En una ciudad con tan escasa vida cultural como Argel, se recibe con especial satisfacción cada actividad de teatro, música, cine o similar que se organiza. En primavera la Unión Europea organiza un ciclo de cine con una actividad programada por cada Estado miembro. El Centro Cultural francés se muestra bastante activo, aunque en unos horarios difícilmente compatibles con la actividad laboral. Y el Instituto Cervantes programa media docena de actividades interesantes a lo largo del curso. Fuera de esto, hay que estar buscando casi con lupa algo que resulte interesante y digno.
Durante el Ramadán se organizan veladas musicales, pero generalmente de música tradicional de las diferentes regiones del país o de otras naciones del mundo árabe, lo que as hace poco atractivas. El lugar de más calidad es la sala Atlas, un cine histórico del centro de la ciudad que ha sido recientemente renovado en su totalidad, sin mirar demasiado el dinero que se iba en las obras. Sentados en sus butacas, que por cierto han sido adquiridas a Alfaro, un fabricante riojano, los mandatarios del país asistieron hace poco más de un mes al espectáculo de clausura del Festival Panafricano, que no repitió la parada por las calles de Argel del día de la inauguración, que fue motivo de crítica de los sectores más islamistas del país, escandalizados por la generosidad con la que las bailarinas del África negra mostraban sus carnes.
En esa sala Atlas está teniendo lugar en Ramadán espectáculos procedentes de diferentes regiones del país, pero también de Túnez, Siria, Turquía… y China. Estos últimos suponían algo insólito y había que verlo.
La actuación china fue el viernes pasado. Se trataba de un grupo muy conocido a nivel internacional como máximo representante de la música llamada muqam. De hecho, el grupo se llama “Uyghur 12 muqam” y varios de sus vídeos son las más descargados en youtube de entre los de música muqam. Estos representantes de la región autónoma de Xinyian, donde recientemente se han producido graves disturbios raciales, nada tienen que ver con la imagen que tenemos de la fisonomía de un ciudadano chino. En cualquier caso, uno se sentía transportado a la cordillera del Himalaya.
Es una pena que las explicaciones fueran en chino, o eso parecía, y traducidas al público en árabe, porque ni siquiera se trataba del árabe dialectal, sino del clásico, imposible de entender para los que simplemente hemos hecho oído a base de escuchar como habla la gente en la calle.
De todas formas, una muy bonita experiencia, de la que no puedo colgar fotografías porque he vuelto a perder el cable de conexión de la cámara de fotos con el ordenador.
martes, 8 de septiembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
yo no entiendo lo de que enseñen las carnes a estos de las chilabas.
sin embargo los veo en benicasim en la playa que cuando ven una rubia en toplees les cae la baba.
saludos, antonio
Publicar un comentario