Hasta hace unos pocos años el término “outlet” me era desconocido. Quizás porque no se utilizaba en castellano, quizás porque nunca me ha dado por ir de rebajas. Ahora lo oigo por todas partes y las tiendas de ropa así denominadas, que venden restos de series por fin de temporada, surgen como los hongos en un mercado que intenta hacer frente a la crisis de la mejor forma posible.
Argelia es un mercado que se podría decir hecho para este tipo de establecimientos. Existe un nicho de compradores de novedades a cualquier precio, aunque no siempre su capacidad adquisitiva se lo permite y el mismo artículo comprado en Francia es, a sus ojos, mejor que el local. Un ejemplo lo tenemos en el mercado de móviles, que no obstante está distorsionado por el mercado paralelo de artículos de dudosa procedencia. Un teléfono móvil de última generación a menos de la mitad de su precio y con la agenda ya utilizada resulta más que sospechoso. Además, que la policía no actúe y esos vendedores callejeros actúen con absoluta impunidad deja en el visitante la sensación de encontrarse en un lugar donde no impera más ley que la de la selva.
Hasta hace unos años los outlet existían en Argelia sin que nadie supiera que se llamaban así. Se trataba de puestos en los mercadillos en los que se ofrecían artículos de liquidación o con taras de origen, muchas veces adquiridos en origen en fábricas del levante español y transportados por contrabandistas. Ahora se ha profesionalizado y se adquieren restos de temporadas anteriores de marcas reconocidas, se importan legalmente y se clasifican en Argelia para seleccionar lo que es posible vender y lo que no, etiquetando cada producto. Existe un local llamado Fashion Planet que ha hecho furor entre la gente sencilla, que puede así comprarse una prenda de Zara o Massimo Dutti por poco más de veinte euros, hasta el punto de que ha abierto un segundo establecimiento en plena Place Audin. Eso sí, cuando se visita la tienda se comprueba que la variedad de artículos es muy limitada y que tampoco se encuentran todas las tallas, como ocurre en cualquier otro outlet.
Fuera del mundo de la moda, tiene mucho éxito la librería situada en un sótano de la parte baja de la calle Victor Hugo. Tras una entrada un tanto cutre, como de garaje, se abre un amplio espacio lleno de libros adquiridos de saldos en Francia. Es como una feria del libro de ocasión trasladada a Argel. Muchos de ellos tienen poca salida, porque son números sueltos de revistas, agendas de años pasados, libros usados, publicaciones científicas o muy técnicas,… pero también hay novelas y libros de bolsillo que vienen bien para tener un poco de lectura en francés en casa.
jueves, 1 de octubre de 2009
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