lunes, 14 de enero de 2008

D�as de silencio

S� que no he escrito durante bastantes d�as y me parece que debo una explicaci�n.

Desde el pasado mi�rcoles me he encontrado con limitaciones para acceder a la red, como voy a narrar. Pese a ello, hab�a dejado ya unos textos escritos, e incluso unas fotograf�as, de modo que me bastaba con acceder a esta cuenta y activarlos. Sin embargo, no lo hice.

Ese m�todo, por cierto, es el que empleo habitualmente para introducir textos durante la semana. La redacci�n la realiza por la noche sobre mi ordenador port�til, en mi casa, donde no dispongo de l�nea telef�nica y, por lo tanto, de conexi�n a Internet. Llevo toda preparado en un pendrive y sencillamente lo cargo a este blog en un momento a d�a siguiente.

El jueves no se trabaj� en la Oficina Comercial, porque el mi�rcoles hab�a sido festivo en Argelia y la Embajada decidi� trasladar la fiesta a un m�s largo fin de semana. Yo aprovech� para ir a Gharda�a con dos espa�oles. El jueves las cosas no fueron entre nosotros demasiado bien y el texto que ten�a preparado me pareci� fuera de lugar, de modo que prefer� declarar "jornada de descanso" y no alejarme desde el palmeral de Beni Isguen, donde est�bamos alojados, hasta la ciudad en la que se situaban los cybercaf�s. Ese era realmente el problema, la distancia entre el alojamiento y el punto de acceso a Internet, que precisaba de solicitar los servicios de un taxi de ida y de otro de vuelta.

El viernes estuvimos en el desierto, a unos 150 kil�metros al sur y me dej� el pendrive en el palmeral. Era m�s de lo mismo, el problema de la distancia y de la falta de acceso a Internet. Y el s�bado se repiti� la historia del jueves (luego acab� resultando peor, hasta convertir el mal ambiente de los dos primeros d�as en casi una an�cdota; pero no es el momento ni el lugar de dar detalles), por lo que no ten�a yo la cabeza como para ponerme a escribir. Adem�s, pens� que ten�a que aprovechar esos d�as para reflexionar, cosa que he hecho, y que una cierta separaci�n del mundo formaba parte de la terapia para superar algunas situaciones de inquietud personal.

Ya de regreso el domingo, activ�, de todas forms, el correo que ten�a previsto para el jueves. Se trata de un conejo que vive en el albergue juvenl de El Kala, cerca de la forntera de Argelia con T�nez. Ten�a la foto guardada desde hace tiempo y me parec�a un homenaje curioso a los dos nuevos becarios de la oficina recordarles c�mo se ven ciertas cosas cuando uno lleva nueve d�as y c�mo las ve cuando lleva noventa.

Ma�ana reinicio mis clases de �rabe cl�sico. Deber�a haber empezado hoy, pero ayer yo me encontraba muy mal an�micamente y no pude ni siquiera repasar un poco lo que dej� hace ya un mes. Supongo que me volver� a encontrar con mi profe de seis a�os, del que voy a colgar otro d�a una fotograf�a.

Ma�ana contar� la estancia en Gharda�a. Es una ciudad situada a unos 600 kil�metros al sur de Argel, de una comunidad de guarda sus costumbres ancestrales en el seguimiento m�s estricto d elos principios religiosos. Lo que m�s llama la ate�nci�n del visitante es c�mo apenas salen las mujeres de casa y, cuando lo hacen, generalmente por verdaera necesidad, van recubiertas de una t�nica que las cubre completamente y �nicamente muestran un ojo. A�n as�, lo de "mostrar" es relativo, porque cuando se cruzan con un extranjero intenta arrimarse lo m�ximo posible a una de las paredes de sus empinadas y sinuosas calles para evitar la m�s simple mirada.

Los habitantes de Gharda�a, los mozabitas (la regi�n se llama Valle del M'Zab, de ah� su nombre), son unos grandes comerciantes, y tan agradables y simp�ticos como los del resto del pa�s. Es una ciudad a visitar, que enamora. Pero lo explicar� ma�ana.

Jos� Antonio

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