lunes, 21 de julio de 2008

La siembra

Ya he contado alguna vez que soy cat�lico practicante y que en Argel voy a misa los domingos. La mayor�a de la comunidad cat�lica acude a la iglesia los viernes, pero yo prefiero mantener la tradici�n del domingo. Voy casi siempre a la Casa Diocesana, uno de los cuatro lugares de culto autorizados en Argel, de acuerdo con la legislaci�n que recorta y dificulta el derecho a la libertad de religi�n de los no musulmanes.

La verdad es que la misa de los domingos es uno de los mejores momentos de la semana. Me sirve de relajaci�n mental, frente a la tensi�n de la vida de Argel. Son tambi�n muy agradables los minutos posteriores a la celebraci�n y las que podr�amos llamar conversaciones de pasillo, porque no existe p�rtico como en las iglesias tradicionales. Ir a la misa de la Casa Diocesana en Argel, que geenralmente preside el arzobispo dimisionari Monse�or Tessier es una pr�ctica recomendable incluso para los poco practicantes, porque permite compartir un rato con personas variadas, de muchas nacionalidades y que tienen una visi�n similar de la vida argelina. Y se conocen iniciativas de todo tipo, otra forma diferente de ser y actuar.

Creo que mis amigos de la misa del domingo no saben por qu� llevo tres domingos ausente. Ayer les ech� en falta cuando fui a una misa en castelano, que se me hace raro acostumbrado como estoy al franc�s.

Para los no practicantes, he de explicar que una misa, que viene a durar unos cuarenta y cinco minutos (en la iglesia de Hydra una hora y cuarta, sopor�fera), consta de dos partes. La primera se llama Liturgia de la Palabra, y es cuando se realizan unas lecturas de la Biblia, la principal de ellas tomada de los Evangelios, que son cuatro libros referidos a la vida de Jesucristo. La lectura de este domingo me ven�a al pelo. Era una par�bola sobre un campo sembrado en el que el enemigo siembra ciza�a, hierba mala. El propietario deja crecer la ciza�a hasta el momento de la siega y all� le da el destino que merece. Sent�a que la lectura era m�s que nunca para mi.

Yo tengo la conciencia de haber tratado siempre de sembrar semillas de cordialidad, de solidaridad, de amistad, en mi entorno argelino. Pero hay quien ha sembrado ciza�a, que ha crecido. Simplemente por responder ahciendo da�o. Parece que tambi�n ha llegado el momento de usar la guada�a y cortar esas malas hierbas. Entonces se ver� el valor de la cosecha, aunque se haya visto afectada por los sembradores de ciza�a. De cualquier modo, yo no sirvo para usar la guada�a; me alegro en parte de que otros lo hagan, porque entiendo que hace falta, pero me da una inmensa pena. Me encantar�a recoger la ciza�a, que no la quemaran, y reconvertirla.

La nueva cosecha ya est� en marcha, con la semilla comprada, por mucho que el terreno resulte poco f�rtil y al frente, en lugar de un tractor, se emplee un carro de combate. Yo seguir� sembrando, es lo que s� hacer y como me siento bien.

Me he atrevido a escribir con el coraz�n. Pensaba que ya estaba casi bien, pero acabo compungido, con los ojos vidriosos.

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