En Argelia hay d�as mon�tonos, aburridos, que pasan desapercibidos, y otros raros, raros, que no hay ni por d�nde cogerlos. Este jueves ha formado parte de esa colecci�n de jornadas singulares en las que uno hace cosas y conoce a personajes que, sin ser nada del otro mundo, se salen de la rutina. No he explicado nunca en este blog en qu� consiste realmente mi trabajo en la Oficina Econ�mica y Comercial de la Embajada de Espa�a en Argel, c�mo transcurre una jornada de trabajo. Como la de este jueves ha sido m�s entretenida de lo habitual, me animo a contarla.
Para empezar, el jueves es el �nico d�a de la semana en el que se llega al trabajo tranquilo y relajado. Desde mi casa, en Ben Akn�n, hasta la oficina, en Hydra, habr� unos tres kil�metros, que a pie se recorren en no m�s de tres cuartos de hora, pese a que la ausencia de aceras en buena parte del recorrido aconseja hacerse un buen seguro de vida para que al menos los herederos se lleven una alegr�a. En mi coche tardo habitualmente media hora, con veh�culos tratando de colarse por todas partes, como en un circuito de autos de choque. Llegar indemne al trabajo tiene su m�rito y requiere de una buena dosis de valeriana en el desayuno. Los jueves, en cambio, resultan muy tranquilos, porque la mayor�a de la gente est� disfrutando del descanso semanal y es perfectamente posible plantarse en el n�mero 5 de la calle Cesar�e, de Hydra, donde est� la Ofcomes, en menos de un cuarto de hora.
Seg�n llegu� al trabajo me encontr� con la sorpresa de que Mariano nos estaba preparando una presentaci�n sobre una aplicaci�n inform�tica. Todo el mundo estaba al corriente, menos yo, que no debo prestar mucha atenci�n a los correos internos. El chaval lo hizo muy bien, se lo hab�a trabajado mucho, aunque en estas charlas para un grupo heterog�neo siempre acaba uno con la sensaci�n de que ha dedicado hora y media a algo que se pod�a haber ventilado en veinte minutos. Luego ten�amos, al mediod�a, una videoconferencia a la que no pude asistir. Ambas son situaciones que habitualmente no se dan, lo normal es que cada uno haga su trabajo en la oficina y que no nos veamos todos juntos en una misma sala, salvo que suceda algo muy gordo.
Tras la presentaci�n me toc� ir de nuevo a la feria del sector farmac�utico. Hab�a estado el martes, pero no pude visitarla del todo porque acud� solo, ya que la becaria de la oficina no me acompa��, tras un buen susto consecuencia de mi conducci�n temeraria. Es el farmac�utico, en su amplio sentido, un sector muy interesante, en el que las empresas espa�olas pueden encontrar unas oportunidades magn�ficas, que mueve casi 2.000 millones de euros al a�o y que se merece el esfuerzo de que yo dedique un segundo d�a a localizar oportunidades de negocio. Llevaba adem�s una oferta concreta que hab�a preparado la v�spera con Nolween para encontrar distribuidor en Argelia para una empresa valenciana y pude seleccionar en la misma feria a cuatro empresas que pueden hacer esa funci�n, a las que ya he dado los datos de contacto.
Mi trabajo en una feria consiste en visitar cada stand, hablar con el responsable y conocer su posici�n en el mercado, sus necesidades, si a partir de mi visita puedo hacer que compre en Espa�a o que represente a empresas espa�olas. A veces, simplemente, es ofrecer una prueba de que se est� presente en el mercado, para el momento en el que surja la oportunidad que nos llegue. En la conversaci�n voy tomando nota de todo lo que me cuentan sobre el sector, o sobre la propia feria, para tambi�n redactar un informe. Es algo muy cansado, se est� en tensi�n, pendiente de todo para saber conectar correctamente con cada interlocutor, hay que caminar mucho y a paso lento, acarrear cat�logos,? No es una actividad nada placentera, pero tambi�n cuando m�s se aprende del mercado y del pa�s.
