Una conversación auténtica, aunque extractada, mantenida en junio con unos jóvenes de mi edificio que cuidan el aparcamiento en la calle. Interviene más de uno, pero lo simplifico y ejemplarizo en uno solo.
- Hola, Jose, ¿qué tal?
- Hola, juya. Poco trabajo hoy, ¿no?
- Va bien. ¿Nos invitas a una botella de whisky?
- Os invité el otro día a Coca Cola. Ya sabes, has visto muchas veces que no bebo alcohol, que bebo Coca Cola.
- Sé que tú tienes whisky, vino, de todo. Vi las cajas aquí abajo cuando viniste (se refería a la mudanza).
- Bah, pero es eso es pecado, juya. También tenía zumo de naranja, Hamoud Boualem (una gaseosa local), leche, Coca, Pepsi. Muchas cosas.
- Ja, ja. ¿Te has bebido mucho whisky?
- Que yo no bebo whisky. No me gusta. Era para una fiesta.
- No nos has invitado a ninguna fiesta. Eres judío. ¿Cuándo nos invitas?
- ¿En mi casa?
- Sí, con whisky, JB, vodka, cerveza…
- Eso es pecado. Escucha. Yo soy cristiano y hacer que tú cometas un pecado es pecado para mí. Por eso, yo me puedo beber el alcohol, pero no te puedo dejar beber, porque eres musulmán.
Mi razonamiento les ha podido. Están confundidos y hablan entre ellos en árabe. Se ponen finalmente de acuerdo y vuelven a la carga.
- Yo bebo cerveza.
- Muy mal, para tí es pecado. La próxima vez me la das para que me la beba yo. Será una cerveza halal y así no hay pecado.
- Yo no soy musulmán, yo bebo, yo estoy con mujeres, yo… todo.
- Vaya, pensaba que eras musulmán. Entonces es diferente.
- ¿Nos invitas? No somos musulmanes.
- Voy a hacer una fiesta de fin del verano, el 30 ó el 31 de agosto. Habrá alcohol, cerveza, whisky, ron y otras bebidas.
- ¿Y mujeres? ¿Españolas?
- Ah, no, prefiero las argelinas. Pero eso es tarea vuestra. Vosotros ponéis las chicas; sí, mejor argelinas.
- Bien. Unas morenas, ¿te gustan las morenas?
- Claro.
- Pero ese día es Ramadán. No puede ser.
- Vaya, las chicas son musulmanas, ¿verdad? Bueno, para ellas prepararé té a la menta.
- Que no puede ser, es Ramadán.
- Y backalawa, kabdelús. Para vosotros cerveza.
- No entiendes, no se bebe en Ramadán.
- Bah, pero beberemos a escondidas. Si no venden alcohol, ya consigo yo las bebidas.
- Pero yo no puedo beber alcohol en Ramadán.
- ¿Por qué?
- Porque es Ramadán. Es el mes sagrado, hay que respetar.
- Pero eso es para los musulmanes, juya.
- Claro.
- Yo no voy a invitar a musulmanes. Sólo a mis amigos y a vosotros, que no sois musulmanes.
- Ah, no. Ramadán es diferente.
- ¿Por qué?
- Es diferente. Es un mes especial.
- ¿Haces el Ramadán?
- Claro.
- Entonces eres musulmán. Lo siento, no hay alcohol para ti.
lunes, 24 de agosto de 2009
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2 comentarios:
jajaja, muy bueno!
Gracias. La verdad es que son divertidos, aunque bastante quinquis.
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