Si algo no falta en Argel son restaurantes. Nacen y desaparecen con gran facilidad, incluso cuando han alcanzado una cierta popularidad. Quienes conocen Argel podrán pensar ahora cuántos de esta lista de diez les resultan familiares y sin embargo cuántos de ellos siguen en activo: Chez Madeleine, Auberge du Bon Canard, Cyrnos, La Pagode, Saigon, La Grande Brasserie, Le Gourbie, El Mourabitoune, Dar Hizia y La Bressane. Yo no tengo la respuesta, no lo sé todo de Argel, pro a buena parte de ellos les he perdido la pista.
Además de los muchos restaurantes de comida internacional en general, en Argel tenemos un buen número de restaurantes especializados en comida de un origen concreto, de una nacionalidad. Los más conocidos, los que cuentan con verdadera solera, son los restaurantes franceses, con Le Normande a la cabeza, seguido de Le Bearnais. No me atrevería a meter en esta categoría de restaurantes franceses ni al Tantra ni al Au Bon Gibier, ambos en Bois des Arcades. Existen igualmente restaurantes turcos, libaneses e indios, todos ellos con más de un representante. La cocina tunecina está presente en muchos restaurantes y no se considera realmente comida internacional. Entre los restaurantes asiáticos, tampoco muy abundantes, me sigo quedando con el chino del Hotel El Djazair. La gastronomía mexicana encuentra su hueco en el restaurante Los Amigos, de Ben Aknoun, aunque creo que deja bastante que desear.
Se han hecho hueco en el mercado algunos restaurantes italianos, tema del que espero poder escribir en otra ocasión, porque tengo pendiente conocer personalmente a Mario, el nuevo chef de cocina de Zohri. Contactó conmigo desde Valencia antes de venir a Argel y le tengo prometida una visita al centro de trabajo, que aún no he efectuado para no caer en la tentación de degustar sus a buen seguro excelentes platos, porque su trayectoria profesional es estupenda.
En ese panorama gastronómico, la cocina española no está presente. Ha habido algún intento, pero ha fracasado. Y creo que si se repitiera el mismo esquema volvería a repetirse el fracaso. Pienso que en Argel sólo hay hueco para un restaurante español bajo tres fórmulas: un “traiteur” que a su vez ofrezca otras comidas, un restaurante regional y un día a la semana de cocina de autor en el restaurante de un hotel de lujo.
Hay platos españoles que tendrían bastante aceptación en el concepto de “para llevar”, como la paella, el gazpacho, la empanada gallega o la tortilla de patatas. No se trata tanto del consumidor que va a buscar un ambiente español, sino la forma española de preparar algunos platos. Y la fórmula “traiteur” rompe la dinámica de restaurante con o sin alcohol. Obviamente, requiere la elaboración de otros platos más habituales en la mesa argelina.
Un restaurante regional valenciano, andaluz o catalán podría tener mercado, aunque exigiría innovar cada día. Supongo que algún argelino retornado de la emigración abrirá algún día un restaurante de este tipo.
El formato que sin duda echa de menos la colonia española, el de un restaurante que en su carta ofrezca un pulpo a feira, unos calamares a la romana, una menestra de verduras, una merluza a la donostiarra, un morteruelo o unas simples papas bravas, sólo es viable, en mi opinión, de manera provisional, cuando supone una novedad que atrae especialmente al público objetivo u ofrece una importante novedad que lo lleva a acudir de nuevo. Por eso, creo que exclusivamente un formato temporal (verano, con espectáculo folklórico) o de un día fijo entre semana funcionaría. Y supongo que es algo que sólo un hotel se puede permitir hacer.
Lo cierto es que cuando empecé a escribir lo que tenía en mente era contar que hay un restaurante nuevo, egipcio, en Argel. Pero como me he ido por los Cerros de Úbeda, tendrá que ser otro día.
lunes, 27 de abril de 2009
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