martes, 23 de diciembre de 2008

Mi familia en Navidad

Llega la Navidad. Estoy escribiendo en Argel, poco antes de salir en avión hacia España. Pero lo colgaré una vez en casa, el día 23.

Para mí, la Navidad es un tiempo muy especial. Hay mucha gente que la odia, bien porque le trae recuerdos de quienes ya no están, bien porque ha despojado a su vida del valor religioso de la celebración y lo que le queda es un aspecto comercial contra el que se rebela. Yo la vivo igual que cuando era un niño. Es evidente que he cambiado. Mi familia también lo ha hecho; hemos pasado por momentos mejores y peores; pero la Navidad permanece de alguna forma en nuestro corazón.

Este año va a ser un poco diferente. Casi siempre lo es. Recuerdo que hace dos años yo acababa de instalarme en mi nueva casa del barrio de Iturrigorri y mi padre había viajado a Badajoz para atender a mi tía, que iba a ser operada de varices. La operación se complicó y acabamos pasando las Navidades en ausencia de mi padre, así que yo me quedé todos los días haciendo compañía a mi madre.

El año pasado yo acababa de sufrir el atentado de Argel y ya estaba afectado psíquicamente; necesitaba aislarme de vez en cuando e intenté pasar el menor número de días en la casa familiar. Como mi hermano pequeño, Borja, se acababa de independizar, mis padres pasaron casi todos los días solos y los hijos aparecíamos de visita.

Estas Navidades de 2008-2009 vamos a tener a un ausente. Mi hermano Ignacio acaba de salir al extranjero para realizar su función de sacerdote con gentes que también están lejos de sus casas, en una misión internacional de paz. Su silla permanecerá vacía.

A cambio, mi tía Victoria, para mí “tita Viti”, va a compartir las Navidades con nosotros. Es la hermana mayor de mi padre, soltera, que ha pasado largas temporadas con nosotros en Bilbao. Es mi madrina. Y como hoy es su onomástica, el santo, y cumple años el día 24 de diciembre, mañana, desde aquí aprovecho para felicitarla.

No me olvido de que tenemos una invitada especial. Nos hicimos amigos, cómo no, por este blog. Es una persona muy especial, tan vital como apasionada. Compartimos algún que otro mal y eso nos ayuda mutuamente a sacarnos a flote en los malos momentos. Ha pasado por circunstancias complicadas y la Navidad se le caía encima. En su balanza vital pesaba más, hasta hace unos días, el recuerdo de lo que fue que la ilusión de lo que será. Y necesitaba algo muy diferente. Según me dijo en su momento, prefería vivirlas donde ni le recordaran que es Navidad. Yo le ofrecí dos opciones, quedarse en mi casa de Argel, evidentemente en mi ausencia, o venirse a Bilbao para formar parte de unas Navidades vividas de manera muy diferente. Y ha aceptado esta segunda opción.

Para mí la Navidad tiene un valor religioso. Para un cristiano el hecho fundamental de la vida de Jesucristo no es su nacimiento, sino su muerte y resurrección. Pero en una fe sencilla, desprovista de explicaciones teológicas, que Dios se haga hombre y esté en la tierra en forma de recién nacido es motivo de inmenso júbilo. Es ver que el Creador, Todopoderoso, inalcanzable, está humildemente ahí, en una familia como la nuestra. En Argel suele ser motivo de discusión como los musulmanes, que repetidamente dicen que hablar de un hijo de Dios es un pecado y una ofensa, porque Dios es espíritu y no carne. Yo no he conseguido nunca que me escuchen más allá de este punto, para explicarles lo que es la Inmaculada Concepción y la virginidad de María.

A esta amiga que está compartiendo unos días de nuestra Navidad ya le advertí que no le ofrecía unas “navidades laicas”, sino en el seno de una familia cristiana. Y tampoco corre el riesgo de que la quiera convertir de su ateísmo, porque la fe es un don de Dios, no mío. Yo la quiero simplemente como es y en mi familia le vamos a dar lo que gratuitamente hemos recibido, amor.

Muchas veces he oído hablar de sentar a un pobre en tu mesa de Navidad, para compartir lo que muestras en exceso, consumo, gasto, despilfarro. Como nosotros queremos poner amor, me llena de satisfacción sentar en la mesa de Navidad a quien lo necesita.

Es tradición desear a todo el mundo Feliz Navidad con un discurso bastante cursi. Yo he querido que el mío lo fuera presentando a mi familia y un sentido de la Navidad en desuso. Pero es sincero, como casi siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Jose Antonio,

Te deseo que pases el mejor tiempo de Navidad junto a tu flia.
Yo hare lo mismo junto a los mios
Feliz Nochebuena, Feliz Nacimiento ! y que Dios te bendiga muy especialmente este nuevo año en todas las areas de tu vida.
Felicidades,
DIANA

Una más bajo el cielo dijo...

La navidad sin familia no es navidad.
Y los que no están sentados a la mesa estan sin duda en nuestro corazón.

Bienvenido a casa, y Feliz Navidad.

Pilar.

Anónimo dijo...

Gracias por tus palabras.Desde Kosovo feliz Navidad. Ignacio María Doñoro