jueves, 5 de marzo de 2009

Los últimos días de Murad

Hace un par de semanas comentaba, en un post titulado “Todos muertos” que a mí no me produjo ninguna satisfacción interior saber que los principales implicados en el atentado terrorista que sufrimos hace casi quince meses estaban así, todos muertos. Lo escribía a raíz de una operación antiterrorista desarrollada en Bumerdés, en la que resultaba muerto en una emboscada urbana el líder del grupo más sanguinario del GIA, que es quien había dado orden de hacer explotar dos coches bombas en Argel aquel 11 de diciembre de 2007.

Yo conocía bastantes datos de esa acción antiterrorista que acabo de comentar y sé que la información al respecto está sometida a fuerte censura en Argelia. Me cuidé mucho de dar excesivos detalles y es posible que al usar la autocensura llegara distorsionado mi mensaje. De hecho, una buena amiga me escribió un correo afeándome mi falta de humanidad. Ya le expliqué que lo que quise manifestar era que no tengo un espíritu vengativo y que no buscaba su muerte, porque eso nada cambia las cosas.

Creo que ha transcurrido ya el tiempo suficiente para poder explicar cómo se desarrolló esa acción antiterrorista. Omito muchos detalles y modifico algún pequeño dato. Ya que en Argelia no se pueden contar libremente los detalles de las acciones antiterroristas, antes deben ser aprobados por la segurida del Estado, lo que hago es un ejercicio novelístico. Un guión de acción, digamos que basado en hechos reales en un 90%.

Todo comenzó el día de la fiesta del cordero, hace tres meses. las fuerzas de seguridad habían acumulado ya pruebas suficientes sobre unos colaboradores de un grupo de apoyo a Al Qaeda del Magreb y aprovechó que se reunieron en familia para participar de la matanza del cordero para entrar en acción y tomar al asalto un edificio de Bumerdés. Hubo varios muertos y detenidos. Entre estos últimos se encontraba Murad, nombre ficticio, un joven de la región, de familia sencilla y muy bien considerado entre sus conocidos, musulmán practicante, que había sido tentado por conocidos para colaborar con un grupo terrorista. Curiosamente, Murad trabajaba en una empresa de material de construcción de las cercanías cuyo propietario es un militar retirado. Las fuerzas de seguridad le retuvieron durante cinco días, sometiéndole a fuerte presión para que contara todo lo que sabía. El joven colaboró bastante, pero tampoco conocía el lugar de las montañas de la región en el que se escondían los miembros de Al Qaeda. Entonces le propusieron un trato: seguir manteniendo contacto con el grupo terrorista hasta llevar al ejército a una pista segura. De hacerlo se le aplicaría la ley de arrepentimiento y se le facilitaría un trabajo mucho mejor pagado que los menos de quince mil dinares que ahora ganaba. De no colaborar, tendría que acudir a juicio acusado de terrorismo.

Murad aceptó el trato ofrecido, pero lo estuvo pasando mal durante bastantes días. Tenía novia formal y dentro de muy poco se iba a celebrar la boda. El acuerdo le permitiría disponer de los medios para crear una familia y además romper con una dinámica en la que se había metido más por amistad que por convencimiento personal. En realiadd no conocía nada de esa célula de Al Qaeda y ahora su trabajo era intentar ser aceptado. Los siguientes días trató de hacer vida normal, pero se le veía muy nervioso. Fijaba sus citas furtivas en horario de trabajo, del que tenía que ausentarse de manera clandestina, aprovechándose de unas obras que se efectuaban en la finca colindante. Finalmente pudo fijar la cita con el jefe del grupo terrorista en el lugar llamado Corso, una zona turística de las afueras de la ciudad de Bumerdés. Sería a plena luz del día y en un bulevar en el que incluso en invierno hay gente paseando.

Tras aparcar el coche los dos hombres se ven y Murad no puede soportar más la presión. El terrorista ha sospechado que algo ocurre y actúa rápidamente. A su vez, Murad es presa del pánico y sale corriendo. El terrorista desenfunda un arma de fuego y dispara contra Murad, al que una bala atraviesa el cuello, muriendo en el acto. El ejército dispara repetidamente contra el terrorista, convirtiendo durante un buen rato la zona en el escenario de muchas reacciones de pánico.

Oficiosamente a la familia de Murad se le ha dicho que ha caído en acto de servicio y que recibirá ese tratamiento de víctima del terrorismo, a efectos económicos. Oficialmente se informa de que en la actuación no se han producido daños físicos a los viandantes.

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