No lo he comentado nunca con nadie, pero me sorprendería mucho ser el único al que le piden en Argelia dinero con la disculpa de tener que comprar medicamentos.
La primera vez que me sucedió fue en Annaba, hace ya bastantes años. Un empleado de la empresa nacional de siderurgia me pidió que le adelantara dinero para poder comprar medicamentos para su esposa, que estaba enferma. Me aseguró que en dos días me lo devolvería. Casualmente, el director financiero de la sociedad, con el que había hecho buena amistad, me contó unos días más tarde que esa persona se iba un mes de vacaciones. Le respondí que tenía a la esposa enferma, que lo sabía porque le había prestado dinero. Me cayó una buena bronca por ingenuo. Una hora más tarde me llamó a su despacho para ir a ver al director general y contarle lo sucedido. Les parecía horroroso que un empleado de grado media de la sociedad se dedicara a estafarme. Me aconsejaron que nunca prestara dinero a nadie en Argelia y aseguraron que se iban a encargar del asunto. Aquella misma tarde tenía el dinero en mi despacho.
Descubrí realmente que todas estas historias de la necesidad de dinero para comprar medicinas son falsas cuando el año 2000 me pidieron prestado para comprar unos medicamentos y mi reacción fue buscar la forma de conseguirlos de forma gratuita. El enfermo tan necesitado no dio señales de vida y nunca me hizo llegar el historial médico para que desde España le hiciera llegar un tratamiento alternativo y gratuito.
Hace dos años me engañaron dos veces casi seguidas con la misma historia. Uno de ellos era el aparcacoches de mi residencia, que necesitaba comprar medicamentos para su diabetes. Nunca he vuelto a ver los veinte euros que le presté. Eso sí, posteriormente me pidió varias veces dinero, siempre por encontrarse ante una situación límite, y mi respuesta fue en todos los casos que primero me devolviera lo que me debía. Otro vecino me vino con el mismo cuento, peor pidiendo sólo cuatro euros. El caso es que no tenía cambio de mil dinares, diez euros, y fue esa la cantidad que no volvía a ver.
A primeros de este año fue un guardián de mi trabajo el que vino pidiéndome cincuenta euros para comprar medicinas. Se trataba de una persona que me caía muy bien, pero sabía que prestarle dinero era perderlo. Tuve que hacer como que llevaba muy poco encima para reducir las pérdidas, porque obviamente no he vuelto a ver lo que le dejé.
La última vez que me ha ocurrido ha sido hace poco, cuando estaba esperando debajo de mi casa al taxi que me llevaría al aeropuerto para mis vacaciones en Holanda. Llega un vecino, me saluda de forma muy afectuosa y me cuenta que ha subido a comprar un medicamento que toma su esposa, difícil de encontrar, porque hay escasez en el país; que se ha encontrado con que no lleva suficiente dinero encima y ahora tiene miedo de que lo vendan y cuando regrese ya no quede esa medicación, tan necesaria para su esposa. El caso es que ahora me he convertido en un ser bastante cruel para estas peticiones de dinero. Cuando mi vecino me nombró las medicinas ya sabía que la historia que iba a escuchar era una pura patraña para sacarme dinero, así que me dispuse a escuchar el cuento para ver si conseguía superar la actuación de los que me estafaron anteriormente. Y, como me pareció muy floja, no me conmovió lo más mínimo y le dije que no podía prestarle el dinero. Se sorprendió y me preguntó:
- ¿No lleva nada de dinero encima?
- Sí que llevo dinero. Lo que le he dicho es que no le puedo prestar, no que no lo tenga.
- Con seiscientos dinares tengo suficiente.
- Con lo que tiene, si le adelanta una parte al farmacéutico, estoy seguro de que le reserva el medicamento. ¿Quiere que le acompañe?
- Sólo déjame seiscientos dinares.
- Lo siento. Nunca presto dinero.
Lo cuento a modo de autocastigo. No me gusta ser tan cruel. No puedo estar seguro al 100% de que la historia era falsa y en los momentos de debilidad me he sentido mal recordando este pasaje. No quiero convertirme en alguien insensible y prefiero seguir siendo el idiota del que tantos se seguirán aprovechando.
martes, 18 de mayo de 2010
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3 comentarios:
Muy buenas, Jose Antonio,
Crei que el blog se habia acabado... muchos dias sin entradas!!!!
Me he visto en la misma situacion, y la verdad es que uno no sabe como comportarse, si decir que no directamente o prestar un poco de dinero a sabiendas de que te estan contando una patragna. Yo he optado por lo siguiente: si me piden para medicinas me ofrezco a ir a la farmacia y comprar la medicina. Si me piden para comer o cenar, les invito a cenar en mi casa. Lo cierto es que normalmente nunca me han pedido grandes cantidades, solo algunos cientos de dinares, pero la gente suele creer que ser extrangero es sinonimo de ser una ONG andante... en fin...Allah ihanik!
Jesus F.
eso solo ocurre con las personas de buena FE, a mi me ha ocurrido mucho, y cuando veo una necesidad asi le digo vamos y le pago las medicinas o le compro comida pero nunca doy dinero
por mi experiencia termina en alcohol o en drogas
saludos, antonio
Hola, José
Te recomiendo, no dar dinero a nadie en Argelia, ! Vaya cara dura ¡ envaden al espacio de terceros sin darse cuenta del daño moral que les pueden causar cuando esta última se de cuanta de que le estan tomando de tonta ...Yo, siendo Argelino de pura raza, me engañaron varias veces en Argelia con historias de todos los días : esté no tiene para tomar un café, otro no tiene para comprar medecinas, el siguiente su mujer enferma etc...Personalmente, echo mi mano a una persona que va adelante con la verdad encima, odio la mentira.
Los jovenes en Argelia no quieren trabajar y siempre van con la exusa de que no hay trabajo, exigen, apesar del bajo nivel formativo y educativo que tienen, el problema madre viene de aqui .
Duele mucho ser cruel y duro con los demás, pero también duele bastante cuando te tomen de tonto cuando no lo eres ...locual creo, más vale abstenerse en dar dinero que te tomen de tonto y se rian de tí....es la regla que he sacado en término de un teorema por tal asunto .
Farid
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