domingo, 31 de agosto de 2008

La tristeza del rey

Inma, que está a punto de llegar a Argel, me ha enviado una historia para que entienda que los malos momentos pasan y que mientras tanto puedo incluso encontrar una parcela de felicidad en ellos. Es Inma una persona muy vital, llena de alegría, que contagia. Y está enamoradísima del mundo islámico y con infinidad de ilusiones en la nueva etapa que abre. La verdad es que una de las cosas por las que me da rabia estar enfermo y no poder permanecer en Argel las próximas semanas es por la llegada de estas personas que contagian con su alegría y su ilusión ante el mundo que se les abre a los ojos. Es algo que a mí siempre me alimenta y me recarga las pilas.

Pero decía que me ha enviado una historia que puede ayudarme y no me resisto a transcribirla. Le he pedido permiso y dice que adelante, pero que no es suya. Sólo he hecho tres pequeños cambios. Dice así:

Conozco una vieja historia que cuenta el caso de un joven rey que no sabía que las cosas del mundo siempre están cambiando. Aunque como todos nosotros, el rey había visto pasar los días, las noches y las estaciones. No se había interesado lo suficiente en observar lo que sucedía a su alrededor. Su ignorancia, en parte, se debía a su trabajo de rey. En palacio, cualquier cosa que deseara se le daba en el acto. Nadie se atrevía a contradecirlo. Unos porque lo querían mucho y otros sencillamente porque tenían miedo de verlo enojado o porque no querían buscarse problemas. Tampoco había estado enfermo, ni siquiera conocía un simple dolor de estómago, o una fiebre o un catarrito.

Hasta ese momento el joven rey había gozado de muy buena salud. Recibía los cuidados de sus ayudantes que lo abrigaban antes de que sintiera frío y le ofrecían un buen baño, ropa ligera o abanicarlo cuando el calor era apremiante. Pero un día, sin que pasara nada fuera de lo común, el rey despertó por la mañana sintiendo una sensación rara. Era tristeza, aunque él no sabía cómo llamar a lo que experimentaba. No comprendía por qué lo afligía aquel desgano y ese deseo constante de llorar. Pero así se sintió el rey. Pidió primero ser visitado por los médicos y las doctoras de la corte. Le pidieron que sacara la lengua y dijera ¡Aaaaa!, oyeron su corazón y miraron en sus oídos, y luego concluyeron que no podían hacer nada por él, pues su cuerpo estaba perfectamente sano. El rey pensó entonces que quizá los curanderos o las yerberas tendrían algo mejor que decirle y los convocó a todos.

Ellos le aconsejaron los baños de miel, frotar un huevo por su cabeza, dar tres brinquitos antes de bañarse, poner agua a serenar con hojas de albahaca y romero, cerrar los ojos en caso de ver un gato negro, usar un collar de ajos, tomar té de canela muy caliente antes de dormir y tres cucharadas de aceite de ricino en ayunas. Pero ningún remedio surtió efecto sobre el ánimo del rey. Al final, y como última opción, alguien propuso que quizá la visita de una bruja o un mago podría ser de ayuda. Hubo un original certamen de magia en el patio del palacio. Cada uno de los participantes sacó de su sombrero alguna cosa para sorprender al rey: conejos, serpientes, lechuzas, pañuelos de colores, pedacitos de papel de colores, burbujitas de jabón y dulces. Los más expertos volaron montados en sus escobas haciendo piruetas complicadas para arrancar al rey una sonrisa. Pero todo parecía inútil.
Las comisuras de la boca del joven monarca empujaban tanto hacia abajo que comenzó a lucir pucheros a toda hora del día. Su carácter se hizo amargo, tanto, que cuando entraba en una habitación, disimuladamente y de puntitas, los presentes huían por alguna puerta lateral. Nadie quería ya su compañía. Al pobre del pastelero los nervios lo tenían tartamudo. No sabía qué hacer. Cada día, sin falta, era llamado por su majestad a la hora de los postres para recibir en sus orejas un montón de quejas. El rey se sentía igualmente infeliz si la crema estaba muy dulce como si le faltaba azúcar, incluso una cereza chueca sobre un durazno era un buen motivo para llorar o hacer berrinche.

Así de difícil era la vida en el palacio. El frío que despedía el corazón del rey pronto hizo que sus ayudantes se vieran pálidos y nerviosos. Luego el frío escapó por las ventanas y alcanzó al resto de los habitantes de la ciudad. En las calles y en las casas se hicieron frecuentes las caras tristes o enojadas, llegó el momento en que era raro encontrarse con alguna persona sonriente o amable. Se había perdido la esperanza de recuperar la alegría y esta preocupación hacía que cuando se tocaba el tema del rey, la gente terminara discutiendo a gritos. Había algunos que aseguraban que el mal del monarca se debía a un tremendo aburrimiento. Y otros decían que cuál aburrimiento ni qué ocho cuartos, que la tristeza al rey le nacía en los ojos, porque ya no era capaz de descubrir las cosas bonitas.
Cierto día, un pastor llegó a la ciudad. Traía un rebaño de ovejas para vender en el mercado. Mientras caminaba por las calles oyó, porque la gente no hablaba de otra cosa, de la tristeza del rey. Pero no tardó en darse cuenta que no sólo el ánimo del rey había cambiado, incluso los más pequeños en la ciudad se comportaban de manera extraña. En vez de correr y jugar juntos como solían hacer antes, lloraban y se arrebataban los juguetes de la mano. Sin duda, pensaba el pastor, esta especie de mal se ha extendido y ahora aflige a todos los vecinos. De regreso a su aldea, el pastor se desvió un poco de su camino para visitar a una anciana que vivía en el bosque. Quería preguntarle si su sabiduría alcanzaba a ver la cura para aquello que estaba enfermando a la gente del reino.

Ella conocía muchos secretos así es que le dijo al pastor que irían juntos a ver al rey, pero primero necesitaba mandar a hacer una joya especial con un artesano que supiera trabajar con metales y piedras preciosas. Por supuesto que el joven monarca los recibió de inmediato cuando su ayudante le anunció que una mujer anciana y un pastor se habían presentado en la puerta de palacio asegurando que traían una cura para su mal.

En cuanto la mujer sacó de una pequeña bolsita azul la joya que había mandado hacer al artesano, los presentes mostraron algo de confusión. Les parecía que era un hermoso presente, sin duda digno de un rey, pero se preguntaban de qué manera podría esa pieza curarlo. Vieron a la anciana poner en el dedo del monarca el anillo de plata fina adornado con algunas piedras de colores. En él se podía leer la siguiente frase:

“Esto también pasará”

El rey pensó que la anciana quería jugarle una broma y su mirada se ensombreció. Los ayudantes estuvieron a punto de escapar de puntitas por la puerta lateral, pero sentían una enorme curiosidad así es que esperaron. “¿Qué clase de medicina puede contener un anillo?” gritó furioso el rey. Pero la mujer le pidió un poco de paciencia y le explicó que, aunque le pareciera descabellado, podía encontrar la cura a su mal con aquel anillo. Cuando se sintiera atormentado por los pensamientos que le causaban tristeza y angustia, simplemente debía leer una y otra vez la frase impresa en el anillo: “Esto también pasará”. Y en poco tiempo llegaría el alivio.
Para sorpresa de quienes vivían en el reino, unos días después el rey se había recuperado. No es que ya nunca más sintió tristeza, esa no habría sido una cura sino otra clase de enfermedad. Sino que leyendo la frase impresa en el anillo, el joven monarca había obtenido un conocimiento precioso. Una especie de llave que le permitió observar la casa que es este mundo con nuevos ojos. Vio cómo todo, sin descanso, está continuamente transformándose. Así es que se dio cuenta que no hay en realidad qué temer, porque ninguna tristeza, ni angustia, ni miedo, ni dolor, durarán para siempre. Y también supo que sería más feliz si disfrutaba la compañía de quienes lo querían, de los juegos, de la salud, del trabajo, porque también eso, cuando llegue su tiempo, pasará.

sábado, 30 de agosto de 2008

San Agustín

San Agustín
La gran mayoría de los textos que deben aparecer en el blog a partir del 20 de agosto están ya programadas con antelación. Se trata de textos que he ido escribiendo a lo largo de varias semanas y que cuando he considerado que no perderían interés por el hecho de aplazar la publicación he marcado con una fecha posterior.

Pese a ello, hay fechas en las he dejado voluntariamente un hueco libre. Una de ellas era el jueves 28 de agosto. Supongo que muy pocos conocen el motivo: es la festividad de San Agustín, el más universal de todos los argelinos. Las vicisitudes por las que ha pasado el blog, el intento de silenciarme, me han obligado a retrasar algún post que posiblemente perderá parte de su sentido. Y también a no cumplir con mi deseo para el 28 de agosto. Pero más vale tarde que nunca.

Aurelio Agustín nació el año 354 en la provincia romana de Numidia, que abarca lo que hoy es el norte de Argelia, en la localidad de Tagaste, que corresponde a la actual Suk-Arás, cerca de la frontera con Túnez. Cualquiera que lee este blog puede también acceder a alguna de las muchas biografías sobre su vida que circulan por Internet. Era un importante intelectual y filósofo, obsesionado por encontrar la verdad. Convertido al cristianismo llegó a ser nombrado obispo de Hipona, que es la actual Annaba. Murió allí en día equivalente al 28 de agosto del año 430, cuando los vándalos estaban sitiando la ciudad.

Aquellos que visiten Annaba verán que alejándose del centro de la ciudad hacia el interior hay una colina bastante espectacular. A su alrededor puede uno encontrarse de casi todo: los restos de la antigua Hipona, la vega en la que se sitúan las fábricas de conserva de tomate, la estación de taxis interprovinciales, un parque de atracciones, un cementerio y un pequeño camino que sube la colina. En lo alto se alza una iglesia y una residencia de ancianos. La Iglesia está atendida por Padres Agustinos y lógicamente consagrada a San Agustín. El sarcófago con los restos de San Agustín incluye dos trozos de la tapa descubiertos y sustituidos por cristal, para ver el interior. Y lo que puede contemplarse es fundamentalmente el hueso de un brazo de San Agustín. La verdad es que no recuerdo si se trata del cúbito, del radio o del húmero.

viernes, 29 de agosto de 2008

Mi biblioteca

Pensaba que este texto, que escribí hace ya tiempo, había sido publicado anteriormente, pero parece que no, porque no lo encuentro en el archivo del blog. Andaba el pobre escondido entre ficheros hasta que lo he recuperado. Mis disculpas si me repito, aunque añado en cada párrafo algunos comentarios sobre el texto original.

Siempre me ha gustado mucho leer. Yo creo que más que el hecho de leer es el de aprender. No soy un gran aficionado a las novelas románticas, prefiero aquéllas otras que me aportan algún conocimiento, sin excederse. La literatura con cierta carga ideológica también me gusta, porque siento debilidad por la aportación de quienes tienen una forma diferente a la mía de ver las cosas. Eso es algo que sorprende a los que me conocen superficialmente y que molesta en ocasiones a aquellos que no creen en las personas sino en las ideas políticas. También es verdad que si alguien te pregunta qué libro estás leyendo en la actualidad queda muy mal decir que “El Manifiesto Comunista” de Karl Marx o “Mein Kopf” de Adolf Hitler. Desde la enorme distancia ideológica con ambos personajes, hubiera disfrutado tremendamente conociéndoles en persona para poder entenderles. Obviamente, no incluye esta especie de admiración los quince últimos años de la repugnante vida de Hitler.