Ya he contado alguna vez que la gente en Argelia es muy simp�tica. Incluso en algo tan serio como una feria profesional rebosan amabilidad. La fotograf�a que inserto me la tomaron el martes con un importante importador al que ya hab�a conocido hace a�os y que entonces se parec�a enormemente al actor franc�s R�no. No es que yo sea enano, que casi s�, sino que �l resulta demasiado grande. Es un gran amante de la �pera y me cost� convencerle para no entonar juntos un aria. En otro stand, nada m�s llegar, me reconocieron y obligaron a tomar juntos un refresco. Otros me suelen explicar que en su actividad no encaja el trabajo con empresas espa�olas, pero se toman la molestia de llamar por tel�fono a conocidos para orientarme hacia otra persona. Es la maravillosa forma de ser de la mayor�a del pueblo argelino.
De regreso a la oficina, me impact� saber que es posible que una compa�era de trabajo tenga alguna secuela f�sica del atentado de diciembre. �jala no sea nada, pero todav�a no se me ha quitado una rara sensaci�n de angustia, no s� c�mo reaccionar. Han pasado bastantes horas y las preguntas ?qu� hago yo aqu�? y ?merece la pena todo esto? siguen dando vueltas en mi cabeza.
En el ordenador me esperaba una nota del Embajador sobre la restricci�n para introducir veh�culos en la legaci�n diplom�tica. Creo que no entender� nunca estas circulares con consignas de seguridad cuya publicidad en nada incrementa la seguridad, s�lo cubre las espaldas de las autoridades para poder justificarse en caso de atentado, pero creando desaz�n en quien las recibe, a quien le est�n recordando que s�lo por acudir a su puesto de trabajo se juega cada d�a la vida. Ha pasado m�s de un mes desde el atentado y delante de nuestra oficina se sigue aparcando con normalidad y sin control. Con verdadera voluntad de tomar medidas, el Estado Espa�ol, incluso sin tener capacidad para ello, hubiese colocado una cinta de pl�stico para proteger todo el per�metro y enviado un polic�a nacional durante la jornada de trabajo. Eso, si de verdad se quiere, se hace en 24 horas. Pero llevamos 38 d�as y seguimos esperando. Y la nota encontrada en mi buz�n de correo se personaliza y entrega individualmente a quienes tienen coche, sin m�s. Se ha olvidado muy f�cilmente que once personas que estamos trabajando en la Ofcomes fuimos v�ctimas, no testigos, de un atentado terrorista, que durante un par de angustiosos minutos pens�bamos que �bamos a morir all�. Y eso, nosotros, ni lo olvidamos ni se nos pasar� f�cilmente. A m�, y creo que a ninguno de los otros cuatro espa�oles de la Oficina Comercial que fuimos v�ctimas del atentado (Mariona, Fernando, Erika y Mariano), no me ha llamado ni el Presidente del Gobierno, ni un Ministro, ni un Secretario de Estado (y alguno ha pasado por Argel), ni el Embajador en el nombre de alguno de ellos, para interesarse por c�mo se encuentra un trabajador suyo en el extranjero que, en el ejercicio de su trabajo, ha sido v�ctima de un atentado. Tampoco espero que lo hagan, nada les obliga. Menos a�n habr�n pensado en mis otros compa�eros de trabajo no espa�oles, una francesa (Nolween) y cinco argelinos (Houria, Fella, Nawel, Mahmoud y Kamel) all� presentes. As�, cuando uno lee c�mo una m�xima autoridad del Estado ha viajado hasta tierras m�s lejanas para compartir mantel de Navidad con las tropas espa�olas destacadas en aquel pa�s, duda si lo hace por cobrar las dietas de viaje, por la buena publicidad que necesita la Instituci�n que representa, o por alguna otra raz�n que se me escapa, pero realmente, que les importamos algo a los que mandan los que estamos aqu�, ser�a yo muy ingenuo si lo creyera. Yo lo ten�a que dejar aqu� por escrito, porque as� es como lo siento. Adem�s, me temo que si alguna autoridad llegara a leer esto, no le inquietar�a lo que siento, sino que lo haya colgado en un post.
