miércoles, 11 de noviembre de 2009

Otoño templado

No se da cuenta uno en Argelia de cómo avanza el invierno hasta que sale del país. Me sucedió en años pasados con motivo de las Navidades, que asociamos a la nieve, el frío y un ambiente especial en las calles. Nada de todo eso se da en Argelia, de manera que viaja uno la víspera de Nochebuena a pasar las fiestas en casa y precisa de una adaptación rápida, porque el resto de la familia lleva una temporada viviendo entre iluminación navideña, villancicos, compras, lotería de Navidad y la bufanda alrededor del cuello.

Cuando salí de Argel para pasar unos pocos días en Holanda teníamos más de veinte grados de temperatura. Todavía no había encendido la calefacción de mi casa, aunque llevaba unas semanas durmiendo con un edredón. Llegué todo feliz a Rótterdam y no había forma de estar en la calle después de las seis de la tarde. Escribo esto desde el aeropuerto de Schiphol, en Ámsterdam, esperando al avión de regreso a Argel. Y en la calle hay seis grados centígrados. Es lo normal en esta época del año, aunque entre la lluvia y el viento de frío es mayor. Pero recuerdo que una semana antes, en Argel, estaba hablando con unos amigos de ir a la playa.

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