No sé por qué maravillas de la técnica esta entrada no se publicó hace unos días. Contaba mi viaje de ida desde Argelia a Holanda. Ahora, de regreso en Argel, la recupero.
En el avión de Lufthansa, de Argel a Frankfurt, me habían asignado la plaza 12B. Nada más ocupar mi asiento apareció una señora argelina, con dos niños pequeños, uno de poco más de un año, agarrado al cuello, y el otro de unos tres o cuatro años, de la mano. Supe que era argelina y no alemana porque una especie de camisón marroquí y el pañuelo en la cabeza no dejaban lugar a dudas. Se dirigió a mí y me dijo algo así como:
- Al barajá juya masalaha mugaba plasa ersabi handulasaba.
De todo ello sólo entendí juya y plasa, que quieren decir en dialecto argelino hermano y sitio. Iniciamos así una conversación plurilingüística, que trato de reproducir, más o menos:
- Pardon, je ne parle pas l’arabe, madame.
- Andí bulah susmasabí majdalija ken papié buha albiratún sijaracuha mílaha …
- Est-ce que vous parlez français ?
- Andí bulah susmasabí majdalija ken papié buha albiratún sijaracuha.
Escribo lo mismo porque me sonó exactamente igual; así que probé a ver si vivía en Alemania, que por algo estábamos en un avión con destino a Frankfurt, y traté de comunicarme en mi olvidadísimo alemán.
- Entsuldigung, aber ich bin Spaniel, ich habe nie verstanden. Könen Sir mir auf Französish Sprechen, bitte?
- Maluha albarasí saha fusi andijucatum aldah.
- Do you speak English, Madam? I told you in French and German that I don’t speak Arabic. So, I don’t understand you.
- Smachni? (Eso lo entendí, quiere decir “perdón”).
- Soy español.
- Espanioli?
- Naham, aná spanioli. Al arabia, welu. (En mi media lengua de idioma local, al estilo Tarzán, significa “sí, yo soy español. La lengua árabe, nada).
- Et vous parlez le français?
- Bien sur, je vous ai parlé d’abord en français.
- Nous avons ces places, mes enfants et moi. (Son los asientos de mis hijos y el mío).
- J’ai le 12-B. Laissez moi vous aider avec vos tickets. (Tengo el 12-B, déjeme ver los suyos).
Me alargó los billetes de avión y sólo tenía dos, el del 12-A y otro sin número de asiento.
- Ils ne vous ont octroyée que la place 12-A. Attendez, Madame, qu’elle vienne l’hôtesse. (Sólo le han otorgado el asiento 12-A. Vamos a esperar a la azafata).
El segundo asiento de la buena señora era el 18-B. El auxiliar de vuelo llegó con un billete, que al parecer era el del hijo mayor, que había intentado hacer pasar por menor de tres años y en realidad tenía que pagar, porque ocupaba asiento. Le explicó que el billete que ya tenía era el del bebé, sin derecho a asiento y que éste tercer billete, el del 18-B, era el del hijo mayor; siguió diciendo que como se había registrado muy tarde ya no quedaban sitios para ir juntos. Y, sin más, dio media vuelta y dejó allí a la señora en el pasillo, con un niño de unos tres años que tenía que viajar solo.
Supongo que previamente había sucedido algo y que estaban enfadados por el intento de hacer viajar al mayor sin pagar billete, que encima estaba retrasando el vuelo. Pero tampoco tiene sentido mandar a la cola del avión, él solito, a un crío pequeño. Así que le dije a la señora que su hijo ocupara mi sitio y que yo me iría al 18-B.
Todo estaba perfecto, hasta que llegué al lugar en cuestión… y había alguien allí sentado. El avión aparentaba estar completo y los pasajeros habían decidido por su cuenta y riesgo cambiar de sitio. Se lo dije a mi “okupa”, que reclamó que le mostrara mi billete. Asunto era kafkiano, porque yo tampoco tenía ese asiento. Después de unos minutos de espera, de pie, en el pasillo, mi ocupa se levantó, echó de dos filas más atrás a quien había tomado su plaza y éste último se marchó a un asiento de la última fila en el que habían puesto un bolso de viaje enorme.
El rato que estuve de pie me sirvió para caer en la cuenta de que no había seis filas de asientos entre la 12 y la 18, sino sólo cuatro. Así que cuando pude paseé por todo el avión y descubrí que faltaban las filas 13 y 17. Lo de eliminar el 13 es bastante común, aunque no lo entiendo demasiado. La verdad es que no soy nada supersticioso y sólo recuerdo una vez, de pequeño, que reclamé en el colegio que me habían dado el número 13 en la lista, en lugar del 14, porque habían puesto mi apellido, Doñoro, antes que el de otro compañero apellidado Domingo. Era el primer día de clase y los compañeros se burlaban de mi mala suerte. Y aunque lo del 13 me daba igual, que se rieran de mí, no; y por eso reclamé. No hubo nada que hacer, ya que el problema era informático y la eñe de mi apellido se había convertido en el signo %, que iba por delante de todas las demás letras. Que en un autobús me den el asiento número 13 me da exactamente igual, siempre que sea pasillo, porque en los asientos de ventanilla me acabo resfriando. Ahí si comprendo que haya gente supersticiosa, de cualquier forma. Pero, ¿en un avión? Francamente, no me imagino la noticia de un avión que se estrella y que sólo fallecen los viajeros de la fila 13.
Air Algérie actúa con bastante lógica y los asientos van numerados sin saltarse ninguna fila. Así, el que no quiere viajar en la 13, lo que tiene que hacer es pedir otra diferente. Pero que una compañía aérea se preste a estas cosas da una imagen muy mala; es como si prohíbe los gatos negros en su bodega.
Con todo eso, a lo que no he encontrado explicación, por ridícula que pudiera llegar a ser, es a la ausencia de la fila 17 en el avión de Lufthansa. He pensado en diferentes posibilidades, como que fuera la fila que en otros modelos de avión se destina a la salida de emergencia. O que hayan retirado una fila para dejar mayor espacio, porque la verdad es que los asientos de Lufthansa son más espaciosos que los de Spanair, compañía que siempre procuro evitar en mis viajes a Argelia, porque entre otras cosas te sientes verdaderamente como una sardina en lata.
domingo, 8 de noviembre de 2009
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1 comentario:
como se nota el volar con argelinos... siempre tiene que pasar algo... que gente!!!!!!!! lo peor es la imposibilidad de dialogar en caso de problema... me muerdo la lengua...
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