Regresando a mi jornada de ayer, ya por la tarde, con varias horas de retraso sobre lo normal, almorc� tres ciruelas y un yogur, le� la prensa local y recib� a un importador que estaba interesado en el sector hortofrut�cola. Pude ponerle en contacto con un grupo de empresas ilerdenses que estuvieron en Argel hace unos meses y consegu� que no s�lo se fuera con informaci�n de contacto, sino con un compromiso de emprender la operaci�n. Delante de m� se hablaron las dos partes por tel�fono, algo que tambi�n es la primera vez que me ocurre. Pero la sensaci�n de haber obtenido una victoria, de satisfacci�n personal, fue francamente gratificante.
Con d�a y medio de retraso sobre la hora concertada, a eso de las seis de la tarde, se me present� un individuo muy singular. Es un transitario que quiere constituir una sociedad en Espa�a sin saber ni una palabra de castellano, no conocer el mercado espa�ol, ni casi tener ni idea de c�mo llevar a cabo las gestiones. Se me present� con un tel�fono m�vil para que yo llamara a un notario de Vitoria con el que no consigue entenderse. Mientras yo hablaba por tel�fono, se dedicaba a mandar mensajes de texto desde otro m�vil o a hablarme en alto sin dejarme escuchar a mi interlocutor alav�s. Luego, le fui explicando los pasos que me hab�an indicado que ten�a que seguir y me miraba con cara de p�quer. Le ped� que tomara nota de lo que le estaba contando y tampoco me hizo demasiado caso. Un verdadero desastre, aunque hay que reconocer que el individuo era muy simp�tico y que me ha facilitado buena informaci�n sobre el funcionamiento pr�ctico de la aduana de Argel. Hoy viernes, por cierto, me ha vuelto a llamar, porque se dej� en mi despacho la nota con la direcci�n web del Registro Mercantil Central, donde solicitar la reserva de nombre de la empresa.
Con la sensaci�n de no haber hecho casi nada en todo el d�a, continu� con un informe sobre una feria del sector pl�stico, de ya hace un tiempo. Tuve que interrumpir varias veces el trabajo para hablar con mi jefa, necesitada de desahogarse conmigo por un problemilla. Yo creo que le hace gracia que siempre le planteo el lado positivo de la gente con la que est� enfadada. Esta vez el tema ten�a mala pinta y yo era esta semana el menos indicado para actuar de abogado defensor, pero le suelo hablar con el coraz�n, le digo de verdad lo que pienso y en este caso no era dif�cil destacar las virtudes de alguien que vale mucho. Total, que me present� a una cita que ten�a a las ocho de la tarde para hacer un poco de deporte con m�s de hora y media de retraso.
A las diez estaba invitado en casa de Silvia a la fiesta de cumplea�os de Carl, su novio. Las fiestas informales, en Argel, al menos las de la colonia espa�ola, no son nunca puntuales y es habitual que algunos invitados se presenten hasta tres horas m�s tarde. Lo original en Argelia es que a estas fiestas los invitados invitan a su vez a otras personas, de manera que el anfitri�n nunca sabe con qui�nes ni con cu�ntos se encontrar�. Acud�, cerca de las once, junto a Mariano, Rafik y Kamel y estuvo francamente bien. Antes tuve otra sesi�n de comprobar lo complicados que a veces somos los humanos, con un amigo argelino, a quien yo hab�a invitado la v�spera, que me llam� para decirme que �l no iba porque acud�a otro con el que no se habla. No hubo forma de convencerlo, ni siquiera yendo a buscarle. Yo no soy amigo de todo el mundo; al contrario, resulto muy poco sociable y en esas fiestas me refugio en unas pocas personas; pero tampoco tengo enemigos ni nadie a quien trate de evitar hasta esos extremos. Adem�s, estas fiestas sirven ara abrir un poco el estrecho espacio de relaciones en el que nos movemos. Yo tuve as� la oportunidad de conocer a gente nueva y no s�lo espa�oles y argelinos, tambi�n de M�xico o de Argentina.
A las cuatro y media de la ma�ana llegu� a mi casa, un poco de trabajo sobre el ordenador? y a dormir unas pocas horas.