Cuando estudiaba bachiller en el Colegio de los Hermanos Maristas en Bilbao tuve la suerte de que el director fuese un enamorado de la literatura y pusiese a disposición de los alumnos una biblioteca inmensa, con muchos miles de libros. A base de pasar allí muchas horas cada día acabé de ayudante del bibliotecario, el Hermano Timoteo, lo que me daba también acceso a aquella fuente del conocimiento en fines de semana y períodos vacacionales. Entonces adquirí la costumbre de empezar varios libros a la vez. De no hacerlo así era incapaz de dejar uno a medias y las consecuencias eran evidentes si daban las ocho de la mañana, hora de levantarse para ir al colegio, y yo aún estaba leyendo. Aún sigo haciéndolo y en la actualidad mantengo varios libros empezados y sin acabar. Luego lo cuento.

Internet ha revolucionado mis costumbres como lector. Me aficioné muy pronto, allá por 1995, cuando un amigo me habló de un sistema de comunicación que mejoraba lo que hasta entonces era Ibertex. A base de leer y practicar me había convertido unos años antes en todo un experto informático capaz de programar en diferentes lenguajes y modificar programas escribiendo directamente sobre debug de MS-DOS. En ese momento, Internet no daba mucho de si, pero podía acceder a contenidos a base de saltarme protecciones (si era delito ya habrá prescrito…). Si ya le había cogido gusto a la prensa escrita, pronto me aficioné a la electrónica. La página de El País fue mi referencia a finales de los noventa, hasta que quisieron hacerla de pago y me pasé a El Mundo, que sigo utilizando para conocer un par de veces al día si hay noticias interesantes de última hora. Ahora que escribo en soitu (www.soitu.es) tendré que cambiar de hábitos para así saber escribir de acuerdo con el estilo del portal de noticias. La lectura de libros on-line está muy extendida en Argelia, pero no me gusta. Prefiero sentir con mis manos lo que leo e imprimir uno de esos libros va en contra del espíritu con el que se cuelgan en la red.

Hace un año que vine a Argel y en ese momento corté con mis hábitos de lector. Tenía que adaptarme lo más rápidamente posible al país, conocerlo en profundidad. Mi puesto de trabajo se llama “analista de mercado”, que es algo así como ser un cotilla espabilado: tengo que enterarme de todo, procesar inteligentemente lo aprendido y luego saber contarlo. Lógicamente, siendo nuevo, y hasta que no tuviera un conocimiento suficiente de esa realidad, poco podía contar. De ahí que me pasara los primeros meses leyendo todo lo que caía en mis manos y no disfrutara del verano más que en dos salidas a la playa. Y ni siquiera tuve tiempo de terminar de leer los libros que me traje a medio leer. Uno de ellos trataba del Islam, La Roca, de Kanan Makiya, y la pereza de seguir leyendo sobre el mundo islámico en mis ratos de ocio ha hecho que lo haya terminado de leer hace escasamente dos meses. Para quienes deseen conocer mi opinión, no me ha gustado; la ficción a partir de una mezcla de situaciones históricas no suficientemente documentadas con la creación de un personaje le ha dado buen resultado a Juan José Benítez en su Caballo de Troya, pero en este caso más que de un hecho puntual se trata del desarrollo de una vida. Junto a las anécdotas que va desarrollando en un estilo narrativo oriental se encuentran las explicaciones históricas, que se contagian de ese mismo estilo.

Desde el mes de noviembre pasado soy incapaz de leer sin gafas, salvo cuando hay suficiente luz natural. Así, se acabó lo de leer en la cama. Y como me leo cada día (leía, en pasado, hasta que hace diez días) cuatro periódicos argelinos (Le Maghreb, El Moudjahid, El Watan y Liberté, siempre por este orden), además de varias revistas y semanarios, tengo poco tiempo para la literatura de ocio. También es verdad que el principal impedimento para leer es que no me siento a gusto si estoy solo en casa y lo que hago es salir a la calle hasta cerca de la medianoche, cuando no incluso una vez rebasada ésta. Una solución difícil para el nuevo curso era compartir piso con alguien aficionado a la lectura. Y otra más sencilla encontrar una biblioteca que no cierre pronto sus puertas. Tendré que hablar de ello con Susana.

De los libros que me traje conmigo tengo aún sin empezar cuatro de Agata Christie, Doña Berta de Leopoldo Alas, la biografía de Isadora Duncan, dos libros de temática templaria que está tan en boga y un ensayo sobre el uso correcto de la lengua castellana. Posteriormente me he traído algún que otro libro más y he comprado bastantes en Argel, escritos en francés. Forman esta parte de la biblioteca varios libros de Alphonse Daudet, Alexandre Dumas, Albert Camus y Amin Maalouf.

¿Qué estoy leyendo en la actualidad? Poca cosa, la verdad. Uno en francés, Cartas de mi Molino, de Daudet, y tres en castellano: Persépolis de Marjane Satrapi, Peregrinos de las Tinieblas, de Serge Brusolo y otro más que mejor me callo para evitar la hilaridad de mis conocidos.

Persépolis ha sido todo un descubrimiento. Yo no había oído hablar ni del libro ni de la autora hasta hace muy poco. Fue en las Navidades pasadas, en Zaragoza. Acompañé a una amiga al Corte Inglés a realizar unas compras y a la salida estuvo preguntando por él. Me quise enterar, en mi curiosidad habitual, por el contenido y el motivo de su interés. Me contó que se trataba de un cómic de una autora iraní sobre la vida de una mujer en Irán, del que se había hecho una película y que un libro recopilaba todas las ediciones del cómic. Luego, a finales de marzo, me preguntaron en Madrid unas canadienses por la diferencia en el mundo islámico entre la realidad y lo que llega por medio de libros como Persépolis. Y volvieron a explicarme su origen y me enseñaron otro libro de la misma autora, Pollo con Ciruelas, que acababan de comprar. Finalmente, a finales de mayo pasé por Bilbao y asistí a las jornadas CLIBLIK sobre la edición independiente, donde organizaban una jornada completa sobre la autora. Y ahí me compré el libro.

Mi pequeña biblioteca de Argel, que aparece en la primera de las fotos del post, la forman a fecha de hoy 44 volúmenes. De todos ellos, hay uno que acapara casi siempre la atención de mis visitantes: Kama Sutra, de Vatsyayana. De la misma forma que quienes compran libros para fines decorativos hayan suficiente satisfacción independientemente del fin para el que los libros han sido escritos, ésta es una de las mejores compras que he hecho en mi vida. Y nada tiene que ver con la sonrisa pícara que estará esbozando más de uno al suponer equivocadamente el uso que puedo hacer del Kama Sutra.

La satisfacción es sociológica, para la que los visitantes de mi apartamento son mis involuntarias cobayas. Aunque hay títulos objetivamente más interesantes e incluso el libro se haya situado entre el Evangelio del 2008 y un recetario de cocina oriental, consigue ensimismar a mis visitantes que supondrán equivocadamente que en su interior se hallará una guía práctica de cómo conseguir mantener relaciones sexuales en las posturas más inverosímiles. Pero lo más divertido para mí es la forma diferente de acceder al libro de españoles, con curiosidad natural y sin apenas diferencias, y argelinos, cada uno y una de una manera distinta.

No tengo aquí, sino en Bilbao, un libro que recomiendo a quienes hayan estado o quieran estar en Argel: El Siete. La acción se desarrolla en diferentes escenarios y espacios temporales, para venir a converger a Argel. Se trata de una novela, sin más pretensiones, y ningún paraje de los que describe se ajusta estrictamente a la realidad; pero tiene el encanto de resultar creíble con momentos que trasladan al lector a las mejores sensaciones de Argel que guarda en su memoria. La historia se desarrolla alrededor de las vicisitudes de un tablero de ajedrez y de sus fichas en los últimos doscientos años. A quienes se van a incorporar próximamente a trabajar a Argel les recomiendo su lectura previa, que les envolverá en una atmósfera sugerente de esa espiritualidad que sólo se encuentra ya en lugares como Argelia.

jueves, 28 de agosto de 2008

Siguiente, por favor

Me va la marcha. Esto me pone, que diría un castizo. O, para un taurino, me crezco ante el castigo. Acabaré teniéndole que dar las gracias a una gentecilla pseudo importante que me ha intentado hacer callar.

Llevaba unos días muy malos. Este domingo por la mañana no tenía billete para viajar, había perdido la tarjeta de crédito, me acababan de desahuciar del piso, el coche víctima de un accidente y sin encontrar alguien que lo arreglara. Y, por supuesto, de baja laboral. Había pasado una noche muy mala, sin dormir. La verdad es que sólo me funcionaba el blog y me levanté a las cinco, sin aún pegado ojo, y me puse a escribir. Ya de día conseguí quedarme dormido, pero me despertó el ruido del tráfico. Después de desayunar y de alguna llamada telefónica, me acerco al locutorio y descubro que no puedo acceder a mi blog, que ha sido bloqueado por contenido inadecuado.

En ese punto surgió el José Antonio que no se amilana ante los problemas ni cede ante las injusticias. Y me puse en marcha. Poner puertas al campo es casi imposible y acallar una voz con la táctica repugnante de acusar falsamente, de matar al mensajero, algo muy difícil en el mundo de las nuevas tecnologías. Además, es absurdo. Si un juez me prohíbe escribir, que no lo hará, tengo un amigo que se llama como yo y que escribe igual. Y hay gente que tiene copia de fotos personales que no he publicado porque alguno de los que aparecen me lo ha pedido, pero no soy responsable del uso que hagan de ellas cuando les mando una copia privada.

Si no sigo escribiendo, lo hará mi amigo. Puede que su blog se llame “Mi amigo en Argel”, o algo así. Qué más da, es cosa suya.

Los ánimos para luchar me han venido muy bien. No me he hundido por no tener piso y lo he solucionado para un par de meses. También el arreglo del coche está bien encauzado. Y el vuelo a España, lo más importante de todo.

Sin tomar ninguna medida especial he conseguido incluso dar la vuelta al proceso de engorde continuo y he logrado perder algo de peso. Es cierto que perder los cinco kilos aún ganados desde abril no será tarea fácil, pero he dado el primer paso y sin darme cuenta. Hasta la presión arterial, para mi sorpresa, ha recuperado valores normales.

Lo dicho, que me va la marcha. Así que adelante, que pase el siguiente.

lunes, 25 de agosto de 2008

Harto de bichos

ESTE POST SE INTENTÓ PUBLICAR EN EL BLOG VIVIR EN ARGEL EL DÍA 25 DE AGOSTO DE 2008, PERO LA CENSURA EVITÓ SU DIFUSIÓN

Desde que entré a vivir en mi casa he mantenido a raya a los insectos. Algún que otro mosquito me visitó al principio, allá por septiembre del año pasado. Se dedicaban a anunciar su presencia cantándome al oído, para no dejarme dormir, pro sin picarme. Yo me l tomaba ya a broma pensando que eran típicamente argelinos, que no daban ni golpe pero incordiaban. Luego, en enero hubo unas hormigas que creyeron estar en su casa, pero las saqué de su error con la ayuda de un insecticida.

Pero a partir de julio sufro un acoso. Primero fueron unas hormigas pequeñas rojas que surgieron de la base de los marcos de las puertas. Creí acabar con ellas una primera vez, pero cuando regresé tras unos días de ausencia en agosto habían vuelto a su lugar anterior. Esta vez no tuve compasión y gasté dos botes de un producto especial contra las hormigas en tres días. Han debido entender cómo se las gasta el vecino del cuarto derecha y si no se han ido, al menos se han escondido muy bien.

De vez en cuando me encuentro una o dos hormigas de tamaño normal, no como las otras, minúsculas, No voy a reconocer lo que hago con ellas para que no me denuncie ninguna asociación protectora de animales. Tengo un bote de insecticida que anuncia un año sin hormigas ni insectos rastreros. Al leer su capacidad para librarme de elementos rastreros pensé en utilizarlo con alguien, pero finalmente le he dado el uso para el que lo compré. No obstante, aquí cuentan en tono jocoso que los insectos locales se toman los insecticidas de importación, tan perfumados, como desodorante; que lo que hay que utilizar son unos botes de fabricación local que yo creo que en realidad forman parte del arsenal químico iraquí que Bush aún está buscando para justificar su guerra. Da igual que rocíe la casa entera con esas armas de destrucción masiva o que me deje medio bote para acabar un año con los rastreros, que al cabo de un par de días hay otra hormiga, a los sumo en pareja, en otro lugar diferente de la casa.

