sábado, 19 de septiembre de 2009

Hablando idiomas

Me ocurrió la otra noche en Argel. Acudí a un cibercafé para leer mi correo personal, hablar por Skype, validar los comentarios del blog, actualizarlo... Para esto último llevaba, como siempre, un pendrive con el texto que antes había escrito sobre mi ordenador portátil, con teclado qwerty, acentos y eñes, porque de otra forma soy incapaz de redactar algo medianamente legible.

Los cibercafés de Argel son muy baratos, comparativamente con lo que pago cuando acudo a uno en Bilbao. Soy un asiduo de un ciber que por la noche cobra treinta dinares la hora, aunque con la velocidad de acceso a Internet que proporciona puedo pasarme diez minutos tratando de abrir una página. Pocos hogares argelinos cuentan con conexión ADSL y la solución para estar en contacto con el mundo pasa por el cibercafé. Hay muchos y algunos con gran número de ordenadores. No entiendo mucho de informatica, pero me temo que tener cien ordenadores conectados a la vez repercutirá sobre la velocidad de acceso.

Montar un ciber no resulta muy caro si se dispone de un local. De otra forma, dado el precio de los alquileres, es mejor dedicarse a otra cosa. El software de gestión es común para la mayoría de estos negocios locales y casi todos los terminales se pueden adquirir de segunda mano. Lo sé por haber sufrido la experiencia de teclados absolutamente borrados y ratones desgatados en locales que negocios que acaban de abrir.

Eso mismo, un teclado en el que las letras habían ya desaparecido, era lo que tenía enfrente. Poco a poco voy aprendiéndome de memoria dónde se sitúa cada letra y ya sólo me confundo con los caracteres especiales y los signos de puntuación.

Allí, en el cibercafé, llegó el momento de colgar el texto en el blog el texto a publicar y pregunté por la clavija USB. Pero no me entendán. A mis frases en francés respondían en árabe y cuando dije que no hablaba árabe me respondieron que ellos no hablaban francés. Entonces, como hago casi siempre en estos casos, me pasé al castellano. A veces me responden con un “no espico españolo”, que muchos piensan que es la única frase que saben decir en español. Pero, para mi sorpresa, me respondió uno de ellos en un perfecto castellano. Resultó que era alumno universitario de traducción y que llevaba ya cuatro años estudiando nuestra lengua.

Es la primera vez que me pasa en Argel, porque en Orán ya me había sucedido, que alguien del país no sepa francés y sí castellano. Una lástima que no se compre un teclado qwerty con eñes, acentos y todo lo demás y que deje los azerty para los muchos cibernautas francófonos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola Jose, pues esto es una cosa parecida a lo que ocurre en españa
cuando estas en cataluña, el pais vasco o incluso mi valencia cuando estan intentando imponer un idioma autonomo, desde esos gobiernos autonomos, si querar dar pie a otros idiomas, para que la gente abra sus mentes.
saludos, antonio ripolles