Varias de las notas que he dejado últimamente han dado más juego del habitual. Como he estado ausente apenas he podido durante unos días leer los comentarios que me iban dejando, pero sin contestar. A ello he dedicado las últimas horas y he plagado de comentarios míos las notas de los últimos días.
Hay uno, sobre los insecticidas, cuya repercusión me ha sorprendido y creo que merece un tratamiento diferente. Prometía contar hoy mi anécdota con las cucarachas en lo que yo denominaba "mi primera vez". Aclaro para los amantes de relatos eróticos que me refiero a la primera vez que vine a Argelia.
Corría el año 1993. Aquel 16 de abril mis padres me acompañaron al aeropuerto de Sondika en Bilbao, donde embarqué para Barcelona. Después debería tomar otros dos aviones, uno a Argel y otro a Annaba, el destino final de mi trabajo en Argelia. Mis maletas iban facturadas hasta destino final y nadie me dijo que eso no funciona en Argelia, que todas las maletas salen por la cinta de equipajes del aeropuerto internacional yque el pasajero debe llevarlas consigo hasta el nacional.
No recuerdo gran cosa de mi viaje a Barcelona, nos dijeron que sobrevolábamos Pamplona y Zaragoza, pero yo no fui capaz de distinguir entre las nubes ninguna de las dos ciudades.
Tras siete largas horas de escala en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona, embarqué con Air Algerie en el vuelo que por primera vez en mi vida me llevaba a Argel. Yo había seleccionado, como hago siempre, asiento de pasillo. A mi lado viajaba sentado un señor de unos cincuenta y muchos años, leyendo un periódico en francés. Cuando llegó el momento de la comida (Air Algérie sigue sirviendo comidas en sus vuelos, dicho sea de paso) le ayudé con su bandeja e iniciamos una conversación. Era un ciudadano francés que había participado unos meses en la guerra de independencia del país como soldado francés, durante su servicio militar. No tenía especial cariño a los argelinos, algo que a mí resultó chocante, porque su sustento económico dependía de esa gente que despreciaba.
Cuando le conté a mi compañero de viaje que mi destino final era Annaba me advirtió de que se trataba de un nido de cucarachas infesto. Me contó que en una ocasión estaba en una habitación de hotel y le sorprendió que el papel pintado estuviese decorado de manera abstracta. Pero al cabo de un rato sintió que la decoración parecía moverse. Era, según me explicó, una pared completa llena de cucarachas.
En mis primeros días en Annaba vivía con verdadero pánico la posibilidad de tener que enfrentarme una noche a una invasión de centenares de cucarachas. Pero no ocurrió jamás, afortunadamente. No obstante, sí tuve que hacer frente a un episodio muy desagradable que ya conté aquí. Llegué a hacer las maletas para volverme a mi casa. Supongo que de no haber mediado la mediación de Alberto, un compañero de trabajo de aquellos años, que me convenció para mudarme a su piso, mi aventura argelino habría terminado alí.
No soporto convivir con insectos. Es lo que peor llevo cada vez que tiro de tienda de campaña y saco de dormir. Respeto la opinión de los demás, pero yo simplemente pongo los medios para que cada uno se mantenga en su espacio.
Hoy no inserto ninguna fotografía, para alivio de una compañera y amiga.
domingo, 18 de enero de 2009
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10 comentarios:
Yo creo que los humanos somos territoriales igual que una gran cantidad de especies animales. Nadie se escandaliza porque un leon marque su territorio.
Yo reivindico el derecho de cada uno a proteger su espacio de invasores.
La superficie de mi piso es de 45 m2, la superficie de la tierra de 510.065.284,702 Km2.
¡¡Si quieren vivir que lo hagan fuera que hay mas sitio!!
¡Eso es exactamente lo que digo yo!
A mi pesar, voy a renunciar a manifestarme mas sobre este tema, eso si os diré que con tan solo 10 años, ya era una experta asesina de dichas criaturitas…
Os podría contar mi primera vez en Argelia, pero seguro que no os interesa saber como son las cocinas Argelinas!!
Una pena que renuncies a contarnos los diferentes seres que viven en las cocinas argelinas. Y en muchas otras del resto del Mediterráneo, que como dice el refrán, en todas partes cuecen habas.
No entro en detalles paar evitar que más de un lector se retire asqueado.
Gracias por tu aportación.
Perdon quiero aclarar que cuando me refiero a mi primera vez en Argelia, no me refiero a las cucarachas; me refería a la primera vez q desembarque en Argelia, osea mi primer viaje a este maravilloso pais, q por suerte y por mi condición de mujer pude ver infinidad de cocinas.Por cierto que pase muy buenos ratos.
En Argelia particularmente lo que me molestaron fueron los mosquitos que parecían elefantes.
Lo de que por tu condición de mujer pudiste ver infinidad de cocinas resulta sencillamente divino.
Yo creía que ibas a narrar ese primer encuentro con las cucarachas. La impresión al llegar al país también es muchas veces motivo digno de abrir una conversación, ajnque supongo que en los ojos de una niña el mundo toma una perspectiva diferente, más relacionada con los seres queridos que con el país en sí. Pero muchas cosas te chocarían pese a tu edad.
Siento desilusionarte, con 10 años era experta asesina pero no en Argel, sino en mi pueblo natal.
Yo desmbarque en Argel con 29 años ,ya no tan niña,en este viaje hice ruta por:Oran,Argel,Guerara,Timimum (..y sus cocinas..)
Tienes razón, creí entender que con diez años habías viajado por primera vez a Argelia. De ahí que te animara a que lo contaras.
Argel es una ciudad bastante limpia si la comparamos con Orán. Al menos en la actualidad. Si fue así en el pasado, no sé cómo puedes ver una cocina por dentro y luego animarte a comer. Hay que tener estómago, nunca mejor dicho.
En Argel sinónimo de feo es :
¿que cucaracha es ? o bien ¿ que mono es? ( mono en Argelía es sinónimo de muy feo pero en España es sinónimo de guapo, lindo)
Estaré en Argel apartir del próximo lunes dia 26 de Enero, estoy muy contento...
Un abrazo
Para mí, en castellano, una cucaracha sería una mujer vestida completamente de negro. las típicas señoras mayores argelinas envueltas en su túnica negra y un pañuelo cubriendo el rostro sería el mejor ejemplo. Nada que ver con la belleza, aunque no es una estampa precisamente bella. Si se tratara de un hombre se asimilaría con un cuervo y generalmente se podría aplicar a un sacerdote con su hábito negro.
Espero que cuentes algún día tus impresiones al regresar a Argel. Un abrazo.
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