Peor, mucho peor, llevo lo de las arañas. Ya voy por la cuarta y de dos tipos diferentes. Y el colmo, lo que puede conmigo, son unos bichos que si no son cucarachas se les parecen bastante. Llevo tres bichos del tamaño de una mosca pero más estrechos, negros, igualmente rastreros, que me dan repelús nada más verlos. Nada que ver con un escarabajo, que hasta ahí llego. Y de muestra uno fotografiado en el palmeral de Bou Saada.

De todas formas, mi estancia en la casa de Ben Aknún toca a su fin. Quedé con el propietario del piso en pagarle un segundo año a un precio firme y entregarle el dinero en cuando me hiciera unas reparaciones, que a fecha de hoy aún no ha completado (entre ellas, el armario al que me he referido días pasados). Pero no quiere respetar el precio establecido aduciendo que lo puede alquilar fácilmente por una cantidad superior. Yo no he entrado a regatear, para mi el respeto al acuerdo alcanzado es sagrado y en esas circunstancias es mejor dejar la vivienda. Ahora, que se ocupe él de su fauna.

domingo, 24 de agosto de 2008

Tarde de locutorio

ESTE TEXTO FUE PUBLICADO EL 24 DE AGOSTO DE 2008 EN VIVIR EN ARGEL, ANTES DE QUE EL BLOG FUERA CENSURADO.

A todos nos pasa cuando estamos lejos de nuestros seres queridos que algunos días tenemos más necesidad que otros de comunicarnos. Yo llevaba varios días un tanto raros, demasiado necesitado de cariño. Así que lo traté de remediar en el locutorio, hablando con aquellas personas que necesitaba escuchar.

Primero hablé, cómo no, con mi madre. A cualquier hijo le da tranquilidad escuchar la voz de su madre y yo no voy a ser una excepción. Tenía ella precisamente la intención de llamarme unas horas más tarde y le privé de su aventura de contactar mediante tarjetas de llamada internacional con su hijo por tierras africanas. No voy a contar aquí lo que he hablado con mi madre, nada hay más privado que eso.

Después tocó llamar a Jon. Así me enteré de que Niretzat, nick con el que ha dejado aquí algún comentario, es además el nombre de su blog, en el que cuenta su reciente viaje a Irlanda, con una crisis de ansiedad que nada tiene que envidiar a las mías, o una guía para aprovechar al máximo la visita a la Expo de Zaragoza. Y seguro que cuenta algo de trenes… o no sería Jon. Lo cierto es que no hablamos de lo que yo tenía en mente, como el Desfile de la Ballena, las fiestas de Bilbao, ese régimen a medias con Itziar o las obras del metro de Argel. Pero me ha llegado al alma con su ofrecimiento para irme a buscar allá donde haga falta si no encuentro forma de llegar en avión a Bilbao, tal y como está de difícil conseguir un billete para salir de Argelia.

La tercera fue Elena. Ya tenía mejor estado de ánimo y le debía una llamada, porque la última vez que nos vimos yo tenía un día de esos raros en los que prefieres no ver a nadie, que además deseas evitar que te vean deprimido o que con tu comportamiento arriesgues perder una buena amistad, de modo que tampoco le visité en Madrid cuando regresé a Argel de la última visita médica. La próxima vez que pase por Madrid tengo un aparada obligada y si es en fin de semana igual le animo a hacer alguna escapada.

La cuarta agraciada con la llamada de la suerte, como en un anuncio de detergentes que vi hace poco, fue María José. Siempre que hablamos acabamos diciendo tonterías y riéndonos de todo un poco, me obliga de alguna forma a ser ingenioso y me coloca las pilas. Es mucho mejor que cualquier terapia. Nos hemos citado por partida doble: yo iré próximamente tres días a Palma y ella vendrá en febrero, o quizás finales de enero, para bajar una semana al desierto argelino, a Djanet, en el que muy probablemente es el mejor viaje que he hecho en toda mi vida (además lo hicimos juntos) y que voy a tratar de organizar con los amigos que se apunten. Hicimos repaso de la vida de amigos comunes y no falto alguna que otra crítica compartida a esa forma tan argelina de ver la vida desde el machismo. Tuve que cambiar de tema, porque ya estaba María José blandiendo las tijeras de capar impresentables.

La quinta conversación telefónica tuvo como interlocutora a Mercedes, convaleciente en sus tierras toledanas de un cáncer que le tiene la batalla ganada, pero que ella hace que la rendición se produzca lo más tarde posible. Sé que la gente no le llama porque impresiona escuchar por teléfono que alguien te diga que se está muriendo. Pero es algo por lo que vamos a pasar todos y Mercedes tiene la suerte de no estar sufriendo dolores y dedicarse, como ha sido en mi caso, a dar ánimos a los demás. Como la conozco, estaba seguro de que me iba a ayudar hablar con ella.

La sexta persona fue Ismael, antiguo becario de mi oficina y una persona increíblemente positiva. Buen amigo de sus amigos, está de cicerone de dos amigos argelinos comunes, Lilia y Rafik, de turismo por Galicia. Me contó cómo Jorge, otro antiguo becario, los recogió en Valencia para ir a Toledo y que él viajo hasta allí desde Ferrol para llevar a nuestros amigos de visita por tierras norteñas.

La siguiente llamada fue para José Mari, pero no hubo forma de comunicar telefónicamente y tuve que desistir de hablar con él. Y luego vino otra a alguien que no conozco personalmente, a quien quería simplemente manifestar mi apoyo hacia la decisión personal que tome.

Dejé para el final a Maya, con la que nunca antes había hablado. Entre las muchas personas que he conocido gracias al blog, algunas fantásticas, es la que más me ha llegado al alma. Nos comprendemos hasta en los silencios. Le puedo contar intimidades que no sabe nadie más que ella, tomarle el pelo por no saber dónde está la ciudad de Colonia (asegura que si lo cuento aquí, para lo que me ha dado permiso, dejará un comentario), meterme con su familia, escribir un relato para sólo enviar un beso o escribirle tres correos casi seguidos, que siempre lo interpreta correctamente.

Finalmente tenía previsto llamar a mi hermano. Pero ya era demasiado tarde y unas mallorquinas casi habían acabado con mi presupuesto.

sábado, 23 de agosto de 2008

Mujeres en la playa

Contaba ayer que el anterior fin de semana estuve en la playa. Y me bañé.

Ha sido la primera vez este año. Y creo que la experiencia interesará a quienes se preguntan cómo son las playas en Argel. He de repetir que mi experiencia no es representativa del común de las playas argelinas. He ido a la playa en las cercanías de Argel, que es la capital del país. Y de entre todas las playas, he estado en Moretti, una playa semi privada. Y al día siguiente he repetido experiencia en una playa de Tipaza de un complejo llamado el cuerno de oro.

Los argelinos saben que el personal extranjero procura acudir a la playa en Club de Pins, Moretti y Sheraton. Para un diplomático u hombre de negocios extranjero no resulta difícil el acceso, porque es fácil que algún residente intente hacerse amigo suyo a cambio de determinados favores o simplemente mostrar que tiene amigos extranjeros. Y el que no quiere entrar en ese juego acude directamente al Hotel Sheraton y paga el acceso, bastante caro, por cierto. Para los argelinos, estar en una playa en la que haya tantas mujeres como hombres, o que ellas vistan mayoritariamente biquini, es lo más parecido a una playa en el extranjero. Es una de las razones por las que Moretti y Club de Pinos son playas muy deseadas.

Pero yo quería contar las peculiaridades de las playas argelinas más populosas. Qué es lo que uno se encuentra en una playa normal y qué llama la atención a un extranjero. Por ejemplo, se suele acudir con media vivienda: sombrilla, mesa, sillas, nevera, equipo de música, chicha o arguila (pipa de agua que está muy de moda)? Lo curioso es que luego las playas están saturadas y que de una familia a otra la distancia puede ser de pocos centímetros, cuando no con las toallas superpuestas. La mayoría de los que van son hombres jóvenes y niños y son muy pocas las mujeres que de ir deciden ponerse el bañador y menos aún bañarse. Al extremo de que es posible que en una playa haya en un momento determinado quinientas personas en el agua y sólo diez sean mujeres. Y entre los hombres habrá muchos que en lugar de bañador lleven un pantalón tipo bermudas o uno largo ya viejo que han dejado para ir a la playa.

En algunas zonas de Europa hay una moda de baño incipiente entre los adolescentes de llevar el bañador de bermudas medio caído y enseñando por debajo parte del calzoncillo. Personalmente me parece poco higiénico no quitarse la ropa interior, pero la realidad es que lo hacen la mayoría de los argelinos (no lo del bañador algo caído, obviamente). Yo he preguntado la razón y no me han sabido dar una explicación conveniente, simplemente se hace así. Algunos dicen que es más pudoroso, lo que le deja a uno la impresión de que lo consideran extremadamente impudico cuando emplea el bañador de natación, así que es mejor no preguntar demasiado?.

Cuando se bañan, los jóvenes son bastante brutos. Todos los años suceden muchos accidentes en el agua y el número de muertos es elevado. Las zonas rocosas son muy apreciadas, porque permiten lanzarse al agua de cabeza desde una cierta altura. No hace falta explicar el riesgo que se corre de caer sobre otra persona dentro de un área tan masificada o de golpearse contra las rocas.

A diferencia de lo que ocurre en nuestras playas, muy poca gente pasea por la orilla del mar. No existe esa costumbre, porque en general no existe la costumbre de salir a pasear. La orilla es además una franja muy estrecha, ya que la inexistencia de grandes pleamares y bajamares en el Mediterráneo ayuda a colocar la toalla al borde mismo del agua sin miedo a la marea. Lo que si hay es gente jugando a pala, con bastante fuerza y con mucha gente entre ellos. Es evidente que la pelota acaba golpeando a alguien, pero a los jugadores en general no les importa, piden disculpas de forma mecánica y siguen jugando. Es la misma falta de respeto a los demás que demuestran los que amenizan con su música media playa, por ejemplo. Y esa falta de consideración en todos los órdenes de la vida, es de lo que peor llevo en Argelia. Es obvio que los que por la calle apenas utilizan las papeleras y desde un coche en movimiento son capaces de tirar lo que les va sobrando, en la playa se siguen comportando mayoritariamente como verdaderos cerdos. He de decir no obstante que entre mi grupo de conocidos y amigos argelinos la mayoría son bastante cívicos y respetuosos con los demás.

Me han preguntado varias veces si la mujer puede ir a la playa y como puede vestirse. Yo creo que Argel, como su nombre significa en árabe, es una isla dentro del país. En Argel se impone la moda occidental y las chicas jóvenes desean vestirse de la misma forma que en Europa. Hasta hace poco se evitaban por la calle las prendas que mostraban los hombros o las piernas. Ya no, aunque es rarísimo ver una minifalda o un top que muestre el ombligo. En la playa ocurre algo parecido. A la mayoría de ellas no acuden apenas las mujeres en bañador. En otras pocas playas, menos atestadas de bañistas y las únicas a las que vamos los extranjeros, la mayoría de las mujeres opta actualmente por el biquini. Ha ayudado mucho a ello la fuerza de la moda. En las tiendas que venden prendas de baño se ha popularizado el exhibir maniquíes muy sencillos con bañador o biquini y eso ha permitido que la prenda entre en la normalidad. Incluso en las piscinas de los hoteles las argelinas compiten con las extranjeras por demostrar que no tienen ningún complejo en cuestión de vestuario. Pero dos prendas, por muy minúsculas que sean, se exigen siempre, porque el topless es impensable incluso en playas privadas o piscinas y posiblemente sería objeto de actuación policial si alguien lo intentara practicar.