As� transcurri� un d�a un tanto original, que se diferencia un poco de los dem�s en la originalidad de las actividades realizadas, nada m�s. Peor est� siendo este viernes al que le quedan pocas horas, pero no es bueno escribir sobre mis malos momentos cuando los estoy pasando. Puedo resultar deprimente.
Para empezar, el jueves es el �nico d�a de la semana en el que se llega al trabajo tranquilo y relajado. Desde mi casa, en Ben Akn�n, hasta la oficina, en Hydra, habr� unos tres kil�metros, que a pie se recorren en no m�s de tres cuartos de hora, pese a que la ausencia de aceras en buena parte del recorrido aconseja hacerse un buen seguro de vida para que al menos los herederos se lleven una alegr�a. En mi coche tardo habitualmente media hora, con veh�culos tratando de colarse por todas partes, como en un circuito de autos de choque. Llegar indemne al trabajo tiene su m�rito y requiere de una buena dosis de valeriana en el desayuno. Los jueves, en cambio, resultan muy tranquilos, porque la mayor�a de la gente est� disfrutando del descanso semanal y es perfectamente posible plantarse en el n�mero 5 de la calle Cesar�e, de Hydra, donde est� la Ofcomes, en menos de un cuarto de hora.
Seg�n llegu� al trabajo me encontr� con la sorpresa de que Mariano nos estaba preparando una presentaci�n sobre una aplicaci�n inform�tica. Todo el mundo estaba al corriente, menos yo, que no debo prestar mucha atenci�n a los correos internos. El chaval lo hizo muy bien, se lo hab�a trabajado mucho, aunque en estas charlas para un grupo heterog�neo siempre acaba uno con la sensaci�n de que ha dedicado hora y media a algo que se pod�a haber ventilado en veinte minutos. Luego ten�amos, al mediod�a, una videoconferencia a la que no pude asistir. Ambas son situaciones que habitualmente no se dan, lo normal es que cada uno haga su trabajo en la oficina y que no nos veamos todos juntos en una misma sala, salvo que suceda algo muy gordo.
Tras la presentaci�n me toc� ir de nuevo a la feria del sector farmac�utico. Hab�a estado el martes, pero no pude visitarla del todo porque acud� solo, ya que la becaria de la oficina no me acompa��, tras un buen susto consecuencia de mi conducci�n temeraria. Es el farmac�utico, en su amplio sentido, un sector muy interesante, en el que las empresas espa�olas pueden encontrar unas oportunidades magn�ficas, que mueve casi 2.000 millones de euros al a�o y que se merece el esfuerzo de que yo dedique un segundo d�a a localizar oportunidades de negocio. Llevaba adem�s una oferta concreta que hab�a preparado la v�spera con Nolween para encontrar distribuidor en Argelia para una empresa valenciana y pude seleccionar en la misma feria a cuatro empresas que pueden hacer esa funci�n, a las que ya he dado los datos de contacto.
Mi trabajo en una feria consiste en visitar cada stand, hablar con el responsable y conocer su posici�n en el mercado, sus necesidades, si a partir de mi visita puedo hacer que compre en Espa�a o que represente a empresas espa�olas. A veces, simplemente, es ofrecer una prueba de que se est� presente en el mercado, para el momento en el que surja la oportunidad que nos llegue. En la conversaci�n voy tomando nota de todo lo que me cuentan sobre el sector, o sobre la propia feria, para tambi�n redactar un informe. Es algo muy cansado, se est� en tensi�n, pendiente de todo para saber conectar correctamente con cada interlocutor, hay que caminar mucho y a paso lento, acarrear cat�logos,? No es una actividad nada placentera, pero tambi�n cuando m�s se aprende del mercado y del pa�s.
Ya he contado alguna vez que la gente en Argelia es muy simp�tica. Incluso en algo tan serio como una feria profesional rebosan amabilidad. La fotograf�a que inserto me la tomaron el martes con un importante importador al que ya hab�a conocido hace a�os y que entonces se parec�a enormemente al actor franc�s R�no. No es que yo sea enano, que casi s�, sino que �l resulta demasiado grande. Es un gran amante de la �pera y me cost� convencerle para no entonar juntos un aria. En otro stand, nada m�s llegar, me reconocieron y obligaron a tomar juntos un refresco. Otros me suelen explicar que en su actividad no encaja el trabajo con empresas espa�olas, pero se toman la molestia de llamar por tel�fono a conocidos para orientarme hacia otra persona. Es la maravillosa forma de ser de la mayor�a del pueblo argelino.
De regreso a la oficina, me impact� saber que es posible que una compa�era de trabajo tenga alguna secuela f�sica del atentado de diciembre. �jala no sea nada, pero todav�a no se me ha quitado una rara sensaci�n de angustia, no s� c�mo reaccionar. Han pasado bastantes horas y las preguntas ?qu� hago yo aqu�? y ?merece la pena todo esto? siguen dando vueltas en mi cabeza.
En el ordenador me esperaba una nota del Embajador sobre la restricci�n para introducir veh�culos en la legaci�n diplom�tica. Creo que no entender� nunca estas circulares con consignas de seguridad cuya publicidad en nada incrementa la seguridad, s�lo cubre las espaldas de las autoridades para poder justificarse en caso de atentado, pero creando desaz�n en quien las recibe, a quien le est�n recordando que s�lo por acudir a su puesto de trabajo se juega cada d�a la vida. Ha pasado m�s de un mes desde el atentado y delante de nuestra oficina se sigue aparcando con normalidad y sin control. Con verdadera voluntad de tomar medidas, el Estado Espa�ol, incluso sin tener capacidad para ello, hubiese colocado una cinta de pl�stico para proteger todo el per�metro y enviado un polic�a nacional durante la jornada de trabajo. Eso, si de verdad se quiere, se hace en 24 horas. Pero llevamos 38 d�as y seguimos esperando. Y la nota encontrada en mi buz�n de correo se personaliza y entrega individualmente a quienes tienen coche, sin m�s. Se ha olvidado muy f�cilmente que once personas que estamos trabajando en la Ofcomes fuimos v�ctimas, no testigos, de un atentado terrorista, que durante un par de angustiosos minutos pens�bamos que �bamos a morir all�. Y eso, nosotros, ni lo olvidamos ni se nos pasar� f�cilmente. A m�, y creo que a ninguno de los otros cuatro espa�oles de la Oficina Comercial que fuimos v�ctimas del atentado (Mariona, Fernando, Erika y Mariano), no me ha llamado ni el Presidente del Gobierno, ni un Ministro, ni un Secretario de Estado (y alguno ha pasado por Argel), ni el Embajador en el nombre de alguno de ellos, para interesarse por c�mo se encuentra un trabajador suyo en el extranjero que, en el ejercicio de su trabajo, ha sido v�ctima de un atentado. Tampoco espero que lo hagan, nada les obliga. Menos a�n habr�n pensado en mis otros compa�eros de trabajo no espa�oles, una francesa (Nolween) y cinco argelinos (Houria, Fella, Nawel, Mahmoud y Kamel) all� presentes. As�, cuando uno lee c�mo una m�xima autoridad del Estado ha viajado hasta tierras m�s lejanas para compartir mantel de Navidad con las tropas espa�olas destacadas en aquel pa�s, duda si lo hace por cobrar las dietas de viaje, por la buena publicidad que necesita la Instituci�n que representa, o por alguna otra raz�n que se me escapa, pero realmente, que les importamos algo a los que mandan los que estamos aqu�, ser�a yo muy ingenuo si lo creyera. Yo lo ten�a que dejar aqu� por escrito, porque as� es como lo siento. Adem�s, me temo que si alguna autoridad llegara a leer esto, no le inquietar�a lo que siento, sino que lo haya colgado en un post.
Regresando a mi jornada de ayer, ya por la tarde, con varias horas de retraso sobre lo normal, almorc� tres ciruelas y un yogur, le� la prensa local y recib� a un importador que estaba interesado en el sector hortofrut�cola. Pude ponerle en contacto con un grupo de empresas ilerdenses que estuvieron en Argel hace unos meses y consegu� que no s�lo se fuera con informaci�n de contacto, sino con un compromiso de emprender la operaci�n. Delante de m� se hablaron las dos partes por tel�fono, algo que tambi�n es la primera vez que me ocurre. Pero la sensaci�n de haber obtenido una victoria, de satisfacci�n personal, fue francamente gratificante.
