Paseaba ayer, poco después de la medianoche, por Bilbao, regresando a casa de mis padres desde el barrio de San Francisco, que este mes de septiembre presenta mucha animación a esas horas, gracias a la actividad de su comunidad inmigrante de confesión musulmana. El sol se pone en Bilbao más allá de las ocho de la tarde, prácticamente dos horas más tarde que en Argel (en realidad una por el distinto uso horario y otra por la diferencia en la hora legal) y a poco que se salga a la calle a departir con los vecinos una vez roto el ayuno se rebasa la medianoche.
Había yo pasado la tarde con unos amigos y antiguos condiscípulos de un curso de inglés comercial, respetando la norma que nos hemos impuesto de marcar en nuestra agenda una “kedada” de vez en cuando. Ya de noche, me acerqué a la calle San Francisco a respirar ese ambiente de Ramadán que la enfermedad me impide este año disfrutar en Argel. Y a las doce de noche, como empezaba describiendo al comienzo de este comentario, atravesaba el puente de San Antón, ese que permanece inmortalizado en el escudo de Bilbao.
En el horizonte una luna llena me sonreía, como para agradecerme que le haya dedicado un post a su hermoso eclipse del mes pasado. Y su sonrisa me hubiese guiado sin necesidad de farolas. Yo no conocí las noches del Bilbao antiguo, el de las farolas de gas y los serenos, pero la imagen que tenía ante mis ojos no podía diferenciarse mucho de la que cien años antes contemplaban en ese mismo lugar los ojos de mi abuelo Ezequiel.
Quise localizar un punto desde el que la luna se reflejara en las aguas del Nervión. Y casi no lo había, porque la Ría, m ría del Nervión, casi había desaparecido.
En septiembre se producen las mareas más vivas del año, con las pleamares en las que el agua alcanza una cota más elevada y las bajamares en las que parece querer esconderse y desaparecer. Muchos turistas acuden a Mont Saint Michel, en Francia, a contemplar este fenómeno. Pero yo lo he descubierto en Bilbao, con una ría que casi no estaba.
En el litoral argelino no se producen estos fenómenos. Sus costas están bañadas por el Mediterráneo, un mar muy interior que apenas presenta pleamares y bajamares. Como soy del Cantábrico es un fenómeno que me sorprende cuando voy a la playa y tengo tendencia a presentar mis respetos a Neptuno situando mis enseres mucho más arriba de lo necesario. Y cuanto veo que los demás extienden sus toallas muy cerca de la orilla es como un sacrilegio, una falta de respeto a ese mar tan poderoso que en cualquier momento podría engullirnos con una de sus olas.
Acodado sobre la barandilla de ese histórico puente de San Antón, con la vista perdida en un supuesto cauce que esa bajamar que creo que llaman equinoccial había engullido, mis recuerdos eran para el mar Mediterráneo de Argel, el que de noche se ofrece sereno frente a la Corniche de la otrora Argel la blanca. O el que de día espía a los enamorados junto a las ruinas de Tipaza. Y entiendo a Joan Manuel Serrat cuando le canta eso de:
Y te acercas, y te vas después de besar mi aldea.
Jugando con la marea te vas, pensando en volver.
Eres como una mujer perfumadita de brea,
que se añora y que se quiere; que se conoce y se teme.
Y vuelvo a caminar, camino de casa, mientras la luna sigue sonriendo y en la distancia me cubre la melancolía de mi querido y lejano Argel.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
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1 comentario:
Hola ! ( soy del signo astrológico virgo, pues con el arte en la sangre)
Signo de una tierra bien labrada ,del mar estoy enamorada y si existe de verdad la resurrección ,al lado de Neptuno estaba mi ubicación .
Hoy, tu escrito es artístico y que yo siga este camino será algo lógico ; de analista me convierto en observadora, admiradora y sobre esta hoja , buena narradora.
Tu escrito es maravilloso ,narra lo magnifico que creyó el Todo Poderoso .
Yo también de ella estoy enamorada y hasta siendo mujer, viéndola recibir a los hombres en sus brazos ,me encanta , no siento celos y…toco la guitarra!
La amo ,los pescadores de mi ciudad viven gracias a ella , otros ,solo les acompañan porque viven por ella ,y…tocan la guitarra!
Me encanta abrazarla ,me relaja ,me entiende como yo la entiendo cuando esta triste, la respeto,me quedo lejos de ella, …solo la admiro y…toco la guitarra!
Me entiende ,le confío mis alegrías, mis experiencia, mis penas sin que me juzgue ,le cuento todo …tocando la guitarra.
La amo, y pienso que también me ama, pero nunca, nunca podrá entenderme cuando frente a ella lloro el amigo que me quitó, tocando la guitarra!
Ness
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