una obra de Dios, de Alá en árabe.

Pero ayer este gesto me llamó más la atención. Y creo que se debe a que en los días que he estado tratando de evadir mi mente en Estados Unidos he interiorizado la paranoia de los norteamericanos con los abusos sexuales hacia los niños. Allí, ningún profesor se queda a solas con un niño e incluso los sacerdotes tienen instrucciones de evitar esas situaciones. Un domingo acudí a misa en la Catedral de San Patricio y en la hoja parroquial había un apartado destinado a denunciar antiguos abusos sexuales a niños. En los autobuses hay carteles y folletos con un protocolo a seguir si alguien considera que lo que podría considerarse un empellón propio de las aglomeraciones de hora punta ha tenido una voluntad de tocamiento. En una estación de ferrocarril neoyorkina había una niña de unos cinco años que intentaba beber agua fresca de un grifo y no alcanzaba a hacerlo. Yo le ayudé pulsando el dispositivo que abría el grifo y me sorprendí a mí mismo siendo capaz de decirle en inglés que empleara la palma de su mano a modo de cuenco. Afortunadamente no lo hice izando a la niña en brazos, como inmediatamente me advirtieron que en Estados Unidos no puede hacerse, porque muchas mentes enfermas que pululan por allí pueden ver un gesto libidinoso… ¡hacia una niña de no más de cinco años!

En más de una ocasión he criticado otras actitudes que se dan en Argelia y que atacan especialmente a la libertad de la mujer. En cambio, lo que ayer me llamó la atención es todo lo contrario, un gesto de amor, puro, que en Argelia se puede seguir dando mientras el resto del mundo parece haberse vuelto un poco loco.

domingo, 26 de octubre de 2008

En-hora-buena

Para quienes piensen que esta noche del sábado al domingo he disfrutado de una hora adicional para escribir el comentario del blog, he de advertir que en Argelia no se realiza el cambio de horario de verano al de invierno. Durante todo el año la hora oficial argelina es GMT+1, lo que implica que en verano coincide con la hora de las islas Canarias y en invierno con la del resto de España. Desde ahora y durante seis meses los relojes marcarán la misma hora en Argel y en Madrid.

Hoy recupero una vieja costumbre, la de levantarme pronto para escribir en el blog y luego colgarlo de la red. Lo hago, como siempre, con el portátil colocado sobre mi mesa del salón de mi casa de Ben Aknún, la que dejaré en un par de días. En unas horas comenzaré a recoger mis enseres, de modo que es lo último que escribo en el lugar que durante tantas mañanas me sirvió de inspiración para expresar mis sensaciones de vivir en Argel y tratar de contagiar esa ilusión, los buenos y malos momentos, las pequeñas miserias y las grandes satisfacciones de compartir un tiempo de mi vida con unas gentes cercanas y a la vez desconocidas para muchos de nosotros. Y este último post desde mi casa de Ben Aknún lo tengo que dedicar a algo muy íntimo y personal, como es mi estado de ánimo.

El tono intimista del blog, contando la experiencia en primera persona, me obligó desde el primer momento a compartir con quienes entran en él mis emociones, mis sensaciones, mis buenos y malos momentos. He tratado de no ocultar nunca nada, aunque me he visto obligado a ser más cauto cuando el blog adquiría una dimensión pública inesperada. He narrado con excesiva crueldad hacia mi persona y sin ningún pudor mi estado de sufrimiento, mis periódicas crisis de ansiedad, incluso mis visitas al médico. Últimamente me encontraba mucho mejor, me creí de hecho curado y la decepción fue enorme cuando el miércoles sentí el mundo caérseme encima en una nueva crisis de ansiedad. Así lo conté en el blog y he recibido un aluvión de correos electrónicos de amigos y desconocidos, tratando de darme ánimos y de ayudarme. Y cuatro llamadas desde España. Son quienes han pasado por situaciones parecidas, muchísimos más de los que podría llegar a imaginar, los que han sabido en muchos casos encontrar la palabra adecuada. Aunque tengo que manifestar mi inmenso agradecimiento a unos cuantos conocidos y desconocidos que se han volcado conmigo.

Este sábado por la mañana acudió a mi casa Omar, a quien yo no conocía, con la encomienda de un amigo común, Farid, de ayudarme a encontrar piso. Él ya se había movido por las inmobiliarias y acudí a tiro hecho en un coche que él se había procurado. Sus primeros intentos de localizar una buena vivienda habían fracasado, pero me esperaba con una grata sorpresa, un bonito piso de dos habitaciones al lado de la catedral del Sagrado Corazón por 35.000 dinares al mes, tras negociar el precio con el propietario. A esas horas yo sólo veía pegas en la mudanza, la limpieza del piso, las pequeñas reparaciones. Pero Omar iba desmontando con eficacia todas mis alegaciones. Se puede decir que para el mediodía ya tenía garantizada una vivienda, si no encontraba nada mejor a lo largo del día. Luego, de forma ya distendida, Omar me acompañó a comprar un nuevo pendrive como el extraviado, buscamos juntos una nueva compañía de seguros para asegurar mi vehículo y programamos la forma de solventar los pequeños problemas que aún tiene mi coche.

La siguiente sorpresa me la dio Souhila, la sobrina de Raquel. Para la una de la tarde había localizado dos buenas oportunidades de vivienda en Argel. Y como mi coche seguía sin seguro hasta que este domingo abran las agencias, trasladó su oficina al volante y a la vez que trabajaba con un móvil que no dejaba de sonar me acompañó a realizar la primera de las visitas. Se trataba de un apartamento fantástico, aunque sin ascensor, de tres habitaciones, junto al nuevo Museo de Arte Moderno de Larbi Ben M’Hidi, en el centro de Argel. De hecho, la vista frontal en la terraza es el propio museo, situado justo en la acera de enfrente, mientras que lateralmente se ve el mar. Se trata de un edificio histórico, de esos de película, que cualquiera soñaría con habitar, con un suelo original que jamás pensé que podría tener en mi casa. Todo ello por sólo 38.000 dinares al mes. El piso está renovado, impecable, aunque el dueño de la vivienda me ha dado mala espina.

Cuando ya parecía imposible mejorar lo visitado, ha llegado una vivienda en Telemly, justo encima de la Facultad Central, un octavo piso con cuatro habitaciones y una enorme terraza alrededor con unas vistas impresionantes sobre la bahía de Argel. Es el ideal para compartir piso, aunque como al final me toca vivir solo, puede resultarme algo grande. Tras negociar muy duro el precio y obtener un importantísimo descuento (hasta dejarlo en 42.000 dinares al mes), he quedado a la espera de la decisión final de otros posibles inquilinos que lo vieron antes que yo.

No puedo mostrar fotografías de esos pisos de Argel porque mi cámara “falleció” en tierras de la llamada Nueva Inglaterra hace unas semanas. Una pena.

Así, acabé el sábado por la tarde eufórico, aunque sin saber si seré capaz de realizar a tiempo la mudanza. Ni siquiera me ha molestado lo más mínimo que alguna persona de mi misma nacionalidad que me conoce y sabe de mi baja médica me haya visto y no se haya dignado saludarme. Al fin y al cabo, de una acémila sólo se pueden esperar coces y rebuznos y se agradece la distancia.

Por la noche tuve incluso la suerte de compartir mantel con ese tipo de gente que me carga las pilas para vivir en Argel. Me refiero a los jóvenes expatriados que llegan con ilusión por conocer un mundo diferente, que a mí por lo menos siempre me contagian su alegría y ganas de seguir profundizando en esta fantástica aventura. No me ha pillado de sorpresa, porque ya una de ellas me ayudó bastante en agosto, cuando yo me encontraba muy triste y me correspondía casi cada día con correos llenos de vitalidad. Así, lo que cuarenta y ocho horas antes era “¿y qué se me ha perdido a mí aquí?”, se convierte en un “¿y me voy a perder yo todo esto?”

Ahora mismo me muero de ganas de situarme en mi nueva vivienda y dejarme empapar por estas sensaciones, salir a conocer mejor Argelia y sus gentes, entablar amistad con mis nuevos vecinos, viajar, recibir y dar. Sé que es un estado de euforia pasajero (vamos, que igual me he pasado con la medicación…), pero en unos días podré valorar si la crisis quedó atrás, como el horario de verano. Si mi reloj marca la hora correcta.

sábado, 25 de octubre de 2008

El socavón del viernes

Voy a ser positivo. Si este viernes he tocado fondo, quiere decir que a partir de ahora sólo podré ir a mejor.

Yo ya sabía que en Argelia quedas con alguien en algo y a última hora surgen problemas, inconvenientes absolutamente inesperados, que te dejan fuera de juego. Lo sabía, pero cuando le toca a uno afecta un poquito más.

Por eso, pasé una mañana de viernes espantosa. Y gracias primero a Kamel, luego a la cuñada y sobrina de Raquel y finalmente a un AMIGO, con mayúsculas, llamado Rafa, he acabado mucho mejor.

No sé los motivos por los que Argel puede conmigo, creo que no he mejorado lo suficiente. Ahora mismo no me veo regresando a mi vida ordinaria, cuando yo creía que sí. Si es que el médico siempre tiene razón...

viernes, 24 de octubre de 2008

Abismo

Lo siento, tantas ganas de transmitir buenas noticias y todo lo que puedo contar está teñido de negro.

