domingo, 24 de agosto de 2008

Tarde de locutorio

ESTE TEXTO FUE PUBLICADO EL 24 DE AGOSTO DE 2008 EN VIVIR EN ARGEL, ANTES DE QUE EL BLOG FUERA CENSURADO.

A todos nos pasa cuando estamos lejos de nuestros seres queridos que algunos días tenemos más necesidad que otros de comunicarnos. Yo llevaba varios días un tanto raros, demasiado necesitado de cariño. Así que lo traté de remediar en el locutorio, hablando con aquellas personas que necesitaba escuchar.

Primero hablé, cómo no, con mi madre. A cualquier hijo le da tranquilidad escuchar la voz de su madre y yo no voy a ser una excepción. Tenía ella precisamente la intención de llamarme unas horas más tarde y le privé de su aventura de contactar mediante tarjetas de llamada internacional con su hijo por tierras africanas. No voy a contar aquí lo que he hablado con mi madre, nada hay más privado que eso.

Después tocó llamar a Jon. Así me enteré de que Niretzat, nick con el que ha dejado aquí algún comentario, es además el nombre de su blog, en el que cuenta su reciente viaje a Irlanda, con una crisis de ansiedad que nada tiene que envidiar a las mías, o una guía para aprovechar al máximo la visita a la Expo de Zaragoza. Y seguro que cuenta algo de trenes… o no sería Jon. Lo cierto es que no hablamos de lo que yo tenía en mente, como el Desfile de la Ballena, las fiestas de Bilbao, ese régimen a medias con Itziar o las obras del metro de Argel. Pero me ha llegado al alma con su ofrecimiento para irme a buscar allá donde haga falta si no encuentro forma de llegar en avión a Bilbao, tal y como está de difícil conseguir un billete para salir de Argelia.

La tercera fue Elena. Ya tenía mejor estado de ánimo y le debía una llamada, porque la última vez que nos vimos yo tenía un día de esos raros en los que prefieres no ver a nadie, que además deseas evitar que te vean deprimido o que con tu comportamiento arriesgues perder una buena amistad, de modo que tampoco le visité en Madrid cuando regresé a Argel de la última visita médica. La próxima vez que pase por Madrid tengo un aparada obligada y si es en fin de semana igual le animo a hacer alguna escapada.

La cuarta agraciada con la llamada de la suerte, como en un anuncio de detergentes que vi hace poco, fue María José. Siempre que hablamos acabamos diciendo tonterías y riéndonos de todo un poco, me obliga de alguna forma a ser ingenioso y me coloca las pilas. Es mucho mejor que cualquier terapia. Nos hemos citado por partida doble: yo iré próximamente tres días a Palma y ella vendrá en febrero, o quizás finales de enero, para bajar una semana al desierto argelino, a Djanet, en el que muy probablemente es el mejor viaje que he hecho en toda mi vida (además lo hicimos juntos) y que voy a tratar de organizar con los amigos que se apunten. Hicimos repaso de la vida de amigos comunes y no falto alguna que otra crítica compartida a esa forma tan argelina de ver la vida desde el machismo. Tuve que cambiar de tema, porque ya estaba María José blandiendo las tijeras de capar impresentables.

La quinta conversación telefónica tuvo como interlocutora a Mercedes, convaleciente en sus tierras toledanas de un cáncer que le tiene la batalla ganada, pero que ella hace que la rendición se produzca lo más tarde posible. Sé que la gente no le llama porque impresiona escuchar por teléfono que alguien te diga que se está muriendo. Pero es algo por lo que vamos a pasar todos y Mercedes tiene la suerte de no estar sufriendo dolores y dedicarse, como ha sido en mi caso, a dar ánimos a los demás. Como la conozco, estaba seguro de que me iba a ayudar hablar con ella.

La sexta persona fue Ismael, antiguo becario de mi oficina y una persona increíblemente positiva. Buen amigo de sus amigos, está de cicerone de dos amigos argelinos comunes, Lilia y Rafik, de turismo por Galicia. Me contó cómo Jorge, otro antiguo becario, los recogió en Valencia para ir a Toledo y que él viajo hasta allí desde Ferrol para llevar a nuestros amigos de visita por tierras norteñas.

La siguiente llamada fue para José Mari, pero no hubo forma de comunicar telefónicamente y tuve que desistir de hablar con él. Y luego vino otra a alguien que no conozco personalmente, a quien quería simplemente manifestar mi apoyo hacia la decisión personal que tome.

Dejé para el final a Maya, con la que nunca antes había hablado. Entre las muchas personas que he conocido gracias al blog, algunas fantásticas, es la que más me ha llegado al alma. Nos comprendemos hasta en los silencios. Le puedo contar intimidades que no sabe nadie más que ella, tomarle el pelo por no saber dónde está la ciudad de Colonia (asegura que si lo cuento aquí, para lo que me ha dado permiso, dejará un comentario), meterme con su familia, escribir un relato para sólo enviar un beso o escribirle tres correos casi seguidos, que siempre lo interpreta correctamente.

Finalmente tenía previsto llamar a mi hermano. Pero ya era demasiado tarde y unas mallorquinas casi habían acabado con mi presupuesto.

No hay comentarios: