miércoles, 2 de septiembre de 2009

¡Qué poco valgo!

Me siento absolutamente tonto y encima barato. Sé que parecen dos términos que no guardan relación entre ellos, así que mejor me explico.

Cuando hace unos meses acudí a hacerme el seguro del coche, lo hice en una nueva compañía que no me exigía incluir dentro de la póliza la rotura de lunas, el robo, incendio y demás. El motivo es que con anterioridad me habían explicado que la dirección de seguros excluye el pago por estos conceptos a los vehículos asegurados con matrícula extranjera. Lo supe cuando me dieron un golpe y mi compañía de seguros, después de varios meses dándome largas, me mostró la instrucción superior que les impedía pagarme el importe del daño recibido, que supuestamente ya les había abonado la otra parte tras el peritaje correspondiente. Aunque, como el papel que me enseñaron estaba escrito en árabe, a estas alturas sospecho que se tratara de una estratagema para quedarse con mi dinero.

En la nueva compañía de seguros me dijeron que sólo me cobraban en la póliza la cobertura de responsabilidad civil y daños a las personas. Y realmente fue muy económico.

Estaba tan contento con el cambio, hasta que he descubierto que lo que en realidad me vendieron era un seguro personal, no del vehículo. A mí no me extrañó que en el documento pusiera eso, seguro personal, porque estoy acostumbrado a ver cosas raras y simplemente lo achaqué a que el formulario que empleaban era diferente al habitual. Pero una indagación a partir de una petición policial por un problema con el número de bastidor del coche me ha dejado como el tonto del año. Estaba circulando con un coche sin seguro, porque el papel que guardaba en la guantera era un seguro por si me accidento o me muero en Argelia. Afortunadamente, hace unos días que me hice un nuevo seguro, pero simplemente porque no encontraba la póliza del anterior y me resultaba más sencillo pagar un nuevo seguro que dar cien mil vueltas hasta conseguir un duplicado del anterior, sin poder mientras tanto servirme del coche.

Con ser grave lo ocurrido, lo peor no lo he contado aún. Resulta que el seguro de vida que me vendieron tiene un importe máximo de 150.000 dinares, que es algo así como 1.300 euros.

Eso es lo que valgo muerto. Sólo 1.300 euros. Es deprimente. Ya que me engañaron al venderme el seguro, podían haber tenido el detalle de valorarme por un poco más. No me imagino a mi familia viniendo a recuperar mi cuerpo y gastarse a mi salud (perdón, a mi falta absoluta de salud, porque estaré muerto) el equivalente a 1.300 euros en dinares no convertibles.

He echado cuentas y salgo a menos de 16 euros el kilo. Cualquier embutido ibérico vale más que yo; debo estar al precio de las latas de comida gourmet para gatos. ¿No es deprimente?

4 comentarios:

Pilar Rodríguez dijo...

José Antonio, con lo poco que vales muerto te preferimos vivo. Es más, aunque te dieran 1300 euros por kilo te seguiriamos prefiriendo vivo.

Un besazo.

Anónimo dijo...

QUE NO HOMBRE , QUE VALES MUCHIIIIIIIIIISIMO MÁS , BUENO NO SABRIA DECIR CUANTO. PERO MUCHO.
BESOS

Alejandra T dijo...

VALES MUCHO JOSE!! TU TE COTIZAS EN KILO VIVO " EN ORO" te mando un beso muy grande desde ARGENTINA, y cada noche te seguire esperando a ver que has escrito, ya es mipagina de favoritos, y de que " eres bueno" ni lo dudes!!
saludos tambien a los amigos del blog!!
besos desde ARGENTINA!!
ALEJANDRA

Farid dijo...

!!!No te subestimes¡¡....vales mucho que lo piensas, me gusta verte positivo, aunque aveces, reconozco que es mu difícil conseguirlo..de mi parte procuro siempre convertir al optimiso en una función tanto continua como dinámico con el tiempo, mientrás el pisimismo en una función discreta y puntual.

Pués como dice el refrán : de Música y poema y loco, todos tenemos un poco.

Saludos