Escribo desde Madrid el post n�mero cien de este blog. nunca pens� que alcanzar�a esa cifra. En realidad no me propuse ninguna meta. Llevaba tiempo queriendo dejar escritas mis emociones y vivencias en un pa�s que, si se sabe disfrutarlo, da mucho juego. Desgraciadamente empec� en unas circunstancias muy adversas y no s� si ha sido demasiada buena idea.
Ahora, en Madrid, lo veo con una cierta perspectiva y comparo lo bien que me encuentro nada m�s pisar occidente con las restricciones que me impongo a mi mismo en Argel. Para ir a Argelia hay que hacerlo con esp�ritu de descubridor y viajero, absorbiendo cada momento. O no merece la pena.
En Madrid estoy con un grupo de norteamericanas; de canadienses, para ser m�s precisos. Es divertido, fun en su lengua, bromear y no enterarse de casi nada, descubrir infinidad de cosas sobre su forma de ser. Y me estoy comportando como yo era hasta hace unos meses. Desgraciadamente, esto no es extrapolable a Argel, porque all� la conversaci�n girar�a sobre los mismos t�picos de cada d�a, con palmadas de manos y una taza de t�. S�lo me motiva en realidad conocer Argelia cuando lo hago con alguien m�s que comparta mis inquietudes, quiz�s amigos con ganas de viajar al desierto. Pero no se ha dado el caso.
Tengo un texto para hoy preparado y escrito la pasada noche en Argel, antes de dejar el pa�s. No me convence, yo estaba muy triste y con una sensaci�n muy extra�a en el cuerpo, pero lo copio a continuaci�n:
Escribo, como casi siempre, de madrugada, aunque luego cuelgue el texto en el blog durante el d�a. Por eso, ahora a�n faltan unas horas para que salga mi avi�n hacia Madrid. La verdad es que no he preparado la maleta. Ni siquiera la documentaci�n de viaje. Nada. Lo har� a las seis de la ma�ana, deprisa y sin tiempo para reflexionar. Tengo una sensaci�n rara al marcharme, de angustia y como si fuera para siempre. Escribo con los ojos vidriosos, aunque no estoy llorando. Eso s�, tengo ganas de hacerlo; hace semanas que necesito llorar y no he encontrado el hombro amigo.
De alguna forma he cruzado mi Rubic�n, he quemado mis naves en el momento en el que he comunicado los motivos de mi salida hacia Madrid.
Han pasado 104 d�as desde el atentado de diciembre, que signific� un antes y un despu�s en mi vida en Argel. La bomba se llev� mis ilusiones. Yo comprend� a los diez minutos de la explosi�n que aquello significaba el fin de un sue�o, que jam�s podr� desarrollar en Argel el trabajo para el que yo estaba poniendo toda mi energ�a. Entones s� me ech� a llorar, ante la desolaci�n. El tiempo me ha demostrado que ten�a raz�n, pero no he vuelto a llorar. Estos 104 d�as han transcurrido en tres etapas muy diferentes. La primera, de unos treinta d�as, la viv� casi todo el tiempo fuera de Argel. Yo no estaba a gusto en ninguna parte e incluso quer�a volverme lo antes posible al puesto de trabajo. Me sirvi� para comprender la dimensi�n de lo ocurrido y lo poco que importamos a la administraci�n. La segunda etapa es de decepci�n personal y laboral. Muy dura, la peor que he vivido en mucho tiempo, pero que me ha ayudado a conocer a las personas de mi entorno. En la tercera, de algo m�s de un mes, me siento muy contento profesionalmente, puedo desarrollarme en el trabajo y eso me ayuda a disfrutar del tiempo que paso fuera. Pero no es suficiente, la Argelia actual se mueve dentro de unos m�rgenes muy estrechos que no dejan sitio para mi.
En algunos de los momentos m�s duros que he pasado en estos dos �ltimos meses han sido Nawel, Chus, Rafik y Mariano las personas que me han ayudado. No s� si lo sab�an al actuar, creo que alguno de ellos no, pero se merecen todo mi agradecimiento.
Ten�a muy claro, cuando me fui de vacaciones de Navidad tras el atentado, que volver�a, a cualquier precio. Recuerdo haberlo comentado en aquellos d�as con una compa�era. Ahora, en este viaje, no puedo decir lo mismo.
No puedo acabar sin hacer una referencia a Mariona. Nos conocimos, al menos por tel�fono, antes de que yo viniera a trabajar por primera vez a Argel. Y hoy es el �ltimo d�a de trabajo juntos.
No copio el resto del mensaje. No tiene nada que ver con mi estado de �nimo en estos momentos. Estoy fenomenal, en Madrid, escribiendo el post n�mero 100 del blog. Estas canadienses no me dejan ni escribir, hablando de sus ligues por Internet y no me apetece nada, en estos momentos, recrearme en lo que ha sido durante estos meses Vivir en Argel.
lunes, 24 de marzo de 2008
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