Sa bavure ou mon obsession?

Tenía ya escrito lo que iba a colgar hoy domingo (anticipo que es sobre clases de yoga) y a última hora me he decidido por realizar un cambio de actualidad, contar lo que me ha sucedido hace unas pocas horas. Quien sea capaz de adivinar sólo por el título lo que voy a contar es que sabe mucho francés y no está exento de imaginación.

Ayer sábado tuve un examen por vía telemática de mi curso de doctorado. Como Internet sigue sin funcionar en mi casa, pese a tenerlo pagado por anticipado para todo un año, tuve que acudir primero a un cibercafé y luego a mi oficina. Y es que en el ciber me resultaba imposible descargar siquiera un fichero en Word con caracteres castellanos, supongo que por alguna incompatibilidad de configuración con la versión de Microsoft Office.

Una vez finalizado el examen conseguí recuperar las claves de mis cursos a distancia en la UNED y descubrí que uno de ellos está ya muy avanzado, así que me descargué mucha documentación. Tengo unos mil quinientos folios en formato digital para leer en casa, casi todos en inglés, la mayoría de temática energética y algunas más a modo de ensayos sobre la globalización económica. No sé por qué me da que voy a dormir muy poco esta semana.

Y lo de reducir las horas que me paso en la cama lo puse inmediatamente en práctica; eran ya las tres de la mañana cuando me dirigí en coche hacia mi casa. La explicación de lo que me sucedió unos minutos más tarde está plagada de nombres de lugares que para los que no conocen Argel sonarán a chino. Pero no hay otro modo de explicarlo, si no quiero aburrir con dibujos sobre un plano.

Poco después de atravesar el puente de Hydra y el posterior control de policía de la comisaría de la Colonne Voirol, en el cruce hacia la Embajada de Estados Unidos, me di cuenta de que un coche me seguía. Yo continué bajando hacia Madania y aquel coche se puso a mi altura. Entonces el copiloto me hizo una seña y vi que me indicaba cómo en su mano derecha llevaba un arma. Inmediatamente pensé en un robo, pero al caer en al cuenta de que la matrícula de mi coche es española también me planteé la posibilidad de un intento de secuestro. Lo que hice fue responderle con un gesto de que me dejara en paz y aceleré. El coche em siguió a alta velocidad en al bajada hacia el Golf. Giré a la izquierda para pasar delante del Hotel El Djazair y tomé el túnel hacia Argel centro. Circulaba en esos momentos a algo asi como ochenta kilómetrso a la hora y el coche áún me seguía. En la pequeña rotonda del Palais du Peuple el la tomó en sentido contario e intentó cortarme el paso. Entonces ví que dentro iban tres personas y que efectivamente el copiloto me amenazaba con un arma. Aceleré al máximo camino de Telemly, con la esperanza de encontrar un control de policía en el Aerohabitat. Pero no había nadie, as´que seguí por Telemly hacia la Presidencia. Yo iba derrapando en las curvas; no tenía miedo a que me dispararan, porque si lo hacían despertarían al vecindario y se abortaría el secuestro.

Debería pensarme lo de pasarme a la Fórmula 1, porque conseguí sacarle mucha ventaja al otro coche conduciendo en algunos momentos a cerca de cien kilómetros por hora por calles con muchas curvas. De hecho, llegué a perderle de vista y me plantée incluso bajar hacia mi calle cuando pasé delante de ella, aunque lo descarté porque si me descubrían se convierte en una ratonera. Lo que hice fue seguir conduciendo hasta la sede de Sonelgaz, al final de Boulevard Krim Belkacem.

Anoche descubrí que a las tres y cuarto de la mañana no hay controles de policía en Argel. Me plantée bajar hacia la Presidencia o subir al Hotel Aurasssi. Y al final me decidí por utilizar la rotonda de esa bifurcación para asumir la acción más arriesgada: dar media vuelta y comprobar que igual les había dado esquinazo. Pero no había sido así y en el mismo cruce apareció de nuevo el coche.

Al fondo vi como aparecía un furgón de la policía. Empecé a darle luces, hacer sonar el claxon y dirigirme a esa misma velocidad hacia él. El furgón se paró en mitad de la calle y yo me parapeté contra él subiéndome ligeramente a la acera y haciendo un medio trompo. El otro coche no se dio a la fuga, se detuvo detrás de mí. Sin salir de mi vehículo, por si se producía un tiroteo, le grité en francés a la policía que yo era un ciudadano español y que aquel coche me estaba siguiendo y amenazando. Sin embargo, el copiloto del secuestrador se bajó muy tranquilo a hablar con los policías, que me pidieron la documentación. Yo les insistí en que identificaran a aquella gente que había intentado secuestrarme y uno de ellos me dijo que eran policías, que lo que habían mostrado por la ventanilla no era un arma de fuego sino una emisora, un walkie. Yo estaba de los nervios, no paraba de temblar.

La policía se dió cuenta de que todo había sido un error y me trataron de calmar durante un cuarto de hora, porque yo no estaba en condiciones de conducir. Luego me dieron a beber un poco de agua y me acompañaron, conduciendo muy despacio, hasta que aparqué en mi calle. Se portaron de manera muy agradable.

Una vez en casa no podía dormir, seguía muy nervioso, aún temblando. Pese a la hora que era le di un buen repaso a la despensa. Me abrí, entre otras cosas, un envase al vacío de lomo y jamón ibéricos que tenía reservado para alguna buena ocasión. Y esta madrugada lo era, había evitado primero un secuestro y luego que la policia me confundiera con un terrorista a la fuga.