Durante los días laborables del mes de Ramadán mantengo una vida muy rutinaria. Intento salir algo tarde del trabajo para evitar los embotellamientos; voy a mi casa y ordeno un poco lo que por la mañana he dejado revuelto; leo algo en la terraza, acompañado de algún refresco, para envidia de algún vecino que sabiendo que no soy musulmán se castiga mirando hacia mi terraza; dedico unos minutos al ordenador y salgo de nuevo a la terraza a disfrutar de la calma y el silencio, con el mar al fondo, en los minutos siguientes al fin del ayuno de los musulmanes.
Sé que hora y media más tarde de la ruptura del ayuno tiene lugar una larga ceremonia religiosa, que una de las mezquitas cercanas a mi casa propaga por megafonía a toda potencia. Por eso sé que es el momento de escaparme, de salir de casa y ya no volver hasta la madrugada. Esta es, además, la parte más variada y divertida de mi mes de Ramadán. Cada día voy a un lugar diferente, a un barrio diferente de la ciudad.
La gente “bien” de Argel acude a lo que llaman jaimas, a cafeterías que en esta época ofrecen té y dulces que tradicionalmente se comen en Ramadán. Las más elegantes son las de los hoteles y restaurantes de lujo, aunque algunos de estos cierran todo el mes. También hay clubes más o menos privados y cafeterías de moda a las que acude gente joven y de alto poder adquisitivo. Las familias prefieren moverse por zonas más tranquilas, centros comerciales, alguna de las tres ferias de Ramadán que se han abierto y el paseo marítimo. Finalmente, son muchos los que optan por moverse por las calles de su barrio.
Sitios como Hussein Dey, Madania o Dely Ibrahim, que tienen algo de vida en las noches normales de todo el año, no destacan especialmente en Ramadán. Se ve más gente en la zona de Didouche Mourad, por ejemplo, que generalmente está muerta a partir de las ocho de la tarde y sin embargo en Ramadán cuesta moverse por sus aceras hasta la madrugada. El barrio con más vida nocturna en la calle es siempre Ben Aknoun, aunque en esta opinión no soy imparcial, porque he vivido ahí durante más de un año. Ahora mantiene esa capacidad de atracción de gente… y de vehículos.
Sin embargo, el mejor barrio de las noches de Ramadán argelinas es Bab el Oued. Es increíble comprobar que más allá de la una de la mañana las calles siguen llenas de habitantes que se niegan a regresar a sus casas, con niños jugando como si fuera de día y familias paseando tranquilamente. Muchas mujeres aprovechan la madrugada para salir a hacer la compra en el inmenso mercadillo de los alrededores de la Place des Trois Horloges (la plaza de los tres relojes). Se puede comprar casi de todo a esas horas, incluso entrar a comer en un restaurante como si fuera la una de la tarde. Además, las gentes de Bab el Oued, que pasan por ser las más simpáticas y campechanas de la ciudad, resultan aún más campechanas a esas horas.
De lo que no participo es de los baños nocturnos en la playa, junto al paseo marítimo, en esa zona de la ciudad. De noche todos los gatos son pardos y las aguas parecen transparentes. La temperatura de veinte-pocos grados resulta también perfecta. Pero conozco el lugar a la luz del día y las aguas residuales que se vierten al mar. Aún así, es una estampa bonita la que se percibe desde el paseo marítimo, con el bullicio de la playa de madrugada y los barcos mercantes anclados en la bahía.
Esta noche hay partido de fútbol internacional, Argelia contra Zambia. Se juega en la ciudad de Blida, a unos 50 kilómetros de la capital. Cuentan que el viernes ya se pedía en el mercado negro dos mil dinares por una entradas de tribuna, una cantidad exagerada para el precio de los espectáculos públicos en Argelia (cien veces lo que cuesta entrar en un museo, o veinte veces el precio de la entrada a un teatro). Si, como es previsible, la selección nacional argelina sale victoriosa del encuentro, la noche será muy larga en las calles de Argel. Merecerá la pena pasarse por Didouche Mourad o por Belouazdad, el barrio en el que se sitúa el Hotel Sofitel y sede del equipo actual campeón de Copa, el CRB. Es éste un barrio que vive en rojiblanco, porque la camiseta es idéntica a la de mi equipo bilbaíno, el Athletic Club, y que traslada cada victoria a las calles. De todas formas, el partido empieza a las diez de la noche, de modo que finalizará a medianoche y la fiesta no alcanzará su plenitud hasta un par de horas más tarde.
domingo, 6 de septiembre de 2009
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