Si alguien esperaba que acompañara este post con una foto de alguna argelina en biquini se llevará una desilusión. Alguna de mis acompañantes en la playa estuvo en biquini, pero no lo hizo ni para exhibirse ni para ser exhibida, sino para disfrutar del día y tomar el sol. De la misma forma que no me gusta que me saquen fotos en bañador, creo que sería una falta de respeto colgar aquí fotos de los demás.

viernes, 22 de agosto de 2008

Una playa para ricos

ESTE TEXTO FUE PUBLICADO EL 22 DE AGOSTO DE 2008 EN VIVIR EN ARGEL, ANTES DE QUE EL BLOG FUERA CENSURADO

Los argelinos gustan mucho de contar con prerrogativas. Yo creo que procede de la época marxista de partido único, en el que la pretensión máxima no era cambiar el régimen, sino escalar dentro de él; los que disponían de pasaporte y de los favores del partido vivían extraordinariamente bien mientras otros seguían hundidos en la miseria. Es algo que ocurre con mayor o menor intensidad en todos los regímenes de partido único, que crean un “adictopolio” que garantiza la continuidad del sistema en la desigualdad social. Argelia está aún dentro de la tela de araña del poder creada hace cuarenta años y se mantienen las mismas prerrogativas; los que mandan son los mismos, ciertas familias de militares lo tienen todo y nadie mueve un dedo por acabar con ello. Al contrario, se busca disfrutar de alguna forma de esas prerrogativas, sentirse parte de los beneficiarios del sistema. De la misma forma que la aspiración máxima de los partidos políticos en Argelia es formar parte de la llamada mayoría presidencial, la de muchos ciudadanos es formar parte del grupo de los bien situados.

Todo se consigue o se pretende hacer creer que se consigue gracias a los conocidos y amigos bien situados. No se creen cuando se les explica que para trabajar en la Embajada de España lo que hay que hacer es superar un concurso-oposición transparente, o que los visados no se otorgan en función de los conocidos que se tiene, sino en base a criterios que pueden resultar más menos discutibles, pero en todo caso no discriminatorios.

Aunque el nivel de corrupción pública es bastante elevado, no alcanza los niveles que se quiere hacer creer al extranjero. La mayoría de las mercancías transita por la aduana en condiciones de igualdad. Si los documentos oficiales se acaban obteniendo después de muchas peleas no es porque el funcionario quiera cobrar su mordida, sino por ineficacia y necesidad de demostrar el poder del sello bajo su custodia. Pero no siempre es así y el nivel de corrupción es inaceptable. Peor aún, la aceptación social de la pequeña corruptela es una lacra de muy difícil solución.,

Tengo la impresión de que el hecho de que la gente no esté demasiado en contra de las prerrogativas, que lo que desean no es tanto su abolición como el verse incluidos entre los beneficiarios, forma parte de una mentalidad mucho más compleja. Es un problema de ética y de valores morales. No se considera corrupto al funcionario que tiene un trato especial para su familia, sino que al contrario sería un mal hijo el funcionario que no tratara de forma especial a su padre y le hiciera guardar su turno en una cola, por ejemplo. Suelo contar el caso de las infracciones flagrantes de tráfico, con coches circulando por las cunetas en los embotellamientos. La reacción general no es de rechazo, sino de aprender lo que llaman “una nueva astucia” y hacer lo mismo. Eso es lo que ocurre con la corrupción, que más que combatirla buscan el beneficiarse de ella.

Nosotros no podemos criticar demasiado, forma igualmente parte de nuestra cultura. Desde la edad escolar se aprende a valorar la trampa, la injusticia. Y a aceptarla. Es impensable que en una escuela un niño español que esté copiando con chuleta sea inmediatamente denunciado por sus compañeros, por tramposo, como ocurre en otros países. Se nos enseña que eso es ser mal compañero, cuando en realidad el mal compañero ha sido el que ha intentado saltarse las normas y obtener una calificación inmerecida. Cuando sufrimos un problema con la administración tenemos tendencia a recurrir a conocidos que puedan estar dentro de ese organigrama, convencidos de que el trato recibido será mejor. Eso mismo, elevado a no sé qué potencia, es lo que sucede en Argelia.

Y en eso pensaba cuando me llevaron el otro día a la playa. Yo no me había bañado en una playa argelina desde el año pasado. Y en esta ocasión me llevaron a Moretti, la playa siguiente al hotel Sheraton. Es un recinto custodiado en el que sólo entran residentes y amigos y conocidos de residentes. El problema es que los residentes son gente muy poderosa, ministros, políticos y millonarios, que han recibido gratuitamente, o casi gratuitamente en algún caso, una residencia de lujo del Estado, que se hace cargo del mantenimiento y seguridad de todo el recinto, sin escatimar medios. Y eso incluye una playa. Teniendo en cuenta la saturación de las playas argelinas, que una chica lo tiene difícil para ir y disfrutar de la playa como en Europa, que hay muchos guarros que dejan todo sucio para el día siguiente y en cambio en Moretti hay servicio de limpieza, pero sobre todo que se trata de un lugar preferente, los argelinos hacen todo lo posible por conseguir acudir a la playa de Moretti. También hay peleas por entrar en Club de Pins, que es la otra parte de la playa al este del Hotel Sheraton (era una única playa hasta la reciente construcción del hotel), pero la cercanía de un colector de aguas residuales la hace menos apetecible al baño.

Yo fui con un amigo que tiene a su vez un amigo residente. Lo típico. Y allí, a la entrada, se apilaban frente a la verja de acceso algo así como medio centenar de personas deseosas de entrar y buscando que por la puerta apareciera el residente que les franqueara la entrada. Nosotros tuvimos suerte y en menos de cinco minutos apareció casualmente quien nos iba a permitir el acceso.

Por la playa se paseaban entre los bañistas cuatro críos de unos doce años, vendedores de té y de buñuelos. Yo le pregunté ironicamente a mi acompañante si, dado que se trata de una playa a la que supuestamente sólo acceden familiares y amigos de altos cargos, se trataba de los sobrinos de un jefazo.

jueves, 21 de agosto de 2008

Perros y gatos

Me decía hace unos años un conocido que lo tercero peor que se podía ser en Argelia después de judío y de cerdo era perro. La afirmación me parece injusta, aunque representativa de muchas cosas.

Las costumbres están cambiando y las familias pudientes empiezan a considerar el tener un perro como signo de distinción. No obstante, son aún muy pocos los que tienen perro en su casa y los pobres canes están en clara desventaja respecto a sus tradicionales oponentes, los gatos. El gato es un animal querido y apreciado, al que incluso se deja entrar libremente en muchas mezquitas, algo que jamás he visto hacer con un perro. Los gatos argelinos son curiosamente conscientes de su situación y desde que son cachorros se acercan sin miedo a los humanos. En las ciudades esquivan los coches con la misma destreza que en nuestras calles aplican las palomas. Suele sorprender además encontrarse con ejemplares robustos y hermosos, con un pelaje brillante, muchos de ellos de raza. Yo no he visto nunca un gato persa o de angora callejero en Bilbao, por ejemplo, pero sí en Argel.

He leído últimamente en la prensa dos noticias un tanto sorprendentes. La primera ha sido un reportaje sobre el problema de los perros abandonados en Argel y cómo se dispone de una cuadrilla de laceros cuya función es recoger los perros y luego eliminarlos mediante la aplicación de corrientes eléctricas. Cuando lo leí pensó que al menos no aplican el método de segar la yugular de un solo tajo y mirando hacia La Meca, como se sacrifican los animales que luego van a ser comidos o los terroristas islámicos hacen con sus víctimas.

La segunda noticia se refería a lo ocurrido con un grupo de cuatro personas que fueron en coche al monte, acompañados de un perro, para preparar un asado de cordero. Al parecer, prepararon el fuego, comenzaron a asar la comida y se fueron a dar una vuelta dejando al perro dentro del coche. El animal consiguió salir del vehículo y lo que hizo fue dar buena cuenta del festín que sus acompañantes se pensaban dar. Cuando los cuatro llegaron al lugar descubrieron que el perro estaba mordiendo el asado y se enojaron. De manera absolutamente salvaje, su reacción fue de una crueldad extrema: utilizaron la gasolina con la que habían encendido la fogata para verterla sobre el perro y le prendieron fuego. Se divirtieron viendo al pobre animal aullar de dolor y morir quemado vivo. Casi al final, el perro logró moverse hasta agazaparse, en llamas, debajo del coche, Esto provocó que el depósito de gasolina se incendiara y con él seguidamente el vehículo completo. De esa forma, los crueles asesinos se quedaron sin medio de transporte, que además tuvieron que pagar, porque el vehículo era de alquiler.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Un relato más fresco

Los días que me encuentro con ganas de escribir cuento con la ventaja de disponer de mucho tiempo para ello. Lo que hago es dedicarme a responder con profundidad a amigos y conocidos, siempre que no se trate de explicar cómo me encuentro anímicamente, porque eso me acaba afectando. El blog me ha dado mucho juego y siempre cuento con gente que comparte conmigo sus problemas e ilusiones. Son además los días que aprovecho para dejar escritos y pendientes de publicar diferentes comentarios que cuelgo en el foro para su aparición en el futuro. De esa forma he llegado a acumular casi una docena de comentarios en lista de espera.

Yo me he dado cuenta de que con este proceder el blog ha perdido parte de vida, que no es lo mismo escribir hoy y publicarlo dentro de semana y media que cuando a las siete de cada mañana corregía lo escrito la noche anterior y luego lo colgaba directamente en el blog. Pero es la única forma de garantizar una presencia diaria, independientemente de mi estado de ánimo.

Hoy hago una excepción. Regreso a los orígenes, escribiendo el martes para publicar el miércoles, si bien el problema en estos momentos es que cada día me surgen demasiadas cosas que podría contar. Por ejemplo, mientras escribo hay un furgón de la policía interviniendo en los bajos de mi edificio, después de una disputa entre vecinos que merecería ser contada, porque se mezclan muchos aspectos curiosos de la idiosincrasia argelina.

Resultaría interesante explicar lo que he hecho durante el día, como el regreso después de mucho tiempo a la llamada cueva de Cervantes (tengo pendiente de narrar mi actuación del año 2000 para salvar la placa allí colocada por el ejército español). O el encuentro junto a la cueva con una niña de siete años, argelina residente en Zaragoza, que se ha comportado educadísimamente y con unas formas absolutamente europeas, nada que ver con las niñas de su edad que merodeaban por el lugar. Incluso ha sabido despedirse con una elegancia y clase poco común para su corta edad. Todo ello dejaba en evidencia las carencias del actual sistema educativo argelino, no sólo el escolar sino el que emana de la percepción diaria de la sociedad argelina, que no forma los ciudadanos que el siglo XXI reclama.

También tendría que escribir algo más sobre la despedida de Carlos, que después de pasar unas semanas de vacaciones en mi casa de Argel ha regresado a Madrid, para tristeza de muchos de mis vecinos, que no paran de preguntarme por él cuando le vieron por última vez hace unas pocas horas.

Habrá quien prefiera conocer detalles de la llamada que he recibido de la Cadena Ser para participar en la tarde de este miércoles en un programa de radio, pero será más interesante contarlo a posteriori.

Finalmente, entiendo que en días como éste la asociación Argelia-terrorismo recobra su fuerza en la mente de muchos lectores. Como casi todos sabrán, un atentado terrorista en la provincia de Bumerdés ha producido más de 40 muertos. El saldo de ciudadanos asesinados, como desgraciadamente parecen clasificarse estas barbaries, es superior al del doble atentado del pasado 11 de diciembre del que fuimos víctimas en mi Oficina Comercial. Un detalle que para muchos pasará desapercibido, pero no para quienes sufrimos aquella experiencia y que de alguna forma nos vemos obligados a revivirla.

