No soy muy partidario de insertar fotografías, por mi falta de pericia. Primero tengo que seleccionar fotografías y luego quitarles calidad para que no ocupen demasiado espacio, algo que me resulta mucho más engorroso y aburrido que escribir.
Pero quienes hayan visitado la Expo de Zaragoza se habrán encontrado con varias referencias a Argelia. Me refiero obviamente a aquellas ajenas al propio pabellón argelino. Yo he fotografiado algunas. Este es un detalle de la anterior:
Y en este mapa del pabellón de España también aparece Argelia:
Voy a acabar contando una anécdota. Adquirí una entrada de tres días, de la que utilicé los dos primeros. Finalmente, a punto ya de acabarse la Exposición, aproveché un desplazamiento a Huesca para disfrutar de una última mirada a Expoagua. Para mi desgracia, dos días antes me hice un profundo corte en la planta del pie izquierdo que incluso se me infectó y me impedía caminar. Gracias a los servicios de un excelente médico oscense recuperé la movilidad y pude acudir a Zaragoza. No obstante, al cabo de una hora el dolor era ya muy intenso, no podía apoyar el pie en el suelo y tuve que recurrir a los servicios de asistencia sanitaria del recinto expositivo, que me procuraron una silla de ruedas.
Visitar Expoagua en sillas de ruedas debe resultar fascinante cuando se cuenta con alguien que empuja la silla, pero tener que hacerlo uno con sus propias manos, subiendo y bajando pendientes y desplazándose largas distancias no fascina demasiado.
Salía yo del pabellón de Filipinas cuando me sorprendió una gran cantidad de público que se arremolinaba en torno a mi silla y que incluso sacaba sus teléfonos móviles para hacerme fotografías. Mi esfuerzo físico para desplazar la silla era considerable, pero no como para ganarme la consideración e interés del público visitante. Así que seguí mi camino y adelanté a la silla de ruedas que circulaba delante de mi. Y en ese momento comprobé a qué se debía la expectación: mi compañera de fatigas era la Duquesa de Alba que, igual que yo, realizaba la visita cómodamente sentada. Sólo que a ella la empujaba otra señora.
Por cierto, he de señalar que pese al agobio de gente que le rodeaba y se ponía en el ángulo de las cámaras para salir en una foto con ella, se mostró todo el tiempo que coincidimos, que fueron unos quince minutos, incluido el tiempo de ver el espectáculo de la última foto, muy amable y simpática con todo el mundo.
lunes, 6 de octubre de 2008
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