sábado, 6 de septiembre de 2008

Vida privada

Tengo escrito un post que no voy a publicar. Es una reflexión a partir de la vida de la Ministra francesa de Justicia, Rachida Dati. Había sido noticia porque la víspera se había conocido su embarazo y la prensa francesa enseguida había sacado a relucir su origen magrebí como barrera de separación con el francés de pura cepa. Mi reflexión se refería a cómo hay muchos franceses nacidos en Francia, hijos de argelinos, que se enrocan en un gueto y se sienten muchas veces hijos de otra Francia diferente. O de Argelia, incluso. Puede recordarse aquel partido de fútbol jugado hace unos años en París entre las selecciones de Argelia y Francia que escandalizó a Chirac, entonces Presidente francés, por los abucheos a la marsellesa y que no pudo terminar de jugarse por los disturbios que tuvieron lugar. El público era mayoritariamente francés, hijos o nietos de argelinos, que había acudido con banderas argelinas y animaba a una selección que no es la del país que indica su pasaporte.

En el caso de la Ministra francesa, recordaba que el padre era marroquí, la madre argelina y ella había nacido en Francia. Y que se da la situación absurda de que las autoridades del régimen alauita la consideren marroquí; los argelinos, argelina; y ella diga que es sencillamente francesa. Es un tema de llevar el nacionalismo magrebí más allá de la voluntad del propio ciudadano.

Desgraciadamente, la ministra ha sido víctima de la venganza marroquí. El hecho de haber puesto distancia con la religión musulmana de sus padres se ha acogido como una traición. Ella obtuvo en su momento la nulidad matrimonial de la boda concertada por su familia de acuerdo con las prácticas tan habituales del norte de África en el que la familia decide sobre el futuro matrimonio. Y ha vivido su propia vida. Mi reflexión iba por ese terreno, el de lo difícil que resulta escapar a la presión social para un argelino, incluso cuando intenta hacer su vida en el extranjero, poniendo de ejemplo a alguien que ni siquiera es argelina.

Pero el asunto no ha quedado ahí. El hecho de que siendo soltera esté embarazada es algo de su vida personal que no debería interesar a nadie. Me refiero a su estado civil, porque el embarazo sí tiene interés público desde el momento que modifica su agenda de trabajo y su presencia física durante unos meses. Pero no ha sido así y ha dado lugar a que en la prensa marroquí hasta se meta de por medio al anterior Presidente del Gobierno español, Aznar, como padre del futuro niño. Por eso, porque el asunto trasciende de lo que yo quería comentar, he eliminado lo que escribí para no echar más carnaza a la prensa especializada en vísceras.

Afortunadamente, la prensa argelina es bastante respetuosa con la vida privada de las personas públicas. El caso más llamativo es el del Presidente de la República, Abdelasís Buteflika, del que apenas ha trascendido algún comentario sobre la actividad laboral de joven de su madre y cuya vida sentimental es respetada al máximo. Lo mismo sucede con el resto de personalidades, cuya actividad fuera de la faceta pública por la que son conocidos jamás de hace pública.

Sé que mi opinión sobre el respeto a la vida personal de los demás es minoritaria; que soy de los pocos que ni sabe ni le interesa saber de la vida privada de las personas públicas. Pero no por eso voy a cambiar mi forma de ser y pensar.

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