No dispongo de ninguna información privilegiada ni confidencial, más allá del seguimiento de la situación que puede realizar cualquier ciudadano y un olfato desarrollado para entender el país en el que trabajo que en este caso me ayuda a atar algunos cabos. Pero mi impresión personal no pasa de esa categoría de personal.

Hace unos meses se produjo el relevo en la Presidencia del Gobierno de Argelia, con el retorno de Uyahia, que implica una menor complacencia con el integrismo islámico. La voluntad de completar las actividades que el anterior gobierno no era capaz de finalizar incluye la eliminación de los terroristas presentes en algunas zonas de la Cabilia. El ejército ha recuperado técnicas, jefes militares, asesores y confidentes de hace cuatro años, cuando se optó por una mayor tibieza que ayudara a aislar a los terroristas en el plano social y que así optaran por acogerse al arrepentimiento. Y la guerra, aunque el término no es correcto, se ha recrudecido, volviendo a colocar al Presidente Buteflika como uno de sus objetivos. Tengo la percepción de que están actuando como células aisladas y con poco contacto entre ellos. El grupo que actuaba en la zona de Tigzirt, que aparentemente podía ser el que ofrecía más carga ideológica, ha sido diezmado por la actuación del ejército. A su vez, en el extremo oriental de la Cabilia, en Jijel y Collo, cerca ya de Skikda, es donde peores resultados militares se han logrado, puesto que las bajas sufridas por el ejército han sido numerosas, entre ellas la de un importantísimo cargo militar, víctima de una emboscada cuando acudía a comprobar el balance de un atentado anterior.

Los intentos de los terroristas por actuar en la capital, donde la repercusión mediática es mucho mayor, son evidentes. Han conseguido puntualmente asesinar y poner bombas en las cercanías, siempre al este de Argel, principalmente a primeros de junio en las cercanías del recinto ferial y hace unas semanas en una zona de playa.

El atentado de este martes ocurre en la provincia de Bumerdés. En mi opinión, no es ninguna sorpresa ni cambia el estado de seguridad en Argelia. La región de la Cabilia, la zona costera al este de Argel, es muy peligrosa y en la actualidad es una temeridad aventurarse en ella. La vida en Argel no es más insegura que en muchas ciudades del mundo en las que ni nos planteamos el riesgo existente.

Creo que así respondo a quienes me preguntan constantemente por el riesgo de aceptar un puesto de trabajo en Argel. Yo no tengo ninguna voluntad suicida, no cobro ninguna prima de riesgo y creo que la mayoría de mis compatriotas expatriados están en mi misma situación. Trabajar en Argel capital no es especialmente peligroso. Hacerlo en las afueras, en determinados trabajos que se desarrollan en localidades cercanas a la Cabilia o a cielo abierto puede ser otra historia. Las empresas situadas en la zona de Ruiba no gozan del mismo grado de protección y pueden entenderse medidas de repatriación de familiares de trabajadores y directivos. Y también convendría recordar que hace unos pocos días se produjo un atentado en la localidad de Boudouaou (pronunciado Buduaú), cerca de Bumerdés, que en la actualidad no ofrece garantías de seguridad suficientes.

Para quienes quieren preguntan por las condiciones de las amenazas especificas proferidas por Al Qaeda del Magheb contra los españoles, decir que en Argel hubo un tiempo en el que los expatriados de la Embajada de España eran alojados en un edificio alquilado por la Embajada de España y que cuenta con medidas de seguridad. Cuando yo llegué hace un año se nos retiró a mí y a los becarios de mi Oficina Comercial esa posibilidad de la que había gozado mi predecesor, por lo que entiendo que a nivel de autoridades españolas no se considera peligroso vivir en un edificio de vecinos en el que obviamente todo el vecindario conoce quien eres, cuál es tu coche y tus horarios de entrada y salida. Y, efectivamente, no hemos sufrido ningún ataque terrorista ni se nos ha planteado la posibilidad de volver a alojarnos bajo custodia policial española. Ahora que además la presencia de españoles entre los cargos de responsabilidad de la representación de la Unión Europea en Argelia adquiere más importancia, lo último que hay que hacer es vivir obsesionado.

martes, 19 de agosto de 2008

Accidente de tráfico

Este domingo he provocado mi primer accidente. No es el primer accidente que sufro, porque ya se empotró un vehículo contra el mío hace nueve meses cuando me dirigía al aeropuerto. También me cayó un árbol encima del coche hace casi medio año. Pero éste es el primero que provoco yo, del que soy culpable.

Las circunstancias han sido parecidas a las de un susto que ya sufrí el pasado mes de enero. Entonces me despisté conduciendo y sólo el grito de mi acompañante, que luego sufrió un ataque de histeria, hizo que todo quedara en un ligerísimo toque sin el más mínimo rasguño. Pero en esta ocasión viajaba solo y con la mente en otra cosa, algo que nunca hay que hacer al volante. Un coche estaba detenido en mitad de la calzada, porque otro delante de él estaba aparcando y ni me enteré hasta que me empotré contra su maletero. Fue algo parecido a las pruebas que se hacen de seguridad para comprobar la resistencia de los vehículos. Posiblemente circulaba a unos 30 kilómetros a la hora, pero un choque sin frenar para nada a esa velocidad, como en los autos de choque, es suficiente para destrozar un vehículo. Al mío no le ha pasado gran cosa para lo que pudo haber sido.

En mi estado de ansiedad no ha resultado una prueba fácil. El otro conductor realizó una llamada telefónica, supongo que para pedir asesoramiento, y yo me estaba poniendo nervioso, consciente de que voy a quedarme sin coche para una temporada. Empecé a rellenar los datos del seguro por mi cuenta y posiblemente se los hubiera dejado allí para seguir mi camino. Pero recuperé la calma, me agarré mentalmente a una mano amiga de éstas que se me extienden en el blog y yo mismo me exigí calma.

El último párrafo lo he escrito para que quede constancia de que del accidente también puedo sacar conclusiones positivas.

A mejor

Son tantas las personas que me pregunta cómo sigo de salud que creo que es mejor colgar la respuesta general en el blog.

Yo creo que estoy mucho mejor. Lo que me diagnosticaron no fue depresión y angustia, como equivocadamente yo he contado a algunas personas, sino depresión y ansiedad, si bien es verdad que sufría y sufro episodios de angustia al comprobar los efectos nocivos de mis crisis de ansiedad.

No soy médico y hasta el 15 de septiembre no dispondré de una respuesta profesional, pero tengo la impresión de que he superado en buena medida la depresión. Esta semana me veo menos pesimista y hasta me siento capaz de amenizar alguna velada, si llega el caso. Es verdad que soy incapaz de salir y quedar si no son otras las personas que me fuerzan a hacerlo y que casi me hago de rogar. Escuchando los reproches directos o indirectos de quienes no han entendido que algunas actitudes mías son el resultado de la enfermedad, estoy aprendiendo a distinguir entre amigos y conocidos. Empezaré a marcar ese perímetro que una amiga del blog me dijo que creara.

No puedo evitar que algunas personas piensen que no estoy enfermo, o que busco alguna excusa para no trabajar. Tiene razón Ainhoa en un comentario que me ha dejado en un post anterior; al no verse una herida física no se valora correctamente la dimensión de la enfermedad. Y si aparezco sonriente o gasto alguna broma no es un esfuerzo de recuperar la normalidad que me marco continuamente, sino la constatación de que en realidad no me ocurre nada. Es como la gente que con la mejor voluntad del mundo me pregunta extrañada qué hago en Argelia si estoy de baja, como si yo pudiera tener ganas de disfrutar de vacaciones, de unos días en casa, estando enfermo.

Tengo que reiterar mi agradecimiento a quienes han sabido manejarme con tacto para salir adelante. A una alicantina muy flamenca y alegre, amante de analizar el comportamiento humano, que me mandó un correo muy profundo hace mes y medio y que me está siendo de mucha ayuda, con la que me explayé explicando con detalle todos mis sentimientos, hasta el punto de que probablemente se sintió abrumada, que me controla a distancia y en silencio. A otra alicantina más joven, que vive casi al lado de la anterior, enamorada de esta parte del mundo, que tendré ocasión de conocer mucho mejor en los próximos meses y que me ha contagiado su alegría en algún momento de tristeza, que también me ha permitido empezar a programar con ilusión el nuevo curso y las actividades que puedo desarrollar en Argelia si pongo de mi parte. A una mallorquina muy especial, mi otro yo, mi gran debilidad, que de haber venido unos días me habría hecho superar la ansiedad, porque la detectaría antes que nadie, hasta ese punto nos conocemos, y me pararía a tiempo. A esa argentina tan positiva y tan interesada en conocer mejor la realidad argelina y las pautas de comportamiento de una cultura muy diferente, que me hace valorar en nuestro intercambio de largos correos las cosas importantes, porque ella lo ha sabido hacer en la vida, que el día que los médicos le dejen por fin viajar seguro que se anima a cruzar el charco. A una aragonesa que no lee el blog, que me ha demostrado que no todos son iguales en su promoción, que no debo cambiar en lo esencial, para dar una oportunidad a quienes se lo pueden merecer y no tengan que pagar por ingratitudes y mezquindades ajenas. Y a dos personas más que ellas saben quienes son, que a veces sé que están ahí cuando recibo el resumen de las visitas al blog y el origen geográfico de los visitantes, o tienen el gesto justo cuando me hace falta. A todas, gracias.

lunes, 18 de agosto de 2008

Prueba gráfica del armario

He sacado un par de fotos de mi super armario, para que nadie diga que soy un exgerado. He recibido varios correos con comentarios jocosos, así que voy a premiar a los lectores con una prueba gráfica.

En esta primera foto puede comprobarse cómo las puertas están torcidas, descuadradas. Por arriba parecen cerrar, pero en la parte inferior se ve cómo no lo hacen. En realiadd ninguna cierra por arriba, ambas quedan a unos dos centímetros de hacerlo. Existe un tope de sujección en la puerta izquierda, que obviamente carece de utilidad si la puerta no llega a cerrarse. Las vetas verticales se deben a que la madera es de contrachapado muy fino, lo que exige tener cuidado al abrirlo o apoyarse, porque de un manotazo fuerte se podría atravesar. Las manillas, se ve en la fotografía, están torcidas y no de forma simétrica, sino como resultado de un diseño postmodernista que en mi ignorancia no alcanzo a apreciar.

A ambos lados de las puertas del armario se ven unas bisagras. Corresponden al anterior armario que el carpintero ha debido considerar de especial protección como bien histórico-artístico y digno de ser conservado para deleite de generaciones futuras, lo mismo que el marco correspondiente, pintado de blanco. De hecho, lo que se ve en la parte superior como final del armario no es tal, sino la antigua separación con la balda superior, fuera de la imagen, que tiene puertas independientes. Éstas son más pequeñas, obviamente tampoco encajan, y lucen unas manillas doradas que ha sujetado con tornillos de latón blancos.

Las manchas que se observan son los nudos de la madera, con algún que otro agujero. Pero eso no es ya culpa del carpintero, sino de la calidad del material.

La segunda fotografía es un detalle del interior del armario.

Puede comprobarse que no tiene fondo. Las estanterías, de aglomerado de madera, se apoyan supuestamente en listones de madera del mismo tipo. Lo de ?supuestamente? se debe a que la presencia de tubos de agua y gas hace que alguna de las baldas se apoye en realidad sobre las tuberías, no calzando correctamente. Tendré que poner especial cuidado en no cargar mucho peso que pudiera romper una tubería antigua de agua y en evitar colocar encima cosas que puedan rodar por una balda inclinada.