No me ha sentado bien el regreso a Argel. Era un viaje necesario, tenía que recoger el coche ya arreglado y buscar vivienda. Yo pensaba que estaba realmente en condiciones de ver con otros ojos las cosas, pero no ha sido posible. He pasado un día horrible, sumido en las profundidades de mis sentimientos más desagradables. Sé que lo que me ha faltado es compañía, tener a alguien que me acompañe como a un niño a realizar todas las gestiones, pero soy mayorcito para esas cosas y tampoco sabía de alguien que quisiera perder toda una jornada haciendo de "canguro".

El miércoles ya me sentí mal. La unica salida fue con Rafa para cenar, precisamente lo que nunca debo hacer (me refiero a cenar en exceso). Y al llegar a casa aún encontré un hueco en el estómago para asaltar la nevera, al tiempo que buscaba desesperadamente mi nuevo pendrive con la reserva electrónica del vuelo de vuelta a Madrid, los correos a contestar, varias direcciones y números de teléfono, las fotos de los últimos viajes, la documentación de mi matrícula de doctorado y todo lo que había preparado para el blog. Y he constatado que no lo tengo, lo perdí en algún sitio. Ya de madrugada, no tenía ganas ni de acostarme y tuve que recurrir a la medicación de emergencia.

Este jueves me entregaban el coche por la mañana, pero fuí incapaz de levantarme de la cama. Al final, dos horas más tarde de lo convenido, pasé a recoger mi Hyundai, que supuestamente iba a encontrar como salido de fabrica. Nada más lejos de la realidad, porque el mecánico me ha tomado el pelo. Ha reparado las marcas producidas por la caída del árbol y el accidente que provoqué cuando conducía zombie. Pero ha dejado el espejo retrovisor sin colocar; las escobillas del limpiaparabrisas sin cambiar; la antena de la radio, que rompió el árbol, sin instalar; la moldura de apertura del maletero sin comprar ni colocar; la cerradura del maletero sin reparar; la goma que él mismo me arrancó del salpicadero, dice que no la puede colocar;... Eso sí, el precio de 36.000 dinares sigue siendo el mismo con el coche a medias. Y además otros mil euros por haber cambiado el aceite, que dice que estaba muy sucio y hacía mucho que él me lo habia cambiado. Le he mostrado el papel del ultimo cambio que hice en un sitio oficial, que en lugar de mil dinares cobra seiscientos, y faltaban casi tres mil kilometros para el cambio de aceite. En definitiva, un timo, una estafa, como si yo fuera tonto. Prometí no enfadarme y no lo he hecho, aunque no ha sido por falta de ganas.

La segunda del día ha sido recuperar mi pasaporte de servicio, porque tuve que solicitar uno nuevo después de que me lo deshilacharan completamente en el aeropuerto de Argel, tratando de leer el código de barras. Lo solicité hace dos meses y ahora resulta que han perdido en el Ministerio espanol de Asuntos Exteriores la documentacion enviada. Me ha tocado firmar otra solicitud y ya veremos cómo me las apaño para volver a entrar en Argelia.

He comprobado que el seguro de mi coche había caducado, así que he acudido a la compañía... y las oficinas están cerradas por obras. Me he pasado hora y media buscando la nueva dirección, sin éxito.

Y lo de buscar piso no ha ido mucho mejor. Solo he visto dos y para salir corriendo con esa suciedad. No sé lo que haré, la verdad.

A media tarde han salido mis amigos, los amigos del blog, en mi auxilio. Tanto Raquel como Farid me han llamado desde España y me he puesto en contacto con las personas de Argel que me han indicado. A ver si lo del piso se encauza correctamente.

Me aterra la constatación de que mi estado no es el que yo creía. Ahora ya no sé lo que va a durar esto. Mejor no pensarlo.

Pido finalmente perdón por alguna ausencia de tilde. Este ordenador no las permite y he tenido que buscar medios muy ingeniosos para escribir palabras acentuadas, pero alguna se me habrá escapado.

jueves, 23 de octubre de 2008

Caridad y Esther

El año 1994 trabajaba yo en Skikda, una ciudad costera del este argelino, en una de las terminales de gas natural, donde mi empresa construía una nueva caldera para la licuación de gas natural por enfriamiento. Puede sonar raro lo de una caldera, que calienta, para enfriar, pero es el mismo principio por el que los congeladores cuentan con un compresor que emite calor. En este caso, nuestro compresor era sensiblemente más grande.

Argelia se desangraba en esos momentos en una guerra civil. En una lucha fraticida cualquiera puede ser el supuesto enemigo, quien puede acabar con tu vida. Como extranjeros teníamos muy claro que los islamistas nos habían condenado oficialmente a muerte y que corríamos también el peligro de que paramilitares atentaran contra nosotros para culpar a los grupos islamistas y de esa forma obtener un mayor occidental hacia su bando. Ofrezco una explicación simplificada del puzzle en el que nos movíamos, lleno de peligros. Por eso mi vida se desarrollaba dentro del llamado Campo 4 de Sonatrach, propiedad de la empresa nacional de hidrocarburos, para la que trabajábamos. Todas las mañanas nos desplazábamos al trabajo en un autocar con algunos militares dentro y junto a otro autocar con falsos trabajadores, que en realidad eran también militares preparados para intervenir en caso de emboscada. Había tropas asentadas en puntos estratégicos del recorrido, de unos tres kilómetros, que se cerraba al tráfico media hora antes de que saliéramos de nuestra residencia.

No todos los extranjeros contaban con ese grado de seguridad en Argelia. Casi todos los cooperantes habían huido del país cuando empezaron a asesinar extranjeros el año anterior. Pero quedaban religiosos y religiosas, que habían tenido que renunciar a buena parte de su actividad humanitaria, adicionalmente a la pastoral, que en Argelia no se puede ejercer fuera de las iglesias.

El domingo 23 de octubre de 1994 unas hermanas españolas, de la orden de las Agustinas Misioneras, acudían caminando a oír misa dominical cuando fueron víctimas de un atentado. Omito los detalles porque las supervivientes no desean recordarlo. Dos hermanas españolas, Esther y Caridad, fallecieron asesinadas.

Yo lo recuerdo en Skikda. Fui el primero en enterarme y pocos minutos después la noticia llegó a la dirección de mi empresa y a la de la filial francesa de Gas de France para la que trabajábamos directamente. Aquella misma noche de domingo se celebró una reunión especial con la dirección y se dispuso todo para la repatriación de todos los extranjeros, la mayoría franceses, que se realizó por barco y en grupos de unas quince personas. Yo formé parte del tercer y último grupo, dejando sólo un pequeño retén que en el caso de los españoles se limitó a tres trabajadores.

Nunca pensé que volvería a Argelia. Sin embargo, lo hice en febrero de 1998 para trabajar en la Oficina Comercial de la Embajada de España, en Argel. Y ahí conocí personalmente a las hermanas Agustinas Misioneras. Y yo estaba aún en Argel cuando el 7 de mayo del 2000 el Papa Juan Pablo II inició en Roma el proceso de beatificación.

No he querido contar aquí cómo sucedió todo, sino cómo lo viví. Cuando escribo estas líneas, la víspera del decimocuarto aniversario del martirio, acabo de hablar con Lourdes, la hermana Agustina Misionera que más de cerca vivió el drama y que tras unos años regresó a Argel. Aunque se lo he preguntado y aún no lo sabía, supongo que, como todos los años, habrá un recuerdo especial a las dos hermanas mártires en la misa de seis de la tarde de Notre Dame d’Afrique, abierta a todos los que deseen acudir, a la que probablemente acudirán las otras hermanas que residen en Dar el Beida. La verdad es que la misa de seis de la tarde de Notre Dame d’Afrique es terriblemente aburrida, con un sacerdote muy mayor que bastante tiene con esa labor de capellanía. Pero asistir, incluso para los no creyentes, es una muestra de reconocimiento y solidaridad con quienes llevan toda su vida entregados a los demás.

Lourdes trabaja este jueves hasta tarde en la sección de pediatría del hospital de Bab el Oued y es difícil que pueda acudir. Pero prometo transmitirle al menos por correo electrónico los comentarios que me dejen aquí o en mi correo personal.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Triste Argel

Ayer regresé a Argel. Han sido casi dos meses de ausencia. Yo esperaba un regreso cargado de ilusión, ser recibido por una ciudad radiante y llena de luz, encontrarme con ganas de aventura, de palpar cada detalle. Y no ha sido exactamente así.

No he regresado para realizar mi trabajo, porque sigo de baja médica, sino para resolver un asunto personal importante. Tengo que buscar vivienda y mudarme en los próximos días. Me hubiera gustado compartir piso este año, pero al no estar en Argel me he quedado descolocado de cualquier posibilidad y ahora tengo que aceptar urgentemente lo que me ofrezcan.

A varias de las personas jóvenes que han venido a trabajar a Argelia les he comentado alguna vez que vivieran su experiencia como un aventura excitante y diferente, para lo que resulta siempre necesario poner distancia con lo que dejan en casa. Esta vez he caído yo mismo en mi propia trampa. El avión que me traía ayer de Madrid se dejaba allí mi corazón y mi mente, lo que me hace muy dura la estancia. No podré tomármela como esa aventura que siempre he querido impulsar, sino como un mal menor por razones laborales.

