domingo, 1 de noviembre de 2009

Aires del norte

Con toda la distancia cultural que existe entre Argelia y España, estamos a un paso. Tarda menos el vuelo de Barcelona a Argel que de Bilbao a Argel, por ejemplo. Todo el mundo ve a Marruecos como el vecino que está justo debajo, a un paso, sin darse cuenta de que ahí mismo tenemos también otro vecino llamado Argelia.

Una de las ventajas de vivir precisamente ahí, en la casa del vecino, es que en un plisplás cruzas el rellano y te presentas en la tuya. Vamos, que en cualquier momento y por unos doscientos euros se va uno a pasar un fin de semana en España.

La presión social que se respira en Argelia se lleva bastante mal, sinceramente. Es una sensación de falta de libertad, de que existen unos usos que te superan, de que cualquier problema se puede convertir en una historia inacabable, de pelea permanente que desgasta al más pintado. La solución personal en estos casos se llama oxigenación y consiste en evadirse durante unos días, en hacer una escapada a la península y regresar con las pilas cargadas.

Suelo decir que al cabo de seis semanas de estancia continua comienza uno a desquiciarse y siente que es el momento de realizar esa escapada. Pero ahora estoy sorprendido de mi reacción. He superado ese tiempo y no siento ninguna necesidad de disfrutar de esa oxigenación. Echo de menos a mi gente, obviamente, pero son conceptos y necesidades diferentes.

El pasado 29 de octubre tenía cita con el médico en Bilbao y mi estado psíquico y anímico no era tan malo como para ausentarme del trabajo en Argel y acudir a la consulta. Me habría encantado estar allí, porque además era el cumpleaños de mi madre y creí que iba a poder disfrutar en esa fecha de su compañía, pero realmente no me hacía falta y moralmente no podía ausentarme un par de días de mi oficina para algo que no resultaba necesario.

Ha llegado noviembre y con el penúltimo mes del año también han llegado esos días de vacaciones que había pedido y programado hace mucho tiempo. Sólo voy a faltar cuatro días al trabajo, pero vacaciones son vacaciones y un paseo por Holanda y por Bélgica, que es adonde voy, me temo que resultará incompatible con el mantenimiento del blog. De manera que me sitúo en modo “pause”. O eso creo, que igual me da por escribir alguna cosa.

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