En la imagen se comprueba cómo para colocar ese pequeño listón se ha tapado parcialmente una chapa metálica. Es la utilizada para empalmar la madera vertical, la que va de arriba abajo; supongo que calculó mal al cortarla y se ha visto obligado a ese empalme tan disimulado. El que sea observador comprobará además que los dos tornillos empleados parecen ser diferentes entre sí. Yo he contado seis tipos diferentes de tornillos entre blancos y dorados, de cabeza plana o redonda, grandes o pequeños y de estrella o de ranura normal.

Para colocar algunas baldas se ha apoyado en ranuras de la pared, que ya se puede comprobar en la fotografía que no es lisa. Y los bajos del armario siguen siendo dos baldosas viejas bien recortadas que estaban desde que llegué y que fueron el principal motivo por el que le pedí al propietario que me pusiera un armario en condiciones.

Un crack, ¿verdad? Lo más triste es que estoy convencido de que mi propietario pensará que soy excesivamente exigente, porque no se trata de un trabajo especialmente mal hecho. Y eso es verdad. ¡Esto lo ven normal!

domingo, 17 de agosto de 2008

Fila argelina

Desde el viaje a Ghardaia en enero no había vuelto a viajar con Air Algérie. Este lunes 11 tenía cita con el médico (sigo de baja laboral) y tuve que ir y volver con la única compañía que tenía plazas disponibles.

Tal y como se han puesto otras compañías aéreas, no hay tanta diferencia. Con Iberia se pueden llevar dos maletas de hasta 23 kilos (como una de ellas pese 24 kilos hay que preparase para lo peor, aunque la otra sea de 250 gramos), mientras que Air Algérie autoriza a transportar 30 kilos y con una relativa tolerancia. Sólo la línea aérea argelina ofrece comida durante el vuelo, pero resulta infinitamente más sano traérsela de casa o adquirirla en el aeropuerto. Iberia saca mejor nota puntualidad y en higiene y limpieza, porque en la guantera de los asientos de los aviones argelinos es mejor no meter la mano. Sin embargo, Air Algérie es más tolerante a la hora de solucionar problemas, como cambiar la fecha del vuelo o facturar en exceso. Con Iberia he tenido problemas para demostrar que con pasaporte de servicio no necesito visado de entrada en Argelia, cosa que con Air Algérie no me ha sucedido.

No incluyo mi apreciación sobre Spanair, porque mi opinión es muy negativa en cuanto a la garantía de efectuar realmente los vuelos contratados si la venta de pasajes no resulta suficiente. Una compañía que en línea regular actúa como si fuera un charter no merece para mí ninguna credibilidad.

He comprobado que en los vuelos de Iberia los pasajeros son mayoritariamente europeos y en los de Air Algérie africanos. Me imagino que en parte se debe a que cuando el billete se adquiere en España las tarifas de Air Algérie suelen ser más elevadas, mientras que comprar un billete de Iberia en Argelia resulta complicado. Pero también influirá el que equivocadamente cada uno de nosotros pensemos que lo nuestro es mejor y más seguro.

En Barajas tomé una muestra gráfica de que la mayoría del pasaje era argelino. Fuera de la imagen quedan algunas personas haciendo cola a la europea. O mejor dicho a la india, que da nombre al tipo de fila inexistente en Argelia. Porque la fila argelina es concéntrica.

sábado, 16 de agosto de 2008

Un par de gamberros

He conseguido descargar las fotos que se acumulaban en la memoria de mi cámara y las que ya estaban en el pendrive (aquí le llaman flash-disk) que me robaron. Ahora me falta darles el formato y tamaño adecuado para enviar.

Y aprovecho para rescatar las fotos de una gamberrada chiquitina. La protagonizamos Elisabet y yo. Ambos disfrutamos haciendo lo que nos da la gana y buscando la pequeña provocación allá donde podemos permitírnoslo. O cantando a duo en un karaoke. Y como está de paso en Argelia, se puede permitir infinidad de cosas.

Hace mes y medio fuimos cuatro personas a pasar el día a un balneario. Hasta hace poco, lo que nuestros abuelos llamaban tomar las aguas era un balneario urbano, pero ahora en España sería un Spa y aquí, que toda la vida hubiese sido un hammam, ahora se llama centro de talasoterapia. Pero estamos hablando de lo mismo.

Otro día contaré la aventura de pasar un día completo en un centro de estos, que merece la pena. El caso es que al salir nos enseñaron otro balneario más sencillo, desprovisto de tratamientos médicos. Y cuando nos enseñaron las duchas, a Elisabet se le ocurrió inmortalizar el momento con las fotos de una pillada. Es decir, como en una fotonovela, inventamos la película de una pareja que, duchándose juntos, son pillados por una cámara fotográfica. Adjunto dos secuencias.


Como se puede ver, el día a día de Argel está lleno de buenos momentos y de buen humor.

viernes, 15 de agosto de 2008

Necesito hacer yoga

Hace tiempo que no escribo realmente sobre mí. Lo siento. Es fruto de una serie de factores. Por una parte, he cedido a la presión de quienes me han recomendado no ser tan sincero, tan directo, en parte para no mostrar mis debilidades ante una pequeña manada de hienas con ganas de hacerme daño. Y en parte para no molestar a nadie, porque uno se crea enemigos que se creen poderosos cuando realiza un ejercicio de sinceridad.

Estoy de baja laboral por enfermedad desde hace ya un tiempo. Empecé a sentirme mal a primeros del pasado mes de junio. Había soportado durante meses una presión sicológica muy superior a la que sé que soy incapaz de aguantar. Ya he contado anteriormente lo que a nivel personal supuso trasladarme a vivir a Argel y cuáles eran mis apoyos anímicos, mis ilusiones. Muchas de esas ilusiones se las llevó Al Qaeda el pasado mes de diciembre y desde entonces estuve dando tumbos, mucho más susceptible de lo normal y más necesitado de apoyo que nunca. Y no siempre lo encontré.

Pese a haberlo dado todo, pensar mucho más en los otros que en mí mismo, cometiendo sin duda muchos errores pero jamás malintencionados, en junio me di cuenta de que aquello de calumnia que algo queda había cuajado, que acusarme en falso funciona y me rendí ante la impotencia, la de no poder demostrar que uno no ha hecho nada de aquello que otros pueden llegar a creer. Me empezó a cubrir un sentimiento inmenso de desilusión, de apatía, de tristeza, del que no me he recuperado.

Estuve muchos días tristísimo, pasándome horas con los ojos llorosos. Me llegaba a meter en la cama a las nueve de la noche para llorar a gusto mi decepción. Creo que en ese momento aún tenía solución. Pregunté a varias personas por un médico que me atendiera y la respuesta fue la promesa de una baja médica para que me fuera a casa. Pero pasaban los días y yo seguía allí. Me di cuenta demasiado tarde de que se trataba de promesas vagas, porque nadie creía en mi estado de salud y más bien pensaban que quería ausentarme del trabajo con alguna excusa. Sorprendente cuando viene de gente que me ha visto trabajar hasta la madrugada y dedicar mis ratos de ocio al trabajo. Pero de hecho sé que todavía hay gente que lo cree así, que piensa que es muy poco profesional llevar un mes y medio sin trabajar y tener en la cabeza planes para viajar. Si estuviera enyesado o en silla de ruedas nadie pondría en duda mi incapacidad para trabajar, pero cuando la baja es psiquiátrica no se piensa que el primer día de trabajo acabaría respondiendo mal a mis jefes y a los clientes, que no aportaría lo que de mí se espera, que terminaría por hacer cualquier tontería, porque estoy verdaderamente incapacitado para el trabajo.

Acudí al médico más cercano a mi domicilio simplemente preguntando por la calle. Fue puro azar, pero di con un gran doctor. Se dio cuenta de mi estado y me atendió con gran tacto. No le hizo falta mucho tiempo para decirme que el mejor tratamiento lo recibiré de un médico de mi país, que de permanecer en Argel tardaría quizás años en recuperarme. Y me extendió una baja laboral inicial de 30 días para que pudiera iniciar el tratamiento en Bilbao.

Con la baja en la mano intenté acabar los temas de trabajo que tenía pendientes, me parecía injusto dejar el trabajo a los demás. Fue un error, porque me sirvió para ver la cara más cruel de quienes aprecio y sin embargo parecían disfrutar asistiendo a mi mayor hundimiento personal. Al menos así lo veía yo, en mi enfermedad, durante esos días siguientes. Quizás podría quitar caretas y clasificar a la gente por el número de veces que se han interesado por mi estado de salud.

En Bilbao me han dicho que puedo estar de baja hasta mediados de noviembre. De todas formas, no sé si para darme la razón del idiota, me han consolado diciéndome que si tan interesado estoy en regresar a Argel en octubre, que lo podré hacer. Mientras tanto, la receta es tan atípica como intentar salir, viajar, planificar, organizar, hacer todo aquello para lo que en Argelia encuentro limitaciones y que me gusta. En definitiva, ilusionarme. Lo estoy intentando y he ido un día a la playa de Plentzia con Ismael o he estado en la Expo de Zaragoza, pero no salgo del agujero.

Aunque desaconsejado por el especialista, he intentado seguir el tratamiento en Argel e incluso me planteé acudir al trabajo. Esperaba que al estar desvinculado oficialmente del trabajo, la vida diaria no me afectaría demasiado, gracias a la presencia de compañeros y amigos. Y que al cabo de unos días encontraría satisfacción en la actividad laboral. Me equivoqué, ya antes de ir comprobé que tendré que pagar este curso una factura injusta, un peaje laboral, consecuencia de actitudes ajenas a mí en el trabajo. Y pese a contar con el apoyo impagable de la presencia de un amigo en casa, de Carlos, esto no me ha sido suficiente para hacer frente a tres problemas de menor importancia. Se trata de la recuperación de mi permiso de conducir, de la renovación del contrato de alquiler de la vivienda y de la sustitución de la mujer de la limpieza. Después de una semana en Argel no había tenido fuerzas para arreglar ninguno de los tres. Y estaba tan susceptible que un pequeño reproche de un muy buen amigo, Rafa, me llegó al alma. Fui a adquirir un billete de avión para regresar tres días a Bilbao y que me viera mi médico y la situación en la agencia de viajes me rebasó. Cometí el error de ir solo, pero no puedo esperar que en todo momento haya alguien conmigo. Me tuvieron esperando casi tres cuartos de hora y perdí los nervios. Luego no existían billetes para la fecha que yo buscaba y me daba la impresión de estar prisionero en Argel. Vi la posibilidad de adquirir un billete para unas horas más tarde y no lo dudé un instante. El precio me daba igual y es mejor no recordarlo.

La solución no es quedarme en Bilbao y no lo voy a hacer. Me temo que no esté curado para el mes de septiembre y ya doy por descontado que si durante el Ramadán estoy en Argel me arriesgo a que me expulsen del país. Estoy escribiendo esto en Bilbao, pero creo que lo colgaré dentro de una semana, el día 15, cuando ya esté de regreso en Argel.

Aunque la mayoría de quienes acceden al blog son mis amigos de Bilbao, que es para quienes me puse a escribir, en los últimos meses he entrado paulatinamente en el ordenador de mis nuevos amigos relacionados con Argel, muchos de ellos miembros de la colonia de expatriados. Y a éstos en general me quiero dirigir para pedir un favor.