El cielo estaba además gris, en un día brumoso. Esa lluvia que ya amenazaba al aterrizar se hizo realidad a media tarde para sumirme casi a ritmo de blues en un clima de melancolía idéntico al posterior a los atentados de diciembre pasado. Entonces fue la constatación del fin de un sueño y la necesidad de sentir la cercanía de los seres queridos, para abrazarles y tenerles a mi lado. Es posible que también ahora sea el despertar de un sueño, no lo sé.

Cuando llegué del aeropuerto a mi edificio fui recibido de manera muy cariñosa por mis vecinos. Uno de ellos me ayudó a subir todo el equipaje y, como yo llegaba sin llaves de mi apartamento, el vecino de la puerta de al lado de la mía se encargó de guardarlo todo en su casa. Tampoco tenía coche, porque lo dejé reparando y para recogerlo tendré que pagarle al mecánico con el dinero guardado en casa. Y luego renovar el seguro.

Hasta hace poco conservaba una copia de las llaves de casa y del coche en mi oficina, para recurrir a ellas en caso de necesidad; pero cuando en agosto pasado tuve que ir a mi despacho un sábado a buscar mi tarjeta de crédito, recibí al día siguiente la llamada de la responsable de mi oficina indicándome que estando de baja no debía entrar fuera del horario de trabajo y que los guardianes le habían consultado si debían permitirme el acceso. Ante la evidencia de que en caso de necesidad de poco me serviría tener una copia de mis llaves en mi despacho, se las hice llegar a Marta. Así que, con el equipaje ya a buen resguardo, me decidí por bajar andando a su encuentro hasta el centro de Argel y así pulsar de paso el ambiente de la ciudad, comprobar los cambios y la evolución en mi ausencia. Y recuperar esas buenas vibraciones que a mi llegada no había sentido.

En Argelia los cambios son muy lentos y dos meses de ausencia no implican demasiadas novedades. Al poco de iniciar mi caminar empezó a llover, al principio ligeramente y luego ya descargando agua sin ningún miramiento. Yo había dejado Argel en pleno mes de agosto, con muchos inmigrantes en las calles que le daban un toque especial a la ciudad, una mezcla cultural algo extraña. Y regresaba en otoño, tras el Ramadán y su involución sociológica que se repite año tras año. Es precisamente el momento en el que al reiniciar la actividad normal se modifican parcialmente viejas actitudes, pero tampoco son como para echar cohetes. Los mismos controles policiales, los mismos atascos, la misma anarquía de los peatones en días de lluvia esquivando charcos. Hasta la misma zanja de obra frente a la Embajada de Canadá, aunque debo reconocer que unos metros sí que ha avanzado.

Un momento muy agradable fue el reencuentro con el profesorado del Instituto Cervantes, reforzado con la llegada de Alex desde Orán. Y conocer, aunque sólo fuera para intercambiar un saludo, a Inma. Sólo la conocía por el intercambio de correos electrónicos, a partir de este blog. Un día le conté cómo me la imaginaba físicamente y me respondió que había acertado, que seguro que había visto fotos suyas. Pero lo cierto es que no le había puesto esa cara tan simpática que ayer lucía. No me extraña que sus moritos de Crevillent la echen de menos.

Para regresar a casa opté por revivir viejas experiencias. Conseguir un taxi en Argel requiere unas habilidades que se atrofian cuando se dejan de practicar, lo que es precisamente mi caso desde que cuento con vehículo propio. Y mucho más complicado es salir airoso en día de lluvia y a la hora que las mujeres desaparecen de las calles y las rezagadas se abalanzan casi literalmente sobre los taxis, que les dan lógica preferencia por lo muy desagradable que para una mujer no acompañada es desenvolverse por la noche por las calles de Argel. Así que opté por el autobús urbano.

Los argelinos se quejan mucho de la calidad del servicio de autobuses de Argel. Yo sólo puedo decir que estuve esperando en la parada de La Grande Poste desde las seis y diez hasta las siete y veinticinco.

Y así entré en mi casa cinco horas después de aterrizar en el aeropuerto, para comprobar que la asistenta no ha venido ni una sola vez en más de dos meses, si cuento el tiempo en el que tampoco acudió las dos últimas veces que tenía que hacerlo en agosto, cuando yo estaba en el apartamento. Debería exclamar eso de “¡cómo está el servicio!”, que tan popular hizo el cine español de hace tres o cuatro décadas. Porque es mejor buscar el lado divertido y no arriesgarme a una crisis de ansiedad, por mucho que me haya traído la medicación conmigo.

Lo que no logro entender del todo es por qué este Argel de un martes lluvioso de octubre de 2008 me ha recordado tanto al triste Argel de diciembre de 2008, cuando han pasado 315 días del horrible atentado. Ahora, mientras escribo, tengo miedo de que mi recuperación no vaya tan bien como yo creía. Aunque puede ser pasajero, la mañana del miércoles he preferido dedicarla al “dolce far niente”, a quedarme sin más en casa, y la moral ha remontado bastante. Por eso me he decidido a colgar el comentario, aunque sea por la tarde.

martes, 21 de octubre de 2008

Gastronomía

El otro día acudí en Bilbao con Ismael a un desfile de modelos. A él se le habrá pasado más que a mí el síndrome argelino y vería algo más que piernas y ombligos; aunque tampoco demasiado, porque llegamos tarde y nos perdimos la presentación de los diferentes modistos. Tuve la fortuna de encontrarme con Izaskun, compañera del Orfeón, aunque como yo defenestrada en la última Asamblea.

Tras el desfile pudimos participar de un pequeño ágape, encargado a un restaurante marroquí de Bilbao. No sólo me sirvió para ganar unos gramos de peso, sino también para constatar que la comida tradicional marroquí y la argelina no e parecen en realidad demasiado. Tienen en común casi toda la repostería, a base de miel, almendra y en ocasiones pistachos, así como dulces que hay que freír en aceite, de la misma forma que en la repostería andaluza. Fuera de eso, los otros dos puntos de contacto son el té a la menta y el cuscús.

Quienes por haber estado en Marruecos piensen que ya conocen la cocina magrebí, se equivocan. Es una razón más para visitar Argelia, un país tan grande que la gastronomía regional ofrece variaciones muy considerables. En Annaba reina el burek y el brik de origen tunecino. Los platos del desierto son comunes a casi todo el Sahara. En el oeste se emplea más la canela y el azúcar glaseado al estilo marroquí, además de la llamada “calentita” que mi amiga Eliane, española nacida y criada en Orán, conocerá muy bien. Alrededor de la región de Aurés, prácticamente entre Sétif, Biskra y Constantina, se da la comida más genuinamente argelina. La Cabilia ofrece sus platos propios. Y es en Argel donde confluyen todas las tendencias, aunque la que reina es la pizza.

lunes, 20 de octubre de 2008

Sin trabajar

Esperaba regresar mañana al trabajo en Argel, pero el médico lo ha considerado prematuro y me deja aún un mes en barbecho. Él manda y sabe lo que hay que hacer. Después he intentado iniciar un acercamiento paulatino a mi actividad, hacer algo relacionado con el trabajo, pero tampoco lo ha juzgado posible quien decide en mi oficina, porque no es lo establecido por las normas.

No me gusta cobrar un sueldazo superior al que gana mucha gente sin hacer nada. Es lógico que estando enfermo te paguen, pero debería establecerse que se cobre menos. Y que te dejen hacer algo si la incapacidad laboral no supone una imposibilidad absoluta para el trabajo.

Son ideas que lanzo para quien hace las leyes. Yo no me reincorporaré al trabajo hasta por lo menos dentro de un mes, ya lo he asumido.

domingo, 19 de octubre de 2008

Sensaciones contrapuestas

Según se acerca la fecha de mi retorno a Argel se mezcla en mí una sensación doble de ilusión en lo personal y de desazón en lo profesional. No es éste lugar para comentarios relacionados con mi actividad profesional, por más que de ellas derivan circunstancias que me han llevado precisamente a estar de baja laboral durante tanto tiempo.

En el plano personal mi ilusión se debe a las ganas de compartir mi vida con una gente a la que empiezo a añorar. Yo, que huyo de utilizar el teléfono móvil para algo más que algún que otro mensaje de texto y que me lo suelo dejar olvidado en casa, voy a pagar este mes una factura muy elevada a Movistar. Pero es que me he sentido en la necesidad de llamar a bastante gente relacionada con mi vida en Argelia.

Me he puesto especialmente en contacto con quienes compartieron mi estancia en Argel en mi primera experiencia, entre 1998 y 2000. En unas pocas semanas he visto a Carlos en Huesca, a María José en Palma y a Fernando en Nueva York. No ofrezco los apellidos ni los cargos para no comprometerlos. Y por teléfono o correo electrónico he contactado con muchos otros. Creo que en fondo subyace mi ilusión por quedarme con lo mejor de lo que hasta ahora ha sido mi experiencia de vivir en Argel y volver a percibir buenas vibraciones recordando viejos tiempos. Siento un cierto vértigo al considerar que estos días tengo que empezar a sentirme en Bilbao como cuando antes llegaba de oxigenación: hacer las compras, ir metiendo cosas en la maleta y quedar con algunas personas para despedirme hasta Navidades.

