Ya ha pasado un mes desde que me dejé decorar la mano izquierda y los dos pies con henna en Tinduf. Como supongo que casi todos los lectores ya saben, la henna es un tatuaje no permanente, que viene a durar, según dicen, unos diez días. Ya comenté aquí que a base de lavarme mucho las manos conseguí que casi desapareciera al cabo de tres días, excepto en las uñas, que seguían igual.
Y, ¿qué ha sido de mi tatuaje después de todo este tiempo? Sencillamente, que he contribuido al desarrollo de la ciencia al demostrar que no hay forma humana de quitar la henna de las uñas. Y, para muestra, un par de fotografías tomadas el otro día en Miranda de Ebro.
En la primera, con cara de circunstancias, mostrando cómo incluso en movimiento, porque la imagen está ligeramente desenfocada, se me notan las uñas pintadas.
La segunda toma es la de un detalle de cerca de mi mano, para comprobar que al menos me han crecido las uñas de cuatro semanas.
Si lo que no me pase a mí… Al menos me sirve para recordar más, si cabe, la visita a los campamentos de refugiados de Tinduf y preparar lo que, de mantenerse las votaciones así, será la propuesta para que los blogueros actuemos de forma conjunta en un proyecto.
jueves, 1 de enero de 2009
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