Ya ha pasado una semana desde que terminó el mes de Ramadán y la vida está más apagada que nunca en Argel. El exceso de vida nocturna y el hecho de no ingerir líquidos a lo largo de la jornada fue minando a lo largo del mes las energías de los argelinos, a quienes la última semana se les hizo eterna. La fiesta posterior ha supuesto contar con dos días para lucir ropas nuevas y ver a los familiares, pero no ha sido tiempo suficiente para recuperarse físicamente. Menos aún para quienes han trabajado por las noches. Están de resaca.
Día a día se va notando que el tráfico de vehículos se incrementa en las calles de Argel, pero sin llegar a los niveles de locura y exasperación que nos esperan en octubre. Un detalle negativo es que aún resulta difícil encontrar un restaurante al que acudir a comer, que no se haya tomado unos días libres.
Tenía curiosidad por saber qué ocurriría, como reaccionarían los argelinos, en el primer viernes sin Ramadán. Pasar el día en Tipaza es sinónimo, habitualmente, de casi dos horas de viaje de ida y otro tanto de vuelta. Sin embargo, parece que muchos argelinos han decidido que el viernes está hecho para descansar, haga lluvia o salga el sol. Y por eso hemos tenido la suerte de gozar de una jornada con un tiempo extraordinario y sin atascos.
Me sigo apuntando a que el Ramadán suceda más a menudo.
domingo, 27 de septiembre de 2009
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