En Argelia me esperan muchos cambios. Unos amigos argelinos que en algunos casos tienen importantes novedades en sus vidas. Y una colonia renovada, en la que sólo quedan dos briznas de mala hierba, pero tiene que haber de todo en la vida. Echaré en falta sobre todo las bajas que se han producido en ese formidable grupo del Cervantes, las de Ismael y Jorge, la de Luz, la de Ernesto, si es que finalmente no regresa…

A cambio, creo que todas las nuevas incorporaciones se fueron poniendo en contacto conmigo antes de llegar a Argel y aparentan ser a quién más maravilloso. Este contacto previo es parte de lo que todos hemos ganado con las nuevas tecnologías.

sábado, 18 de octubre de 2008

Un jefe nuevo

Escribí hace unos días, el 11 de septiembre exactamente, un comentario sobre el Embajador de España en Argel, que deja su cargo. Y no hice mención, creo, a su sustituto. Me preguntaban el otro día qué sé del nuevo Embajador. Poca cosa, la verdad, simplemente lo que voy a contar aquí. Es posible que para cuando se publique este comentario yo ya sepa algo más, porque habrá pasado incluso la fiesta del 12 de octubre y es posible que incluso haya tomado ya posesión, pero voy a dejar el texto un mes entero en espera, no vaya a ser que en mi actual estado esté escribiendo cosas improcedentes y me busque problemas con el que es el "jefe supremo" de los que trabajamos para la administración pública española en Argelia.

Me han dicho que es mallorquín y que habla castellano y catalán, además de francés, inglés y alemán. La mayoría del cuerpo diplomático no sale demasiado al extranjero, pero lo cierto es que don Gabriel Busquets, que así se llama, casi no ha parado en nuestro país. No va a ser su primera experiencia en un país africano, porque hace muchos años, en sus inicios profesionales, desarrolló su trabajo en Etiopía. Ni en un país musulmán, porque fue Embajador en Teherán. Antes, como Cónsul, estuvo en Frankfurt y creo que en Gante, la ciudad natal del Emperador Carlos V. Y tras la aventura iraní pasó a ser Embajador de España en Berlín.

Supongo que el nuevo destino le va a gustar. En el plano personal, un mallorquín no despreciará nunca vivir al borde del Mediterráneo, que podrá ver cada día desde su casa de las alturas de El Biar. Y el idioma alemán, que me dicen que habla en el hogar, en la intimidad, con su esposa, Helga, natural de Dusseldorf, podrá seguir siendo el vehículo de comunicación con su número dos, Pedro, el encantador Ministro Consejero y Encargado de Negocios de la Embajada, cuya esposa es también alemana. Profesionalmente el puesto es muy importante, porque Argelia es un país con un fuerte contenido de economía centralizada, post socialista, de comercio de Estado. Las relaciones diplomáticas son en este caso trascendentales para las relaciones económicas. Eso sin meterme en asuntos de los que entiendo muy poco, como el terrorismo, el Sahara occidental, la inmigración, la energía nuclear, la política regional o la intermediación en las relaciones con Venezuela, Ecuador y otros países con los que Argelia mantiene buenas relaciones, asuntos todos ellos que pasarán necesariamente por sus manos.

A mí me gustaría que nuestra Embajador saliera mucho y que los argelinos llegaran a conocerle al mismo nivel que al Embajador de Francia. Que sea noticia, porque eso hace que España sea noticia. Y que alguna que otra vez se presente casi sin avisar en mi oficina, porque es la suya y no necesita invitación para entrar, pero que serviría para sentir la importancia del trabajo, a veces aburrido, que hacemos cada día.

viernes, 17 de octubre de 2008

Música bereber en Bilbao

Una noticia para quienes me leen desde Bilbao y alrededores.

Hoy, viernes 17 de octubre, se celebra el Día Internacional contra la Pobreza. Con ese motivo, tendrán lugar en el Arenal de Bilbao una serie de actividades de concienciación, bajo el lema "Y tú, ¿qué vas a hacer?" (euskerak, "eta zuk, zer edingo duzu?").

A las siete y media de la tarde se celebrará una manifestación con trikitixa, percusión africana y música magrebí de Dakamarrakchia. Y a las ocho de la noche un concierto de música bereber con BOUHIA, un grupo de cinco músicos y una bailarina organizado alrededor de Mustapha, el del Berebar de la calle San Francisco, que canta en Amazigh.

Lo digo para todos los que quieran asistir.

Amazing

A primeros de octubre he estado en los Estados Unidos de América. Mi estancia se ha limitado a los estados de Nueva York y Massachussets. No puedo decir que con eso conozca suficientemente el país ni sus gentes, pero si me ha servido para percibir un mundo diferente y llevarme algunas sorpresas, que quiero comentar.

La primera sorpresa es por la ingenuidad del sistema. Para entrar en el país hay que rellenar un impreso declarando los instintos criminales, el estado de salud y la voluntad de quebrantar la ley. Y la simple respuesta escrita de ser chico bueno resulta suficiente, como si quien no cumpliera las condiciones fuera a autoinculparse de su voluntad delictiva. En los grandes almacenes el grado de control de las mercancías es ridículo. Podría pensarse que se debe a que no se producen hurtos, pero sin embargo se dan más que aquí. En los transportes públicos no existe control de que los pasajeros viajan con billete y resulta sencillo evitar el pago. De hecho, yo viajé en tren y en barco gratis, pese a haber señalado al montar que deseaba pagar mi billete. Supongo que esperan que sea el viajero el que luego vaya a la búsqueda del revisor para que le cobre. Son sólo tres ejemplos, pero la vida ordinaria está llena de situaciones en las que sorprende esta mentalidad de falta de picaresca, tan opuesta a la forma de ser mediterránea.

Todo ello contrasta de alguna forma con la paranoia de la seguridad antiterrorista. La presencia policial es muy llamativa, aunque para alguien, como yo, procedente de Argelia, resulta incluso escasa. Además, no actúan con la chulería y prepotencia de la que se hace gala en los controles de carretera argelinos. Al contrario, la policía se muestra siempre dispuesta a sacarse fotos con el extranjero.

La segunda sorpresa viene por el mal estado de las infraestructuras. Hay muy buenas redes de carreteras y ferrocarriles; los puentes y túneles son verdaderas obras maestras de la ingeniería. Pero el grado de mantenimiento, de limpieza y conservación, no está muy alejado de lo que se ve en Argelia. Los barrenderos sí que barren (en Argel empujan la suciedad unos metros con la escoba y acaban recogiendo una simple palada de basura), pero son muy pocos. Los arreglos son simples parches. Contra lo que me esperaba, no hay mucha diferencia entre una acera de Didouche Mourad y otra del barrio neoyorkino de Brooklin, a años luz de lo que se ve en Alemania, en Suiza o en Escandinavia. Supongo que es un dato más en el debe del presidente Bush, que hace soportar a los caudales públicos un gasto militar asfixiante para su paranoica búsqueda de armas de destrucción masiva en Irak, mientras escasean los recursos para gastos corrientes.

Y la tercera sorpresa es la de los excesos del consumismo. La mayoría de los vehículos es de tipo berlina o todo terreno, con gran poder contaminante. Toda la comida se adquiere envasada y los contenedores de basura están llenos de latas y bolsas, mientras que los contenedores de recogida selectiva son muy escasos y con poco éxito. Los periódicos tienen muchas páginas innecesarias y son baratos, unos 75 centavos un ejemplar de unas cien páginas, que acaba en cualquier papelera. Es un sistema que desde mi óptica europea resulta ecológicamente insostenible.

Crecer contaminando nos parece mal a todos. El problema es encontrar la fórmula para obligar a que no se haga. Los acuerdos del protocolo de Kyoto son de compromiso voluntario, nadie está obligado a suscribirlos ni recibe ningún tipo de sanción por no hacerlo. Ya vemos en Argelia como las empresas más contaminantes campean a sus anchas sin ningún respeto al medio ambiente. En Estados Unidos ocurre otro tanto. Como simple ejemplo, el precio de menos de 70 céntimos de euro el litro de gasolina, que ahora mismo les parece carísimo a los norteamericanos, no supone ningún incentivo para buscar fuentes alternativas de energía.

Así, con esas tres pinceladas de los tres primeros detalles que me asombraron, creo que puedo resumir la impresión recibida en Estados Unidos por un español con ojos de argelino.

jueves, 16 de octubre de 2008

Correo recibido

He recibido varios correos de ánimo en las últimas horas. Muchas gracias. me ha sorprendido que tres de ellos sean de conocidos míos que yo no sabía que leían el blog. Dejé de controlar el origen de los accesos hace un par de meses, cuando desaparecieron los comentarios ofensivos, y ahora no tengo francamente la menor idea de cuánta accede diariamente a los contenidos del blog.

También he recibido varias explicaciones a mis dudas sobre la denominación halal. Una de ellas es de Raquel, la que nos ofreció hace unso meses su decálogo de consejos para extranjeros de visita por Argelia, que me ha dicho que deseaba dejarla colgada en el blog y no había podido hacerlo. Dice así:

"Todos los animales terrestres están obligados a sacrificarse por el método hallal. Y tiene su explicación: En la antigüedad se realizaba para desangrar al animal, ya que está era transmisora de varias enfermedades al igual que la prohibición de comer cerdo, era debido al parásito que éste tenía y transmitía al hombre, creo si mal no recuerdo que se llama triquinosis.
Mi marido tiene una anécdota con un cliente argelino que fueron a comer juntos y en la carta figuraba pato a la naranja. El cliente ni corto ni perezoso se acercó al camarero y le preguntó si era hallal, a lo que el camarero le respondió:
"Pues mire señor, no sé si el pato es de granja o ha sido cazado en medio del monte mirando a La Meca y el cazador era musulmán."


