miércoles, 19 de diciembre de 2007

La fiesta del cordero


Hoy y ma�ana, los musulmanes de Argelia celebran Aid el Adha (si no me equivoco, significa la fiesta del sacrificio), llamada popularmente Aid el Kebir (la fiesta grande) o, para nosotros, simplemente, la fiesta del cordero. Coincide siempre con el d�cimo d�a del �ltimo mes del calendario musulm�n, de modo que cada a�o adelanta sus fechas en unos 11 d�as.

El origen es b�blico y se puede leer en el cap�tulo 22 del libro del G�nesis. Se remonta al sacrificio de Abraham (Ibrahim para los muuslmanes), a quien Dios pidi� que ofreciera en holocausto a su hijo primog�nito. Cuando estaba ya dispuesto sobre el altar para el sacrificio, un �ngel le retuvo y le ofreci� a cambio un carnero, que sacrific� e inmol� en su lugar. Es un pasaje de la religi�n hebraica que hemos asumido cristianos y musulmanes, aunque el papel de los hijos de Abraham, Isaac e Ismael, es diferente en nuestras dos religiones.

En los d�as previos al Aid el Kebir se celebra la peregrinaci�n anual a la Meca. La fiesta del cordero adquiere as� un valor religioso de sacrificio, porque al animal se le coge obviamente cari�o, y de solidaridad, porque la carne se comparte con los dem�s.

Tradicionalmente, cada familia adquiere un cordero, lo alimenta durante unos d�as y en el amanecer del primer d�a del Aid lo sacrifica o manda sacrificar de acuerdo con el rito halal. Esto implica que el matarife debe estar en gracia de Dios, ser una persona que sigue los preceptos del Islam, adem�s de saber degollar correctamente al animal. Por todo ello, cada vez son m�s quienes recurren a los servicios de un especialista, que en la ma�ana de este d�a va de casa en casa sacrificando toda esa caba�a ovina que en los �ltimos d�as se ha hecho presente por las calles de ciudades y pueblos.

El procedimiento, incluso el rito posterior a la matanza, son muy similares a los tradicionales del cerdo en Espa�a, aunque el cordero, oveja o carnero no emite los chillidos del cochino y en el caso musulm�n no se trata de la matanza de un �nico animal, sino de infinidad de sacrificios, uno al lado de otro, a lo largo de todo el pa�s.

Argel es una ciudad moderna, de casi cuatro millones de habitantes. Mucha gente vive en bloques de edificios, en apartamentos generalmente sobreexplotados, donde el rito del sacrificio resulta casi imposible. Hay quien lo hace en su terraza, si es que est� orientada hacia la Meca, pero son muy pocos. La mayor�a, como en el resto de las ciudades de Argelia, opta por instalarse en plena calle. Y, cada vez m�s, se toma la decisi�n de adquirir para toda la familia un �nico carnero, lo llamo carnero en lugar de cordero porque generalmente es de un tama�o m�s que respetable, y sacrificarlo en la vivienda del familiar que dispone de un terreno o finca. La vida urbana hace que tambi�n sean muchos los que optan por adquirir su cordero y dejarlo al cuidado de un pastor en alguno de los apriscos o establos que se improvisan en los suburbios de las ciudades. Esta nueva costumbre rompe con el valor intr�nseco del acto del sacrificio, puesto que la familia no se desprende de algo querido, m�s all� del dinero que ha costado el animal, que puede superar los 100 euros.

Incluyo una fotograf�a tomada el pasado jueves 13 de diciembre de un establo situado en un barrio de Argel, a escasos metros del llamado ?monumento?, Riad el Feth. Algunos de los corderos aparec�an decorados con henna o alhe�a, un tinte rojizo que se obtiene de las hojas secas de un arbusto litr�ceo llamada lausonia y que se emplea en el mundo �rabe para decorar el cuerpo con tatuajes que duran unas semanas. En este caso, la henna sirve tambi�n para identificar al animal, que ya ha sido adquirido por alguien que lo deja al cuidado del pastor.

El sacrificio del cordero debe realizarse orientando la cabeza del animal hacia la Meca, pronunciando el nombre de Al� y con un �nico corte que secciona la traquea y la yugular del animal. Resulta un espect�culo francamente muy desagradable y, a los ojos de un no musulm�n, de una crueldad exagerada para nuestros tiempos. Tambi�n es verdad que la primera vez que lo presenci� me acababan de explicar que los integristas isl�micos degollaban de la misma forma a sus v�ctimas en los falsos controles de carretera, tras anudarles manos y pies con alambres. En la agon�a del cordero, tratando de respirar por el corte de la tr�quea mientras se desangraba, yo ve�a la m�a propia si ca�a en manos de esos fan�ticos asesinos, de modo que mi opini�n no resulta objetiva. De la misma forma, a mi comentario sobre la crueldad del espect�culo cualquier musulm�n opondr� su enraizamiento en la tradici�n, que el animal no sufre, o que lo acepta sin protestar. Es, de alguna forma, un debate no muy lejano del que ya existe entre nosotros entre defensores y enemigos de la tauromaquia.

Una vez que el cordero ha expirado, se infla su piel para separarla del cuerpo. Luego se usar� la lana para rellenar colchones o se curtir� la piel, seg�n los casos. A partir de ah� el despiece del animal y el orden en el que se consumir� su carne es casi id�ntico al de la matanza del cerdo.

Es costumbre entregar una parte del animal sacrificado a los pobres. Lo que entre nosotros era tradicionalmente el diezmo, la limosna de una d�cima parte de la renta, entre los musulmanes suele ser el tercio, que generalmente se canaliza a trav�s de la mezquita. Pero no hay una norma establecida y cada uno act�a seg�n su conciencia, invitando directamente a necesitados o incluso entregando una cantidad equivalente de dinero, en lugar de la carne. El hecho de compartir es m�s importante que el propio sacrificio y nadie se sentir� a gusto si se limita a sacrificar un animal y aprovechar su carne en familia.

Como el a�o 2008 la fiesta del cordero coincidir� con nuestro Puente de la Inmaculada, hay que advertir a los esp�ritus viajeros que en las grandes celebraciones argelinas, tanto �sta como la del final del Ramad�n, Aid el Fitr, es casi imposible encontrar en todo el pa�s un solo restaurante para comer o cenar, salvo que se haya concertado previamente ese servicio con el hotel en el que se est� alojado. No obstante, no hay mejor forma de vivir el Aid el Kebir que con una familia argelina, ayud�ndoles en el despiece del animal, comiendo el primer d�a las v�sceras y sinti�ndose un miembro m�s de la familia. En ese caso, hay que evitar intervenir durante el proceso del sacrificio, al no ser musulm�n, y esperar a actuar cuando tambi�n lo hagan las mujeres de la familia, una vez muerto el cordero. Aunque parezca incre�ble, la hospitalidad argelina es tan fuerte que personas que s�lo te han visto un par de veces pueden invitarte de todo coraz�n a participar con ellos de la fiesta y te sientes plenamente integrado, salvo la barrera que impone el desconocimiento del �rabe dialectal, desde el primer momento.

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