Con d�a y medio de retraso sobre la hora concertada, a eso de las seis de la tarde, se me present� un individuo muy singular. Es un transitario que quiere constituir una sociedad en Espa�a sin saber ni una palabra de castellano, no conocer el mercado espa�ol, ni casi tener ni idea de c�mo llevar a cabo las gestiones. Se me present� con un tel�fono m�vil para que yo llamara a un notario de Vitoria con el que no consigue entenderse. Mientras yo hablaba por tel�fono, se dedicaba a mandar mensajes de texto desde otro m�vil o a hablarme en alto sin dejarme escuchar a mi interlocutor alav�s. Luego, le fui explicando los pasos que me hab�an indicado que ten�a que seguir y me miraba con cara de p�quer. Le ped� que tomara nota de lo que le estaba contando y tampoco me hizo demasiado caso. Un verdadero desastre, aunque hay que reconocer que el individuo era muy simp�tico y que me ha facilitado buena informaci�n sobre el funcionamiento pr�ctico de la aduana de Argel. Hoy viernes, por cierto, me ha vuelto a llamar, porque se dej� en mi despacho la nota con la direcci�n web del Registro Mercantil Central, donde solicitar la reserva de nombre de la empresa.
Con la sensaci�n de no haber hecho casi nada en todo el d�a, continu� con un informe sobre una feria del sector pl�stico, de ya hace un tiempo. Tuve que interrumpir varias veces el trabajo para hablar con mi jefa, necesitada de desahogarse conmigo por un problemilla. Yo creo que le hace gracia que siempre le planteo el lado positivo de la gente con la que est� enfadada. Esta vez el tema ten�a mala pinta y yo era esta semana el menos indicado para actuar de abogado defensor, pero le suelo hablar con el coraz�n, le digo de verdad lo que pienso y en este caso no era dif�cil destacar las virtudes de alguien que vale mucho. Total, que me present� a una cita que ten�a a las ocho de la tarde para hacer un poco de deporte con m�s de hora y media de retraso.
A las diez estaba invitado en casa de Silvia a la fiesta de cumplea�os de Carl, su novio. Las fiestas informales, en Argel, al menos las de la colonia espa�ola, no son nunca puntuales y es habitual que algunos invitados se presenten hasta tres horas m�s tarde. Lo original en Argelia es que a estas fiestas los invitados invitan a su vez a otras personas, de manera que el anfitri�n nunca sabe con qui�nes ni con cu�ntos se encontrar�. Acud�, cerca de las once, junto a Mariano, Rafik y Kamel y estuvo francamente bien. Antes tuve otra sesi�n de comprobar lo complicados que a veces somos los humanos, con un amigo argelino, a quien yo hab�a invitado la v�spera, que me llam� para decirme que �l no iba porque acud�a otro con el que no se habla. No hubo forma de convencerlo, ni siquiera yendo a buscarle. Yo no soy amigo de todo el mundo; al contrario, resulto muy poco sociable y en esas fiestas me refugio en unas pocas personas; pero tampoco tengo enemigos ni nadie a quien trate de evitar hasta esos extremos. Adem�s, estas fiestas sirven ara abrir un poco el estrecho espacio de relaciones en el que nos movemos. Yo tuve as� la oportunidad de conocer a gente nueva y no s�lo espa�oles y argelinos, tambi�n de M�xico o de Argentina.
A las cuatro y media de la ma�ana llegu� a mi casa, un poco de trabajo sobre el ordenador? y a dormir unas pocas horas.
As� transcurri� un d�a un tanto original, que se diferencia un poco de los dem�s en la originalidad de las actividades realizadas, nada m�s. Peor est� siendo este viernes al que le quedan pocas horas, pero no es bueno escribir sobre mis malos momentos cuando los estoy pasando. Puedo resultar deprimente.
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