Muchas gracias, Raquel. Hasta donde yo sé, tienes razón en el origen de las restricciones que impone el Corán. Según me ha contado otro bloguero, el hecho de que el animal mirara hacia La Meca también tenía su sentido en evitar que se comiera carne de animales encontrados muertos y que además se le diera al sacrificio del animal un valor de estar matando para comer, un pequeño sacrificio de la Naturaleza que no es gratuito.

Patinador

Escribí este comentario hace varias semanas, pero se me olvidó colgarlo. Me refiero en él a uno de tantos amigos del blog. No doy su nombre, no quiero dar pistas innecesarias. Simplemente, que es hombre, joven, titulado superior y vive en España. Como ocurre con todos los que me escriben, es encantador, una persona majísima que se desvive por ayudarme cuando me encuentro mal y que además lo hace de todo corazón.

Finalizó sus estudios en España y, aunque ha trabajado en Argel, acabó aceptando una oferta de trabajo y vive en una ciudad castellana. Para él, lo más difícil es la separación de su esposa, porque ella estaba en Argelia y no resultaba fácil completar los pasos legales que le permitieran alojarla con él. No obstante, cuando me escribió ya había hecho planes y estaba a la espera de que le concedieran un visado para pasar unos días con él. En un de sus correos me lo contaba de esta forma:

Creo que mi mujer estará aquí a mediados de octubre. Tengo muchas ilusiones de estar con ella y desarrollar juntos cosas que nunca podíamos hacer en Argel: salir a pasear por la noche, irnos en bici, patinar juntos… Me gusta patinar, patinar me da una sensación de luchar contra el aire, contra un futuro desconocido que siempre he vivido en Argel. Vivir en Argelia da una sensación de prisión, de agobio, debido a la dura rutina, difícil de romper. Los que hemos estado fuera de Argelia tenemos la responsabilidad de transmitir al pueblo argelino las experiencias que hemos vivido en el extranjero.

Estas son las cosas que me llegan al corazón, no lo puedo remediar. Por eso le he pedido permiso para publicar esta parte de su correo de mediados de septiembre, en Ramadán. Ese agobio que describe de la vida de Argel la sentimos todos. No ayuda nada a quitársela de encima la presión policial y la enorme cantidad de controles en los que hay que ser chico bueno, decir que sí a lo que se le ocurra al policía si le da por pararte y echar una bronca en función de su estado de ánimo y ganas de molestar a un conductor. Tampoco ayuda la dureza del carácter argelino, que genera más tensión. Son todos ellos factores que, unidos a otros varios personales y laborales, me han llevado a enfermar y estar un tiempo de baja médica. Y esto mi amigo lo resuelve muy inteligentemente mediante el patinaje.

Yo, en cambio, en Argel disfruto de la compañía de la gente. Me encanta realizar descubrimientos, introducirme en la vida de los argelinos y hacerlo en compañía de alguien que se encuentre como yo. De alguna forma, cuando no se trata de una novedad para mí intento compartir el descubrimiento de quien me acompaña.

Mucha suerte, amigo, con la llegada de tu esposa. Espero que patinéis mucho, con la seguridad que te da saber que te acaban de renovar el contrato e incluso te ascienden de categoría, como me contaste el otro día.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Blog Action Day 2008

Hoy se celebra internacionalmente el Día de Acción del Blog. Se intenta que sea una jornada destinada a debatir cada año sobre un único punto de interés global para los internautas. Este año el lema es la pobreza, por lo que se quería que todos los blogs trataran de esta cuestión y se presentaran propuestas.

No he sabido hasta esta mañana de la iniciativa, de modo que no puedo aportar mi colaboración. Simplemente puedo aportar la dirección de la página web que coordina la iniciativa, llamada Blog Action Day. Para entrar en ella, basta con pulsar aquí.

Está previsto donar a la causa todos los ingresos publicitarios obtenidos por el blog durante la jornada, pero yo nunca he obtenido rendimiento económico alguno del mío, no he querido que incluyera publicidad. Lo mejor que podía obtener era el reconocimiento y amistad de quienes lo leen y en ese campo me siento multimillonario y muy feliz, porque esta riqueza SÍ da la felicidad.

Espejo del alma

Hay gente que piensa que lo de mi baja médica por razones psicológicas no es real, que tiene mucho de cuento. Posiblemente soy en parte culpable de esa situación cuando en tono distendido comento viajes, salidas y en general la vida relajada de quien no va a trabajar cada día. Y fundamentalmente se debe a que la enfermedad psicológica no se ve, no parece real. Si la curación fuese mediante el internamiento en un centro médico o entre los síntomas encontráramos un dolor físico insoportable, se valoraría de otra manera.

He estado viendo las fotos que me he sacado este verano y casualmente he tenido que buscar la foto que hasta hace poco figuraba en la portada del blog. Y al comparar instantáneas que han sido tomadas con unos meses de diferencia he comprobado la huella del sufrimiento en mi cara.

La primera foto fue tomada en las ruinas romanas de Tipaza, cerca de Argel, el 23 de noviembre del año pasado. La he recortado para que se me observe más de cerca.
Y la segunda fue tomada el 29 de agosto de este año en la localidad madrileña de Chinchón, para inmortalizar el momento en el que me disponía a meterme para el cuerpo un copazo del anís que lleva por el mundo el nombre de la localidad.
Entre ambas fotografías median nueve meses. Las dos están obtenidas con mi cámara y he buscado que el fotógrafo también fuese el mismo, en este caso mi amiga Elena.

Dicen que la cara es el espejo del alma. Deberían bastar para que, quienes con poca sensibilidad han creído que estaba fingiendo, reflexionen sobre la huella en mi rostro del dolor en mi interior.

No sé si el médico me dará o no el alta. Pero, por favor, si no me la da no es para decirme “felicidades, qué suerte que sigues de vacaciones”, sino “lo siento, qué mala suerte que sigues enfermo”.

martes, 14 de octubre de 2008

Tiberín

Durante los años de guerra civil argelina los cristianos fueron un objetivo claro de los grupos armados que pretendían establecer un estado islámico en Argelia. El asesinato de las Hermanas Agustinas Misioneras españolas Esther y Caridad, el 23 de octubre de 1994, puso fin en aquel momento a mi estancia y la de la empresa para la que yo trabajaba en Argelia.

Pero existe un momento cumbre, de máxima tensión emotiva, que ha pasado a la historia. Es el secuestro y posterior asesinato, en mayo de 1996, de los monjes de Tibherine (leído, Tiberín). En esa pequeña localidad de la Mitidja, la meseta argelina, cerca de Medea, un monasterio benedictino se había convertido en algo más que el eje y motor de subsistencia de la población de la comarca. En sus talleres casi todos los jóvenes de la región había aprendido a ganarse la vida. Además, habían generado empleo para muchas mujeres del lugar. Con un gran espíritu emprendedor habían logrado poner en marcha lo que en otros lugares se denomina comercio justo, que en Tiberín era comercializar directa y correctamente la producción frutícola y agrícola y realizar una transformación artesanal de los excedentes en conserva, para obtener un sueldo digno y poder incluso sufragar los gastos de las medidas sociales de solidaridad establecidas. Los monjes eran casi adorados por la población local y se había dicho que, pese a estar situados en una zona muy peligrosa, era impensable que nadie les pusiera una mano encima.

Sin embargo, una noche entró un grupo armado y los secuestró. Se dudó incluso durante unos días de la posible autoría, dudando si debido a su estrechísima amistad con muchos jóvenes de la comarca que se habían pasado a la lucha armada contra el Gobierno, su secuestro podía ser una acción de guerra sucia, una más de las muchas acciones sanguinarias que los grupos militares también emprendieron en los años más duros de una guerra civil muy dolorosa.

El secuestro coincidió con la agonía mortal del arzobispo de Argel. Medio planeta se movilizó a favor de la vida de los monjes, se convocaron multitud de encuentros de oración, muchos líderes musulmanes lanzaron llamamientos a su liberación e incluso hubo un movimiento casi espontáneo de condena entre los principales dirigentes del FIS. Todo eso no sirvió para nada, porque unos días más tarde se produjo el macabro descubrimiento de las cabezas degolladas de los monjes. El funeral, conjunto con el del Arzobispo de Argel, tuve casi tratamiento de funeral de Estado, hecho sin precedentes en una Argelia confesionalmente musulmana y se rumoreó en algún momento que se había evaluado en el Vaticano la posibilidad del desplazamiento expreso del Papa para presidirlo. Todavía hoy, Tiberín es un icono del martirio moderno y para muchos monjes poder vivir una temporada en este monasterio es su aspiración material máxima.

No todos los monjes de Tiberín fueron secuestrados y degollados aquella noche. Se encontraba de visita un monje no perteneciente al monasterio y esa circunstancia salvó al parecer la vida de otro, el padre Amédée, que dormía placidamente y que al haber desconectado su aparato para la sordera no se enteró de nada hasta unas horas más tarde.

Yo conocí al padre Amédée el año 1998. Me lo presentó Ventura, al que envío mi más cariñoso abrazo allá donde su búsqueda de la cercanía de Dios y la paz interior le hayan llevado. Tenía la presencia física de un anciano venerable, pese a que su edad era en ese momento de 78 años. Francamente, nunca le hubiese echado menos de 90, pero el terrible sufrimiento del cruel asesinato de todos sus hermanos le había avejentado hasta el extremo. Cuando el año 2001 se vio que el regreso a Tiberín contaba con todo tipo de dificultades impuestas por las autoridades argelinas, que no querían arriesgarse a que se repitiera un atentado por la notoriedad y carga mítica del lugar, algunos padres fueron abandonando Argelia, entre ellos Amédée que se trasladó a vivir a Marruecos.