Me conocéis hasta el punto de ser conscientes de mi dependencia afectiva. Asumo que además sois mi familia en Argelia. Y lo escribo con orgullo. Pero no puedo resultar una carga para nadie, necesito alcanzar un grado de autosuficiencia por encima de mis episodios de ansiedad. Me han dicho que me conviene practicar yoga, algo que por otra parte no he hecho en mi vida. Creo sinceramente que mi reincorporación a Argel pasa por contar con unas clases de yoga. He buscado un gimnasio, pero no he encontrado nada, excepto uno en el valle de Hydra que no admite hombres en clase de yoga. Por eso, si alguien sabe de un centro en el que pueda recibir esas clases, o de alguien que pudiera ofrecérmelas de modo personal, o de un grupo que practique el yoga y acepte incorporarme,… no sé, si alguien puede echarme una mano, le pido que por favor lo haga.

jueves, 14 de agosto de 2008

El armario

No, el título no significa que me haya hecho homosexual y vaya a hacer un reconocimiento público. Con la cantidad de cosas que cuento aquí y el toque intimista y sincero que le doy al blog, creo que lo hubiera contado desde el principio. Pero no me voy a hacer gay con el fin de tener algo interesante que contar. Ya de por sí me cuesta eso de que los hombres me suelten cuatro besos si hace tiempo que no me ven, como para que encima me besen con cariño y esperando reciprocidad. Prefiero que sean ellas las que se muestren cariñosas conmigo.

El armario del título es el de la cocina de mi casa. Es una historia rara, absurda, muy argelina. Creo que en circunstancias normales me haría reír, pero en mi actual estado es para llorar.

Hace casi un año pagué 455.000 dinares por el alquiler del apartamento en el que vivo. Se paga siempre por anticipado la duración total acordada, en este caso de doce mensualidades a 35.000 dinares más la comisión de la agencia inmobiliaria, que en mi caso no hizo nada más que enseñarme el piso y presentarme al dueño, con el que ya negocié directamente los inconvenientes que le veía a la casa y las reparaciones básicas a efectuar. Cuando llevaba mes y medio viviendo en él piso, el propietario me propuso prolongar el acuerdo por un segundo año y pagárselo ya, a cambio de un buen descuento. Me habló de 100.000 dinares menos, lo que suponía, 320.000 dinares por doce meses, una vez que la comisión de la inmobiliaria había desaparecido. Yo contraataqué exponiendo los fallos que tiene la casa y las reparaciones necesarias, sobre todo en las maderas, incluyendo un armario en la cocina que por dentro estaba lleno de pegotes de cal y con los tubos del agua y el gas al descubierto. Al cabo de un mes me vino con una propuesta concreta, peor que la anterior, sobre la que negociamos. Y quedamos e que me quedaba en el piso un segundo año por 350.000 dinares, que le pagaría cuando me hiciera el armario de la cocina y la reparación de las maderas. Además, cambiaría el viejo fogón de cocina y la campana de extracción de humos de hace cincuenta años de común acuerdo, de manera que él pagaría la mano de obra de instalación y los elementos básicos y si yo elegía materiales de mejor calidad la diferencia iría entre ambos al 50%.

He estado esperando meses a que se materializara el acuerdo. Al principio me dijo incluso que pagara yo a alguien que hiciera las obras menores, que él me reintegraba el dinero, cosa que no ha hecho. Finalmente, el día que yo estaba en el médico en Bilbao me llamó al móvil. Al regresar a Argel le devolví la llamada y quedamos en mi casa. Allí se presentó con un supuesto ebanista para tomar medidas del armario. Luego me pidió un adelante sobre la anualidad… de 420.000 dinares. Evidentemente, ni le he dado un solo dinar ni le voy a pagar 420.000 dinares. Según su teoría, el acuerdo consistía en pagarle por anticipado hace nueve meses, no ahora, porque el hecho de que no me hiciera el armario ya lo ha arreglado y no tiene importancia. Y como garantía del segundo año le debería ya entregar un dinero a cuenta.

El 31 de julio me llama para decirme que se presenta en media hora con el falso ebanista, a lo sumo carpintero. Pero no lo hace. Al día siguiente, estando lejos de Argel, me llama de nuevo para ir en ese momento y le autorizo a acceder a la vivienda con su copia de las llaves. Grave error el mío, porque aparentemente el carpintero estuvo solo en el piso e hizo y deshizo como le vino en gana.

Cuando regresé por la noche me encontré un “armario” sustituyendo al anterior. Todo lo que antes yo tenía colocado en las diferentes baldas estaba ahora apilado sobre la mesa y en el fregadero, excepto lo que antes estaba en el suelo, que allí seguía, cubierto de una capa de viruta de madera. Los restos de madera, de serrín, estaban por todas partes; en la terraza había dejado las maderas sobrantes. En definitiva, un guarro que se pensaba que estaba en una obra, no en una vivienda.

Con algún esfuerzo conseguí abrir el armario de madera de contrachapado. Las manillas estaban torcidas y las puertas no encajaban, lo que dificultaba la operación. Dentro se situaban a modo de baldas ocho recortes mal hechos de aglomerado de mala calidad, sujetos con unos ángulos que la no estar colocados a la misma altura hacían bailar cada madera. No obstante, la holgura diferente de cada madera y su estilo de corte sicodélico, con el aglomerado a la vista, le da sin duda un toque entrañable, como del primer armario hecho por un hijo de seis años como trabajo manual para la escuela.

Yo no sé si el propietario de mi casa le ha puesto a un inútil un vídeo de Bricomanía para que viera lo que tenía que hacer, pero está claro que no ha superado la prueba.

Al cabo de casi una semana, por cierto, no ha venido nadie a recoger y limpiar todo lo ensuciado por el carpintero guarro, pese a haber llamado dos veces al propietario del piso y haberle dejado bastantes mensajes.

No he sacado fotos del armario, no he caído en la cuenta. De todas formas, no puedo colgarlas porque no tengo conmigo el cable de conexión de mi cámara de fotos al ordenador. Espero que no se llene la memoria de la cámara antes de recuperar el cable. Y cuando lo haga ya colgaré esa y otras muchas fotos que tengo en la lista de cosas pendientes.

miércoles, 13 de agosto de 2008

El zoo

En mi barrio de Ben Aknún de Argel tenemos un zoológico muy conocido del que creo que ya he contado alguna vez alguna cosa. Es un espacio inmenso, difícil de recorrer a pie. Se encuentra a unos tres kilómetros de mi casa, al otro lado de la autopista y va desde Birjadén hasta El Achur. Viven allí muchos animales exóticos, entre ellos llamas y camellos. Hay gente que piensa que en Argel nos movemos en camello, exactamente igual que hay norteamericanos que piensan que todos somos toreros. Encontrarse un camello por las calles de Argel es exactamente igual de fácil que encontrarse un toro por las de Bilbao.

Tengo pendiente visitarlo, lo mismo que los jardines del Hamma, junto al Hotel Sofitel, que han permanecido cerrados una larga temporada para obras de reparación. En su interior se rodó la primera película de Tarzán y hasta hace unos años también disponía de su pequeño zoo.

Lo que yo no sabía es que también en Telemly existe un pequeño parque zoológico, o al menos animales de zoo. Aunque a algunos les sorprenda, es verdad, al lado mismo del Aerohabitat vive un mono, con un nombre de alto rango, al que incluso se puede dar de comer. Y no está solo. Otro día lo cuento.

martes, 12 de agosto de 2008

Magníficas

Cuando uno está enfermo es cuando más necesita de los demás. Y en general es cuando también peor trato les dispensa. Sólo los buenos amigos resisten.

Llevo una temporada enfermo. Sé que he soltado más de una coz como respuesta a una muestra de cariño. Pido disculpas generales por ello, sabiendo que de la mayoría de ellas no soy ni siquiera consciente.

Y porque estoy enfermo necesito más que nunca de los amigos. En este último mes y medio han sido varias las personas que me han mantenido a flote con sus correos casi diarios, en los que hemos hablado de los divino y de lo humano. Son siete mujeres diferentes, las siete magníficas, de orígenes y nacionalidades diversos, que me han escrito con mucho cariño. No todas lo siguen haciendo, supongo que por agotamiento o por alguna mala respuesta mía, no lo sé. Pero a todas ellas les estoy agradecido.

lunes, 11 de agosto de 2008

El agua

Argelia es un país deficitario en recursos hídricos. En los últimos años se han hecho muchos y buenos trabajos para mejorar el acceso de la población urbana al agua. Ya están en uso los pantanos que se programaron para embalsar aguas, con algún desencuentro empresarial que ha perjudicado a la imagen de las empresas españolas.

Recientemente se planteó la construcción de trece plantas desaladores de agua de mar a lo largo del litoral argelino. En todos los casos se ha buscado la participación de empresas extranjeras que constituyeran a su vez una empresa mixta con la empresa nacional de hidrocarburos, Sonatrach, que aparentemente nada tendría que ver en el asunto, pero que ofrece una garantía internacional de gestión empresarial. La propuesta consiste en una licitación pública para cada planta desaladora en la que el ganador constituye una sociedad mixta con Sonatrach y Sonelgaz para construir y luego explotar la desaladora. El cobro se realiza mediante la venta del agua potable a lo largo de los siguientes veinticinco años, a un precio que suele estar sobre los setenta céntimos de euro el metro cúbico, si no me falla la memoria.

Han sido varias las empresas españolas que han ganado alguno de esas licitaciones. En algún caso han sido agrupaciones de empresas, que no siempre llegan a entenderse bien, sea por diferentes estrategias de continuidad en el mercado argelino o a resultas de absorciones y adquisiciones en España que rompen el equilibrio empresarial.

Existen investigaciones que aseguran que la desalación de agua de mar no es una solución inocua, que es altamente contaminante y perjudicial para el ecosistema. El desarrollo sostenible, de acuerdo con esos estudios, no pasa por la desalación de agua de mar. No obstante, en Argelia no se ha hecho caso de esos estudios y se sigue adelante con los planes, quizás porque no existe realmente una alternativa al alcance del país. Investigaciones como las de lluvia provocada por iones de sulfuro de plata, si no recuerdo mal, no son una solución a corto plazo.

En las zonas alejadas de la costa se está recurriendo a extraer agua de la gran cantidad subterránea de la capa freática (o algo así, no soy experto). Es un recurso compartido con países como Túnez y Libia, que se han lanzado también a su explotación. Se trata de aguas centenarias que no se renuevan a medida que se van extrayendo, por lo que de alguna forma se está agotando un recurso del que no podrán servirse las generaciones futuras. Además, a medida que se incrementa su explotación también surgen problemas de calidad, tanto porque la concentración de sal se va incrementando como por la contaminación de que son víctima por vertidos subterráneos. Se trata de un recurso cada vez más costoso, a medida que el nivel de las aguas desciende, y que de no controlarse acabará con los recursos económicos de poblaciones que tradicionalmente han vivido de una agricultura de subsistencia que resultaba compatible con la renovación de los recursos hídricos.

Pensaba en todo esto al leer el comentario que me envió Jordi sobre las aguas del delta del Ebro. Como puede verse, en todas partes cuecen habas…

domingo, 10 de agosto de 2008

El decálogo de Raquel

Ayer fue el espacio de Inma y hoy es el de Raquel.

No le he pedido permiso a Raquel para hablar de ella, de modo que sólo contaré generalidades. Española, casada felizmente con un argelino, reside en España con su esposo e hijos, pero le encanta pasar las vacaciones en Argelia. Más aún, se plantea trasladarse a vivir a Argelia si puede dar rienda suelta a su espírtu empresarial.

Raquel me dijo que había escrito un "manual de supervivencia" para turistas, que ha retocado antes de enviarme. Yo lo publico tal cual me ha llegado. Luego lo comento y critico:

Regla Fundamental: Intentad pasar desaparcibidos, aunque el terrorismo ha disminuido, hay que tener en cuenta que allí hay gente con verdadera necesidad y es capaz de estar todo un día vigilando tu coche por 20 dinares (20 cts de euro). Así que nada de ostentaciones.

2ª. Se trata de gente muy acogedora y agradable; ahora sí, hay que tener muy presente que es un país caótico en todos los aspectos. No regiros por horarios occidentales, si concretáis una cita haced una previsión de 1 hora de retraso, el turno o cola es algo totalmente desconocido, no utilizar transportes públicos. El horario de aviones es algo aproximado, aunque en esto han mejorado bastante. Pero eso sí, intentad no viajar con Air Algerie....es algo parecido a una diligencia del oeste (en todos los sentidos). Es mucho mejor Spanair aunque sea algo más carilla.

