sábado, 18 de octubre de 2008

Un jefe nuevo

Escribí hace unos días, el 11 de septiembre exactamente, un comentario sobre el Embajador de España en Argel, que deja su cargo. Y no hice mención, creo, a su sustituto. Me preguntaban el otro día qué sé del nuevo Embajador. Poca cosa, la verdad, simplemente lo que voy a contar aquí. Es posible que para cuando se publique este comentario yo ya sepa algo más, porque habrá pasado incluso la fiesta del 12 de octubre y es posible que incluso haya tomado ya posesión, pero voy a dejar el texto un mes entero en espera, no vaya a ser que en mi actual estado esté escribiendo cosas improcedentes y me busque problemas con el que es el "jefe supremo" de los que trabajamos para la administración pública española en Argelia.

Me han dicho que es mallorquín y que habla castellano y catalán, además de francés, inglés y alemán. La mayoría del cuerpo diplomático no sale demasiado al extranjero, pero lo cierto es que don Gabriel Busquets, que así se llama, casi no ha parado en nuestro país. No va a ser su primera experiencia en un país africano, porque hace muchos años, en sus inicios profesionales, desarrolló su trabajo en Etiopía. Ni en un país musulmán, porque fue Embajador en Teherán. Antes, como Cónsul, estuvo en Frankfurt y creo que en Gante, la ciudad natal del Emperador Carlos V. Y tras la aventura iraní pasó a ser Embajador de España en Berlín.

Supongo que el nuevo destino le va a gustar. En el plano personal, un mallorquín no despreciará nunca vivir al borde del Mediterráneo, que podrá ver cada día desde su casa de las alturas de El Biar. Y el idioma alemán, que me dicen que habla en el hogar, en la intimidad, con su esposa, Helga, natural de Dusseldorf, podrá seguir siendo el vehículo de comunicación con su número dos, Pedro, el encantador Ministro Consejero y Encargado de Negocios de la Embajada, cuya esposa es también alemana. Profesionalmente el puesto es muy importante, porque Argelia es un país con un fuerte contenido de economía centralizada, post socialista, de comercio de Estado. Las relaciones diplomáticas son en este caso trascendentales para las relaciones económicas. Eso sin meterme en asuntos de los que entiendo muy poco, como el terrorismo, el Sahara occidental, la inmigración, la energía nuclear, la política regional o la intermediación en las relaciones con Venezuela, Ecuador y otros países con los que Argelia mantiene buenas relaciones, asuntos todos ellos que pasarán necesariamente por sus manos.

A mí me gustaría que nuestra Embajador saliera mucho y que los argelinos llegaran a conocerle al mismo nivel que al Embajador de Francia. Que sea noticia, porque eso hace que España sea noticia. Y que alguna que otra vez se presente casi sin avisar en mi oficina, porque es la suya y no necesita invitación para entrar, pero que serviría para sentir la importancia del trabajo, a veces aburrido, que hacemos cada día.

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