El pasado 27 de julio falleció en el monasterio francés de Aiguebelle el padre Amédée. Tras una dolorosa separación de diez años de sus hermanos, impuesta por un grupo terrorista, se habrá producido ese gozoso reencuentro en el cielo. Descanse en paz.

lunes, 13 de octubre de 2008

Una reflexión

Voy a ser corto, es una simple reflexión en voz alta. O una duda que creo que no me han resuelto por suponer que lo preguntaba en broma.

En Argelia toda la carne y derivados de ella que se vende lleva el certificado hallal, que es un documento que certifica que el sacrificio del animal se ha efectuado por un musulmán practicante y siguiendo un determinado rito, que incluye dirigir la cabeza del animal hacia La Meca. Iba a escribir que es un certificado de pureza, pero podría conducir a error, porque no tiene nada que ver con las medidas higiénicas ni sanitarias de la matanza.

Siempre he tenido la duda de saber hasta donde llega esta obligación hallal. Es decir, en qué animales termina esta obligación. Por ejemplo, los pollos o las codornices, ¿se sacrifican siguiendo ese rito? Y el pescado, ¿se sacrifican así los atunes? Porque es evidente que las sardinas no.

A quien conozca la respuesta es posible que le parezca una broma, pero yo lo pregunto en serio.

domingo, 12 de octubre de 2008

Trabajar en Orán

Ahora todo el mundo habla de la crisis. Incluso el Presidente del Gobierno se ha olvidado de qe hace unos pocos meses negaba su existencia para presentarse ahora como aladid de unas medidas algo tardías, mezcladas con otras a todas luces absurdas.

Y, mientras tanto, quienes pagan las consecuencias son los trabajadores. Los especuladores, que se presentan como víctimas de la crisis financiera internacional, también lo son, evidentemente. Pero poca pena dan cuando su tren de vida no se ha debido en su gran mayoria al esfuerzo, sino a la especulación. Sn embargo, en España coexiste la situación financiera internacional con una crisis económica que también va a afectar a otras economías. En nuestro caso la destrucción de empleo es evidente y nos situamos a a cabeza del mundo desarrollado en tasas de paro.

Una solución histórica al desempleo fue la emigración. Y lo es actualmente en mi caso y en el de otros españoles que se están trasladando a vivir a Argelia.

La economía argelina no sufre de recesión. Como expliqué en otra ocasion, la política excesivamente conservadora a la hora de invertir los excedentes comerciales que aplica el gobierno argelino va a hacer que sus inversiones en el extranjero sufran un grave quebranto. Pero la pérdida tiene carácter contable, en forma de minusvalía de las reservas, y no se materializará en una pérdida real para el pais. También la menor actividad económica mundial tirará hacia abajo del precio del petróleo, pero las cuentas públicas argelinas están basadas en unos precios muy razonables, claramente inferiores a los de mercado. La extracción de crudo en Argelia es menos eficiente que en otros países, pero su coste está en cualquier caso por debajo de los doce dólares el barril. Los presupuestos, creo recordar, se basan en un precio de 35 dólares el barril y sería una verdadera sorpresa que en algún momento el brent cotizara por debajo de los 48-50 dólares. Más aún, los expertos con los que alguna vez he hablado lo sitúan siempre entre 60 y 80 dólares como precio ideal, una vez descontado el efecto especulativo que tanto ha perjudicado estos años a los mercados de materias primas.

Por eso,los planes de inversión y desarrollo de infraestructuras de Argelia no tienen porqué verse afectados. Ello coloca a Argelia como un país de destino preferente de nuestro sector de la construcción y su industria auxiliar.

Una amiga, Luz, cuyo marido lleva trabajando un par de meses en Orán, me ha enviado un link a una noticia de prensa publicada en su Cáceres local este sábado. Como creo que la mucha información que ahí se facilita resulta de interés general, la ofrezco aquí para todos los lectores del blog:
http://www.hoy.es/20081011/regional/argelia-recluta-encofradores-extremenos-20081011.html
Me ha venido muy bien la ayuda de Luz para escribir mi post de hoy y postergar los últimos que preparé el pasado verano.

sábado, 11 de octubre de 2008

A la catalana

Durante mucho tiempo le he contado bromas de catalanes a una ex compañera de trabajo que ya ha dejado de trabajar en mi oficina y se ha vuelto a su tierra catalana. Casi siempre conseguía hacerle renegar con los chistes. Es una pena no tener la oportunidad de ver su cara con lo que cuelgo hoy aquí.

Sucede en Girona, en pleno centro. Hay una cafetería con dos puertas y los dueños pretenden que sólo se entre por una de ellas, para mejor distribución del espacio interior. Y colocan un cartel en la puerta. Sin embargo, la clientela no hace caso, porque la puerta que se desea inutilizar es la que da al lateral con más tráfico de peatones. Y los dueños deciden colocar un segundo cartel, más grande que el primero. Luego sigue un tercer cartel, un cuarto, todos ellos a color, hasta casi llenar la puerta de letreros, como puede apreciarse en la fotografía que saqué del lugar. Por cierto que en el cristal se refleja mi imagen tomando la fotografía. Pero aquello sigue sin dar resultado, de modo que los dueños del bar cafetería acaban resolviéndolo a la catalana. “Si van a seguir entrando por ahí, que paguen”. Y colocan un cartel más, que acaba siendo el único eficiente. El secreto está en el texto: Delicioso, ¿verdad? Lo mejor es que, efectivamente, funciona.

viernes, 10 de octubre de 2008

¿Libertad religiosa en Argelia?

Mi amigo Bogdan me ha enviado desde Suiza una noticia publicada por el diario El País cuyo titular dice así: Seis argelinos condenados a cuatro años de cárcel por comer antes de tiempo.

Me gusta ser yo quien escribo los comentarios, no recopilar simplemente textos ajenos. Pero creo que es interesante para quienes se sienten como yo fascinados por esas raras paradojas de la vida en Argelia conocer esta historia:

Seis varones de Biskra, a 420 kilómetros al sur de Argel, fueron condenados el pasado fin de semana a cuatro años de cárcel y a 100.000 dinares de multa (950 euros) por "no respetar uno de los pilares del islam". El Ramadán es uno de sus cinco pilares. Los seis cumplen ya su condena en prisión.

La policía argelina sorprendió, a mediados de septiembre, a seis hombres, de entre treinta y cincuenta años, jugando a las cartas y comiendo, poco antes de la hora de ruptura del ayuno, en el parque de Djenane El Beylek de Biskra, una ciudad de 210.000 habitantes. Les detuvieron. Poco antes había pillado también in fraganti a otras 27 personas, entre las que figuraban dos menores, consumiendo alimentos a deshora. Con ellos la policía fue menos severa. Les condujo a la comisaría y les obligó a firmar un documento en el que reconocen los hechos y piden disculpas.

Los seis condenados también se reconocieron culpables, pero no les bastó para ablandar al juez. Para fundamentar su sentencia éste echó mano del artículo 144 bis del código penal previsto para los delitos de prensa: "Se castigará con entre 3 y 5 años de cárcel y una multa de entre 50.000 y 100.000 dinares a todo aquel que ofenda al profeta (...) o denigre los dogmas y preceptos del islam a través de textos escritos, dibujos, declaraciones o cualquier otro medio".

"La interpretación que hace el juez del artículo no es justa", asegura el abogado Boudjemaa Ghechir, presidente de la Liga Argelina de Derechos humanos. "Fueron condenados por ofender un precepto del Islam, pero nada demuestra que se mofaron de él". Además, la Constitución argelina reconoce la libertad de culto.

"En el país del mollah Omar no se ha visto nada peor que esto", se indignaba, el martes, el diario argelino El Watan ante el creciente celo religioso de los magistrados. "Nos podemos imaginar que mañana otro juez condene a personas que deambulan por la calle el viernes porque deberían de estar en la mezquita a la hora de la oración", concluye el diario en su editorial.

En Marruecos, en tanto, no han sido los jueces sino la muchedumbre piadosa la que la emprendió a golpes contra un hombre que bebió agua en la calle antes de la ruptura del ayuno en Fez. Le arrastraron hasta la comisaría más cercana. Allí, los policías le encerraron en un calabozo hasta que acudieron a rescatarle varios miembros de su familia provistos de un certificado médico en el que se aseguraba que el infractor era diabético y estaba exento de cumplir con el Ramadán.


Esto ocurre al lado de nuestra casa. Es real. Afortunadamente no es lo habitual, pero el riesgo de sufrir este tipo de circunstancias existe. Creo que por sentido común saldrán pronto de la cárcel. Y no porque el sistema judicial funcione bien, sino por la presión que supone que el principal medio de comunicación en´lengua francesa se haya hecho eco del asunto.

jueves, 9 de octubre de 2008

Una lata de sardinas

En el más de un año que llevo en Argel sólo una vez se ha comprado y comido carne en mi casa. Fue el día que llegaron a Argel los nuevos becarios, Erika y Mariano, cuando compramos filetes para los tres. El mío se quedó sin hacer y después de un tiempo se fue a la basura. Me preparé una vez una hamburguesa vegetal que estaba francamente buena y un día compré unas brochetas o pinchos morunos de pavo y me las comí en casa.