3ª La comida es buenísima, no dejeis de probar el marisco y pescado es algo delicioso. Ahora sólo (y esto es muy importante) en restaurantes de primera y nunca lo compréis en mercados del extrarradio, no existe cadena de frío.

4º-Ir a un baño público es toda una aventura, pero cuando la necesidad aprieta ya se sabe......NO OLVIDEIS LLEVAR PAÑUELOS DE PAPEL y si veis una botella de agua al lado del water....NO LA TOQUEIS!!!! la usan para lavarse...

5º.-Intentad llevar un minibotiquín, allí los medicamentos puedan resultar algo prohibitivos.

6º.- Argel es una ciudad preciosa, pero eso sí, siempre y cuando se vaya con un guía local. Por cierto, en el tráfico es caótica, falta infraestructuras de transportes. Así que los atascos es el pan nuestro de cada día. Y los semáforos inexistentes.

7º.- Si viajais con niños, llevad: Pañales y potitos allí son algo prohibitivos incluso para nosotros. Lo mismo os digo para las compresas.

8º. Tened en cuenta los cortes de agua (sobre todo fuera de Argel capital), si alquiláis un apartamento aseguraros que tiene cisterna de almacenamiento. Esto es algo vital!!!!! Y nunca dejéis vuestra ropa más preciada en remojo, ya que el agua lleva tal cantidad de lejía que es capaz de desintegrarla. Y claro no se os ocurra beberla.....mejor agua mineral.

9º En cuanto a la asistencia sanitaria, ante una emergencia id a un hospital privado, es lo más parecido a un hospital europeo o bien al Hospital Militar de Argel.

10º Nunca haced fotos a edificios públicos, en el caso de hacerlas la policía militar se os echará encima y sin preguntas os quitarán la cámara.


Voy a dar mi opinión, referida a los mismos diez puntos que trata Raquel:

1º Delincuencia: Sí, cuando se viaja a paises con alto índice de pobreza hay que tener muy claro que se puede ser víctima de robos. Argelia no es una excepción

2º Vuelos: Antes que Spanair prefiero Iberia. Spanair anula a veces vuelos y te deja en tierra. Tampoco se viaja tan mal con Air Algérie, yo no pagaría más por un vuelo con otra compañía. No obstante, en verano los aviones de Air Algérie están sobre explotados y puede uno encontrarse con cualquier cosa...

3º Comidas: Me encanta comer en restaurante populares, en los que hay que evitar las ensaladas. Para comprar marisco o pescado lo mejor es ir al puerto.

4º Baños públicos: Completamente de acuerdo. Hay que tener verdadera necesidad para entrar en alguno.

5º Botiquín: Siempre es importante viajar con las medicinas habituales. Habrá que sumar algo contra la diarrea y poco más. En las farmacias venden de todo.

6º Tráfico: También comparto plenamente la opinión. Entre junio y septiembre mejora, pero el resto del año se puede tardar dos horas entre dos puntos de la ciudad que disten seis o siete kilómetros. Es sobre todo la forma de circular, sin ningún respeto a los demás, y los controles policiales lo que origina la mayoría de los embotellamientos.

7º Viajar con niños: Más que prohibitivos, los productos son de ínfima calidad, salvo que se esté dispuesto a adquirir los importados ilegalmente, pero a un precio de tres a cinco veces el que tiene en origen. Es el mismo caso para las compresas femeninas, pero yo aconsejo también llevar las cremas y demás productos de higiene a los que se esté habituado. No obstante, en ocasiones ocurre lo contrario y productos farmacéuticos europeos se encuentran mucho más baratos en Argelia.

8º Agua: En verano hay muchos más cortes de agua y siempre es conveniente contar con una reserva para lavarse. El agua tiene más cal que la habitual en Europa, pero no mayor concentración de cloro, al menos en la capital. Yo no la bebería, aunque sé de gente que lo hace y sigue viva.

9º Hospitales: En caso de emergencia yo iría a la Clínica El Azahar. El Hospital de Ain Naya o el de la policía en Glycines son también válidos, pero ninguno está al nivel de la peor clínica española en cuestión de higiene. Si se puede, es mejor regresar a España, con la vida no se juega.

10º Fotos: Existe aún una obsesión propia de películas de espías y de que todo está prohibido. A mi me han prohibido sacar fotos en lugares públicos porque podia haber mujeres, simplemente.

Esta es la opinion de Raquel y la mía, a falta de que alguien las quiera completar.

sábado, 9 de agosto de 2008

Inma dixit

Hoy no soy yo quien escribe, sino Inma, a quien voy a presentar.

Inma es una joven española, amante del mundo árabe, que conoce un poco el Maghreb y un mucho a sus gentes, su idioma, su cultura. Con los estudios de árabe bajo el brazo se ha embarcado en la aventura de pasar una temporada de su vida en Argelia, en Argel, como lectora de español en la Universidad. Además, impartirá cursos de español en el Instituto Cervantes. Será en ese sentido la sustituta de Ismael, aunque la frase es injusta para los dos, porque cada uno de ellos tiene su personalidad y forma de ser muy diferentes. Les une el amor a estas gentes y la ilusión desbordante.

Hace unos días Inma me pidió que escribiera algo sobre la mujer joven argelina urbana. No la mujer que vive en el campo, apegada por voluntad propia o ajena a las tradiciones, sino aquella de las zonas urbanas que es plenamente consciente de su situación en el mundo y que tiene la posibilidad, con un gran esfuerzo, de labrarse un destino diferente al que ya tenían pensado para ella. Yo fui malvado con Inma y le devolví la pelota. Creo que es más interesante conocer su opinión antes de que llegue a Argel y contrastarla dentro de unos meses. Por eso le propuse que escribiera ella lo que piensa de la mujer argelina, desde su conocimiento directo de la mujer marroquí, tunecina o saharaui y de todo lo que ha podido leer en este tiempo.

Puedo asegurar que poca gente en España que no haya estado antes en Argel tiene el grado de conocimiento que Inma demuestra. Es sin duda interesante desvelar las ideas preconcebidas con las que se llega a Argel. Y será una gozada para todos que dentro de unos meses Inma nos cuente su nueva visión. Habrá cambiado, sin duda, pero no en exceso. Yo comparto buena parte de lo que escribe, no todo. Creo que ella no es consciente de que el espaci d elibertad personal que en otros países cuesta críticas, en Argelia ha costado una guerra civil con muchos miles de muertos. Una amiga argelina me confesaba recientemente que cuando ella iba a la escuela asesinaron a dos compañeras suyas a la salida del colegio y se hizo correr la voz de que era por no llevar el hiyab. Y cómo en su casa le suplicaban con lágrimas en los ojos que se lo pusiera y ella siempre se negó, sabiendo de que esa podía ser quizás la última vez que veía a su familia, pero como adolescente argelina arriesgaba su vida por su libertad y su educación. Por eso, entre otras cosas, para mi, portar el hiyab como una moda es una pequeña traición al sufrimiento de quienes han arriesgado cada día su vida por aportar un espacio a la libertad global de la mujer.

Pero no quiero protagonizar el espacio cedido a Inma, que nos escribe esto:

PRECOGNICIÓN SOBRE LA MUJER URBANA DE ARGEL

Cuando se piensa en el concepto “mujer arabo-musulmana” a la mayoría de europeos nos viene rápidamente a la cabeza, un estereotipo de mujer sumisa a la voluntad del hombre y de una sociedad que la margina, con unos valores arcaicos incompatibles con el ritmo y modo de vida actuales, analfabeta o con unos estudios mínimos, de una belleza exquisita pero cubierta de pies a cabeza, encerrada en el ámbito privado sin participación alguna en la vida pública…etc.

No vamos a negar que existan muchísimas mujeres en estas condiciones, pero sí queremos desmitificar que sea lo habitual en todas las zonas de los países árabes.
Concretamente voy a referirme a Argelia y más específicamente a las mujeres “occidentalizadas” que viven en su capital, Argel.

He de confesar que voy a atreverme a hablar desde la ignorancia, pues todavía no he puesto un pie en Argel (sólo estuve una vez en el aeropuerto repostando y ni tan siquiera me permitieron bajar del avión). Precisamente ese es el propósito de estas líneas, relatar la impresión con la que me embarco en esta experiencia, y más tarde, expresar mi percepción tras una inmersión directa en esta sociedad.

Quizá no sea imparcial, por la idea de la que parto, tras haber visitado las ciudades de los países vecinos como Rabat, Casablanca, Marrakech o Túnez. Además, un mínimo conocimiento previo de la situación social y política de Argelia, sitúa en mi mente al país un paso atrás respecto a la evolución de sus vecinos.

Podría basarme en las leyes y decir que, el Código de Estatuto Personal se ha reformado (aunque mínimamente) o que políticamente se ha utilizado la figura de la mujer para impulsar el desarrollo con su participación en varios ámbitos de la vida pública. Pero no son estas reformas lo que a mi me interesa, sino la realidad del día a día. Un día a día en el que, como en muchos otros lugares de la tierra, la teoría de las leyes no se lleva rápidamente a la práctica, y donde los valores tradicionales de una sociedad muchas veces son más fuertes que el poder del propio gobierno.

Si tuviésemos que clasificar a las mujeres de cualquier ciudad por grupos, según una serie de características que las identificara, lo más probable es que nos encontrásemos ante muchos “tipos de mujer” diferentes. Sin embargo, como ha quedado claro más arriba, vamos a mencionar a un tipo muy concreto de mujer, que sólo suele habitar en grandes ciudades del mundo árabe. De ellas existe un desconocimiento casi absoluto en nuestro país, que se debe, ni más ni menos, a que vienen muy pocas mujeres de este tipo y las que hay pasan muy desapercibidas. La mayoría de mujeres árabes que llegan a España provienen de lugares muy rurales con pocos medios y por lo tanto con un gran desconocimiento del mundo que las rodea. Y esa es la idea con la que nos quedamos la mayoría.

Mi idea es que en Argel existen muchas mujeres que visten como quieren, con o sin hiyab porque ellas así lo deciden. Porque el hiyab también es un modo de reivindicar la propia cultura modernizada, es decir, una chica puede ir en vaqueros y llevar un hiyab en tonos muy monos como un complemento más. Pienso que las universidades están repletas de mujeres y eso significa que su nivel cultural es alto, que luchan por la evolución de su país con inteligencia, que existen grupos de feministas que luchan por la igualdad. Que hay mujeres en las cafeterías, quizá no en los cafés nocturnos, pero sí por las tardes tomando un café o un helado. Que hay muchas mujeres que trabajan en todos los sectores, y en este punto se me vienen a la mente esas guapísimas azafatas de los aviones con su uniforme, taconazos y perfectamente maquilladas. Todas esas mujeres que tal vez no conducen camiones, ni autobuses, ni taxis, pero sí coches y motocicletas. Que puede que no en su barrio, pero sí en otros pasean de la mano de sus novios, los cuales han elegido libremente y con los cuales posiblemente se casen por amor y no por conveniencia. Que sólo un tanto por ciento muy bajo asisten a fiestas privadas o a las discotecas de los grandes hoteles, sin ser por ello prostitutas, sino todo lo contrario mujeres muy refinadas. Que no todas se bañaran en la playa tapadísimas, una minoría de ellas lo hará en bikini.

Pienso que son estas mujeres las que con su esfuerzo diario, a pesar de ser criticadas, demuestran que puede existir una modernización moderada que respete muchos valores tradicionales musulmanes.

Sin embargo otras han tomado una posición tan radical en contra de esa tradición, que no les ha permitido hacer nada, que se han revelado contra su propia cultura y su deseo por formar parte de una sociedad “occidentalizada” las ha llevado a caer en un gran error, negar su propia identidad.