Siempre escribo este post durante la madrugada, desde el ordenador port�til de casa. Luego, durante el d�a, lo cuelgo del blog. Por eso, ahora, cuando empiezo a escribir, son las dos y media de la madrugada del d�a 30 de enero.
Mi jornada de trabajo del martes se ha visto alterado desde la ma�ana por la noticia de un atentado terrorista, otro m�s, en la Cabilia, a un centenar escaso de kil�metros de Argel. En todo el d�a no he conseguido ya rendir, pr�cticamente no he hecho nada �til. Desde el pasado 11 de diciembre vivo estas noticias con inquietud y me afectan mucho m�s que antes. La noticia me la comunic� a primera hora de la ma�ana desde Barcelona mi amigo Bogdan. Luego, vi alguna noticia en Internet cuya lectura trat� de evitar. Hacia el mediod�a vino Fernando a contarme que el kamikaze del atentado hab�a sido una mujer. Se equivocaba Fernando, no hab�a sido una mujer; porque para ser mujer hay que ser primero un ser humano. Hab�a sido, como siempre, una despreciable alima�a alienada por seres igual de despreciables que ella. Finalmente, por la noche, en casa de Chus, contempl� algunas im�genes en la televisi�n.
No s� nada m�s. No he querido saber nada m�s. Como dej� escrito con motivo del atentado del que fuimos v�ctimas en diciembre, no voy a darles voluntariamente el gusto de facilitar lo que buscan, la notoriedad de sus cr�menes.
A mi me han destrozado parte de mi vida. Ayer me confirmaron una p�rdida de capacidad auditiva. Adem�s de los episodios de p�nico irracional que de vez en cuando me afectan, llevo un tiempo con una actitud retadora en cuanto algo no sale como yo quiero. Este martes no quise decir nada del atentado a los que me rodean, pero tuve que disculparme con una compa�era de trabajo y el pobre cajero de Meli Melo con los que, una por escrito y el otro de palabra, estuve impertinente. Los asesinos no consiguieron matarme, pero al menos conseguir�n que la gente deje de hablarme.
No he querido conocer detalles del atentado, no s� en qu� localidad ha ocurrido, ni las circunstancias. Me da igual, el da�o es el mismo. De todas formas, como aspecto positivo, he tenido la suerte de estar acompa�ado todo el d�a del martes y an�micamente no me he hundido, como otras veces me suele pasar.
Yo no les odio, simplemente les desprecio. No les deseo que se mueran, ni que sufran la muerte o el dolor en sus seres queridos. Soy contrario a la pena de muerte, porque no es justicia, sino venganza. Como cristiano, creo que es Dios el �nico que da y quita la vida, yo no me otorgo ning�n poder sobre la vida de los dem�s. Simplemente me gustar�a que me dejaran en paz, que nos dejaran a todos en paz.
miércoles, 30 de enero de 2008
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