El pescado sí ha tenido mucha mayor presencia en mi hogar. Pero la variedad que puedo encontrar en el mercado es tan escasa y que me he convertido en un aficionado a las sardinas. Rara es la semana que no las como al menos dos veces. Me encanta ir al puerto de Bouharoun (Buharún) y comerme por un euro un plato de sardinas recién asadas. Un poco más caras, 150 dinares, son las sardinas que debajo de mi casa elabora un puesto de comidas que las ofrece fritas y picantes o en escabeche.

Escribí este texto a primeros de agosto, a las pocas horas de haberme encontrado en la estantería de casa una lata de sardinas que yo no recordaba haber comprado. Todas esas cosas me las traigo sin excepción de España y ésta era una lata escrita en árabe, al parecer de sardinas marroquíes. Al final me decidí a abrirla y el resultado es el que se aprecia en la fotografía. Tres trozos cortados de una enorme sardina o similar, bañados en un aceite oscuro.

Como caducadas no estaban, escurrí el aceite y me las comí. Y he de reconocer que desde el punto de vista organoléptico eran excelentes. Cuando en agosto escribí este texto no sabía si echar o no la culpa a las sardinas de las seis veces que tuve que acudir al baño, víctima de una diarrea de la que mejor omito los detalles.

He reescrito este texto en Nueva York y simplemente me gustaría añadir que las sardinas norteafricanas, aunque de mejor calidad, también se venden en Estados Unidos. En cambio, para mí ha sido una sorpresa comprobar como los norteamericanos siente repulsión por las cabezas de los pescados y mariscos. Los langostinos, gambas, etc, se venden siempre con la cabeza cortada.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Mercedes

Me encontraba en abril del pasado año pasando unos días en Estambul cuando tres personas diferentes me avisaron en el plazo de dos días de que se había convocado el concurso-oposición para cubrir la plaza de Analista de Mercado en Argel. La primera de las tres fue Mercedes, una amiga que trabajaba en la Cancillería de la Embajada de España y que me escribió el mensaje el mismo día que se publicaba la convocatoria y además a primera hora de la mañana.

Cuando me incorporé a mi puesto el 23 de junio de 2007, acudí el primer día a su casa para agradecerle personalmente ese gesto y muchos otros que había tenido conmigo. La encontré enferma y demacrada, llevaba unos días que no se encontraba bien y esa misma semana salía para España para que la viera un médico. Fue la última vez que nos vimos, porque pocos días después le confirmaban la gravedad de su estado y cogía la baja médica.

Yo hablé con Mercedes hace unas semanas. Estuvimos bromeando por teléfono y recordando aquel día en julio del 99 cuando me ofreció en su casa un zumo de siete vitaminas y del primer trago descubrí con horror que era más bien de siete vegetales, cuando yo no como ninguna verdura. Y recordamos alguna otra anécdota. También me confirmó con gran serenidad que la enfermedad le había ganado la batalla, pero quería verle el lado positivo y me añadió que ya había vivido al menos cuatro años más desde que le diagnosticaron un primer cáncer y que contra casi todos los pronósticos había podido acompañarnos todo ese tiempo. No tenía dolores y los médicos ya le habían asegurado que así sería hasta el final.

Y así fue. El pasado viernes Mercedes se durmió plácida y definitivamente en su casa de Toledo. Al día siguiente, sus amigos cumplieron su última voluntad, esparciendo sus cenizas donde ella había elegido y tomando una cerveza de esas de las que en sus últimos años tuvo que prescindir por prescripción médica, pero que tenía que volver a estar presente en esos instantes. Porque Mercedes no quería una despedida triste, que la recordaran llorando, sino riendo y como fue en sus mejores momentos.

Yo no estoy en Argel. En agosto estuve escribiendo en mi casa del barrio de Ben Aknún varios comentarios cada día, que luego no publicaba. Pero los he ido programando, algunos ligeramente modificados, para su inserción automática diaria. Con eso, más la media docena de textos que he escrito posteriormente, he conseguido mantener vivo este canal de comunicación mientras ponía distancia física y psíquica para recuperarme. Entre el atentado de diciembre y mi percepción de incomprensión y tensión en el ámbito laboral habían podido conmigo.

Estos días he puesto distancia y estoy en Nueva York. Ante un ordenador que resulta complicado para escribir acentos y eñes, he decidido romper la programción del blog para rendir este homenaje a Mercedes. Voy a recuperar la normalidad de escribir cada día, aunque sea para describir la vida neoyorquina y mis experiencias por el mundo de estas últimas semanas. Necesito un par de jornadas para regresar a casa, simplemente.

Yo espero que Mercedes pueda seguir leyendo el blog desde ese cielo cuya existencia ella descartaba. Porque yo sí creo en Dios y espero que le haya ofrecido la sorpresa simbólica de un espacio para ese alma tan grande en el otro mundo. Y allí la tendremos, con un ordenador divino leyendo el blog y una cervecita fría al lado.

martes, 7 de octubre de 2008

Hace veinte años

A finales del pasado mes de febrero, coincidiendo con mi cumpleaños, mi hermano Ignacio vino a pasar una semana conmigo a Argel. Le había preparado una habitación, pero no necesitó nada más que las cuatro paredes, porque en su equipaje se traía todo lo necesario para acomodarse. Dentro de la maleta llevaba una colchoneta con un motor, que apenas abultaba como un par de cajas de zapatos. La desplegó, puso el motor en marcha y aquello se convirtió en una cómoda cama da casi medio metro de alto, del tamaño que los británicos llaman king size. Luego sacó sábanas, una manta térmica como la que usan los marines norteamericanos y todos los útiles de misa: crucifijo, misal, casulla, cáliz, hostias, vino y alguna otra cosa que me dejo olvidada. Era el misionero perfecto. Me recordaba a las imágenes que vemos en las películas de los curas que desde el siglo XVI hasta la II Guerra Mundial hacían sus bártulos para marchar para siempre a tierras africanas, llevando consigo varios baúles. E imagino que la realidad se semejaba más a la que yo estaba contemplando, la de viajar con lo imprescindible pero sin que falte ni un detalle. La primera noche le llevé a mi hermano a conocer un poco el centro de Argel. Paseamos por Didouche Mourad, la plaza del Emir Abdelkader, la plaza de los Mártires y todo el llamado frente de mar con los edificios coloniales blancos de la época de mayor esplendor francés. Para mi sorpresa, no le maravillaba el pasear delante de unos edificios majestuosos, sacados de su época, de los que yo no se construyen, sino la suciedad del lugar, que la plaza estuviera embaldosada como si se tratara de la cocina de una casa, que los rincones permanecieran ennegrecidos por años de limpieza insuficiente, que los gatos encontraran comida entre la basura. Aunque era casi medianoche nos adentramos algo en la Casbah y tampoco se fijaba en la belleza de la arquitectura, sino en los baldosines rotos, la ropa tendida o la gente que se vislumbraba al otro lado de las cortinas de las ventanas.

Esa visión negativa le duró tres días, en los que poco a poco fue viendo las cosas de otra manera. Una mañana en la que yo trabajaba fue de nuevo a la Casbah, con Marta y Ernesto. Estuvieron viendo los diferentes edificios del barrio, comieron sardinas en un lugar popular y pasearon como tres argelinos más. Y regresó encantado. La foto, aclaro, corresponde a la cena en la Maison del Couscous, no a la visita a la Casbah.

Como es fácil deducir del primer párrafo, mi hermano Ignacio es sacerdote. En Argelia, por obvios motivos de seguridad, no portaba ningún signo visible de su condición. Pero le ocurrió una anécdota muy especial con mis vecinos.
En mi comunidad de propietarios tengo la suerte de contar con unos vecinos magníficos, a los que echaré de menos cuando me mude, aunque me están buscando piso en los edificios cercanos para que continúe compartiendo mi vida con ellos. Pero les ocurre como a muchos argelinos creyentes, que cuando tienen cierto nivel de confianza desean ofrecer lo que para ellos es lo más valioso, su fe. E insisten en la importancia de la conversión. Cuando me pilla de malas, algo habitual los últimos meses, lo veo como una pesadez y casi un abuso de posición de fuerza cuando hay gente en las cárceles argelinas acusadas de proselitismo por propagar las ventajas del cristianismo. Pero en mi estado normal entiendo que me hablan con el corazón y que me ofrecen en realidad lo que para ellos es lo mejor que tienen, lo que da sentido a buena parte de su vida. No se trata de ganarse el paraíso gracias a mi conversión, sino a desear compartirlo conmigo. Y eso mismo ocurrió con mi hermano, con el que se comunicaban a duras penas en inglés. Él se mostró muy receptivo e interesado por la religión y eso les encantó. Y él preguntó por la posibilidad de visitar una mezquita, lo que fue interpretado como un deseo de integrarse en su mezquita, de hacerse musulmán. Yo, mientras tanto, estaba al margen de todo ello y sólo supe que el domingo por la mañana le iban a enseñar la mezquita de mi barrio, para lo que el imán había dado su consentimiento. Todo ello, francamente, me resultaba algo extraño porque yo no he tenido en todo este tiempo la posibilidad de entrar en una mezquita de Argel sabiéndose que soy cristiano y siempre que lo he hecho he actuado de incógnito, como un argelino más.

