lunes, 2 de marzo de 2009

Foto de carnet

Para inscribirme en el curso de yoga tuve que cumplir con una serie de requisitos: una fotocopia de lo que llaman mi carta nacional, tres fotografías tamaño carnet, un certificado médico y seiscientos dinares. Lo de la carta nacional lo solucioné con una fotocopia del permiso de residencia diplomática. Para el certificado médico acudí a una doctora de las inmediaciones, que me tomó la tensión (11-7, toda una agradable sorpresa), el pulso y me cobró algo así como quinientos dinares, no lo recuerdo bien.

Me faltaban las fotos. Y en la caja extraviada durante mi mudanza estaban las que me había hecho hace unos meses, de modo que tocaba hacerse fotos nuevas. Pero llevaba varios días con un eccema en la cara que me impedía afeitarme y mi presencia no era la más adecuada para ser inmortalizado por un fotográfico. Lo que hice fue ofrecerles en el gimnasio: o me daban una semana de prórroga para aportar las fotografías al dossier o me permitían fotos al estilo talibán: con la cara velada, como las mujeres mozabitas (yo sé de una que me va a dar por aludida y dejará un comentario). Optaron por la primera opción.

Este jueves pasado acudí al fotógrafo, en la Placette de Hydra. Según le dije de lo que se trataba me envió al piso de abajo del local, en realidad un sótano que podría servir para rodar una película de miedo sobre un fotógrafo maníaco sexual. Desde luego, la decoración era propia de Hollywood, aunque para nada de terror. O, mejor dicho, era terrorífico pensar que así sacan fotos, en un decorado de vodevil. Como las fotografías tradicionales resultan al parecer muy aburridas, allí se exponían diferentes fondos de nubes, de playas, de campos verdes, para que el cliente tenga la opción de decidir con qué fondo prefiere fotografiarse.

Me senté delante de un fondo blanco, con un foco apagado cubierto con un paraguas a mi derecha. Al cabo de cinco minutos apareció el empleado de la tienda y según acabó de bajar las escaleras se dio media vuelta y me enfocó con una cámara digital compacta. Yo me quedé sorprendido y sin más me sacó una instantánea. Luego me hizo un gesto para que torciera la cabeza hacia mi derecha y volvió a tomar otra imagen. Por fin dijo dos palabras (“c’est bon”, que significa “está bien” en francés, pero para uno que está como yo a régimen, que le recuerden que está “sebón” no resulta agradable).

Una vez en el piso superior me preguntó si quería seis fotografías o doce; y opté por la menor de las dos cifras, imaginando el resultado. El caso es que le salieron ocho y voy a lucir cara de susto una larga temporada.
Cuelgo aquí la foto porque tengo muy poco sentido del rídículo. Y, mirando el lado positivo, voy a empezar a pensar que soy fotogénico, porque hay que reconocer que para tratarse más de una pillada que de una fotografía de estudio no salgo con la boca abierta ni con los ojos cerrados.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

analista dijo:

Opinion personal de Ness: La foto es bonita, sales guapo , aunque con aire un poco severo! ejjejeje.

Iba a preguntarte mientras vi la foto: yyyy qué hay? qué pasa? por qué me miras asi? qué te hice yo?!!!!jejjejejej( hay que decir que yo, nunca tengo la conciencia tranquila!)
Ness

varech dijo...

Pues yo creo que hace unos años me hice las fotos de carné en el mismo sitio que tú.
Yo vivía arriba de la gasolinera de la plaza.