El 25 de julio es la festividad de Santiago Ap�stol. Lo primero que tengo que hacer es felicitar a todos los Santiago, Jacobo, Yago, Jaime y dem�s versiones, m�s masculinas que femeninas.
Santiago era uno de los doce disc�pulos de Jes�s. Se le atribuye el viajar a predicar hasta los confines de la provincia romana de Hispania. Sus restos se encuentran en la ciudad gallega que lleva su nombre, Santiago de Compostela. No puedo dejar de referirme a ?Santiago Matamoros?, viviendo en Argelia. No soy historiador, pero voy a tratar de contar el que yo creo que es el origen de su calificativo tan pol�ticamente incorrecto.
Los actuales estados occidentales europeos nacen tras la ca�da del Imperio Romano. En el caso de Espa�a, se puede decir que lo hace con los visigodos. La colonizaci�n �rabe del a�o 711 s�lo supuso un par�ntesis y en la Reconquista tiene un papel fundamental la religi�n y en ella el Ap�stol Santiago, a quien se conf�an todos los guerreros. En la zona de dominaci�n musulmana la �lite formaba parte de los moz�rabes, los cristianos en territorio �rabe. Los extranjeros musulmanes proced�an mayoritariamente del norte de �frica y se les identific� como moros. Se habla incluso del ?moro Muza? cuando el primer califa de la Espa�a musulmana era natural de la Meca. Esa identificaci�n continu� incluso cuando generaciones posteriores eran descendientes en ocasiones de padre �rabe y madre aut�ctona, esclava o amante. Las tropas musulmanas contra las que lucharon las tropas castellano-leonesas, o las aragonesas, se identificaban como moros. Los detalles de la leyenda de Santiago a caballo matando moros, como la de las haza�as del Cid, estar�n a buen seguro mejor explicados en Internet que lo que puedo contar yo, que escribo sin acceso a la red.
En el norte de �frica no se produjo esa Reconquista. La religi�n musulmana s� entronc� m�s con el pueblo. La ca�da de los omeyas, grandes dirigentes que en general no eran partidarios de islamizar a la poblaci�n sino de transferir su saber, se produjo en todo el Imperio excepto en la pen�nsula Ib�rica. En Argelia y T�nez dominaron los aglab�es, pero poco despu�s surgieron los fatim�es. De la regi�n del Atlas surgieron los almor�vides (que viene de la palabra morabita, devoto, que se utiliza para designar a los musulmanes de vida ejemplar), que se expandieron hasta Europa e iniciaron la decadencia de la �poca de mayor esplendor que recordamos del mundo �rabe en Espa�a. Pero en el siglo XII fueron vencidos por los almohades (la palabra no viene de almohada, no eran dormilones, sino de muhaid�n), los integristas de la �poca y tambi�n originarios de la regi�n magreb�, que acabaron con la diversidad cultural y la riqueza del imperio. Hubo un movimiento migratorio de los m�s valerosos hacia las fronteras del norte, en la actual Espa�a. En esa �poca todos los l�deres civiles y militares de la Espa�a musulmana pertenec�an a familias moras.
Esta segunda invasi�n fue objeto de un rechazo general. La �lite cultural formaba parte de los llamados moz�rabes, los cristianos en territorio �rabe, que en ocasiones bajo el mecenazgo de las autoridades musulmanas hab�an dado lugar a la regi�n de mayor desarrollo econ�mico y cultural del Imperio. Muchos tuvieron que huir de las zonas gobernadas por los nuevos integristas almohades menos tolerantes hacia otros reinos, llamados de taifas, donde continuar viviendo. Toledo fue durante muchos a�os el ejemplo de la tolerancia interreligiosa.
Los pueblos bereberes no guardaron un referente cultural, carecieron de �lite propia, de sus propios ?moz�rabes? y no se recuperaron jam�s de la dominaci�n exterior �rabe. Hubo muchos actos de rebeli�n bereber contra la dominaci�n �rabe, sofocados con gran crueldad, y una emigraci�n a las costas del sur de Espa�a. Sin embargo, lo que queda es un pueblo que mayoritariamente adopta la nueva religi�n y del que surgen incluso l�deres religiosos y militares. Culturalmente apenas nos han quedado vestigios arquitect�nicos iniciales de los hamaditas (colgu� fotos de la excursi�n en el viaje hsta T�nez) y de la riqueza de la ciudad de Tlemcen, que para muchos argelinos es la muestra local de un Al Andalus en versi�n norteafricana.
Posteriormente, finalizada la Edad Media, hitos como la conquista de Or�n por el cardenal Cisneros no se tradujeron en la toma del poder por parte de la poblaci�n local. El reino de Arag�n s� mir� m�s a la reconquista del �rea mediterr�nea, pero perdi� el liderazgo en el siglo XV frente a Castilla, cuyo objetivo se limitaba a la unidad de la pen�nsula ib�rica, de lo que hoy son Espa�a y Portugal. Las conquistas en el norte de Africa s�lo tuvieron car�cter militar, no de organizaci�n de la vida civil, con el s�lo objetivo de facilitar la navegaci�n y evitar la actuaci�n de piratas. La idea de recuperaci�n del que hab�a sido el Sacro Imperio Romano no se materializ� en la provincia de Mauritania. Las naciones del norte de Europa pusieron sus ojos en el este, por medio de las Cruzadas, mientras que por el sur se limit� a Hispania. El descubrimiento de Am�rica jug� en contra de lo que pudo haber sido el desarrollo del continente africano y ya nunca m�s los moros formaron parte del imperio.
En la actualidad s� se da una cierta reivindicaci�n del pasado como pueblo. Son muchos los que aprovechan cada ocasi�n para recordar que no hay que confundir �rabe con musulm�n. Que ellos son musulmanes, pero no �rabes sino bereberes y que les disgusta la identificaci�n de Argelia como pa�s �rabe. Pero no es un sentimiento mayoritario.
viernes, 25 de julio de 2008
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