viernes, 24 de octubre de 2008

Abismo

Lo siento, tantas ganas de transmitir buenas noticias y todo lo que puedo contar está teñido de negro.

No me ha sentado bien el regreso a Argel. Era un viaje necesario, tenía que recoger el coche ya arreglado y buscar vivienda. Yo pensaba que estaba realmente en condiciones de ver con otros ojos las cosas, pero no ha sido posible. He pasado un día horrible, sumido en las profundidades de mis sentimientos más desagradables. Sé que lo que me ha faltado es compañía, tener a alguien que me acompañe como a un niño a realizar todas las gestiones, pero soy mayorcito para esas cosas y tampoco sabía de alguien que quisiera perder toda una jornada haciendo de "canguro".

El miércoles ya me sentí mal. La unica salida fue con Rafa para cenar, precisamente lo que nunca debo hacer (me refiero a cenar en exceso). Y al llegar a casa aún encontré un hueco en el estómago para asaltar la nevera, al tiempo que buscaba desesperadamente mi nuevo pendrive con la reserva electrónica del vuelo de vuelta a Madrid, los correos a contestar, varias direcciones y números de teléfono, las fotos de los últimos viajes, la documentación de mi matrícula de doctorado y todo lo que había preparado para el blog. Y he constatado que no lo tengo, lo perdí en algún sitio. Ya de madrugada, no tenía ganas ni de acostarme y tuve que recurrir a la medicación de emergencia.

Este jueves me entregaban el coche por la mañana, pero fuí incapaz de levantarme de la cama. Al final, dos horas más tarde de lo convenido, pasé a recoger mi Hyundai, que supuestamente iba a encontrar como salido de fabrica. Nada más lejos de la realidad, porque el mecánico me ha tomado el pelo. Ha reparado las marcas producidas por la caída del árbol y el accidente que provoqué cuando conducía zombie. Pero ha dejado el espejo retrovisor sin colocar; las escobillas del limpiaparabrisas sin cambiar; la antena de la radio, que rompió el árbol, sin instalar; la moldura de apertura del maletero sin comprar ni colocar; la cerradura del maletero sin reparar; la goma que él mismo me arrancó del salpicadero, dice que no la puede colocar;... Eso sí, el precio de 36.000 dinares sigue siendo el mismo con el coche a medias. Y además otros mil euros por haber cambiado el aceite, que dice que estaba muy sucio y hacía mucho que él me lo habia cambiado. Le he mostrado el papel del ultimo cambio que hice en un sitio oficial, que en lugar de mil dinares cobra seiscientos, y faltaban casi tres mil kilometros para el cambio de aceite. En definitiva, un timo, una estafa, como si yo fuera tonto. Prometí no enfadarme y no lo he hecho, aunque no ha sido por falta de ganas.

La segunda del día ha sido recuperar mi pasaporte de servicio, porque tuve que solicitar uno nuevo después de que me lo deshilacharan completamente en el aeropuerto de Argel, tratando de leer el código de barras. Lo solicité hace dos meses y ahora resulta que han perdido en el Ministerio espanol de Asuntos Exteriores la documentacion enviada. Me ha tocado firmar otra solicitud y ya veremos cómo me las apaño para volver a entrar en Argelia.

He comprobado que el seguro de mi coche había caducado, así que he acudido a la compañía... y las oficinas están cerradas por obras. Me he pasado hora y media buscando la nueva dirección, sin éxito.

Y lo de buscar piso no ha ido mucho mejor. Solo he visto dos y para salir corriendo con esa suciedad. No sé lo que haré, la verdad.

A media tarde han salido mis amigos, los amigos del blog, en mi auxilio. Tanto Raquel como Farid me han llamado desde España y me he puesto en contacto con las personas de Argel que me han indicado. A ver si lo del piso se encauza correctamente.

Me aterra la constatación de que mi estado no es el que yo creía. Ahora ya no sé lo que va a durar esto. Mejor no pensarlo.

Pido finalmente perdón por alguna ausencia de tilde. Este ordenador no las permite y he tenido que buscar medios muy ingeniosos para escribir palabras acentuadas, pero alguna se me habrá escapado.

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