Cuando aquel domingo regresé del trabajo por la tarde tanto mi hermano como mis vecinos estaban ansiosos por contarme el malentendido que había sucedido. Un vecino había acompañado a mi hermano al mediodía a la mezquita, coincidiendo con la hora del rezo. A él le pareció normal que le invitaran a tomar parte en sus rezos y fue realizando los mismos gestos que los demás mientras rezaba sus oraciones, que evidentemente no eran las mismas que las del resto de los creyentes allí congregados. Al acabar la oración, el imán tomó el micrófono y todos hicieron circulo a su alrededor. Estuvo hablando en árabe y mi hermano suponía que le estaban presentando como visitante de la mezquita, cuando en realidad le anunciaban como nuevo miembro recién convertido, a quien desde ese momento ponían el nombre de Mohamed. Ignacio sonreía y decía a todo que sí y daba las gracias por la acogida. Dentro del grupo había un argelino que había vivido en España y que comenzó a hacer de intérprete. Así supo que le preguntaban por su conversión al Islam. Cuando respondió que él era católico, no musulmán se armó bastante revuelo. Para alguien que no vive en Argelia las discusiones en árabe parecen casi peleas, con subidas y bajas muy considerables de tono y gestos muy bruscos, de modo que una simple parece a veces una gran discusión. En esas circunstancias, mi hermano se asustó al punto de dudar de si ese día pasaría a formar parte de la legión de mártires de la Iglesia que han dado su vida por la fe. Pero recobró la calma y empezó a dirigirse a todos hablando de lo que nos une, un solo Dios Todopoderoso, la existencia del paraíso, hijos de Adán y Eva, los profetas, hacer el bien en la tierra… Yo creo que el imán debió temer porque el nuevo converso le llegara a quitar el puesto y dio por bueno que siguiera siendo cristiano. Y mi hermano volvió radiante y diciendo que hasta había tenido la oportunidad de predicar en una mezquita en domingo.

Cuento todo esto porque hoy, 7 de octubre, festividad de la Virgen del Rosario, hace veinte años de la ordenación sacerdotal de mi hermano. Y desde aquí deseo felicitarle. Algún año he ido a pasar con él esta fecha. Y tenía previsto hacerlo en esta ocasión, pero al final vamos a estar a varios miles de kilómetros de distancia. Sus proyectos pasan por repetir esa imagen de misionero en África que comentaba al principio, pero para instalarse definitiva allí donde sus servicios pueden resultar más útiles para ayudar a los niños necesitados. Mejor que explicar yo aquí su trabajo, invito a visitar la página web en la que él mismo detalla lo que ya está haciendo, lo que pretende hacer y cómo se puede formar parte de la ONGD que sustenta el proyecto: www.sosinfancia.es Además, creo que la web permite dejarle si se desea, algún mensaje. Lo dicho, Nacho, muchas felicidades. Y no te enfades mucho por publicar esas fotos.

lunes, 6 de octubre de 2008

... Y acabo con tanta foto

Cuelgo aquí la última selección de fotos tomadas en Expoagua de Zaragoza. Lo hago de forma excepcional, porque nada tienen que ver con Argelia.



Fotos en Expoagua

No soy muy partidario de insertar fotografías, por mi falta de pericia. Primero tengo que seleccionar fotografías y luego quitarles calidad para que no ocupen demasiado espacio, algo que me resulta mucho más engorroso y aburrido que escribir.

Pero quienes hayan visitado la Expo de Zaragoza se habrán encontrado con varias referencias a Argelia. Me refiero obviamente a aquellas ajenas al propio pabellón argelino. Yo he fotografiado algunas. Este es un detalle de la anterior:
Y en este mapa del pabellón de España también aparece Argelia:
Voy a acabar contando una anécdota. Adquirí una entrada de tres días, de la que utilicé los dos primeros. Finalmente, a punto ya de acabarse la Exposición, aproveché un desplazamiento a Huesca para disfrutar de una última mirada a Expoagua. Para mi desgracia, dos días antes me hice un profundo corte en la planta del pie izquierdo que incluso se me infectó y me impedía caminar. Gracias a los servicios de un excelente médico oscense recuperé la movilidad y pude acudir a Zaragoza. No obstante, al cabo de una hora el dolor era ya muy intenso, no podía apoyar el pie en el suelo y tuve que recurrir a los servicios de asistencia sanitaria del recinto expositivo, que me procuraron una silla de ruedas.

Visitar Expoagua en sillas de ruedas debe resultar fascinante cuando se cuenta con alguien que empuja la silla, pero tener que hacerlo uno con sus propias manos, subiendo y bajando pendientes y desplazándose largas distancias no fascina demasiado.

Salía yo del pabellón de Filipinas cuando me sorprendió una gran cantidad de público que se arremolinaba en torno a mi silla y que incluso sacaba sus teléfonos móviles para hacerme fotografías. Mi esfuerzo físico para desplazar la silla era considerable, pero no como para ganarme la consideración e interés del público visitante. Así que seguí mi camino y adelanté a la silla de ruedas que circulaba delante de mi. Y en ese momento comprobé a qué se debía la expectación: mi compañera de fatigas era la Duquesa de Alba que, igual que yo, realizaba la visita cómodamente sentada. Sólo que a ella la empujaba otra señora.

Por cierto, he de señalar que pese al agobio de gente que le rodeaba y se ponía en el ángulo de las cámaras para salir en una foto con ella, se mostró todo el tiempo que coincidimos, que fueron unos quince minutos, incluido el tiempo de ver el espectáculo de la última foto, muy amable y simpática con todo el mundo.

domingo, 5 de octubre de 2008

Extraño accidente

El otro día, yendo por la autopista me encontré con el camión de la fotografía.

Mi pregunta es cómo puede tener un accidente en el que resulte con esa parte del camión abollada. Yo no le encuentro explicación, aunque aquí suceden cosas raras, como que se te caiga un árbol encima, algo de lo que fui víctima yo mismo y no soy el único español al que le ha pasado.

Que no arreglen el camión y siga circulando en ese estado sí tiene explicación. El camión, como pude comprobarse, funciona exactamente igual. En la mentalidad argelina eso significa “pas de problème”, “malish”, no pasa nada. No merece la pena gastarse dinero en arreglarlo si tal y como está funciona igual. Y así seguirá hasta que deje de funcionar, seguro.

sábado, 4 de octubre de 2008

Choque cultural

Lo he comentado alguna vez con otros expatriados y hay un efecto que podríamos denominar de choque cultural cuando se regresa a Europa después de pasar una temporada en Argelia.

Es habitual que después de pasar una temporada fuera se sorprenda uno al ver un vehículo con matrícula española y piense “éste, ¿qué hace aquí?”, para darse inmediatamente cuenta de que el que se está reubicando no es precisamente el dueño del vehículo. Pero con Argelia ocurre que muchas cosas cotidianas llaman la atención y chocan, por resultarnos inhabituales. Y las más llamativas son las relativas a los usos y costumbres y a la forma de vestir. Alguna vez se me ha escapado el gesto de llevarme la mano al hecho después de dársela a alguien. Y cuando me he sentido muy ridículo y pretendido disimularlo de mala manera, rascándome o haciendo lo que en ese momento me ha parecido que mejor lo podía disimular, cosa que nunca se consigue.

Cuando se vuelve en verano y se ve a las chicas vistiendo minifaldas o pantalones cortos, luciendo escote o enseñando el ombligo, a un servidor y a muchos otros se nos van los ojos detrás durante unos días. La reacción inicial es de sorpresa, como cualquier otra persona se llevaría si ve a alguien caminando en ropa interior.

Afortunadamente, enseguida se reasimila que vestir de esa forma es normal, que lo anormal es que en Argelia sea la obsesión enfermiza de unos pocos la que restrinja a la mayoría de las mujeres su derecho a sentirse bellas y a gusto consigo mismas.

No estoy defendiendo el derecho absoluto y sin límites a vestir o no vestir libremente. Entrar en bikini en una mezquita es sin duda una falta de respeto y existen unas pautas que marcan los usos y la cultura sobre la forma de vestir. Estuve unos días en Hamburgo y tomé algunas fotografías para explicar que no estoy defendiendo una superioridad absoluta de las normas de un determinado lugar.

En un barrio de Hamburgo denominado San Pauli existen a la entrada carteles como el de la fotografía: En ella se indica la prohibición de portar armas blancas, punzantes o de fuego, o hacer uso de spray inmovilizante, el llamado antiviolación. No dudo de que esas prohibiciones sean correctas, sino de todo lo que hay detrás para que una señal de ese tipo tenga que ser colocada en la vía pública. Se trata, por cierto, de una zona muy concurrida, con infinidad de restaurantes de comida rápida de los que gustan especialmente a niños y jóvenes, junto a bastantes sex-shops que muestran su mercancía en el escaparate y bastantes prostitutas por la calle ofreciendo sus servicios. Se pretende disimular el ambiente sórdido de la actividad dándole un aire de normalidad, peor el propio cartel deja a las claras que eso no es normal.

La segunda fotografía es más simpática. Se trata de la publicidad realizada en una feria de muestras por una empresa que se sirve del body painting, del reclamo de la publicidad sobre cuerpos desnudos. Hay que reconocer que el trabajo estaba muy bien hecho y que las dos chicas podían sentirse realmente vestidas de pintura. No tuvieron ningún reparo en posar para que les sacara esta foto. El brillo en la cabeza corresponde al flash de la cámara de otra persona que aprovechó la ocasión para inmortalizar la escena. Mientras tomaba la fotografía me sonreía pensando en lo irrealizable que esto sería en la Feria Internacional de Argel.