martes, 3 de marzo de 2009

Modernidad

Empiezo con la advertencia de que este texto está incompleto. He dejado de escribir en un momento determinado por razones personales y luego ya no he sido capaz de completarlo. Lo cuelgo tal y como lo dejé...

Los cambios sociales suelen pasar desapercibidos para los que viven en una sociedad y sólo son conscientes de ellos cuando vuelven la vista atrás al cabo de un tiempo. Es como un hijo que crecen diariamente, pero que al verlo todos los días sólo cae uno en la cuenta cuando la visita esporádicamente dice esa frase que todos hemos odiado de pequeños de “uy, qué mayor está fulanito”.

En Argelia se está dando un importante cambio social que se ha acelerado a partir del otoño del 2007. Además de que existe una gran diferencia de mentalidad entre la generación que ahora cumple 18 años y la que ronda los 25, creo que es la primera vez que en Argelia es la juventud el valor en alza, el que impone modas y criterios, por encima de la experiencia, la costumbre o algo tan etéreo como “los valores nacionales”, expresión a la que algunos medios aún recurren con excesiva facilidad.

Desde occidente se pretende muchas veces establecer esta evolución en términos morales, de práctica religiosa, de comportamiento sexual o de vestuario. Es un error. La mayor o menor islamización de la nación no presupone mayor o menor modernidad o, para ser más preciso, mayor o menor grado de incorporación a la sociedad postmoderna.
Aunque son factores que corren muchas veces en paralelo y de función de experiencia. Creo que sí lo es, en cambio, la tolerancia; y, en ese sentido, las nuevas generaciones argelinas han ganado mucho terreno.

Donde yo más lo he notado es en el acceso a las nuevas tecnologías, el empleo del ordenador, la demanda creciente de líneas ADSL de Internet, la mensajería electrónica, las redes sociales. Les contaba hace poco a unos amigos cómo mi trabajo de analizar el mercado me gusta tanto que ejerzo incluso cuando estoy durmiendo. En las tiendas me fijo en las reacciones de clientes y vendedores, los precios, la forma de vender, las marcas, la disposición del género,… todo. Desde siempre, al entrar en un cibercafé cotilleo el historial del ordenador para saber cuáles son las páginas más populares. Antes ganaban de calle las páginas pornográficas, más que eróticas. Ahora ha cambiado incluso el perfil de los usuarios, incorporándose mujeres y menores de edad. Estos entran casi exclusivamente en juegos en línea, más o menos como en España. Los adultos lo hacen mayoritariamente a Youtube, seguido de Yahoo!, Google, Facebook y Hotmail, no necesariamente en este orden. ¿Acaso no eso, si incluimos el Marca, lo que se encuentra uno si esta misma investigación la realiza en España?

Hasta hace bien poco el correo electrónico no se asociaba con la actividad profesional. Para eso estaba el fax (y en algunos bancos públicos el telex), Varias veces me sucedió que un empresario tuviera que buscar desesperadamente en su agenda la dirección electrónica, porque nunca la usaba. Y casi siempre era, de hecho lo sigue siendo, algo así como el nombre de la empresa y @yahoo.fr, porque el dominio dz, de Argelia, apenas se emplea. Ahora hace casi un año, estaba yo tratando de organizar en mi trabajo una misión comercial directa y una compañera que trataba de ayudarme no entendía mi empeño en no enviar faxes de confirmación, sino correos electrónicos. Partíamos de dos puntos de vista muy diferentes sobre el socio o cliente ideal para una empresa española, que yo entiende que debe ser alguien con quien luego se pueda negociar y discutir por e-mail sin tener que recurrir continuamente al fax. De encontrar empresas con ese perfil, yo las prefería a las otras.

Las cosas van cambiando y en unos meses se ha multiplicado fácilmente por dos o tres el número de empresas que trabaja con correo electrónico. Y seguirá en aumento. El número de abonados a una línea ADSL acaba de superar el cuarto de millón (me contarán a mí entre ellos, pese a que no funciona) y seguirá aumentando. Hace muy poco que el buscador Google ha incorporado la extensión “dz” para búsquedas relacionadas con Argelia.

Iba a comentar algún otro aspecto pero cuando a uno le entra una pequeña crisis de ansiedad se le quitan las ganas de escribir. Y, además, supongo que más de un lector, incluidos los argelinos, curioseará ahora si es verdad que ya existe “google.dz”. Yo me dedicaré a buscar mi mochila, que no aparece.

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