sábado, 19 de julio de 2008

Visita a una mezquita

Una de las cosas que pude hacer con motivo de la visita a Bou Saada fue entrar a una mezquita? y en viernes.
No quiero escandalizar a ning�n musulm�n practicante. Entr� con el m�ximo respeto y previamente hab�a tomado una ducha. Soy cat�lico practicante y respeto la pr�ctica religiosa de los dem�s de la misma forma que me gusta que respeten la m�a. Mi comportamiento dentro de la mezquita fue el mismo que podr�a mantener cualquier musulm�n y lo que hice dentro fue, adem�s de contemplar la belleza del lugar y sacar varias fotograf�as, rezar al mismo Dios que estaban rezando los que all� estaban.
El viernes es el d�a sagrado del Islam, en el que un mayor n�mero de fieles acuden a la mezquita. El Islam tiene una serie de exigencias para con sus fieles, que com�nmente se denominan pilares, los pilares del Islam. Todo el mundo ha o�do hablar del ayuno del mes de Ramad�n o de la peregrinaci�n a La Meca, que son dos de las exigencias de la fe. Otra es el realizar unas oraciones, meditaciones, en determinados momentos a lo largo del d�a, aunque la mayor�a las acumula para realzarlas en un rato de descanso. Se realiza orient�ndose hacia La Meca, pero no necesariamente dentro de una mezquita. Por eso, el hecho de acudir a la oraci�n de los viernes no es una exigencia religiosa, sino una forma de cumplir con el precepto de la oraci�n. No es equiparable a la exigencia que s� tenemos los cat�licos de acudir a misa, a una iglesia, los llamados ?domingos y fiestas de guardar?.
La oraci�n del viernes suele comenzar en Argelia hacia la una de la tarde y en general finaliza para las dos y cuarto de la tarde. Es el mejor momento del d�a para desplazarse sin atascos por lugares que siempre est�n saturados de veh�culos, pero es en cambio el peor si se quiere realizar alguna gesti�n o comprar algo, porque las pocas tiendas que permanecen abiertas suelen negarse a despachar, a cobrar, durante la oraci�n.

No es habitual que en Argelia se permita el acceso a la mezquita a los no musulmanes. No existe tradici�n tur�stica, como en otros pa�ses, por lo que no se plantea que alguien desee entrar a visitar, no a rezar. Al final es algo potestativo de cada im�n y si se insiste se consigue el permiso en los lugares de mayor inter�s tur�stico, como la Casbah de Argel, Ghardaia, Tlemcen, El Oued o Bou Saada. Con permiso pude entrar con mis acompa�antes en el recinto de un morabito, una especie de monasterio musulm�n, en las afueras de Bou Saada, donde existe un mausoleo para honrar la memoria de un hombre de bien. En cambio, para poder visitar la mezquita no recurrimos a solicitar permiso, sino a actuar con el m�ximo respeto.

Para quien no haya estado nunca dentro de una mezquita, indicar que los hombres y las mujeres nunca est�n juntos, para lo que muchas cuentas con un espacio separado y exclusivo para las fieles que acuden a la oraci�n, que suelen ser muy pocas, ya que tradicionalmente las mujeres rezan juntas dentro del hogar. El suelo suele estar lleno de alfombras, hasta el punto de que en algunas mezquitas existen varias capas de alfombras en el suelo. Hay gente que acude simplemente a meditar, a descansar, apoy�ndose en una columna. Otro aspecto que suele llamar la atenci�n del visitante es que no es extra�o que alg�n gato se pasee por una mezquita, porque suelen tener franqueada la entrada. Quienes acuden a rezar se sit�an mirando hacia La Meca. En los momentos en los que hay alguien dirigiendo la oraci�n todos siguen el mismo ritmo y los mismos movimientos de inclinaci�n, arrodill�ndose o poni�ndose de pie al un�sono, pero quienes acuden fuera de los momentos de oraci�n act�an individualmente.
La decoraci�n recuerda m�s a una iglesia ortodoxa, menos recargada, que a una cat�lica, porque en las mezquitas no se ven esculturas, im�genes, ni decoraci�n que simbolice rasgos humanos.
En fin, esa es mi experiencia, que acompa�o de las fotos tomadas en la mezquita de Bou Saada.

Personalmente he estado en muchas otras mezquitas, a alguna de las cuales he accedido como cualquier otro fiel Puedo contar como an�cdota que cuando fui a la mezquita de La Roca, en Jerusalem, existe una entrada para los musulmanes que acuden a rezar y otra para los turistas. Yo me dirig�a hacia esta �ltima cuando me indicaron que mi entrada era la otra. No lo dud� y pude disfrutar de una visita mucho m�s completa, tocando la piedra negra que tanto valor simb�lico tiene para todos los musulmanes. Algo parecido me ocurri� en la ciudad de Karbala, en Irak, en una mezquita santa de la rama chi� del Islam, en la Hassan II de Casablanca, o en algunas otras incluso de Argelia.

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