Cuando en agosto regresé a Argel tras una ausencia de un par de semanas intenté ponerme al día de la actualidad política, social y económica del país. Sé que estaba de baja laboral y que tenía que seguir el consejo médico de mantener distancia con el ambiente de trabajo para que la recuperación sea lo más rápida posible. Pero esa distancia no puede significar distanciarme del conocimiento de la realidad económica y comercial que se me supone y que me permite ser competitivo en mi trabajo. Cuando vuelva al trabajo no puedo responder a quien me haga una pregunta que no tengo respuesta porque me ha pillado ausente, no puedo tardar dos meses en ponerme al día de las novedades socio-económicas de Argelia.
¿Cómo me entero de las cosas? Por la prensa. Pertenezco a un país con un ex Presidente del Gobierno, ya jubilado, que decía enterarse de los crímenes de Estado, que aún no ha pagado con la cárcel, por la prensa; así que no tampoco puedo aspirar a más que utilizar idéntico medio como prioritario para mi conocimiento de la realidad. En Argel leo habitualmente cuatro periódicos en formato papel, que me compran en el trabajo. Se trata de Le Maghreb, El Moudjahid, El Watan y Liberté, que leo en este orden. Intentó además echar un vistazo a Le Soir d’Algérie y Le Quotidien d’Oran y leer por Internet otros tres periódicos, entre ellos uno que recomiendo a quienes estén interesados en Argelia y no sepan francés: El Khabar. Es el periódico más leído del país, con casi medio millón de ejemplares… en árabe. Pero su versión digital se publica también en francés y en inglés.
Con esa ilusión por seguir siendo el analista que algunos piensan ingenuamente que lo sabe todo, pasé por mi centro de trabajo a recoger la prensa acumulada y tratar de leerla en casa, recortando las noticias más interesantes para un archivo temático que tengo intención de crear. Pese a que faltaban casi todos los ejemplares de Le Maghreb, la situación de baja médica y las pocas ganas de salir de casa me ayudaron a dedicar más tiempo del habitual a la lectura, a detenerme a disfrutar de la prensa como todo bicho viviente, no a devorarla. Pude incluso extraer noticias curiosas de las que generalmente no llego a enterarme, alguna de las cuales he comentado en este espacio días pasados.
Fue de lo estrictamente relacionado con la economía argelina, estaba muy interesado en leer la información relativa a la cumbre del G8 en Japón, en la que participaron parcialmente algunos líderes de países africanos, entre ellos el Presidente de Argelia. Y me llevé la grata sorpresa de comprobar que el discurso de Buteflika fue muy profundo y atinado. Quien lo quiera leer lo tiene en las hemerotecas.
Desgraciadamente, no creo que le hicieran mucho caso. Invitar a líderes africanos al encuentro fue algo si como sentar a un pobre a tu mesa en día de Navidad, una forma de limpiar la conciencia una vez al año, como si con esa sola comida le bastara al hambriento. En el caso de la Cumbre del G8 se da la circunstancia de que casi todos los líderes de países pobres son dictadores multimillonarios con las espaldas bien cubiertas, mientras millones de sus súbditos mueren literalmente de hambre. Por eso, a ninguno se le ocurrió proponer la sustitución de la comida pantagruélica que se regalaron por un par de jornadas de ayuno que ayudaran a alcanzar en el estómago una sensación mínimamente similar a la que atenaza a tantos otros siete días a la semana.
miércoles, 1 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario