viernes, 12 de diciembre de 2008

Una de espías

Las fiestas están muy mal distribuidas a lo largo del año en Argelia. Ya sé cada año que la fiesta del cordero pone casi fin al calendario religioso y que veinte días después se celebrará el año nuevo, que en este caso hará el 1430. Y, si no llevo mal la cuenta, el día décimo de ese primer mes vuelve a ser festivo.

Anteayer regresábamos al trabajo tras ese mix de Puente de la Constitución español con Aid el Kebir argelino. En mi caso concreto no fue posible el reencuentro con la actividad laboral por un problemilla de salud, dejando mi semana laboral efectiva en un único, simple y ridículo día.

Pese a estar enfermo, puedo enmarcar el 10 de diciembre como la fecha en la que recuperé el móvil robado. No puedo dar muchas pistas sobre el desarrollo de la trama, casi de película de espías, porque me he comprometido a no desvelar los pormenores. Ha funcionado la idea que me dio un amigo de ofrecer un rescate por su devolución y he tenido la fortuna de saber hacer llegar la noticia a las personas adecuadas. Resulta curioso que el robo se produjera en un locutorio de acceso a Internet y la devolución en otro situado a escasos trescientos metros del primero, cuando el móvil ha viajado bastantes kilómetros. Ahora lo que tengo que hacer es una copia de seguridad de la agenda, para no quedarme sin el listado completo de contactos si me ocurriera de nuevo un percance del mismo tipo.

Aproveché estos días de descanso para testar los accesos al blog. En verano eliminé los controles que había establecido para conocer quiénes se conectaban y desde dónde. Ahora he aprovechado las jornadas de menor consumo de Internet, en las que además voluntariamente he guardado silencio durante un par de días, para insertar una aplicación que cualquier puede consultar, en la que se indica cuántos ordenadores diferentes y desde qué países se conectan en un intervalo de 24 horas. Y he visto que a la mayoría, afortunadamente, los conozco, porque me han escrito correos privados. Conocer a quien se encuentra al otro lado me ofrece tranquilidad para seguir escribiendo fundamentalmente tal y como mis amigos quieren que les cuente Argelia. El “vete a saber quién lee luego esto” suele cohibirme al redactar. De todas formas, ya hace tiempo que no lo cuento todo en el blog.

He rechazado también la inserción de un anónimo, precisamente porque su anonimato no me parecía correcto. No resultaba grosero ni ofensivo, pero incluía unas afirmaciones de carácter político y otras de contenido socio-religioso que creo que exigen la valentía de aparecer firmadas con el nombre de su autor. Yo no tengo por qué hacerme responsable, como moderador de mi propio blog, de afirmaciones que no comparto.

También el puente ha resultado ser un buen momento para conocer mejor mi barrio. Nada que ver con mis maravillosos vecinos de Ben Aknún, desgraciadamente. Dentro del inmueble el trato es agradable. Existe incluso una asociación constituida para la salvaguarda de mi inmueble, que se mantiene bien cuidado pese a convivir en él cincuenta familias. Todavía no conozco los motivos por los que el ascensor lleva más de dos semanas estropeado, pero una vez completada mi mudanza casi me da igual…

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