domingo, 3 de agosto de 2008

De Argel a Yakarta

La estancia en Argel une a la gente. Es curioso, ocurre como en las experiencias y situaciones extremas, que sirven para hacer amigos de por vida. No creo que vivir un par de años en Argelia tenga nada de extremo. Al contrario, es una experiencia muy gratificante y enriquecedora. Sin embargo, la diferencia cultural permanece y se recurre a intentar conservar referentes y contrastar la experiencia con compatriotas, a los que se hace de alguna forma cómplices de las vivencias.

Yo creo que ésta es la razón por la que estos lazos de amistad se hacen más fuertes e incluso permanecen en el tiempo. Yo he estado ya antes en Argelia y a algunas de las personas con las que he coincidido en el pasado les he planteado una pregunta: con cuántos de los argelinos y con cuántos de los expatriados que conocieron mantienen aún el contacto al cabo de un tiempo. Yo voy a ofrecer mis propios resultados. Antes de regresar a Argelia mantenía buen contacto con siete españoles y con dos argelinos. Si me limito a las personas con las que me escribía muy de vez en cuando, la cosa aumenta hasta dieciséis expatriados y seis argelinos. Dejo que el lector saque sus propias conclusiones.

El otro día estuve en Bilbao con una de las personas que he conocido en esta nueva etapa argelina y que ya ha culminado su experiencia. Me refiero a Ismael, lector de lengua española en la Universidad de Argel y profesor del Cervantes, que tras vivir durante tres años en Argel se va ahora Yakarta, en Indonesia. Ha dejado un hueco muy difícil de cubrir en los corazones de los que aquí quedamos, porque asumió este último año y medio con naturalidad su rol de decano del lugar y aglutinador de los recién llegados. Es de ese tipo de personas que se hacen querer allá por donde pasan, así que me hizo mucha ilusión saber que estaba pasando unos días en Santurce.

Quedamos, estuvimos dando una vuelta por Bilbao, cenamos juntos un kebab, de esos que en Argel se llaman chawarma, y nos hicimos juntos una foto junto a una de las estaciones del metro.

Me decía el otro día Inma, su sustituta como lectora, que Ismael le ha dejado el listón muy alto y que será difícil para ella. Yo no estoy de acuerdo, lo difícil es sustituir a alguien que lo ha hecho muy mal, porque todo el mundo te recibe con reticencias. Venir a Argel no es una competición, no hace falta mejorar lo hecho por los anteriores, así que todo será más fácil para Inma. Eso sí, lo mejor de Ismael es su defensa del mejor club del mundo, el Athletic Club, que maldita la gracia que me hace cuando aquí me hablan “del Bilbao”. Es un rasgo de inteligencia máxima, el haber sabido escoger para sus amores al mejor club del mundo, que no sé si su sucesora sabrá mantener.

Un saludo, Ismael. Y nos vemos en Yakarta.

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